Capítulo 5
10 de febrero, 2019.
Narra Ashton.
En un intento desesperado por conseguir algo que allí no iba a estar, revuelvo toda la sala donde el proyector se encuentra, busco por todos lados una posible ubicación para hacerme una idea de donde podrían encontrarse.
- Para ya Ashton – oigo a Jake decir – no vamos a encontrar nada.
- ¡Cállate! – exijo desesperado – no quiero oír más tonterías, tiene que haber algo.
- ¡No hay nada Ashton! – me coge de los hombros girándome para que pueda ver su cara - ¿No te das cuenta que esto es lo que querían? – dice mirándome a los ojos – Nos están manejando como un títere, en ese teléfono tiene que haber algo más.
Quito sus manos de mis hombros bruscamente y salgo fuera de esa sala, saco un cigarrillo y lo enciendo mientras mi cabeza maquina distintos escenarios de donde podrían estar, lugares similares a lo que aparecía en ese vídeo, pero no consigo dar con nada.
Camino rápidamente montándome en el asiento del piloto y hago sonar el claxon varias veces, haciendo saber a mis hombres que es hora de irnos. Una vez estamos todos, conduzco con rapidez hasta llegar a casa para poder comprobar si hay algo más en el maldito teléfono.
Minutos antes de llegar, mi teléfono suena dándome a entender que me ha llegado un mensaje.
- ¿Qué dice? – digo tirándole el teléfono a Jake.
- Ryan O'Neill quiere hablar contigo, llámalo cuando puedas – dice Jake – te ha pasado también el teléfono ¿Llamo?
- No, envíale un mensaje diciendo que no puedo hablar con él, que si quiere algo que se lo diga a los chicos.
Veo por el rabillo del ojo teclear a Jake y dándome un ligero asentimiento haciéndome entender que lo ha hecho, me da el teléfono y lo guardo.
Aparco el coche y bajo caminando con dejadez hasta la puerta. Una vez que ya está abierta, camino hasta donde se encuentra Matt a ver si hay algo más que hayamos pasado por alto, todavía tengo la pequeña esperanza de encontrar algo, aunque sea un nuevo mensaje,
- ¿Alguna novedad? – digo una vez entro en la habitación haciendo que Matt alce sus ojos para observarme mejor.
- Todavía nada – su ceño fruncido hace que me acerque a él lentamente – es raro, ¿recordáis que rastree la dirección del número que había mandado los mensajes? – doy un asentimiento de cabeza y continúa hablando – también lo hice con los vuestros, además de con los coches, por si pasaba algo. Bien, ha habido un momento en el que los puntos han coincidido. – dice señalando el punto donde estos lo han hecho.
- No nos hemos cruzado con ningún coche, ni siquiera con alguna persona – hago una pequeña pausa por si hay algo que se me ha pasado por alto – es más ahí, - digo señalando donde él dice que lo han hecho – no había nada más que bosque rodeando un camino de tierra.
El silencio inunda la habitación, supongo que cada uno sacando sus propias conclusiones, y aunque quiera volver allí a revisar el lugar una y otra vez, el cansancio inunda mi ser, aunque apenas lleguen a ser las diez de la noche, pues mis párpados pesan y ya se empiezan a formar bajo mis ojos ojeras con un ligero tono amoratado.
Salgo de la habitación ignorando el par de ojos que me observan y me encamino a mi cuarto, una vez entro, sobre la mesilla de noche veo una fotografía de Yvonne con el vientre ligeramente abultado, la cual saqué mientras ella dormía, fue días antes de que se fuera.
La tomo entre mis manos y me tumbo en la cama observándola, recordando todos los momentos que pasamos juntos, y antes de darme cuenta, me he quedado dormido.
11 de febrero, 2019.
El timbre de la casa suena repetidas veces haciendo que me despierte, más no que me levante de la cama. Cuando lo tocan por decimoquinta vez, decido levantarme para ver quién es y por qué nadie se ha dignado ha abrir.
Una vez me encamino a la puerta, veo que nadie se encuentra por la casa, y mi vista se desvía automáticamente al reloj que llevo en mi muñeca, mierda son más de las doce del mediodía, con razón nadie está en la casa.
- ¡Ya voy! – grito para que la persona que se encuentra tocando el timbre pare de una vez.
Con desgana y sin importarme que lleve puesta la ropa que use ayer, ya que me quedé dormido con ella, abro la puerta.
- ¿Y tú quién eres? – la persona tras la puerta sonríe y me extiende la mano.
- Ryan O'Neill – tardo unos segundo pero estrecho su mano cuando reconozco el nombre – he venido personalmente para hablar contigo, son negocios que tus hombres no serían capaz de entender.
Se abre paso y camina dentro de la casa, cierro la puerta a mala gana y camino tras él, que ha llegado hasta la cocina y se ha sentado en uno de los taburetes de la barra americana.
- ¿Qué quieres? – digo sentándome frente a él.
- Te lo he dicho, vengo por negocios – enciende un cigarrillo dado una profunda calada.
- Explícate – exijo mientras me preparo un café y silenciosamente le ofrezco uno, el cuál niega.
No le da tiempo a decir nada, pues Jake y varios chicos más entran a la cocina y cuando nos ven se callan. Observan fijamente a Ryan, el cual no tarda en presentarse.
- Es importante Ashton – alzo la mirada ante la mención de mi nombre – hemos revisado el lugar, pero tan solo hemos encontrado pisadas, le hemos mandado una foto a Matt para ver si podía sacar algo, y tan solo nos ha confirmado que una de ellas es de mujer – hace una ligera pausa mirándome – probablemente mientras nosotros llegábamos al lugar, ellos estuviesen huyendo.
- ¿De qué habláis? – interrumpe Ryan segundos antes de que algo pudiera salir de mi boca.
- No te importa – respondo tajante.
- Conozco Los Ángeles como la palma de mi mano – debate - ¿Cómo crees que he encontrado tu dirección sin necesidad de que alguno de tus hombres me la diera?
- Han secuestrado a la novia de Ashton y su hijo – dice Jake y me atraganto con el café que estaba tomando – antes de que eso pasase, le llegaban unos mensajes, los cuales nos llevaron a una ubicación y allí se encontraba un vídeo, no tenemos nada más. – explica Jake brevemente.
- Enséñamelos – dice Ryan poniéndose en pie.
Caminamos todos hasta la habitación donde tenemos todo, donde Matt trabaja; el cual, no me extraña que se encontrase allí sentado una vez entramos, tiene los ojos fijos sobre la pantalla del ordenador, y al parecer, sin encontrar nada relevante.
Camino hasta la mesa que contienen todos los mensajes impresos, me siento en una silla y silenciosamente les hago sentarse a los demás mientras enciendo un cigarrillo. Observo a Ryan mirar atentamente a los papeles.
- Mierda – murmura, pero todos lo hemos oído - ¡joder! Hay que darse prisa de una puta vez ¿me oís? –su rostro se empieza a tornar de un color rojizo y me pongo alerta – Me cago en la puta Ashton ¿qué coño hacéis sentados todavía? – se pone en pie cargando su pistola – este hijo de puta es un puto psicópata, hay que darse prisa ya.
Todos nos levantamos y le seguimos, le veo hablar por teléfono y dándome una mirada de esas que dicen: lo que te tengo que decir no te va a gustar.
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