VIII
A duras penas abro los ojos para comprender dónde me encuentro; el dolor en mi cabeza es fuerte. Cady ladra a una corta distancia, estoy en el sofá de la sala y no en la calle, eso es bueno.
Mamá se acerca con preocupación, gritando una vez que se ha dado cuenta que estoy consciente. Intento levantarme; pero insiste en que me quede recostado un momento, ha llamado a la ambulancia y no tardan en llegar.
—¿Qué pasó?
—Te golpeaste la cabeza ¿Te duele mucho?
—Un poco.
—Te diste contra la mesada, Alex —Comenta afligida—. ¡Me asusté mucho! Te he revisado, no es nada grave; aunque tienes un gran raspón a un costado de la cara ¿Ya tenías otro golpe ahí?
—Sí, pero ya sabes lo que dicen...
—¿Qué cosa? —inquiere confundida.
—Yerba mala nunca muere —rio.
—Voy a llamar a tu padre —Agarra el teléfono para comenzar a marcar.
—¡No, mamá! Por favor, no lo llames —Insisto desde mi posición—. ¡Estoy bien, no quiero verlo! Dejo de hacerte chistes si te molesta.
Me regaña pidiendo que guarde silencio, aludiendo a que no debo alterarme ni llevarle la contra. ¿No se supone que es enfermera? ¡Debería cuidarme! Tengo un fuerte dolor y está gritándome.
La ambulancia llega, la doctora Davis ingresa para revisar el golpe en mi cabeza acompañada de otro hombre, un enfermero. Sé que mamá ya se ha ocupado; sin embargo, necesita de una segunda, tercera, y cuarta opinión. Mi presión se encuentra estable, mis 5 sentidos lo están, aunque siga sin creerlo. Asume que mi cabeza es lo suficientemente dura y ese es el motivo por el cual resistí al golpe. Muy graciosa, señora Nancy Ryan.
—Mañana no iras a la escuela —Condiciona.
—No exageres, fue solo un golpe— Me quejo—. Doctora Davis, por favor, dígale que todo está bien.
—Alex, mañana te haremos un examen por si acaso.
—¿Un examen de qué?
—De próstata —responde mi madre— ¿De qué va a ser, Alex? ¡De la cabeza!
—¿Quieren saber si es un problema hereditario? —Me burlo.
—Ya veo de donde viene el humor —interviene su colega—. Tranquilo, Alex, no hay nada de qué preocuparse, solo haremos un estudio para descartar cualquier lesión.
—Asi es —Prosigue la doctora—. Y no, no iras a la escuela.
—¿Lo ves? No vas a ir.
—Tampoco quería. —digo para molestarla.
El comienzo de mi semana fue aburrido. Por empezar, tuve que ir al médico para un chequeo y luego regresar a casa a no hacer absolutamente nada. Mi madre no trabajó en todo el día, quedándose a mi lado como un perro guardián; motivo por el cual aprovechamos para ver televisión y hablar de cosas mundanas.
Tras largas horas de plática, me contó que Nathan la ayudó a recostarme en el sofá de la sala. Creí que no me había seguido, pero al parecer estaba preocupado por mi manera de respirar y la palidez de mi rostro. Le envié un mensaje agradeciendo el gesto; y aunque no se quedó hasta que despertara, al menos mi madre estuvo tranquila con solo llamar a la ambulancia.
Ahora estoy en el colegio, con un leve corte a un costado de la cabeza y una fuerte jaqueca que mi madre no debe saber. Ya falté cuatro días, no quería hacerlo hoy teniendo clases de química y perdiéndome más de lo que estoy.
El profesor Williams avanza muy rápido; no obstante, Clarck parece tener todo bajo control, incluso mis compañeros prestan atención a la resolución del problema. Es una suerte, porque ya no sé si el golpe me está afectando, o realmente soy pésimo en esta materia.
El timbre suena y salgo directo al baño a mojarme la cara; no me estoy sintiendo bien, debo tomarme unas pastillas que me recetaron.
Verme frente al espejo es un fastidio. Un hematoma se forma hacia un costado resaltando indefectiblemente en mi piel, a la vez, el dolor es monstruoso cuando me toco. Mis ojos azules hoy se encuentran más apagados de lo normal. ¿Estaré muriendo? ¿O el golpe me ha dejado susceptible?
Tomo la pastilla de una vez siendo la hora exacta, mojándome la cara segundos después como tenía pensado. Al terminar el almuerzo nos queda otra clase, soy consciente de que no voy a soportarlo por más tiempo.
Salgo del sanitario hasta la cafetería al encuentro de mis amigos, y desde lejos, los veo echarse chispas. No sé qué ha sucedido en mi ausencia; pero tampoco quiero saberlo ahora, la cabeza está a punto de explotarme.
—Entonces es cierto —Arremete Nathan con ira una vez que tomo asiento—. Estabas haciendo todo a mis espaldas.
—No le veo lo malo —Contesta Travis—. Cada uno con sus asuntos, es cuestión de suerte.
—¡Eres una mierda, Travis! Alex tenía razón.
—A mí no me metan en sus problemas hormonales —Me quejo con las manos al costado de mi cabeza—. Tengo migraña.
—¿Lo ves? —Se burla Kelly—. La nenita de Alex está indispuesta, como siempre.
—Cierra la boca, Travis, te juro que esta vez no tendré compasión y te partiré la cara para terminar lo que empezó aquel niño amigo de Clarck.
Un segundo después, se escucha el primer golpe propinado sobre la cara de Foster. Travis tiene menos pulgas que yo, no le importa donde se encuentra, menos que lo echen de colegio, siempre fue un indisciplinado; papá Kelly le solucionará la vida con el chasquido de los dedos.
El tumulto de gente se aproxima para ver el espectáculo que mis amigos están armando; yo quiero desaparecer. Lo único que falta es que me muera aquí mismo rodeado de gente idiota.
Cierro los ojos un momento obviando lo que sucede en mi entorno, pero el dolor se acrecienta y hasta la luz comienza a molestarme.
Me levanto de mi lugar para salir cuanto antes, no sé a dónde, mas no importa ahora. Impacto contra alguien pidiendo disculpas sin siquiera mirarlo a la cara.
—Alex, ¿Te encuentras bien? —dice Derek, de mi equipo de baloncesto.
—Sí, pero necesito ir a enfermería un momento.
—¿Necesitas ayuda?
—No, amigo, todo está bien.
Continúo con la mirada hacia abajo, avanzando sin dar explicaciones.
—¿Por qué vas a enfermería? —Interroga aquella voz femenina y familiar.
—No es nada.
—Hey, Alex —Sujeta mi mano—. Mírame, ¿Qué tienes?
Acuna mi rostro como la última vez. Su cara de sorpresa hace que detenga por completo mi avance, obteniendo una presión en mi mano en señal de que no me aleje.
—¿Quién te lastimó?
—No fue el estúpido de tu novio si es lo que te preocupa.
—Guarda tus celos para más tarde, R—Ignora mi comentario—. Vamos, te acompaño a enfermería.
—¿R? ¿Me acabas de llamar R?
Oigo su carcajada; le divierte ponerme apodos quedando en evidencia lo mucho que piensa en mí. R es el chico zombie de la película Warm Bodies. Excelente comparación, lástima que no esté de ánimos para pelear ahora y retrucar la jugada.
¿Por qué he extrañado a esta bruja desquiciada? ¿Por qué a pesar de decirle que voy a alejarme de ella no puedo hacerlo? Tampoco comprendo su cordialidad ahora cuando salió enojada de mi casa y me bloqueó en su teléfono.
—Puedo ir solo, regresa con tus amigas a almorzar.
—No voy a quedarme contigo, maldito idiota, solo te estoy acompañando —contesta agresiva sin soltarme la mano—. Listo, pasa a enfermería y cumple tu ciclo de vida si así lo quieres.
—Tal vez muera.
—Pues no me importa.
Da media vuelta dejándome a metros de la puerta de enfermería, esto no va a quedarse así. Finjo mayor dolor y me agacho como si me estuvieran por explotar los sesos; una parte es real, otra para molestarla. Sus mocasines rozan el cerámico del pasillo en tanto se acerca a mí con preocupación y agilidad.
—Ross... ¿Estás bien? ¡Ross!
—Sí, lo estoy —Me levanto como si nada—. Gracias, debió ser un milagro.
—Estúpido—musita llevando su mano al pecho.
—¡Bang bang, Heather!
Me apresuro para llegar a casa, hace horas que deseaba salir del colegio. En la puerta del establecimiento se halla esa hermosa chica con cabellera negra y falda tableada. Finjo no haberla visto y avanzo con prisa.
—Sé que me viste, Gollum —Dice irónica—. No finjas porque no te sale.
—¿Qué quieres, Sadako? Si no puedes vivir sin mí, entonces desbloquéame de WhatsApp y deja de actuar como una niñita tonta.
—¿Y la tonta soy yo? Haz lo que quieras, en definitiva, nunca cambiarás; dices una cosa y haces otra, o más bien, nunca haces lo que piensas por miedo. Sí, —Continúa— es eso, eres un miedoso, Alex Ross. Te da miedo cambiar, te da miedo aceptar responsabilidades, te da...
—¡Ya cállate!
¿Y si Sadako tiene razón? ¿Y si todos mis problemas son a causa de mi cobardía y no me animo a enfrentarlos?
"No apoyaré la estúpida idea de hacerle creer a Emma que Clarck fue el responsable de mis golpes".
"Tal vez por eso Emma no tiene intenciones con ustedes, porque no es ninguna ingenua. ¿Y sabes qué más? ¡Voy a decirle la verdad de todo!"
Debo decirle a Emma la verdad, contarle que Benjamín jamás me toco un pelo y asumir toda la responsabilidad, aunque ella termine odiándome.
—Debo irme, Heather, nos vemos.
—¿A dónde vas?
—Que te importa, Maléfica, vete a casa con tus cuervos.
—Si te vas, no vuelvas a buscarme.
—Sabes que lo haré —Sonrío.
—No quiero que lo hagas —Menciona de brazos cruzados afirmada a la pared.
—Te mueres porque lo haga—murmuro—. No te preocupes, lo haré, Sadako.
El colegio donde asiste la española queda muy cerca de aquí, tengo que ir a verla. Es mi responsabilidad desmentir todo y ayudar a que el bobo de Benjamín se quede con ella. Luego me tocará pedirle disculpas a él por cada martirio sufrido. Maldito remordimiento de mierda.
Observo a varias chicas salir de la escuela en su uniforme azul marino, mas no puedo visualizar a ninguna de las amigas de Foster. Noto que todas las personas que pasan se me quedan viendo, es hasta ahora que recuerdo mi atractivo golpe. Avanzo con parsimonia y una leve incomodidad intentando ocultar el enorme hematoma que me hace ver como un zombie recién resucitado.
De repente, veo a Cadence y Eloise.
—¡Chicas! —Grito llamando su atención.
—¿Qué quieres, Alex? —responde Eloise con frialdad.
—Necesito hablar con Emma, es urgente.
—¿Y qué mentira vas a decirle ahora? —inquiere Cadence—. Ya déjanos en paz, y dile a Nathan que no quiero volver a verlo.
—Oigan, no entiendo que sucede.
—¡Golpeaban a Benjamín en el colegio! —Me empuja— ¿Crees que es divertido?
—No, no lo es —Contesto cabizbajo—. Vengo a decirle todo a Emma. Clarck jamás me hizo daño, yo...
—¿Qué te pasó en la cabeza?
—No importa eso.
Se me quedan viendo anonadadas. ¿Acaso tengo un chichón enorme y no soy consciente? Me toco a un costado de la cabeza y no siento nada extraño, es el mismo dolor de hace unas horas.
—¿Quién te golpeó?
—¡Nadie! —niego—. Yo... el domingo por la noche tuve un desmayo y me golpeé al caer. Pueden preguntarle a mi madre si lo desean —Enfatizo.
—Emma se acaba de ir por allá, si corres, puedes alcanzarla.
—Gracias chicas, de verdad lo lamento.
—Lo lamento más —murmura la pelirroja—. Creí que eras diferente, Alex.
—Perdón.
Corro en dirección hacia la calle indicada. Emma camina despacio, no sé si es su forma habitual o se toma el tiempo al igual que yo para no llegar a casa luego de un mal día. No quiero gritarle y que empiece a correr, necesito que me escuche.
—Emma —Hablo con dificultad y gira a verme.
—¿Tú? ¿Qué quieres?
—Sé que estas odiándome, pero necesito que me escuches.
—Me caías bien, Alex, te invité a mi cumpleaños, te ofrecí mi amistad para cuando quisieras desahogarte ¡Me escuchaste hablar de Benjamín!
—Lo sé, lo sé. Solo quiero decirte que Benjamín jamás me dañó, es incapaz de hacerlo.
—¿Por qué lo lastimaron tanto? ¿Qué les hizo?
Su voz suena tan delicada y frágil que me hace sentir mucho más culpable. Merezco el odio de todos porque siempre he actuado mal a pesar de recriminarme a mí mismo.
—Lo lamento.
—¡No es a mí a quien tienes que pedir disculpas! —alza la voz.
—Voy a hablar con Clarck —asiento—. Lo prometo, voy a pedirle disculpas por todo lo que le he hecho. Estoy aquí porque debías escucharlo de mi boca, él nunca me golpeó.
—Lo sé, ya me enteré de lo ocurrido—menciona con los ojos aguados—. Te golpeó un niño de 14 años.
—Sí, eso también —Sonrío avergonzado—¿Sabes? Clarck te quiere mucho, lo ha mencionado y demostrado.
La rubia no comprende, y es claro que no sabe el enfrentamiento con Nathan y Travis por su causa.
—En estos último días Benjamín ha cambiado, se encuentra más seguro de sí mismo, y eso es bueno. Además, es increíble en baloncesto, creo que podría entrar al equipo en la universidad. Díselo, estoy seguro de que lo aceptarían.
—¿Por qué odias a Benji?
—No lo odio, Emma, yo solo...
—¿Qué te pasó en la cara? ¿Quién te golpeó? —Pregunta alarmada.
—Me desmayé y me golpeé al caer. Estoy bien, nada importante.
—¿Seguro? ¿No hay otro problema detrás?
—No pasa nada, nadie me ha golpeado.
—Solo el niño —ríe.
—Solo el niño—asiento divertido— Me lo merecía.
Emma me abraza y correspondo. No sé por qué lo hace, pero me alivia saber que no me está juzgando ahora.
—¿Prometes que hablarás con Benji?
—Lo prometo. Mañana mismo lo haré en la escuela.
—Eres una gran persona, Alex, no lo dudo; y aunque estoy enojada contigo, sé que estás siendo sincero al venir a verme.
—No soy buena persona; sin embargo, estoy cansado de cargar con tanta oscuridad, ¡tanta mierda!
—Solo tuviste malas decisiones—Sonríe mostrando sus dientes— Pero todos los días sale el sol. Ahora debo irme, quiero llegar al departamento y ver a Benji.
—No le cuentes que hablamos, luego se lo diré cuando me disculpe. ¿Está bien?
—De acuerdo —Vuelve a abrazarme—. Nos vemos, Alex, cuídate.
Esperaba una bofetada, tal vez más gritos y un planteo digno de una mujer enojada, pero me equivoqué, como siempre. ¿Por qué hay personas que irradian más luz que otras? ¿Cómo procesan el dolor y la calma en un momento así?
Emma se preocupa por Benjamín de la misma manera que él lo hace con ella, es mutuo, es sincero. Ahora lo entiendo.
Continúo de pie a un costado de la calle pensando la manera propicia para acercarme a Clarck mañana. También pienso en que hoy después de la pelea con Travis y Nathan no he vuelto a saber de ellos; los llevaron a dirección y no los vi salir después. ¿Eso me hace un pésimo amigo?
—¿Quién era la rubia?
—Sadako ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me estás siguiendo?
La seriedad de su rostro indica que espera una respuesta y nada más.
—Es la novia de Benjamín Clarck, ¿Contenta? —Respondo seguro esperando su reacción.
—¿Benjamín tiene novia?
—Así es —asiento—. A Clarck le gustan rubias y sin trastornos psicopáticos. Lo siento mucho, Heather.
No responde. Sujeta los tirantes de su mochila y camina en dirección a casa. La veo alejarse atractiva en uniforme con su larga cabellera azabache y el pequeño llavero de perrito moviéndose de un lado a otro.
¿Por qué me gusta tanto molestarla? ¿Será que espero siempre su respuesta agresiva para reírme?
—¿Estás triste porque Clark tiene novia y acabas de perder las posibilidades de estar a su lado? —Contengo la risa—. Tal vez puedas preguntarle a Salem por alguna pócima.
Silencio. Incómodo silencio esta vez.
—¿Qué tienes? Heather, por favor, dime que tienes.
—¿Por qué a todas les respondes y a mí no? —Queda frente a mí con el ceño fruncido.
—¿A todas? —Cuestiono confuso—¿Quiénes son todas?
—¡El domingo sufriste un desmayo y soy la última en enterarse! Faltaste a la escuela casi toda la semana, y hoy estuviste raro en enfermería. Te lo pregunté y no me contaste, pero al resto sí se lo dices. —Hace una pausa—. A mí solo me utilizas para divertirte.
—No es así.
—¡Sí lo es!
—Dijiste que no querías verme.
—Me lo dejaste claro en tu casa, después de besarme, por cierto. ¿Sabes una cosa, Alex? ¡Olvídalo, no sé por qué vine hasta aquí! Me preocupé por tu golpe en la cabeza pensando que en cualquier momento podrías sentirte mal y no tener a nadie cerca. ¡Vete a la mierda!
Hermosa, jodidamente hermosa. ¿Alguna vez me animaré a decirle lo mucho que la pienso?
Avanzo hacia ella en silencio, sintiendo su compañía y escuchando el ambiente que nos rodea sin hacer interferencia con mis pensamientos. El aroma a jazmines frescos emana de su cabello, de su piel, y al mirarla de reojo sé que también lo hace conmigo, con su actuar tosco y testarudo.
Quise comunicarme con ella antes del desmayo, pero me había bloqueado, y mentiría al decir que no me importó porque sí la he extrañado. Sigo pensando en que merece a alguien mejor; no obstante, no quiero alejarme ahora.
Entrelazo mi mano a la suya captando su atención de repente. Esos hermosos ojos avellana esperan una explicación al respecto y creo que es hora de confesarle que es la bruja más sexy que he visto en mi vida.
—Heather... quiero decirte algo.
—Ah, ahora quieres hablar.
—Sí —rio—. Es importante.
El móvil empieza a sonar en el momento menos oportuno; es mamá y debo atender.
—Hola, mamá, ya voy a casa, es que...
—Alex —interrumpe—. Tu padre tuvo un accidente, está aquí en el hospital.
Y otra vez, cuando pensé que las cosas mejorarían, todo se tornó oscuro.
¿Cómo están? No iba a actualizar hoy porque tengo un examen mañana y debería estar estudiando; sin embargo, he recibido lindos comentarios de su parte en esta historia, asi que no quería dejarlas sin leer.
¿Les está gustando? Ojalá que si. ¡¡Hasta el martes!!
Gracias por votar y comentar 💜 Besotes.
JK
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