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He perdido ya la cuenta de cuántas veces he lavado mi rostro. Pero, es que no puedo dejar de llorar. Siento que todas mis facciones están hinchadas. Estoy cansada. Me siento agotada, física y emocionalmente. Aunque he pasado estos últimos tres días diciéndome que debo ser fuerte y salir adelante, puesto que a partir de ahora estoy sola. Soledad, es una palabra de contexto efímero, sin embargo para mi será algo eterno. No creo que pueda superar ésta soledad emocional, jamás. Tomo una servilleta de papel y con sumo cuidado hago presión en mi rostro, allí estoy, como un tomate ojeroso observándome al espejo. Había olvidado lo mal que me veo, y eso que hace, apenas unos minutos que no entraba al baño para lavar mi rostro. Salgo de mi refugio con grifos y espejos y camino por el pasillo que da con mi peor pesadilla. Ese momento que nadie desea, para que el ni aunque te lo quieras hacer creer, estamos preparado. Respiro profundo antes de entrar otra vez a esa sala.

Creo que esta sala, será la nueva causante de mis pesadillas. Y eso que ya tengo suficientes cosas con las que atormentarme, ya llevo media vida cargando con angustias y cosas malas. Ahora debo aprender a vivir el resto de ella, con semejante dolor.

Pero debo hacerlo, a cada minuto me repito que soy fuerte, no puedo saltar al abismo, no con toda esta gente en el otro lado de la sala. Cierro los ojos, como si ese gesto me llenara de seguridad. Sigo con pies de plomo directo a la pesadilla, aunque en esta oportunidad estoy en una de esas que te hacen cuestionar la ficción, de la realidad. Aunque claro, esto es real.


Allí está, el ataúd de mi madre. Todos giran sus rostros y expresiones decaídas en mi dirección, la tristeza corta mi respiración, como si el aire estuviera hecho de clavos oxidados que traspasan mi sentido del olfato rasgando mis pulmones y mi alma. Al notar que soy yo, todos siguen en sus lamentos, otros en sus rezos. Retomo mi antiguo puesto, repitiendo mi oficio de observar a la nada. Es que realmente no sé qué hacer, quiero correr. Gritar. Saltar, pero mi cuerpo no ejerce ningún tipo de movimiento, a excepción de mi pecho acelerado a causa de la respiración entrecortada que no se apacigua.

—¿Quieres comer algo? —insiste mi prima, Mariana.

Niego con la cabeza.

¿Acaso nadie entiende que no tengo apetito? Hace días que no pruebo bocado, he hecho lo posible por no descuidar mi salud, pero la verdad es que el apetito no llega a mi. No es mi culpa.

—¿Al menos quieres agua?

—Que no—. Suelto reacia.

Mi voz está algo ronca, claro, no he articulado palabra desde hace unas cuatro horas, quizás más. Las palabras que pasan por mi mente no se cuentan, porque esas solamente yo puedo escucharlas. Dirijo mis ojos, con un poco de dificultad hasta el reloj de pared, puesto que siento los párpados completamente pesados. A causa del esfuerzo sobrehumano que estoy haciendo por mantenerme en pie, y según lo que puedo apreciar ya son pasadas las 2am.

—Deberían irse ya, todos —anuncio como mariscal de campo. No muy alto, pero lo suficiente como para que todos los familiares y amigos que aún quedan en la habitación del cementerio, me escuchen.

De inmediato, hacen caso a la orden, empiezan a ponerse de pie, y a despedirse de mi. Besos en la mejilla, abrazos fuertes, otros flojos... Todos se van alejando de la escena y dejándome aquí, como única dueña de tal pesar.

—¿Estás segura de que lo que harás será lo correcto? —dice mi tía Magda estando ya en una distancia considerable— ¿Cremación?

—No lo sé —cómo si tuviera cabeza para pensar en algo así—, pero es lo que haré... Hasta pronto, tía.

Solté con algo de fastidio en mi voz. Y un ademán de despedida.

Lo que menos quiere mi cerebro ahora es pensar cómo terminará el cuerpo de mi mamá. Nadie está preparado para eso... Es que ni aquellos que tienen a sus familiares en la etapa terminal de alguna enfermedad, se preparan para algo así.

—¡Ah, adiós querida! —fue lo último que escuché de ella.

La tía Magda, hermana de mi abuela. Siempre tan prudente.

Voy notando como poco a poco la sala se queda sola. Dejándonos a Mariana, mi tía Luz hermana de mamá, el cuerpo sin vida de mi madre, y yo.

¿En qué momento llegué a estar en ésta posición, de nuevo?

El silencio se apodera del ambiente. Y otra vez, como si alguien hubiera dejado un grifo abierto, lágrimas emanan de mis ojos. Las detesto, me arden las mejillas de tanto pasar mis manos o cualquier servilleta de papel para secar éstas gotas portadoras de dolor. Duele tanto éste llanto, me duele en el alma. Cada lágrima me derrumba más al vacío de la soledad, como dije al principio, de verdad esta soledad para mí no será efímera. Será eterna.

—Tenemos que irnos, Angélica —ordena mi tía Luz, sosteniendo mi hombro con su mano derecha.

—Lo sé, tía... Regálame unos minutos, por favor.

Quiero creer eso que dicen, de que el espíritu de la persona permanece pegada a su cuerpo, hasta el día de su entierro. Eso de que el alma sigue repitiendo las acciones que ejecutaba en su rutina diaria, es escalofriante tal vez, esa idea. Pero me hace aferrarme a que mi mamá me puede escuchar, ver y sentir.

—Bien nena, te esperamos afuera. No tardes.

Asiento.

Salen de la habitación. Y aquí quedamos...

Me pongo de pie acercándome al ataúd. De niña, incluso hace unos meses atrás, habría salido disparada al estar frente a semejante escenario. Un muerto y yo en la misma habitación, no es algo que me esperaba ver, jamás. Siempre he sido temerosa con todas esas cosas del más allá, inclusive le pedía a Dios no ver, ni sentir nada de eso. Aunque cuando era niña, creía ver muchas cosas, pero mi mamá me reconfortaba diciéndome que solo era un juego que mi mente me hacía. Pero ahora todo cambió, quién está allá adentro... Es mi madre y no puedo temerle a ella, ni a su cuerpo, que aunque esté en ese ataúd, frío. Fue quién me dio calor en las noches frías, quien me abrazó cuando estaba rota.

Coloco mi mano sobre la madera pulida, está fría y siento lo liso de la superficie en mis dedos.

—Quiero que sepas que te perdono...—Comienzo a sollozar, odio llorar— Por algo lo hiciste, yo en serio te perdono, mamá... Te amo.

Respiro profundo. Dejo un beso en la madera. Y salgo de allí.



No solo mi alma se encuentra fría, la noche también, la brisa mueve mi cabello recogido en una larga y negra cola de caballo. A pesar de que llevo puesto un suéter de lana que es... Era de mi madre, siento que me congelaré sino busco cualquier cosa que me abrigue mejor. Así que decido acelerar el paso hasta el auto de mis tíos, necesito calentarme o de lo contrario me desmayaré.

Empiezo mi rumbo hasta el estacionamiento con manos metidas en los bolsillos del suéter, en dirección al auto de mi tío Jonás. Esposo de mi tía Luz. Y papá de mi prima Mariana. Recuerdo que papá y él eran grandes amigos, todos los domingos hacían barbacoa, sopa o cualquier otro tipo de comida. En su casa, o en la nuestra, con tal de tener la excusa perfecta para reunirnos y compartir, ese tipo de momentos, tan hermosos, son los que espero que mamá se lleve consigo.

En el camino, escucho unos fuertes sollozos provenientes de la sala contigua a la que yo estaba con mi madre. Por supuesto que la curiosidad me gana y me doy vuelta encontrándome con una señora de, al parecer la misma edad que tenía mi mamá. Ella está llorando desconsoladamente sobre un ataúd que a simple vista luce más costoso que el de mamá, es de mármol blanco, ella está sola. Nadie la acompaña. Y por pocos segundos mis sentidos se ponen alerta, no quisiera encontrarme con fantasmas, al menos no hoy.

Me paro en seco. E intento hacerle entender a mi cerebro que esto no es su problema... Ya tenemos suficiente con nuestros pesares. Pero es algo tarde, ya me giré y me encuentro caminando directo a la habitación que ocupa la señora.

—Di-Disculpe...—trago saliva—. ¿Sabía usted qué cierran a las 2:30am?

Ella se gira en mi dirección, su rostro está pálido, pero tiene ojos enormes de color verde, los cuales expresan toda la tristeza que el mundo pueda acunar. Inclusive más de la que yo vi reflejada hoy en los míos las veces que fui al baño a lavarme el rostro e intentar salir adelante.

—Lo sé—, se suena la nariz con un pañuelo de tela de bordado color crema, tiene las iniciales F.Y. —es solo... Era mi niño. Mi niño...

Rompió en llanto, otra vez.

Cómo si fuera un robot, camino hasta ella y la abrazo. A pesar de que estoy igual, o peor de rota. Sé que necesita un abrazo. Un apoyo en estos momentos. Pensándolo bien, hoy al menos tuve unos cuantos familiares y amigos a mi lado, ella al parecer, no tiene a nadie. Ésta sala está sola, así como nuestras almas lo estarán a partir de hoy. Como la mía lo ha estado desde hace mucho.

—Lo siento—, digo mientras siento como llora con todas sus fuerzas recargada en mi pecho —yo perdí a mi madre...

Toma su tiempo para reaccionar y se despega de mi. Me observa directo a los ojos. Sostiene mi mejilla derecha, secando una lágrima, que quién sabe cuándo se derramó. La expresión lo siento cuando alguien muere, tiene un contexto muy equívoco, nadie lo siente en realidad. Pero en ésta oportunidad, ambas lo sentimos. Ambas estamos presentando un dolor de magnitud semejante.

—Lo siento querida, y tu eres tan joven. La vida es así de injusta...

—Lo sé. Pero de éste tipo de cosas es que nos fortalecemos.

Es una completa extraña, que necesita fuerzas. Un simple abrazo sé que la puede ayudar. Todo al que se le ha muerto un ser querido, sabe que lo único que se necesita en ese instante es un hombro para llorar. Aunque no siempre sea el de tú mejor amigo...

Saber que alguien está contigo en ese momento, es el mejor regalo que te pueden ofrecer.

—¿Está sola? —espeto.

Asiente.

—Podemos llevarla a su casa... Si usted no tiene ningún inconveniente.

Seca sus lágrimas con ese pañuelo de tela. Y ofrece un último vistazo al ataúd de mármol blanco, susurra algo, supongo que se está despidiendo. Así como yo lo hice. Y sale de su pesadilla también, pero conmigo.

Al pasar por la puerta de la sala, distingo un afiche enorme con la foto de un chico. En dicha foto aparece un joven de cabello negro, tez pálida, con enormes ojos negros. Se me hace conocido... ¿De dónde? Lleva puesta una toga y birrete con la insignia de una de las secundarias más caras del pueblo.

Llegamos hasta el auto. De manera rápida mi tía Luz, luce nerviosa al verme con una señora desconocida, para ella. El tío Jonás le hace un ademán que todos vimos, para que se calme y ésta lo hace.

Subimos a la parte trasera, haciéndole compañía a mi prima Mariana.

—Tíos, ella es la señora...

—María Joseline.

Suelta ella un poco avergonzada.

—Lamento si soy inoportuna —añade—, me pueden dejar en una parada de taxis, la más cercana y...

—De ninguna manera—, advierte mi tío Jonás—. Indíquenos su dirección y con gusto la dejamos en la puerta de su casa. Es muy tarde, y usted debe estar muy cansada.

—¡Gracias! —expresa dulcemente, me sonríe, claro que con un dejo de tristeza oculto en sus ojos.

Esas sonrisas son las mejores, las que mayor dolor ocultan. Porque suelen ser resplandecientes, pero lo que realmente brilla en ellas, es todo ese dolor que cargamos para no explotar.Y eso hicimos. El tío Jonás dejó a la señora Joseline en su casa, o debo decir, mansión. Una muy lujosa, enorme y preciosa mansión. Insistió con que pasaramos y le hiciéramos compañía hasta el amanecer, ya no queda nada para que el sol se asome, pero realmente es muy tarde, y todos estaban cansados.Si hubiera dependido de mí, estuviera allí todavía, hablando con ella hasta el amanecer y un poco más. Y todo porque no quiero irme a quedar sola en mi casa. Solo me traerá recuerdos de mamá y de todos... Pero ni me molesté en acceder a su invitación, estoy segura de que para mi tía Luz, sería una terrible idea quedarme en casa de una completa extraña.  

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N/A

Hola personitas, tengo mucho tiempo trabajando en esto. De hecho no la había publicado porque necesitaba una portada que me convenciera, y por ello estaré eternamente agradecida con SoffYivv por la que me ha hecho... Bueno, honestamente me hizo dos. En algún capítulo se las dejaré para que admiren su trabajo y no olviden contactar a movimientoanarky en caso de querer algún tipo de trabajo o Writters Service para sus obras, inclusive alguna reseña...

¡Los amo! 💘

Capítulo 1 editado y corregido. No olviden votar y comentar. Kisses💋

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