▶12◀
—¡¿Qué hace ella aquí?! —me despierto de golpe.
Abro los ojos y allí está, Camila Regalado.
¿Pero qué...?
—¿Amor?— dice Jackson.
—¿Amor? —repito.
¿Acaso...?
Pero...
—Dijiste que no tenías novia —frunzo el ceño— y dijiste que ella sería la última chica con la que te acostarías...
Ella levanta la ceja y coloca una mano en su cadera. Estrujo mis manos por mis ojos, y aclaro la visión.
Sigue igual que hace un par de años. Cabello castaño, cuerpo monumental, ojos marrón y perfecto maquillaje aplicado.
—No me respondías las llamadas, así que decidí venir para ver si te faltaba algo —se dirige a Jackson, es como si yo no estuviera aquí.
Observo la hora en mi teléfono: 07:30am.
¿Qué loca visita a un chico a éstas horas?
—¡Gracias por ese lindo gesto!, pero creo que no es un buen momento. Puedes dejar la ropa aquí —se pone de pie y le indica una mesita que hay en la sala— te llamo luego...
Abre la puerta. Pero al parecer, ella no tiene intenciones de irse. Puesto que toma una silla de la isla de cocina y la trae hasta la sala.
—Puedo quedarme aquí, mientras se arreglan.
Me levanto con la sábana enrollada en mi cuerpo y me cuelo en el baño sin pensarlo.
Al salir aseada y peinada, llevo puesto mi uniforme de trabajo.
Extrañamente, anoche tomé mis cosas antes de salir, pues no pienso volver a mi casa sino cuando sea necesario.
—¡Lista! —anuncio.
Jackson pasa al lado mío y camina directo al baño.
Arreglo el sofá cama, dejándolo como ayer. Y me dedico a maquillarme.
Hay un silencio bastante incómodo que Camila no duda en romper:
—No somos novios... Realmente somos amigos.
La observo unos segundos y continuo con mi labor.
—Él me habló de ti. Pero no sabía que habían vuelto.
Niego ferviente.
—Que esto no se malinterprete, por favor. Jackson y yo solo somos... ¿Amigos? Él me ayudó ayer por algo que pasó en mi casa. Eso es todo.
—¿Y qué tus padres no viven contigo? —inquirió extrañada.
—Mi papá nos abandonó. Mamá murió hace unos días.
Ella posa su mano sobre su boca. Intentando tapar la expresión de sorpresa.
De hecho, no sé cómo pude soltarlo así, sin más. Con senda crueldad y frialdad en mis labios.
—Lo siento. En serio.
Sus ojos enseñan unas cuantas lágrimas.
Retiro la mirada de ella, porque no quiero llorar. No quiero verme débil.
—Tranquila —es lo que digo.
—Sabes que perdí a mi padre... Puedo entender un poco lo que estás pasando.
Asiento.
Ordeno el maquillaje y lo guardo otra vez en la bolsa.
—Sí necesitas algo...—insiste.
—Creo que tu y yo sabemos que en estos momentos lo único que necesitamos es que alguien nos diga que estamos atravesando la peor de las pesadillas. Cosa que sabemos que no va a suceder.
Me pongo de pie y tomo todas mis cosas.
—Debo irme.
—Espero que estés bien. Deberías anotar mi número.
Su expresión pasó a ser algo dulce.
Le entrego mi celular y anota su número.
—Por favor le dices a Jackson que no pude esperarlo, voy tarde...
Miento.
Yo soy mi propia jefa y lo que menos están esperando los clientes es mi presencia en la cafetería.
⚛
El sol impactó en mis ojos de manera feroz.
Agradezco que el uniforme sea cómodo y holgado.
Caminé hasta el café, y no me quejo. Es decir, no tengo auto. Casi siempre ando a pie porque detesto un poco usar el metro. Y los autobuses. Las personas suelen ser irrespetuosas.
Y también es una enorme fuente de contaminación. No es que yo sea una compulsiva en ese aspecto, pero sí me cuido mucho. A raíz de lo que le pasó a mi madre cuando era más joven...
Suelto una sonrisa de medio lado al llegar a la puerta de la cafetería. Esa puerta de cristal con bordes de color blanco y rojo. Reza un letrero con la palabra:
~•~
CERRADO
~•~
Tomo las llaves de mi bolso. Y abro.
Huele a casa.
Ese ese típico olor que se te hace tan familiar que cuando no lo percibes, te hace mucha falta. Cálido.
Enciendo la luz y cierro a mis espaldas.
Camino hasta la parte trasera, en la oficina y coloco mis cosas. No sin antes tomar de mi bolso una de esas hojas del té curioso que me recetó la enfermera.
Voy a los fogones. Pongo a hervir agua y deposito la hierba. Espero a que el agua cambie de tono y expenda el aroma de ayer para beberla.
No sabe bien. De hecho, ella dice que debo tomarla en ayunas.
Me causa sudoración.
Y creo que alucinaciones, por lo de ayer.
Tengo una ley a partir de hoy y es que no pienso ver más espejos de noche.
Ni cuando esté sola.
Ni acompañada.
Mejor, evitar los espejos. Evitar girar a ver con quién me topo.
Dejo caer el vaso desechable en la basura y corro hasta el baño.
Termino de hacer mi necesidad y me siento en el retrete con la tapa abajo.
No estoy observando a nada en particular. Tampoco estoy pensando en nada. Solamente quiero saber cómo puedo terminar con ésta miserable vida que tengo.
Todos en la vida me dejan sola. Y me siento impotente ante dicha desgracia. ¿Qué acaso yo no soy suficiente para que luchen?
¡Por supuesto que no!
—No soy suficiente para nadie...— digo en voz alta.
Seco con fuerza las torpes lágrimas que estoy derramando.
Abro la puerta del cubículo y me dirijo al lavabo. Decido descolgar uno de los espejos que hace juego con dicho lavabo y de un golpe seco lo dejo caer en el suelo. Veo como los pedazos se dividen en múltiples fragmentos de todos los tamaños.
Tomo el más grande. El más filoso.
Dejo mi cuerpo caer en el suelo, no me importa ensuciarme. No me interesa si me corto. De hecho, eso es lo que quiero.
Tomo el pedazo filoso de espejo y lo posiciono cerca de mi yugular. Inhalo.
—No debe ser difícil Angélica —me doy aliento.
Cierro los ojos, pero algo me hace estar alerta. Suena la bombilla del baño.
Se explotó.
—No lo hagas...
Todo está oscuro.
La puerta se ha cerrado de golpe.
Me pongo de pie, e intento abrirla, pero el pomo no gira.
¿Qué caramba...?
—¡AYUDA! —grito.
—¡Estarás bien...!
Pero obviamente nadie oye.
Escucho mi celular sonar del otro lado.
¡Qué idiota!
¿A estas alturas del siglo XXI quién va al baño sin teléfono?
Me recuesto de la puerta.
Tocará esperar...
✴
¡Guercome! To my world. AmiReadBooks eres fan número 1 de ésta locura 🌚💖💖💖 ¿Cómo no regalarte un capítulo y cómo no incluirte en un personaje?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro