siete
Número desconocido
hola :)
17:30
¿Quién eres?
18:20
oh
qué rápido te has olvidado de mi :(
19:00
soy will :)
encantado
19:01
Un ladrido sacó a Madeleine de sus pensamientos. Se giró hacia Tofu que, aparentemente preocupado por ver a su dueña con la vista fija en la pantalla del teléfono, se había acercado hasta el sofá.
—Sí, lo siento. Ahora vamos de paseo, ¿vale? —le dijo, esbozando una sonrisa culpable. Se levantó del sofá mientras guardaba su teléfono en el bolsillo trasero del pantalón.
Will le había escrito un mensaje. Madeleine se había asegurado -con una búsqueda en una base de datos del MIT y un par de clics que seguramente eran ilegales- que aquel era su número de teléfono real y no el de un amigo suyo o un abuelo pakistaní con ganas de ligar.
Y, aun así, sabiendo que aquel era el verdadero Will, no fue capaz de contestar a su mensaje. No supo qué narices decirle. ¿Un 'qué tal estás'? No, era demasiado simple y puede que un poco frío. ¿Y un 'cómo va'? ¿Un 'holaaaaaaaa', que parecía mucho más simpático y femenino? ¿Qué narices contestaba? ¿Cómo rompía el hielo?
Mordiéndose el interior de los carrillos, Maddie decidió que lo mejor era pensar una respuesta con calma. Bloqueó su teléfono. Lo lanzó al fondo de uno de sus bolsos, se lo echó al hombro y agarró la correa de Tofu del perchero lleno de abrigos situado detrás de la puerta del apartamento.
Gritó su mítico ¡ahora vuelvo! y dejó que Tofu decidiera el rumbo del paseo mientras intentaba centrarse en otra cosa que no fueran sus nulas habilidades sociales.
Maldito fuera el día en el que decidió ir a un club de lectura en lugar de fumar tras la tapia del instituto con el resto de chicas de su clase.
******
Los últimos rayos de sol amenazaban con dejar Boston a oscuras. La luna estaba ya en lo alto del cielo y las farolas del parque más extenso del campus aún no se habían encendido. Tofu caminaba a paso ligero justo al lado de su dueña, que iba tarareando This Charming Man siguiendo el ritmo de sus propias zancadas. La suave brisa primaveral le había ayudado a despejarse algo; en su cabeza ya no retumbaban los ecos de los pensamientos intrusivos.
Las luces que iluminaban el camino por fin se encendieron. Como si se tratara de una señal, o como si por fin pudiera ver las siluetas que se vislumbraban en el horizonte, Tofu echó a correr. Maddie profirió una especie de quejido y dejó de cantar de inmediato. Llamó al perro un par de veces, pero cuando vio que se abalanzaba sobre un corredor distante, no le quedó otra que salir disparada.
—¡Tofu, no! ¡¡Ven!! ¡Ven aquí, toma! Dios, ¡lo siento! —gritó.
Hizo un gesto con la mano, fingiendo que tenía algún premio que dar al perro; era un truco que siempre funcionaba... menos aquel día. Casi sin aliento, Maddie consiguió acercarse lo suficiente para reconocer aquella figura alta, de espalda ancha y extremidades que perfectamente podían cargar con el peso de una tuneladora. Tofu saltaba a su alrededor, moviendo la cola de un lado a otro, contento, como si conociera a aquella persona más que a su propia dueña. Era como si la canción que estaba tarareando le hubiera manifestado.
Madeleine intento recuperar el aliento antes de llegar a donde estaba Will, que ya se había acuclillado para acariciar al perro. A pesar de que Tofu había detenido su carrera, no parecía molesto. Sonreía e intentaba que Tofu no le hiciera caer al suelo por culpa de sus treinta kilos de peso, aunque Maddie sabía que Will podría levantar al perro con una sola mano.
—Perdón. —se disculpó la de gafas, casi sin voz por el sprint improvisado.
—Vaya, ya decía yo que tu dueña no podía andar muy lejos. —comentó Will, jocoso.
—Vamos, Tofu. —fue lo único que llegó a decir ella, con tono algo imperativo.
Evidentemente, su perro no le hizo ni caso. Estaba más feliz cuando alguien le acariciaba detrás de las orejas, y ese alguien era Will.
Bueno, tampoco pudo decir mucho más porque la escena le había pillado totalmente por sorpresa. Tenía un mensaje del jugador de vóley sin leer desde hacía un par de días y no se había vuelto a encontrar con él desde entonces. Sí, días. Madeleine no había sido capaz de encontrar una respuesta adecuada, así que archivó el chat por completo y lo dejó ahí, escondido. Ojos que no ven, corazón que no siente.
Así que la escena era incómoda. Sentía que le había hecho ghosting, o algo así, y que había perdido todas sus oportunidades con él. Con ese chico que no parecía ser consciente de todo el espacio que ocupaba, con esa sonrisa algo ladina que mostraba parte de sus dientes, con ese cabello negro tan rebelde, con el cuerpo casi esculpido a cincel, con sus tupidas cejas oscuras y sus ojos color café, con esa actitud tan desenfadada...
Will se irguió. Tofu no se apartó de él y Maddie dejó de pensar en todas las cosas que había perdido por no contestar a aquel dichoso mensaje.
—Perdona por... interrumpir tu sesión de running. —volvió a disculparse Maddie. Sonrió con una mezcla de vergüenza y culpa. Se acercó para atar la correa al collar de Tofu.
—No te preocupes. —el pelinegro había puesto los brazos en jarras y observaba a Maddie desde su metro noventa de altura. Ella se sintió pequeña en todos los aspectos, y seguramente encogió más cuando le notó cerca y le oyó preguntar:— No me habrás dado un número falso, ¿no? Espero no estar hablando todos los días con un calvo de la India. La verdad, no me importa, porque, si es realmente un calvo, me cae fenomenal. Es gracioso, y puede que algún día le invite hasta a un café.
Madeleine tragó saliva mientras fruncía el ceño, extrañada. —¿Qué?
—Sí. Sospecho, por las horas a las que me contesta, que realmente no hablo contigo, sino con un señor majísimo de Jaipur.
—¿Eh...?
Will soltó una carcajada algo fuerte, aun con las manos sobre su cadera, echando la cabeza hacia atrás. Madeleine, si hubiera escuchado aquella risa en soledad, se hubiera asustado. Parecía la de un maniaco.
—¡Es broma! Es broma. —repitió—, pero es cierto que creo que... te equivocaste al escribir tu número. Te he enviado mensajes, pero...
Madeleine frunció los labios. Una vocecita en su mente insistía en que debía dejarlo ir. Y otra le pedía a gritos que fuera sincera.
—Ah, perdón. —dijo, evitando la mirada oscura de Will—, He estado un poco liada con las clases y apenas he tenido tiempo para mirar el teléfono. Vi tus mensajes. Siento no haberlos respondido.
La de gafas escondió la mano derecha tras su espalda. La funda de su teléfono brillaba bajo la luz de las farolas. Vio cómo Will hacía una especie de mueca. Maddie solo pudo esbozar una sonrisa bastante tensa.
—Ah... —él asintió suavemente con la cabeza. Madeleine podía oler, además de la mezcla de sudor y desodorante, su escepticismo. No llegaba a creerse la excusa. —Bueno, no pasa nada.
—Contestaré en cuanto llegue a casa.
Will volvió a asentir. Alzó las cejas una milésima de segundo, incrédulo, pero Maddie alcanzó a ver el gesto. —No te preocupes. Solo te comentaba que el jueves, para celebrar el pase a octavos, el equipo de vóley organiza una fiesta...
—¿Dónde?
—En la residencia deportiva. Oh —enarcó de nuevo las cejas y aquella sonrisa tan característica empezó a curvar sus labios—, ¿estás interesada...?
Sí, pero no. Madeleine no salía de fiesta... pero podía hacer un esfuerzo si se trataba de Will. —Un poco.
Él le dio un golpe suave con el codo. —Venga, no te hagas la dura. Pásate. Es el jueves a las ocho. Te mandaré la ubicación. Y perdonaré que me hayas dejado en vela tres días.
Maddie buscó el lomo de Tofu para acariciarlo. —Bueno... Si pueden ir mis amigos, vale.
Su memoria le repetía una y otra vez que no fuera sola a una fiesta nunca jamás. Las viejas experiencias le recordaban que cualquier situación podría ser una encerrona, así que no le quedó otra que mirar a Will con cierta seriedad, esperando una respuesta positiva.
—¿Cómo no vas a poder ir con tus amigos? ¿Cuántos seréis? ¿Cinco? ¿Seis?
—Cuatro.
—Genial. —sonrió, como si le hubieran dado una buenísima noticia—, Perfecto. Todos tenéis veintiuno, ¿no? La última vez llamaron a la policía y me tocó dar la cara por los novatos.
—No te preocupes, somos mayorcitos y nos portamos bien. —mintió. Sus amigos casi nunca tenían una noche tranquila.
—Cojonudo. Quiero decir, guay. Estupendo. —su sonrisa se ensanchó. —Mañana te escribo con todos los detalles. Y allí te veré.
—Claro. Asegúrate de no escribir al señor de la India, ¿eh?
Will hizo el gesto de recibir una puñalada en el pecho mientras se alejaba despacio. —Y tú asegúrate de leer mis mensajes. ¡Me duele en el alma que ni siquiera me dejes en visto...!
Ella se despidió con una sonrisa. —Chao.
—Hasta el jueves. ¡Adiós, Tofu! —le gritó, recuperando un ritmo suave de carrera.
El perro de pelaje claro también se despidió, aunque en lugar de utilizar palabras emitió un ladrido. Will agitó la mano en la lejanía y Madeleine le vio irse hacia el lado contrario del parque.
Pero luego le vio volver a toda prisa, en cuestión de segundos. Se quedó trotando a unos cuantos metros de Madeleine y Tofu, que se quedaron observando la escena algo perplejos.
—¿Quieres que te acompañe a casa? —gritó, con voz grave y potente.
Madeleine intentó hacer lo mismo, pero su voz era mucho más débil. —¡No, gracias!
—¿Qué?
Tuvo que ahuecar sus manos y utilizarlas para proyectar su voz. —¡No, gracias! ¡Vivo muy cerca!
—¿Segura?
—¡Sí!
Will alzó los pulgares en señal de haber entendido el mensaje y volvió a alejarse. Maddie se tomó el lujo de soltar una carcajada. El corazón le latía rápido, pero la sensación que le había dejado después de aquel momento era muy distinta a la que tuvo cuando le vio allí, en el parque, con la mirada sombría. Sus latidos eran rápidos pero ligeros, como el batir de alas de un colibrí.
Puede que fuera eso lo que más le gustaba de Will, aunque le encantaran sus bíceps y su pelo revuelto.
Le gustaba que fuera capaz de hacerla sentir seguridad. Y una pizca de ternura.
**********
aprovecho que mi fyp de tiktok está ATESTADA con vídeos de determinado personaje de un anime de voley para actualizar este fanfic-no-fanfic.
espero que se entienda que maddie tiene sus taritas (tampoco quiero extenderme mucho en su backstory) pero para resumir un poco la relación de estos dos en tiktok words: black cat x golden retriever (aunque a will me lo imagino más como un labrador negro pero bueno)
y espero que se entienda que entre la primera parte del capítulo y la segunda (despues de los ******) han pasado varios días. Maddie no contesta a los primeros mensajes y Will le manda más a lo largo de la semana, pero ella tiene un poco de miedo y acaba archivando el chat.
hagan sus apuestas: se irá maddie de fiesta o no???? se vestirá como y/n cuando iba a la fiesta que organizaba zayn de 1D????
lo descubrirán en el próximo capítulo xo xo
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