Llevaba varias noches sin poder dormir. Durante demasiadas horas nocturnas lo único que pude hacer fue dar y dar vueltas en la cama. Me sentía terriblemente culpable por lo que había pasado entre Antonio y yo, aunque no fuera más que un beso apasionado. No sabía como enfrentar lo que ese beso me había provocado, y sabía muy bien que mis sentimientos y mis deseos eran equivocados y tenían que ser frenados, asesinados y enterrados en la fosa más profunda de mis remordimientos.

Para rematar mi sentimiento de culpabilidad, Lily estaba tratando por todos los medios posibles de acercarse más a mí y recuperar la amistad que solíamos tener, antes de que yo me apartara sin que ella supiera por qué.

Antonio por su parte también hizo varios intentos por que nos viéramos, y quería hacerlo fuera de la oficina ya que la campaña estaba en una etapa de sostenimiento y no teníamos que reunirnos tanto, pero supongo que después de recibir tantas negativas por mi parte, finalmente se dio por vencido.

El único que no era ignorado por mí era Matías. Aunque no podíamos vernos tan seguido por nuestras ocupaciones, todos los días me enviaba un mensaje de buenos días, me preguntaba cómo estaba yendo mi día, y en la noche me deseaba un buen descanso. A veces hablábamos de otras cosas, pero incluso cuando solo teníamos esas tres conversaciones, yo me sentía increíblemente bien al ver su nombre en la pantalla de mi celular.

Dos semanas después de aquel incidente con Antonio, Lily apareció como si nada en mi oficina a la hora del almuerzo.

—¡Hola amiga! —Entró de pronto a mi oficina con una canasta de picnic en las manos, lo que me dejó totalmente sorprendida y descolocada.

—Hola Lily ¿Qué haces aquí?

—Hace tanto tiempo que no te veía, amiga, que pensé que te habías ido del país. Pero como tu asistente me dijo que estabas acá, pensé en invitarte a hacer un picnic. Y no me digas que como es un día entre semana no puedes salir y bla bla bla, porque sé muy bien que te dan dos horas de almuerzo. Así que no voy a aceptar que me digas que no.

En realidad sabía que me impediría negarme, así que decidí seguirle la corriente sin protestar, y esperar solo lo mejor. Incluso podría ser una buena oportunidad para averiguar cómo iba su relación con Antonio y si seguía tan enamorada como siempre.

Caminamos dos cuadras y llegamos al Parque de la 93, que era el lugar preferido de las parejas enamoradas para hacer sus picnics románticos, pero por ser un miércoles, se encontraba relativamente vacío.

Lily abrió la canasta, notablemente emocionada, y extendió un mantel a cuadros rojos y blancos —bastante cliché para mi gusto, pero así era ella— y luego dispuso varios sandwiches y jugos sobre el mantel.

—Sofi, quiero que seas muy sincera conmigo por favor.

Lily sacó un sandwich de su envoltura y me lo entregó junto con un jugo. Yo estaba notablemente nerviosa y esperaba, tal vez demasiado positivamente, que ella no se diera cuenta, pero Lily me conocía de toda la vida y siempre había sabido adivinar todos mis secretos, por eso no tenía ninguno con ella.

—Sabes que siempre soy sincera contigo —dije, incapaz de sostenerle de frente la mirada.

—Por favor dime qué te ha pasado, ¿por qué hace más de un mes que no hablamos ni nos vemos?, ni siquiera volviste a las noches de solteras —Lily me observaba atentamente.

—Lily, he tenido mucho trabajo, lo siento, sé que eso me ha convertido en una pésima amiga.

—Si eres tan mala amiga no es por tu trabajo.

¿A dónde quería llegar? ¿Andrea le habría contado algo?

—Sofí, es imperdonable que nos tengas tan abandonadas, tú siempre has encontrado tiempo en tu ocupada vida para ver a tus amigas, sobretodo a mí. De verdad te he extrañado mucho, mi vida no es lo mismo sin tus chistes malos y anécdotas aburridoras de tu trabajo —Sonrió mientras dijo esto.

Dios, era tan difícil verla, escuchar esas palabras que decía con cariño y saber que yo le estaba ocultando tanta información que podía dañar drásticamente sus planes y matar sus ilusiones. Yo también extrañaba a mi mejor amiga y la relación que teníamos antes de que tuviera que darle en la nariz a Antonio con la puerta y entrara en nuestra vida a arruinarlo todo.

—Lily, yo también extraño tener más tiempo libre para salir con ustedes, sobretodo contigo, pero te ruego que me perdones y volvamos a ser las amigas que éramos. Te prometo que sacaré más tiempo para salir contigo. De hecho ¿qué te parece si vas a mi casa este viernes en la noche y vemos una película romántica de esas que tanto nos gustan? Te prepararé mi especialidad: spagetti con atún.

Sonriendo, Lily aceptó y quedamos en reunirnos en mi casa el viernes a las siete de la noche.

Al salir de la oficina, fui directa al supermercado a comprar lo que había prometido para la cena, porque sabía que no podía dejar todo para el mismo viernes, ya que era mi día más difícil de la semana. Mientras caminaba por los largos pasillos y buscaba los ingredientes decidí que para enmendar las cosas con Lily iba a hacerle un regalo especial, pero no sabía qué. Cuando estaba en la caja, pagando las compras, tuve una idea grandiosa: Lily y yo nos iríamos de vacaciones.