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Comienzos

Guardé el último título en la caja que decía "Libros" y me dejé caer en el sofá. Mis amigas se ofrecieron a ayudarme a empacar todo, pero la verdad prefería hacerlo sola; sabía que no encontraría nada después si dejaba que esas locas metieran mano en mis cosas. No se sorprendieron mucho cuando me negué a que me ayudaran, y gracias al cielo, tampoco insistieron.

Sin embargo, nada pudo impedirles que llegaran a mi casa cargando cerveza y vodka hasta en los bolsillos, así que ahí estábamos, con tanto licor que podríamos haber montado una licorera.

—Debo admitir que no pensé que fueran a mudarse juntos tan rápido —comentó Andrea.

—¿Mudarse? Yo la verdad no pensé que duraran tanto —exclamó Martina y todas estallaron en carcajadas.

—¿Por qué eres así, Martina? A mí me parece que son la pareja más linda del mundo. Son tal para cual —enunció Lily mirando mal a nuestra amiga, la sarcástica.

—No es en serio. Lily tiene razón, Sofi. Son la mejor pareja que conozco. ¡Puaj!

Nuevamente la risa.

—Sí, a veces son tan lindos que hasta me dan ganas de casarme otra vez... No, esperen, esperen; no son TAN lindos como para eso —Andrea fingió temblar ante la idea que eso le producía.

—Bueno, pues eso depende de cómo es en la cama... —Martina y su manía de hablar de sexo y querer entrometerse en la vida privada de los demás.

—Solo te diré que nunca lo sabrás —exclamé.

—No me sorprende para nada.

—Me parece bien que lo aclares, la verdad tu novio está como para querer averiguarlo.

—¡Martina! —gritamos al unísono.

—Ay, ¿qué? Solo estoy recalcando lo evidente.

—Pues no solo es que está bueno, sino que es buen hombre. No como su hermano, por lo menos...—dijo Lily y todas guardamos silencio. 

Estuvimos un rato mirándonos entre todas; si en algo coincidíamos es que Lily se había tomado demasiado bien para sus estándares la ruptura con Antonio. Además no había sido un simple rompimiento, sino que además se había enterado de que era un hombre casado.

—Sí, hablando de eso... —Andrea tomó la palabra, pero era el tema del que todas queríamos saber más— ¿has vuelto a hablar con él?

—Sólo cuando nos hemos encontrado en la casa de Matías. Pero pues... no hemos vuelto a hablar por ningún otro medio. Creo que sigue felizmente casado —manifestó Lily encogiendo sus hombros y haciendo énfasis en el "felizmente".

—¿Y estás bien?

—¿Cuántas veces más tendré que asegurarles que sí? Dios...

—Lo sentimos, Lily, pero es que esto es tan... no sé, no eres tú —afirmó Andrea.

—Es verdad, te oyes como hablaría yo —observó Martina.

—Déjenla en paz ya —interrumpí—. Si ella dice que está bien, es por que está bien. De hecho está mejor que bien, ahora no tiene compromiso con un hombre con el que no tendrá ningún futuro.

—¡Gracias! En serio no entiendo por qué les cuesta tanto trabajo comprender que simplemente abrí los ojos y estoy respondiendo con madurez ante las situaciones de la vida.

—Pfff —Martina escupió explosivamente la cerveza que tenía en la boca, empapando a Andrea.

—¡Oye! 

—Perdón, Andrea, culpa a Lily, que me hace reír.

La aludida torció los ojos y le hizo un gesto a Martina. Estábamos todas muertas de la risa, cuando alguien dio pequeños golpecitos a la puerta de mi apartamento, que estaba abierta.

—Buenas... ¿Aquí vive la mujer de mi vida?

—¡Awww! —exclamaron todas al unísono; yo me puse como un tomate.

—Sigue Matías, justo estábamos hablando de ti. Sofi nos estaba dando una reseña sexual tuya.

—¡Martina! —la regañó Andrea.

—Wow, espero que sea positiva —sonrió Matías.

—¡Pues claro! —exclamé yo, tratando de restarle importancia al tema. Me levanté del sofá y me lancé a su cuello como vampiro hambriento— ¿De qué otra forma crees que sería?

—Uuuuhhhuuuu —Mis amigas parecían una sirena. Pero la de ambulancia, no de esas bonitas que les salen piernas cuando encuentran al príncipe azul.

—Bueno, ¿qué les parece si me ayudan a bajar todas estas cajas al camión del trasteo y luego nos tomamos algo en mi casa, perdón, NUESTRA CASA para seguir hablando de mi rendimiento sexual?

Todas rieron menos yo. Solo me limité a voltearle los ojos y torcer mis labios.

Matías fue el primero en poner manos a la obra. Levantó la pesada caja que decía Libros e hizo un gesto de dolor.

—¡Amor! ¿Estás seguro de que puedes esforzarte de esa manera?

—No te preocupes, Sebastián me dio permiso.

—Pero yo no. Prefiero tenerte enterito que acabar rápido con este trasteo ¿y los ayudantes?

—Vienen subiendo, estaban terminando de acomodar el camión. Pero no te preocupes que yo puedo ayudar también. No soy completamente inútil.

—Sí, Sofi, déjalo, que él quiere ser el caballero andante —Martina metió la cucharada en nuestra conversación.

Mis amigas seguían acomodando pequeños electrodomésticos que no habían sido empacados para que los fuéramos bajando mientras los ayudantes se encargaban de lo más pesado como los muebles o las cajas. No sabes que tienes tantas cosas, hasta que haces un trasteo. Nos demoramos casi dos horas en acomodar todo en el camión, y éramos ocho personas en esa labor. 

Matías se fue con uno de los ayudantes para guiar el camión. Martina y Andrea se fueron en el carro de ésta última, Lily y yo nos fuimos en el mío.

La casa de Matías, bueno, la que ahora también sería mi casa, no quedaba muy lejos de mi antiguo apartamento. 

—¿Estás segura que puedes conducir? No quiero que te multen —señaló Lily al subirse a mi carro.

—Afirmativo mi teniente —exclamé en tono militar y solté una carcajada—, no te preocupes, yo no tomé más que un sorbo de la cerveza de Andrea pues sabía que tendría que manejar.

—¿Nerviosa por irte a vivir con Matías?

—Un poquito, para ser sincera —confesé.

—Siempre te han asustado los cambios, amiga; pero yo creo que esta es la mejor decisión que estás tomando —observó Lily mientras cambiaba la emisora buscando algo que le gustara.

—¿Por qué lo dices?

—Porque a Matías se le nota el amor por encima. Te adora. Además a veces Antonio me hablaba de él y lo que sentía por ti, y pues es algo que yo quisiera que alguien sintiera por mí.

Su comentario me enterneció.

—Ya lo encontrarás.

—Sí, pero tendrá que irse del país, o estará casado, o me abandonará por mi mejor amiga.

Algo se estremeció dentro de mí.

—¿Por qué lo dices?

—¿En serio lo preguntas? Parece que no conocieras mi suerte con los hombres—sonaba como una observación muy inocente, pero con frecuencia me preguntaba cuál era su nivel de ignorancia respecto a los verdaderos sentimientos de Antonio.

—No creo que haya sido mala. Solo creo que no has encontrado a la persona adecuada. Así suene a cliché.

—Tal vez sí la encontré pero ya está con otra.

Nos quedamos en silencio un rato. Desde ese momento hasta llegar a mi nueva casa, no podía parar de pensar si se refería Antonio. Incluso por un momento contemplé la idea de que se refería a Matías. Traté de no pensar en eso pero fue inevitable. Tendría que enfrentar esa situación si quería tener un poco de paz mental, pero no era tan fácil cuando tenía un presentimiento tan grande de cuál sería la respuesta si hacía la pregunta indicada.

Cuando llegamos, el camión ya tenía sus puertas abiertas de par en par y Matías ya estaba indicándoles a los ayudantes dónde ubicar todas mis cosas. Nos esperaba un arduo trabajo haciendo que la vida de uno se volviera de dos. Lily y yo estábamos bajando algunas cosas pequeñas del baúl de mi carro, cuando vi que Antonio ayudaba a Matías a cargar unas cajas.

Fue una total sorpresa para mí y obviamente, también para Lily. Él se acercó a ella con cautela y le dio un beso en la mejilla. Ella lo saludó secamente y llevó unos paquetes a mi nuevo hogar.

—Bienvenida a la vida de mi hermano —Antonio susurró en mi oído y caminó hacía la casa sin voltear su mirada hacía mí. Un escalofrío recorrió mi espalda, tenía un mal presentimiento.

♠️♦️♣️♥️

Matías arrinconó todas mis cosas juntas para luego acomodarlas e invitó a mis amigas y a Antonio a quedarse un rato para charlar y celebrar. A veces me sorprendía tanta energía; yo estaba como un chupo del cansancio, no entendía por qué quería torturarme de esa manera, lo único que quería era dormir. Él, sin embargo, parecía haber olvidado que solo hace un mes había estado en coma y que había tenido que pasar por una rehabilitación intensiva, pero por un lado eso me alegraba.

Martina pidió encargarse de la música, así que conectó su celular a los parlantes de mi nuevo ¿esposo? —no, todavía no podía usar esa palabra— y abrió el Spotify en una lista de reproducción tropical, que por esa única vez no me molestó ya que la ocasión se asemejaba mucho a una fiesta. Olvidando mi cansancio, mi felicidad llegaba hasta las nubes.

—¿Víctor Manuelle? ¡Por Dios, Martina! Hay artistas más recientes... —exclamó Lily tan pronto el puertoriqueño empezó a cantar.

—"He tratado de encontrar un nuevo amor, y no puedo" —cantó Martina estirando la última O.

—Lily, acepta que es un clásico, además es de los pocos cantantes de salsa que está como quiere —agregó Andrea y yo la apoyé asintiendo con la cabeza.

—¿Bailamos? —le propuso mi novio a mi mejor amiga, quien en seguida se olvidó de la conversación y le estiró la mano, aceptando su propuesta.

La verdad, eso no me molestó tanto como en un principio se podría pensar. Tampoco es que fuera una celosa empedernida, y sabía que Matías solo estaba siendo cortés. Martina y Andrea fueron a la cocina a traer más bebidas, dejándome sola en el sofá, analizando los pasos de mi Matías. Para ser sincera, era un excelente bailarín.

—¿Lo amas de verdad? —Antonio se sentó a mi lado para hacerme esa pregunta tan fuera de lugar.

—Pues claro, ¿crees que vendría a vivir con él si no fuera así?

—Sé que no, y no quiero ofenderte, es sólo que aún me cuesta creer la suerte que tiene mi hermano.

Guardé silencio un tiempo pues no sabía qué contestarle. Estaba empezando a creerle que estaba enamorado de mí, y eso hacía más difícil la situación pues no quería lastimarlo, pero yo estaba segura de lo que sentía por su hermano.

—No quiero lastimarte Antonio, pero de verdad Matías y yo nos amamos. Entre más pronto lo entiendas, más fácil será que podamos ser amigos, si tú quieres —Decidí ser sincera y directa con él.

—Se les nota. Mi hermano te idolatra, pero yo no puedo dejar de pensar en ti —Lo iba a interrumpir pero él hizo un gesto y no me lo permitió—. Déjame continuar. Sé muy bien que cualquier posibilidad romántica contigo está fuera de la mesa, y creéme que he aprendido a jugar con las cartas que me dio la vida; pero no puedo mandar sobre mi corazón. Y tú tampoco.

—Lo único que estoy tratando de hacer es protegerte —musité.

—No necesito que me protejas, sé cuidarme solo. Entiendo que al ver esta cara y este cuerpo no puedas creer que en el pasado alguna mujer me haya rechazado —Hizo un ademán para demostrar que no hablaba en serio—, pero no eres la primera. Te lo juro. He aprendido a superar mis fracasos amorosos y éste también lo superaré.

Terminó de hablar con una sonrisa que me pareció sincera. Le respondí con el mismo gesto. Claro que me alegraba saber que estaría bien y que todo esto no sería un drama, pero confieso que en el fondo no quería que me superara. Así él hubiera tratado de agregarle humildad a la frase que dijo, yo estaba de acuerdo en que un hombre como él debía tener miles de mujeres derritiéndose cada vez que las volteaba a mirar. Sus sentimientos por mí me halagaban, pero qué lejos estaba yo de entender que más que una bendición, su presencia en mi vida sería todo lo contrario.

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