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Sangre corrompida | Andere Luna




Hoy empiezo con una campaña de concienciación y sensibilización. Porque las personas tatuadas, perforadas y teñidas somos buena gente. Vivimos en el 2018, ya solo las abuelas y los fachas nos miran mal. ¡Incluso nos hemos puesto de moda! Ahora el H&M imita los diseños de las camisetas de las bandas que escuchamos y el Sephora contrata góticas aposta. Las señoras se pintan con el maquillaje de Kat von D, Enter Shikari hace indie y Die Antwoord pelis con Hugh Jackman.

¿¡Qué más necesitáis para demostraros que no somos drogadictos —bueno, Die Antwoord sí lo son, no vamos a negarlo —y badboys/girls!? ¿También querréis que Marilyn Manson le estreche la mano al Papa? ¿Tatuajes Straight Edge más grandes y a la vista? ¿Pedirle a Bring me The Chorizón que salga en los 40..? ¡Oh, wait!

Soy tan malota que me sentaba en primera fila y tenía media de nueve en clase y eso que mis Doc. Martens llevan a mi lado como 8 años. Quizás, cuando me haga mi tatuaje número 16 me pueda comprar una camiseta de Nirvana. Pero primero debería abandonar a mi novio, porque aunque lleve dos agujeros de 26 milímetros en las orejas y más de 20 tatuajes tiene estudios, trabajo indefinido, paga su parte del alquiler, lava su ropa, me hace la cena y no es un drug dealer; hasta le sube la compra a la vecina cuando se la encuentra en el portal. ¡Pero repitió un curso de bachillerato! ¿Eso no vale?

¿Sabéis que casualmente la persona con la que me he cruzado que más se ajusta a la definición de badboy vive en un chalet a las afueras de la capital, conduce un mini couper, lleva una moto que cuesta más que mi vida porque se cree aquí que va a fundar el Sons of Monarchy, se larga de vacaciones cuando le sale de los huevos y no termina de sacarse la ingeniería pero asegura que los de Humanidades son inútiles retrasados?

El mismo que se pensaba que yo podía conseguirle drogas porque no sé, pues me pinto el pelo de morado y en su cabeza eso tenía sentido; el que me despertaba a las tres de la mañana un martes porque estaba cieguísimo en Bélgica con otra tía así, sin más; el que pensaba que salir con alguien con pendientes en la cara le daba caché y me paseaba por la calle como un objeto de exposición.

Y lo dejé por gilipollas. Por machista. Porque votó a Ciudadanos. ¡Que los badboys votan a ciudadanos y visten de marca, hostia! Que no nos tatuamos por ser guays, que no somos tóxicos y mucho menos nos pasamos las noches intercambiando pipas por cocaína. Nuestro ocio tira más por levantar conciertos, ser activistas o quedarnos en nuestra puñetera casa con una mantita y pizza viendo Digimon Adventure.

Yo sé que los tíos tatuados con pinta de malos molan y tienen su rollo, pero a ver: si se pasan tanto con la droga, no se van a ver como Andy Biersack, eso dejémoslo en las fantasías. Os voy a enseñar la realidad. Acompañadme a ver esta triste historia, la de un verdadero badboy que consume y trafica, que se mete en líos y que es verdaderamente tóxico:

https://youtu.be/lL7RK-5-EyM

Mirad el minuto 00 : 34 Súper sexy. Seguro que nuestra prota de las historia tendría un flechazo con este caramelito, ¿eh? No hace tanto que me lo crucé por la calle y os aseguro que mete miedo. Miedo de que se va a morir a tu lado, no de que te vaya a atracar. Y ojo que tiene unos estudios que ya quisiera yo, que se largó a Nueva York a estudiar cine. Ahora no lo echan hasta de las okupas por cerdo machista.


Porque si me decís que no, entonces, uníos a mí por yonkis fieles a la realidad y no fantasías de prepúberes. Gracias.

Fin de la campaña de sensibilización. Por una sociedad libre de prejuicios. Comienza la verdadera reseña, tomaos esto como un warning, que no lo he dicho por la obra en sí, sino porque trataré el tema más adelante, así que la autora no se me dé por aludida, lo he dicho como una respuesta a la práctica normalizada de encontrarnos siempre tíos machistas y malotes que enganchan con determinada estética sobre todo en juvenil y esta obra que traigo hoy es como un buen resumen de todo lo que le gusta a los adolescentes.

Aleixandre Orellana, apodado como El Perro, es uno de los criminales más buscados en España y por fin, la Policía consigue encarcelarlo.Un logro para los Mossos y todo un lío para su hija, Ginebra, que se ha quedado sin padre y también sin madre, cuando esta la abandona para irse a California lejos de la toxicidad que conlleva la vida de delincuente. Con esta situación, a la chica no le quedará más remedio que irse a vivir con su tía por parte de madre a Madrid.

Ciudad nueva, vida nueva o eso es lo que ella cree. Nada más alejado de la realidad. Las deudas que ha dejado su padre sin cobrar las va a herederar ella y si quiere sobrevivir le toca hacer todo tipo de recados para las personas a las que El Perro debía favores. Vender droga es lo primero. En esa situación, Ginebra está segura de que jamás podrá escapar del destino que los demás eligieron por ella, porque dando nombre a la novela, cree que tiene la Sangre corrompida, escrita por AndereLuna.

***

Lo primero que quiero deciros es que esta obra tiene dos lecturas, porque es versátil. Puede dirigirse al público que se imagina al badboy como Andy Biersack pero también al que sabe que los badboys son como Costa. La clave es desarrollar la historia con la narrativa y las escenas correctas. Sin embargo, al leerla me ha dado la impresión de que la autora no la ha escrito con esa intención y por eso os voy a contar qué le puede parecer esta historia al lector promedio de Wattpad y después ya me meto en las exigencias de obras que podrían publicarse fuera de la plataforma perfectamente.

Si eres una persona que busca entretenerse con algo y le gustan las típicas historias clichés de chicos malotes, triángulos amorosos y líos chungos de callejón, adelante, vete a leerla. Está muy bien escrita y esto es un alivio porque te hace el camino más fácil, que es lo que busca cualquier lector. No esforzarse demasiado en descifrar lo que nos quiere contar el escritor. Fin.

Ahora, voy a ir a lo interesante de verdad. A buscar sus puntos fuertes y débiles y contaros qué me ha parecido desde una perspectiva más exigente.

La premisa, aunque no sea del todo original, porque estamos hartos de ver la temática de los narcos por aquí, sí es muy llamativa. En este caso la protagonista es solo una chica de quince años que carga con las consecuencias de acciones que se llevaron a cabo cuando ella no existía o bajo su desconocimiento. Es más o menos normal y no está tan familiarizada con el entorno como su padre.

Punto positivo aquí porque cabe la posibilidad de incluir una evolución forzada y llevar a cabo un mid point atractivo. A mí me llamaría ver cómo una chica de esa edad se las ingenia para vender droga sin que se enteren los familiares que la han acogido casi por caridad. De hecho, los personajes son muy interesantes.

Además de la protagonista, está su tía Silvia, que odia a Aleixandre pero acoge a Ginebra y trata de ser una madre, aunque la cosa no sale bien y Esteban, que lleva un gimnasio de boxeo y conoce más el entorno de la chica. También está el jefe del que la extorsiona, con motivos mundanos y Cecilia, su nueva amiga, quien no tiene mucho interés en las clases y se codea con gente poco recomendable.

¿El problema? Que no se ha explotado todo lo explotable. Ahora mismo, diría que la historia está a un 50%, que es el 50% que funciona con los lectores promedios que buscan historias promedio. Sin embargo, la materia prima está ahí, al alcance de la mano, en este caso teclado y no se ha usado, no sé por qué.

Lo primero que te llama la atención y te echa para atrás, cosa que conmigo sucedió, es que la chica se llama Ginebra y el primer chico que aparece Héctor, apodado Hache. Copia exacta de la historia de Federico Moccia, no precisamente desconocida y mucho menos buena. Esto ya es como avisar a los lectores de que se van a encontrar algo tan asqueroso como la historia infumable de esos tres anormales. De hecho, es que Hache le hace hasta el chistecito de que si su madre es alcohólica y por eso la llamó Ginebra.

Sí. Me vi la película. Sí, bebíamos chupito cada vez que pasaba algo que nos daba vergüenza ajena. Tampoco huyáis despavoridos, que en realidad no se parecen pero es una pedrada contra su propio tejado, eso no lo vamos a negar. Básicamente porque Ginebra no es un nombre común, demasiada coincidencia.

Más allá de eso, tiene demasiado cliché y yo soy defensora del cliché pero cuando se usa bien y es tan fluido que ni te enteras durante la lectura, a priori. En este caso, según lees, vas pensando: ¡qué cliché! y si sucede de vez en cuando, puede que no moleste, al menos a mí no me molestaría, pero es que estoy es un no parar de situaciones típicas con personajes típicos. Si estuviera peor escrita sería todo un despropósito.

No voy a haceros una lista de todos los que he encontrado pero los que más gracia me hicieron fue sin duda que la protagonista fuera de diferente con tintes de la nerd. No es una nerd, pero no le gusta la fiesta, se viste con zapatillas de lona entre chicas con tacones y minifaldas y quiere que el chico que le gusta deje las drogas. Por favor. Basta. Ser tan Mary Sue duele, pero de esto hablaré más adelante.

Después está la anclada escena con el chico. Nos echamos en la misma cama pero no hacemos nada, porque él se contiene, porque no es como las demás y ella que hasta entonces se ha hecho la dura, amanece por arte de magia abrazadita a él en plan anuncio pero previamente le ha amenazado para que no la toque.

No me malinterpretéis. No es que me ofenda el cliché, es solo que hay formas y formas, pero claro, el cliché no es algo que dice uno: hala pues ahora lo hago bien o ahora mal, el cliché no es el origen, es el resultado. Si todo lo demás se hace bien, queda algo bien hecho, si se hacen demasiadas cosas mal, queda mal hecho, así de simple. Por tanto, mi conclusión es que si es tan cliché es porque fallan cosas que se podrían mejorar y ahí vamos.

Bueno, primero quiero abordar la creencia de que si escribes juvenil, tus protagonistas deben tener determinada edad. Eso es mentira. Los protagonistas pueden tener la edad que te dé la gana, porque lo importante es el modo de tratarlo. Es decir, que si me pones a una protagonista que ya ha dejado el instituto pero su historia es ligera, no profundiza y trata temas del género, me parece a mí, personalmente, claro, de mucha más calidad que si me pones a una niña de quince con una madurez que no es propia de su edad.

Tampoco me valen las excusas de: "no es que es una chica adelantada para los años que tiene". Baiabaia, ¿es que todos hacemos chicas adelantadas para protagonizar nuestras historias? Recordemos a los pelirrojos y albinos agraciados. en "El peligro de amar demasiado a nuestros personajes". Las chicas normales también existen y lo más común es que nos encontremos a adolescentes perdidos, caprichosos y corrientes, no a una tía con cabeza de veinte a los quince.

Voy a ser rápida en el argumento: en el casting, la autora coloca a actores de treinta años como personajes entre los quince y los dieciocho. No hay más. O te haces una serie de Disney Channel o asumes que Cecilia con 17 años no va a ser una resabida de los bajos fondos de Madrid y mucho menos que su novio se dedique a falsificar permisos de armas, que no estamos en Harlem. Lo que nos lleva al siguiente apartado.

¿Dónde están sus padres? Los de Ezequiel, muertos, los de Cecilia y Héctor en paradero desconocido y Silvia y Esteban por ahí, como si Donny Varper les hubiera abducido. Entiendo a la perfección que es una novela juvenil y que el peso se lo llevan los chicos pero oye, mirad Stranger Things y convenceros de que pueden aparecer padres preocupados por sus hijos sin que lleven el peso de la historia.

Es una lástima porque el personaje de Silvia tiene mucha chicha que sacar. Es la hermana de una mujer con bipolaridad y la cuñada de un delincuente. En los ojos de Ginebra ve algo que le repugna pero es suficientemente inteligente como para saber que ella no tiene la culpa de los errores y malas conductas de sus padres y es incapaz de dejar a la niña en manos de los Servicios Sociales estando ella. Su existencia es una contradicción.

La subtrama que se puede desarrollar entre ella y la protagonista puede ser maravillosa, sobre todo si por el medio entra en la ecuación su marido Esteban, que no pasa tiempo en casa pero conoce la doble vida que lleva su sobrina y no le dice nada porque cree que solo se está divirtiendo. Ginebra llega para instaurar la discordia en su hogar pero a la vez, también para hacerle ver que en su familia fallan las cosas y eso es algo que una persona como Silvia tendría que tomárselo de dos veces, lo que alimentaría el odio a tramos hacia su sobrina y le ayudaría a hacer autocrítica sobre el papel de los adultos en la vida de los adolescentes.

El punto de partida puede originar algo muy bueno pero ni siquiera ha arrancado. Hay así una especie de clímax entre ambas sin justificar pero nada más y me parece muy poco creíble por casi todas las situaciones en las que aparece pero sobre todo, en las que no aparece y eso que sí entiendo a la perfección que Ginebra no le diga nada porque tiene recelos hacia ella y cree que la odia.

Lo que no entiendo es que cuando la niña empieza a desaparecer, a quedarse dormida, a volver al día siguiente a casa sin avisar y a escaparse por la ventana no diga nada pero sobre todo, que maten a su perro de un tiro y no diga esta boca es mía. Ay, qué pena, el perro de su hijo al que quería tanto. Suma dos más dos. Perro muerto y una niña hija de un narco actuando extraño. Hasta un deficiente mental llamaría a la Policía y sospecharía de que Ginebra tiene algo que ver y con llamar a la Policía lo digo para acusar a Aleixandre, no por la muerte del perro en sí, que eso sí sale. Pero incluso si no lo hace, con los acontecimientos que proceden a continuación, habría que ser muy tonta para no intuir lo que sucede y no tomar cartas en el asunto, más si es una mujer conductora que lleva los pantalones de la casa como bien se deja caer.

Me esperaba mucho más de los adultos, la verdad. De hecho sugiero que veo muy interesante un enfrentamiento entre Silvia y Aleixandre, porque a fin de cuentas, esta primera es la que termina adquiriendo la figura de autoridad de la niña y es una situación, cuanto menos, explotable, porque en el fondo, Ginebra está muy encoñada de su padre y no sabe ver el daño que indirectamente le ha hecho por ser alguien nocivo y eso incluye el síndrome de Edipo que se refleja en Ezequiel, el desgraciado del que se enamora. No perdáis de vista a los adultos, porque hablaré de un detalle sobre esto que prefiero dejar para más adelante.

De aquí nos vamos a la verosimilitud, porque he notado carencia de ella en muchas situaciones que no me voy a parar a enumerar porque sería demasiado aburrido para todos, pero sí voy a hablar de ello en general para hacerme entender: falta mucha documentación.

Aquí hay un punto positivo: la autora conoce muy bien el emplazamiento de la historia y eso es bueno, porque aporta detalles y datos que suman calidad pero por otro lado hay una enorme falla y es que el mundo de los bajos fondos madrileños no se los cree nadie más que una niña de once años que no haya salido de su casa en la vida.

Aconsejo ver Gomorrah y The Punisher, ese tipo de series nunca vienen mal. En especial la primera, porque todo lo que pasa es real y nos ayuda a tener una visión más global de cómo funcionan las mafias sin tener que ir a hacerles una visita personalmente. Ya lo han hecho otro por nosotros, solo debemos consumir los productos correctos.

Más allá de eso, hay enormes incongruencias en este tema y aquí incluyo a los badboys. En primer lugar, no me creo que un mocoso de quince o como mucho dieciséis porque haya repetido lleve una moto al instituto. Mucho menos me creo que se ponga hasta las cejas de alcohol y cocaína, rinda en boxeo, que además le enseñe al primo de Ginebra y que vaya a clase de un privado cuando es más pobre que las ratas, nótese que ni nombro que apruebe o deje de aprobar. Además: ¿van a un privado pero viven en Carabanchel, donde se pelean las bandas con latinos y más de un machete han sacado? Y esto os lo digo yo con conocimiento de causa, que no es broma lo del machete.

No os podéis ni imaginar las peleas callejeras que ha habido en ese barrio entre latinos y nazis, no hace tanto como parece. Que no salga en los periódicos o que lo traten por encima no significa que ese barrio por las noches no sea una batalla campal si sabes dónde se encuentran. Y a quien me lo niegue, le llevo a su casa testigos que han estado ahí. Obviamente no pasa todos los días, en todo el barrio, hay zonas y zonas, pero aún así. Si tienes dinero para ir a un privado, no vives en Carabanchel o viceversa. Junto con Villa de Vallecas es la zona que más respeto le da a todo el mundo.

¿Por qué hago hincapié en esto? Pues porque me dio la impresión de que por un lado, interesaba que la chica viviera en un barrio malo para que se curtiera pero por otro, fuera a un instituto privado para que se vea que tiene vena rebelde, pero es que no me lo creo. El Mercedes de Silvia en Carabanchel no dura ni una noche. Y por supuesto que se puede escribir, pero necesito explicación que me convenza de que es una excepción.

Cecilia es un poco más creíble pero tampoco mucho más. Actúa como si llevara toda su vida entre prostitutas y colgados cuando tiene diecesiete años. ¿Cuándo empezó a darse a la mala vida? ¿A los trece? ¿Y dónde están sus padres? Y Héctor, que con dieciocho años parece otro badboy con apariencia de casi treinta, frío e implacable pero... ¡oh! hay algo que le impide matar a Ginebra... y es... ¡el amor! Un amor inexplicable que ha surgido de la nada pero que es más fuerte que toda una vida de vicisitudes y el recuerdo de un hermano muerto.

Sí me creo que exista algo como el Triángulo, aunque lo de las peleas ilegales es demasiado cliché yankee, pero no me creo que haya por ahí una caseta con armas ilegales para que la pueda comprar sin problemas una cría de quince años pero que luego esa misma cría se agobie porque tiene que vender una bolsa de marihuana. Por favor, pero si es más fácil comprar marihuana que tabaco en Madrid. Y no te cuento ya si vives en Carabanchel.

Os reto a que encontréis un estanco abierto a las dos de la mañana o un bar con máquina de tabaco. Aquí os habla la que se ha enfadado con sus amigos por estar caminando más de una hora por la ciudad en busca de algún lugar que venda Fortuna 29. En cambio, daros un paseo por Lavapiés y cronometrad cuánto tardan en preguntarte si quieres pillar o si tienes para pillar. Y quien dice Lavapiés dice Malasaña, Vallecas, Vicálvaro, Carabanchel, Moratalaz, Cuatro Caminos o whatever. Hay marihuana hasta en los institutos y quien no lo sepa que se baje ya de la nube. Tu vecino de al lado fuma marihuana o costo. Él lo sabe, yo lo sé, tú lo sabes.

A todo esto, yo me pregunto: ¿por qué tanto drama extradiegético? y lo enfoco desde dos vertientes, una que trata el tema que escribí en la entrada de "¿Cuánto podemos hacer sufrir a nuestros personajes?" y la segunda los deus ex machinas.

Hay personajes con bulimia y anorexia, un embarazo adolescente el cual me ha parecido relleno a más no poder, una persecución policial que no provoca proyección alguna, pasados atormentados y desgraciados que además, sirven de excusa para dar barra libre a los hombres de comportarse como despojos humanos pero luego, lo que es el propio drama intradiegético de la mímesis, nada, cero absoluto.

En vez de explotar a los personajes que ya tienen bastante con lo suyo, se incluyen escenas "lacrimógenas" como la de Cecilia con una tía salida de la nada en el hospital cuando le dice que está embarazada. No sé, a mí me interesa más ver por dónde sale Silvia o cómo se las apaña Ginebra para volverse camella, sobre todo porque es una figura que siempre se le otorga a los hombres y es un poco reivindicación de rol de género, aunque no os lo creáis, desde un punto de vista transgresor. También me parece mucho más interesante ver la reacción de los adultos cuando se enteren de que su sobrina está saliendo con Ezequiel, porque Esteban le tiene cariño y Silvia le desprecia.

Sin embargo eso tampoco sucede por el tema de las subtramas de amor, que son planas totalmente. Es juvenil, con esto no quiero decir que tengan que estar retozando todo el día, por supuesto, pero Ezequiel es un personaje muy atractivo en cuanto a psicología, porque se autodestruye a sí mismo y eso siempre vende y de nuevo, volvemos a que eso no se explota, parece que la meta es solo conseguir que se den un besito y ya se acabó, cuando lo realmente importante e interesante es lo que venga después. Ya está visto, pero no seré yo la que diga que no vende.

Venden que son tipos duros que se han criado en ambientes terribles, recelosos y sin fe alguna en la Humanidad y sin embargo, les sale más fácil decir un "te quiero" que un "gracias"; no sé, Rick, parece falso. Y sí, por supuesto que tengo en cuenta que los adolescentes son entusiastas pero es que es tan repentino y ojo, que este es el error más común de los romances en literatura: saber colocar La escena en el momento justo. Esto no es un dorama coreano que te comes tres temporadas para que se den la manina pero un poco de poso tampoco viene mal.

Las dos subtramas de amor tienen sus cosas pero tampoco es que me hayan parecido malas porque no lo son. Siento que más bien lo que les pasa es que están a medias. Lo que sí me ha gustado es que no se haya presentado el enfrentamiento de machuzos por la chica. Hay una especie de triángulo amoroso como se puede uno imaginar desde el capítulo ¿dos, tres? pero en ningún momento hay escenas de competencia como si la chica fuera un trofeo. De hecho, ni ella misma le presta atención a eso. No lo nombra, no dice nada, solo cuenta lo que vive, lo que piensa y lo que siente.

El tema se soluciona sin dramas extraordinarios y de forma lógica, aunque sí un poco repentina, no voy a decir que sea en sí un deus ex machina porque no me lo ha parecido. Es el tipo de cosas que decide la autora porque le da la gana, porque es su historia. Ahí sí se ha llevado bien el cliché.

Ahora, aquí voy a hablar de un tema "delicado", pero creo que es importante y esto se sale de la mano de la autora, aquí no vayáis a pensar que todo recae en ella, es más una opinión personal a partir de que saco el tema con esta reseña que decir que esto sucede de forma basta en Sangre corrompida porque no es así del todo.

Ya sabéis que yo me fijo mucho en el machismo de la obra y esta es especial. Primero, pensé que iba a ser feminista porque se me hacía que iba a tomar esos derroteros, pero a medida que iba leyendo, se me fue borrando la idea. Sangre corrompida no es del todo machista porque el personaje tiene su propio pensamiento pero tampoco es feminista. Sin embargo, me gustaría añadir que creo que se merece una aclaración, no por la autora, sino por las lectoras.

No es broma cuando digo que se me quitaron las ganas de dejar de leer en más de una ocasión con los comentarios de LAS lectorAs. No por la autora, sino por la toxicidad de las personas que leen la historia. Entiendo que una no quiera estar enseñando los dientes a todas horas y menos a gente que no conoce de nada y que quieres que te lean para subir un poco en visitas pero ¡joder cuánta lerda!

Lo siento, es un tema que me toca muy de cerca. Sé de lo que hablo cuando hago referencias a relaciones tóxicas, porque yo he estado en unas cuantas, así que creo que esto va con conocimiento de causa. Y no me refiero a relaciones tóxicas de críos por conversaciones de Whatsapp. Me refiero a relaciones con personas sumidas en una vida de drogas legales e ilegales que no es cuanto menos, atractiva, por muchos tatuajitos que me lleven y mucha calle que conozcan.

Por decirlo de alguna forma, sé lo que es embarcarte en una subtrama amorosa con un tipo como Ezequiel y sé que no tienen remedio, que no lo van a dejar nunca, que lo único que puedes hacer es huir, porque les gusta estar en el pozo rebozados en la mierda, que solo te dicen que van a intentar salir para que no te vayas y que te culpan para hacerte sentir mala persona. Ver cómo las lectoras animan a que Ginebra se adentre en una relación que la va a destrozar y sobre todo marcar, porque con quince años somos maleables, casi me saca una úlcera.

Pero ya no solo animarla, sino comentar que la culpa es suya, que es mala, una borde cuando le quita de encima en una casi violación, cuando se enfada con él. Le exigen a Ginebra que sea su ángel guardián que le quite del mundo de las drogas y la odian porque le "vende" cocaína que podría haber conseguido en cualquier otro lado. Me enferma y sé que esto no es un panfleto feminista de sobra. Como no lo es y Ginebra como personaje tiene derecho a ser vapuleado y engañado por desgraciados como Ezequiel para perseguir el realismo que busca la autora con esta obra, creo que no viene de más dejar un aviso para que la gente no se confunda. En la obra es cosa de la autora, en esta reseña, lo hago yo porque creo que es pertinente.

Decir lo que hay, que los personajes no son ejemplos de nada, que no son buenos, que no hacen bien las cosas, que es una historia gris, que no se puede tomar como referencia moral. Que os creéis que los yonkis son muy guays porque os hacen más adultas  —esto es por las lectoras, no la autora —y en realidad no tenéis ni puñetera idea de la gran mierda que es acercarte y tener cualquier tipo de relación con uno, es repugnante.

Glorificarlo me parece una falta de respeto, es como glorificar a un asesino. ¿Alguien glorifica y le parece atractivo lo que hizo Charles Manson o yo qué sé, cualquier pederasta? Pues esto es lo mismo. Me he puesto seria porque es alarmante lo que me he encontrado ahí. Si vais a leerla, por favor, un poco de cabeza.

Dejando de ser tan seria y yendo a la historia como tal, he de avisar que si sois como yo, aquí no vais a encontrar ningún tipo de girl power. Tímidos coletazos sí, pero se quedan en el intento, muy poco sutil y es que creo que le falta un poco de sutileza, ya no solo en eso, sino en todo, como si la obra hiciera una declaración de intenciones con detalles que luego no cumplen y me explico:

Su primo la lleva al gimnasio de su tío y no es mixto, pero entra sin más. Le dice a Esteban que quiere boxear y ahí es donde conoce a Ezequiel de tú a tú, pero nadie quiere combatir contra una mujer más que el susodicho que se la sopla y el jefazo dice que ahí no entran mujeres. Entonces, Ginebra le demuestra que sabe pelear y al final, por empeño, la dejan ir allí y la escena de la pelea, tal y como está narrada es buenísima, de verdad. Muy visual, todo lo precisa que uno necesita pero no aburrida y poco predecible a mi ver. Eso hace que pienses que Ginebra será un personaje fuerte, pero no.

No porque luego la caga con muchas otras cosas y porque a ver, no deja de tener quince años. Es normal y a la par, es muy fácil meter algo así porque es evidente. Un cartel de: solo hombres y que se meta Ginebra entre tanta testosterona y comentario machista pero no es tan fácil ver otras conductas más retorcidas y normalizadas, como que siempre relegue en los hombres, por ejemplo.

Hay una escena en la que se enfada porque Ezequiel no la deja hablar y ella quiere solucionar sus propios problemas, dice que no es su secretario pero luego, coge y miente y apela a un novio que no es su novio porque si dice que la droga es suya no la creen o no se fían de su calidad. De igual forma que para que otra persona se la compre tiene que decir que es hija de Aleixandre Orellana y se la cogen porque les mola que le vendan la hija de El Perro.

No está mal, repito, pero simplemente me daba la impresión de que la obra quería ser un poco progre con ciertas intenciones que se fueron por tierra con cosas semejantes. De igual forma, siempre termina salvándole el culo algún tío. Se queda todo en intentos fallidos de declarar autonomía ahogados por la presencia masculina. Son detalles, sin más. Lo cuento porque es típico de mí fijarme en el machistómetro. Como digo, pasa el filtro, pero tampoco busquéis feminismo.

De hecho, una de las cosas que me sorprendió fue la manera de tratar al resto de mujeres que no son Ginebra  —tened en cuenta que está narrado en primera persona subjetiva—. Siempre hace referencia a que si visten con minifaldas o llevan taconazos y lo que más me llamó la atención: están embadurnadas de maquillaje barato. Bueno, Gin, querida, permíteme decirte que a simple vista no sabes si una chica lleva maquillaje de seis euros o de cuarenta y por otro lado, pásate por la tienda de Morphe o de Colour Pop y me cuentas cuando te hagas fan del maquillaje barato.

Es medio broma, pero no sé, se me ha hecho agresivo hacia otras mujeres la narración de Ginebra y repito y remarco: está bien si es lo que quiere la autora pero creo que no viene de más avisar porque luego me vienen las babuinas estas a decir: "uy que putas que llevan minifalda y se maquillan" a la par que quieren ser como ellas pero como mamá y papá no les dejan, lo critican  —de nuevo, va por las lectoras, no la autora.

De estas cosas sale la mofa de la campaña de sensibilización del principio. ¿Si tanto lo critica, por qué todo el ambiente es así de exagerado? Me parece prostituir una estética de personas que son así... porque sí. No sé, los tatuajes son caros, no nos los hacemos por presumir y ya está. Si fuera para presumir nos los haríamos en la cara para que se nos vieran siempre. No somos moda, es forma de vida, porque salimos así, no es aposta, no somos monos que enseñar en una exposición porque somos llamativos. Me atrevería a decir que es un poco apropiación cultural en ese contexto, porque es obvio que cuando se presenta gente en ese ambiente, badboys y amigas alternativas es para vender y no lo digo por Sangre corrompida, aprovecho Sangre corrompida para hablar un poco del subgénero este que parece tan exitoso.

Porque... están los detalles, no he acabado con la sutileza. Esto es totalmente subjetivo, no está mal, no me malinterpretéis pero hay un capítulo que se titula "Nadie muere virgen" porque la vida ya te ha jodido, dicho conocido, ya sabéis, y la banda sonora es Sleeping With Sirens...  —admito que me hizo mucha gracia —. Creedme, Kellin Quinn es un señor yankee muy acomodado con muchos dineros proveniente de muchas adolescentes y con una discográfica que apesta a industria negrera que jode la vida a los promotores locales con su management de mierda. No creo que a Kellin Quinn le haya jodido la vida nadie, ni haya pasado hambre en su vida.

Es un ejemplo tontería, no os quedéis con él, sino con la traducción: si queremos hablar de cosas chungas, vamos a hablar de cosas chungas de verdad. No a medias, de sí, lo parece, pero solo un poquito. Sangre corrompida está muuuuuuuuuuuuy dulcificada y se nota en indicios, importante que entendáis la palabra indicios.

Lo protagoniza una chica que sabe boxear, que dice que ha tenido una infancia difícil por secuestros para chantajes y estar en continuo peligro por los chanchullos de sus padres, que ha tenido que sobrevivir porque su madre tenía bipolaridad y Aleixandre iba a lo suyo... Una mujer de armas tomar y ¿la música que se enlaza con las palabras?

Todo. Hombres. Todo. Y Taylor Momsen, que no sé qué será peor. En serio, Taylor Momsen es una lacra de la sociedad, una sanguijuela que nos chupa la vida, una buscafamas que aprovechó el tirón de su serie para fingir que es malota pero en realidad es una imagen y un producto que no tiene absolutamente nada de real y que no aporta nada. Cero. Bueno sí, ella satisfacerá su ego pero nada más.

Jinjer, Walls of Jerichó, Code Orange, Fortune's Fool, Backswing, Arch Enemy, Eaten Alive, Watchdogs, Mortality Rate, LIGHTS, Firewalker, Venom Prison, New Years Day, Beautiful Bodies, Pussy Riot, Evanescence, Make them Suffer, Tonight Alive, Were The In Crowd, Pvris, Paramore... ¡será por bandas de chicas en esa escena!

Y repito, lo digo para quien me lee, no para la autora, solo aprovecho esta reseña para hacer un llamamiento a los escritores: ¿por qué las bandas sonoras siempre se las llevan los hombres incluso en las historias protagonizadas por mujeres? Es una sugerencia, cada uno que ponga lo que le dé la gana, va a estar bien, por supuesto, solo invito a la reflexión.

No os voy a negar que estos detalles hacen que la protagonista me hastíe muchísimo, personal, igual vosotros la amáis, soy una lectora difícil, ya lo sabéis. Es más común que los personajes me caigan mal que bien. Tuve que esperar 26 capítulos para que hiciera algo inteligente, para lo inútil que es, dura demasiado tiempo viva, la verdad. Todo le sale bien porque es la protagonista y no puede morir, no hay más. No sabe que es Mary Sue. Sin embargo sí tengo que decir que hay una cosa que me gustó mucho de Ginebra: su reacción a la muerte.

Este es un error común y no ha caído en él, grata sorpresa. Muchos personajes se enfrentan a situaciones complicadas de manera muy plana y no reaccionan como un ser humano. No es el caso de Ginebra, que pasa por todas las fases en muy poco tiempo con una efervescencia de sentimientos. Ahí sí. Mis dieses.

Al igual que tiene mis dieces en las escenas de acción, porque la autora escribe muy bien y ya sé que lo he dicho antes pero lo repito. Lo que sí tengo que decir es algo que tiene que ver con el clímax, que me ha parecido incompleto por elipsis temporal.

Es una historia de acción. I mean, en la portada alguien le está metiendo una pistola en la boca a Ginebra, todo está enfocado a eso, que haya amor o amistad es cosa de las subtramas y no podemos hacer que las subtramas pesen más que la trama principal porque la estructura de la historia se cae a cachos, aunque se tenga que ver menos que las primeras, por eso creo que en el clímax no es que tendría que haber determinada cantidad de acción, sino que creo que patinó en la elección de escenas y la narración, haciendo que no tenga tanta fuerza como podría y esto se debe a varias cosas.

Creo que el paso del tiempo no está muy claro desde la segunda parte del segundo acto hasta el final. No sé si la autora ha trabajado en ello o no, lo que sí sé es que el lector se pierde y si no tiene noción del tiempo, a la mierda la tensión y lo que necesita Sangre corrompida hacia el final es que el lector tenga el corazón en el puño. El espacio muy bien, el tiempo... es otra cosa y es difícil, eh. Yo suelo tener un documento solo con una cronología de capítulos por un lado y la historia por el otro  —ya sabéis que una cosa es la historia en sí y otra la narración.

No se imprime toda la urgencia que debería tener en esas circunstancias. Por ejemplo, cuando le dan el ultimatum del ultimatum a Ginebra y matan a un personaje querido, Héctor va a avisar al villano dos días después, cuando habría salido en todas las noticias. En el punto estructural en el que nos encontramos, dejar cuarenta y ocho horas libres es muchísimo, da tiempo a que nos relajemos y perdamos la subida de esa peripecia, sacrificando a un personaje para nada.

En esta línea, el villano, al igual que el resto de los adultos, es una marioneta de los niños. Lo digo a menudo. Si el villano puede matar, va a matar, no se andan con tonterías. Si no mata, hay que explicar porque o enseñar su intento fallido y la victoria del otro bando. De igual forma, se conoce muy poco sobre él y eso le hace plano. Tampoco hay que revelar todo, con detalles que le construyan una personalidad que lo sitúe en la historia basta. El villano es el símbolo de conflicto y aquí, creo que no está identificado ese símbolo de conflicto, qué representa y por eso falla.

Y adelanto que da mucho juego, porque si lo pienso con detenimiento, se puede engañar, en el buen sentido, al lector: creer que el símbolo de conflicto es el jefe de Héctor y que todo se enfoque a eso, y al final, que Ginebra se dé cuenta de que en realidad, el verdadero villano es su padre. Si es que alguien tiene la culpa, porque al final, todos tienen las manos manchadas de sangre y la obligan a ella también a mancharse: la vida de delincuente.

Por último en cuanto al clímax, me ha dado la impresión de que la autora se ha dejado llevar por las subtramas y ha descuidado la trama principal. Es demasiado tranquilo, como ya he comentado, porque lo interesante de ver se ha omitido por elipsis y además, el haberlo omitido ha creado ahí un pseudo deus ex machina extraño.

En primer lugar porque tres adolescentes convencen demasiado rápido a Balto para que les ayude, después, porque me habría gustado ver cómo se las ingenian para llegar hasta Ginebra y por último porque admito que me habría gustado más que se detuviera en el secuestro de la protagonista, no con detalles escabrosos y recreaciones en la tortura, sé qué género abarca la obra, pero sí en cuanto agniciones. Era un momento perfecto para que la chica digievolucionara. En cambio, me ha parecido que ha sido un aquí te pillo aquí te mato.

En general toda la obra me parece un aquí te pillo aquí te mato. Me gusta mucho la narración directa al grano, cuenta lo que sucede y ágil, porque vuelvo a lo de que es juvenil, pero sin caer en lo púrpura, hay explicaciones necesarias incluso en cuentos infantiles y aunque no se note en el resto, en el clímax sí. No es mal clímax, pero podría ser mucho más interesante y diría que eso sucede porque no hay tensión dramática por lo ya explicado.

Para ir terminando, ya, por fin, diré que es muy predecible. Con leerme dos o tres capítulos ya sabía por dónde iba a salir la historia de Ginebra y no me sorprendió en ningún momento. Hay que especificar que yo no busco que una historia me sorprenda, sino que esté bien contada, que ya es suficiente. Bien contada está de sobra, pero no sería objetiva si omitiera esta información.

También que creo que no es una obra coral, así que los cambios de puntos de vista en el narrador sobran bastante, no porque confundan, que un poco sí, sino porque es irregular, aunque en eso no hay norma escrita, queda raro, sobre todo porque no es un cambio continuo, solo es cuando se nota que la autora quiere contar algo que es imposible que Ginebra conozca. Coste de oportunidades.

En lo que sí ha acertado, o eso me parece a mí, es en los cortes y transiciones de escenas y capítulos aun con los cambios de narrador. Son fluidos, están conectados y te permiten pasar de un episodio a otro sin problemas ni sobresaltos.

Y por último, que sí, que hay deus ex machina bastante cantosos, como por ejemplo, la aparición de la Policía justo cuando están comprando la pistola, por decir uno, que además, era innecesario porque fue un visto no visto. Ahora están, ahora no están. Inserten gif de Travolta. Recuerdo haber visto más, pero ahora mismo, ya no me acuerdo y tampoco quiero alargarme más aún si cabe.

Sangre corrompida tiene drama pero tampoco tanto como para espantar a los lectores, porque hay cosas dulcificadas para no hacerte sufrir demasiado. La pueden leer las personas que buscan el aquí te pillo aquí te mato del que hablábamos, pero puede convertirse en algo que deje mucha huella con una remodelación en condiciones. La premisa es perfecta para ser lo que se considera el equilibrio entre una obra comercial disfrutable por todo el mundo, pero la calidad de algo más independiente y trascendental.

Aunque pasan cosas feas, te deja a veces con mal sabor de boca por las desgracias que les suceden a los personajes, siempre está esa red de seguridad al final de "el amor todo lo puede", ese, "no sé por qué a ti no puedo matarte", ese saber que alguien va a ir a salvarla para que no sufra demasiado; apta para los masoquistas que quieren sufrir pero exigen un final "feliz"  —porque feliz, feliz, tampoco es.

Lo mejor: la cantidad de ingredientes explotables que tiene la historia para crear un molotov de acción y sentimientos desgarradores

Lo peor: la falta de escenas a favor del relleno innecesario que cortan el potencial de la historia


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