Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VI

A pesar de dormirme pasadas las tres y media de la mañana, hoy desperté temprano. Cumpliré con mi palabra de sacar a Cady a pasear, aprovechando el horario, y que no hay tantas personas en el parque. Dije que no me avergonzaría, pero no es tan simple.

Salgo de la cama, me coloco ropa cómoda, y preparo la mochila con lo indispensable; hoy también me llevaré el café para beberlo en el camino.

—Cady, me voy, ¿vienes o te quedas? —. Grito cerca de la puerta con la correa en la mano.

—Ya voy, espera que me pongo mi chaqueta —Responde mi madre burlándose de mí.

—¡Mamá! —reímos—. Pensé que no estabas en casa.

—Hoy tengo el turno de la noche ¿Por qué sales tan temprano?

—Para aprovechar la mañana.

—¡Mientes! —Me señala—. Es porque a esta hora no hay nadie en el parque para que te vean con Cady.

—No... no es eso.

—Alex, cuando regreses, te enviaré a hacer las compras. —Sonríe bajo un rostro pícaro con intenciones de planear algo para molestarme.

—No, hazlas tú.

—¡Sin peros, te vas a pasear con Cady por toda la ciudad hasta que se te vaya esa idea estúpida de que porque es una perrita pequeña es de chicas!

Asiento en silencio, no voy a discutir con ella a las 8 de la mañana.

Coloco la correa sobre el pequeño arnés de la inquieta y emocionada Cady dispuesto a salir de casa. Mamá observa desde la puerta como si fuese a perderme y tuviese cinco años. Hago un ademan para que entre a casa y me deje en paz, pero insiste en reírse. Me hace pasar vergüenza, aunque no haya nadie para constatarlo en los alrededores.

No me molesta que me vean con mi perra; sin embargo, es raro viniendo de mí. Ni siquiera saludo a mis vecinos, ¿Que podría pensar la gente al verme? Cady es bellísima, tierna, y yo... no lo soy. Tengo un aspecto rudo y detestable.

Ella parece disfrutar el paisaje, se porta bien. Pobre, no la saco muy seguido a pasear y eso se nota, todo es de su agrado en este mundo. Su pequeño cuerpo pomposo reluce, se encuentra impecable. Ayer mamá le dio un baño, lástima que ahora se ensuciará por completo otra vez obligándome a darle el siguiente.

Los minutos pasan y decido quitar su correa dejándola libre, no se alejará de mí de todas formas. Estamos en el parque, pero en el sector contrario al que me encontré con Helen; no creo regresar allí por un largo tiempo. Duele mucho.

Tomo asiento bebiendo mi último sorbo de café en tanto la veo olfatear cada cosa que aparece frente a su diminuto hocico. Tiene hiperactividad contenida, corre hacia mí para volver a alejarse, lo está disfrutando, es su forma de comunicármelo.

En menos de lo pensado salta hacia la banca para sentarse a mi lado. Se ha ganado una caricia en la cabeza y parece gustarle. Sus ojos se cierran ante mi tacto, es muy bonita.

—¿Estás cansada, Cady? ¡Eres una floja!

Un perro con las mismas características aparece olfateándola desde abajo de la banca. Trato de alejarlo, no obstante, es indisciplinado. Ambos comienzan a ladrarse, y por más que intento detenerlos, no lo hacen. ¡Que fastidio!

—Disculpa, mi perro se soltó de la correa y...

—¿Sadako?

—¡Deja de llamarme asi, estúpido! —Sujeta al perro colocándole la correa de una vez.

Heather observa a Cady y sonríe haciéndole una caricia, cuando los ladridos se han detenido por completo.

—¿Tienes un ser vivo a tu cuidado? Eso no me lo esperaba.

—Que graciosa. —Entrecierro los ojos—. Se llama Cady.

—¿Es perra? —Pregunta con asombro.

—Sí ¿Cuál es el problema? ¿No puedo tener una perrita pequeña? —Ya parezco mi madre.

—El problema no es ese; solo me sorprende viniendo de ti.

—Ya te dije que no me conoces lo suficiente como para sacar conjeturas.

—Este es mi perro, se llama Chasky.

—¿Chucky?

—Chasky, ¡Idiota!

—¡Ay, perdón! Pensé que guardaba relación contigo y solo quise asimilarlo.

—Como sea, iré a pasearlo, no vine al parque a quedarme sentada como otros. ¡Cuidado, Edward Cullen, el sol ya salió!

Intenta caminar, pero su peludo amigo parece muy interesado en mi Cady y se resiste a irse.

—¡Hey, aléjate, pervertido!

—Parece que se gustan —Sonríe la bruja—. Podrían tener crías juntos.

—Escucha, Sadako, ya es suficiente con tener que verte a ti, como para tener que lidiar con tu perro Chucky. Mi Cady es muy pequeña, ella no tendrá crías, ¡Nunca! ¡La voy a castrar!

—Cálmate, Drácula, nadie dijo que tenía que ser ahora. Chasky también es un bebé.

A los tirones controla los movimientos de su perro. No lo hace con fuerza, no obstante, llevarlo en brazos sería la solución a sus problemas de conducta. Caminan juntos solo un poco hasta que se detienen. Heather gira encontrándose con mis ojos clavados en ambos y comienza a sonreír.

—¡Vamos, Cady! Ven conmigo.

Mi perra me traiciona. Corre por el sendero hacia los brazos de la loca y su perro, aparentemente atractivo para la tonta de Cady.

—¡Hey, tú! ¿Por qué intentas robártela? —Grito corriendo en su dirección.

—Toma, Alex —Me entrega la correa—. Hoy tendré compasión de la pobre de Cady y les haremos compañía.

Proseguimos en silencio, es lo que más me gusta de Heather, que se mantenga cerca de mí sin motivos. Es extraño porque sin decir nada, ni siquiera hacer señas, sabemos a dónde nos dirigimos. Muelle de Santa Mónica.

—Me encanta venir aquí —Menciona apoyándose en el barandal.

—A mi igual.

—El único lugar donde tengo paz. —Decimos a la vez mirándonos con seriedad.

Es temprano, no hay nadie aquí, solo nosotros. Los perros se encuentran tranquilos sentados como guardianes, y son tan pequeños, que es gracioso verlos juntos ahora.

—Es la primera vez que te veo sonreír.

—Cady es la única que lo logra.

—Es muy bonita, ¿De verdad es tuya?

—Sí, y de mi madre, pero yo la cuido la mayor parte del tiempo. ¿Qué hay de Chucky?

—¡Chasky! —bufa.

—Lo siento, ¿Qué hay de Chasky? ¿Es tuyo?

—Sí, y de mi hermano, pero a él le da pereza sacarlo a pasear, asi que sale conmigo. ¿Tienes hermanos?

—No, soy hijo único, o al menos eso creo.

—¿Por qué lo dices?

—Por nada, olvídalo.

—Yo no tengo papá —Comenta con la voz a punto de quebrarse—. El murió hace cuatro años. Solo estamos mamá, mi hermano, y yo.

—Mi padre nos dejó hace dos años, se fue con otra mujer. —Confieso—. Cada vez que me preguntan por él digo que está muerto. No me interesa tener comunicación con un hombre que lastimó a mi madre.

Se sienta. Sus piernas cuelgan al borde de la madera, y su pequeño perro se echa junto a ella apoyando la cabeza sobre sus muslos.

—Tenemos algo en común —dice tranquila mirando hacia el mar.

Me posiciono a su lado para seguir platicando a gusto.

—No, tu padre seguro fue buen hombre, el mío no lo es—insisto.

—Sigue siendo tu padre.

—Eso no quita que esté muerto para mí.

Ella comienza un largo relato que no pedí, pero siento que es necesario para entenderla, aunque sea un poco.

Hace cuatro años atrás su padre sufrió un infarto, algo inesperado tratándose de un hombre de 45 años con muy buena salud. Todo sucedió tan rápido que bastaron pocas horas de espera en la sala del hospital para recibir las pésimas noticias.

Silencio. Otro silencio para nada incómodo, sino más bien uno de compañía.

—¿Cuántos años tienes, Heather?

—17, estoy en el salón contrario al tuyo, por suerte—Aclara con pesadez.

—Pensé que eras menor, te conservas muy bien, Sadako. —Bromeo.

—¿Lo dices por experiencia? ¿Cuál es tu edad real en siglos?

—Deja de bromear con el color de mi piel, suena racista —Argumento conteniendo la risa.

—Claro, porque mi piel no es el mismo tono —responde burlona.

Tenemos cosas en común, la piel sensible es una de ellas, lo sé.

—¿Por qué me odias tanto?

—No te odio, Alex.

—Solo amas a Benjamín.

—¿Esos son celos? —ríe en mi cara—. Que tierno, Ross.

—¿Por qué tendría celos de ti? Eres muy creída.

—Sé lo que valgo, y sé que te traigo loco.

—¡Sí, al borde de la demencia! Eres insoportable.

—Pero asi te gusto, Alex.

—No me gustas, Heather.

—Sí lo hago.

—Ah ya veo...—chasqueo la lengua—. Este es tu juego, molestarme por ese lado.

—No te entiendo.

—Yo te gusto, por eso me persigues.

—¡No! ¡Qué asco!

—Finges muy bien, excelente actuación.

Es una discusión tonta, a pesar de eso, me divierte molestarla. Hice bien en salir temprano de casa; estoy en un lugar que me agrada y la compañía es buena. Muy buena.

Hoy Heather luce diferente, trae un conjunto deportivo en color negro para no perder la costumbre, pero no hay rastros de maquillaje en su cara. Los labios borgoña se han vuelto rosa suave, y sus ojos al natural relucen en contraste con el sol.

—Gracias por acompañarme a casa anoche, no te lo dije, pero...

—No hace falta, llegaste bien y eso es suficiente.

—No sabía que te gustara ir a fiestas, nunca te he visto.

—Las odio, bueno, no a las fiestas, sino a las personas que asisten a ellas.

—¿Malas experiencias con el alcohol? —Ironiza.

—Algo así—Susurro sin dejar de mirar el mar.

Cady llorisquea a mi lado y con su patita raspa mi antebrazo, estoy casi seguro de que tiene sed. Abro mi mochila y saco una botella de agua junto a un recipiente pequeño que siempre llevo al salir de paseo. Bueno, decir siempre es exagerado, pero soy precavido.

Heather observa incrédula, es evidente que pensó que soy un descuidado o algo por el estilo. Jamás traería a Cady sin una botella de agua.

—¿Le traes hasta un recipiente para que beba?

—¡Y si! ¿Cómo quieres que tome?

—Yo no traje agua para Chasky...

—Eres una pésima madre, en cambio yo soy excelente padre para Cady, ¿verdad? —Le pregunto acariciándola—. Ahora le tendremos que invitar de tu agua a Chucky porque Sadako olvidó que es un ser vivo que puede deshidratarse.

—¡Es Chasky, tarado! Y deja de llamarme Sadako.

—¿Cómo te gustaría que te llame? —Cuestiono y me acerco a ella.

Se ha puesto nerviosa, mi pregunta la ha descolocado. Piensa en algo astuto para responder con rapidez; sin embargo, no parece funcionar esta vez.

—¿Y bien, Heather?

—Dime Heather, nada más.

—Uh de acuerdo, que amargada—río— Ahora debo irme.

—¿A dónde?

—¿Vas a extrañarme? —Ironizo—. No te preocupes, tal vez nos veamos pronto.

—Ni en tus sueños, Alex. Seguro tú vas a extrañarme a mí, es casi un hecho. No te culpo, todos lo hacen.

—Uff sí, como ese novio loco que te sacudió en plena calle.

—Él...

Su semblante cambia por completo. Me doy cuenta de que lo he arruinado todo. A veces soy tan imprudente que no mido las consecuencias de mis palabras. Tal vez ese chico la ha lastimado de alguna manera, más bien, no hace falta indagar mucho, con lo poco que vi aquella vez me basta para saberlo.

—Heather, linda —Me animo a tomar su mano, y para mi sorpresa, no se inmuta—. Si ese chico te está molestando, dímelo, yo puedo ayudarte.

—¿Qué dijiste?

—Que puedo ayudarte.

—No, lo otro, al principio.

—¡Si ese chico te molesta que me lo digas!

—Me dijiste linda —Sonríe— ¿Lo ves? ¡Te gusto!

—Solo lo dije por cortesía porque tenías cara de cordero. ¡Se llama ser amable, Heather!

Me levanto de mi lugar y llamo a Cady para retirarnos, no quiero que mamá comience a llamarme para recordar que debo hacer las compras del día.

No me despido, con Heather no lo considero necesario.

—Tú también eres lindo, Alex —Escucho a mis espaldas.

—Gracias, Sabrina, ya lo sabía.

Detengo mi andar, y al girar, ella se está asegurando de que la correa de Chasky este bien colocada esta vez. Levanta la vista encontrándose conmigo en un corto trecho.

—¡Bang Bang, Heather! —Realizo un gesto con mis manos simulando un arma.

—¿Y eso?

—¡Estás muerta de amor por mí! 



Mamá tiene doble turno en el hospital, me quedaré solo gran parte del fin de semana y podré desaparecer del alcance de Foster y Kelly. Excelente plan.

Desde ayer en la fiesta que no he vuelto a tener comunicación con ellos y tampoco he contestado sus mensajes. El lunes los veré en la escuela y será suficiente.

Me siento en el sofá para buscar alguna película cuando mi celular vibra a causa de un nuevo mensaje. Lo ignoro, teniendo en cuenta que pueden ser los antes mencionados, pero luego se convierte en una llamada, y al no reconocer el número, lo primero que viene a mi mente es que puede ser mi madre.

—Hola.

—¿Por qué no respondes el mensaje, idiota? ¿No hay señal dentro del sarcófago?

—¿Heather? ¿Quién te dio mi número? ¿Tienes Wifi en el pozo?

—Tengo mis contactos —Responde frustrada a causa de mi chiste— ¿Qué haces? Además de beber tus shot de sangre.

—Nada, estoy por ver una película. ¿No sabes si la tuya la pasarán en algún canal? ¿O es solo en especial de Halloween? –Prosigo con gracia y puedo imaginarme su rostro ceñudo.

—Tengo que pedirte un favor, Ross.

—Oh ya veo... no solo me llamas para molestarme, sino que quieres pedirme un favor.

—Lo acabo de decir, idiota, ¿Acaso eres sordo? Ven a buscarme a mi casa.

—¿A tu casa? ¿Para qué? ¡Escucha, Heather, yo no te acompañaré al bosque a medianoche para hacer tus brujerías! No cuentes conmigo.

—¡Ya, Alex! —bufa—. Mi madre no me deja salir sola y estoy aburrida, ven por mi ¿Sí?

—¿Y a dónde quieres ir?

—¡A donde sea! Es sábado por la noche, solo quiero divertirme. ¿Es mucho pedir?

Bueno, supongo que estar con esta niña es mejor que permanecer aburrido en casa. Aunque haré que me ruegue para sentirme importante.

—La verdad que no tengo ganas de ir por ti, mejor ven tú por mi —rio internamente y me recuesto en el sofá a la espera de su respuesta.

—¿Y si te paso con mi madre y tú hablas con ella, cariño?

—¿Cariño? ¿De qué hablas? —Me reacomodo y quedo pensativo— ¿Me estás usando como novio falso?

—O me vienes a buscar, o le diré a mi madre que eres mi novio y se contactará con tu madre —Amenaza.

—¿Y yo que culpa tengo con que tú quieras salir y no te deje? Además, si voy por ti tendré que fingir, y eso a mí no me gusta.

—Si vienes por mí, le diré que eres el hermano de una de mis amigas y que vas a llevarme con ella.

—De acuerdo, pero tú compras la cena.

—Hecho, idiota, ¡Ven ya!

Agendo el número como "Sadako, la loca del muelle" y río pensando en cómo puedo hacer para que ella lo vea.

Subo a mi recamara para vestirme y buscar las llaves del auto. Cuando mamá se queda en doble turno nunca maneja, termina tan cansada que lo mejor es venir en taxi, o voy a buscarla por el hospital; puedo usar el coche sin problema.

Me coloco un jean azul, una camisa a cuadros por encima de la remera negra que ya traigo puesta, y finalmente, mis zapatillas converse rojas, las que llevo a todos lados.

Reviso que la casa permanezca en orden antes de dejar a Cady, y voy hacia el garaje. Subo al coche directo a la casa de la insoportable de Heather a quien, sin más, acompañé hace unas cuantas horas. Es exagerado ir en el auto cuando son unas cuadras de diferencia, pero al menos no estará molestándome después.

Estaciono en la puerta de casa y le envío un mensaje. Ella insiste en que tengo que tocar bocina para que su madre se asome por la ventana y me vea.

Obedezco a su pedido y toco dos veces, lo normal. No quiero parecer un completo loco en las calles de este barrio, menos un desesperado o algo por el estilo.

La puerta se abre y su madre sale a despedirla mirando hacia mi coche. Heather hace una seña de que baje las ventanillas; ya no tengo opción, solo poner mi mejor sonrisa.

Saludo a su madre a la distancia con mi mano derecha y esta me devuelve la gracia. La loca sube al vehículo con su mochila al hombro y ya podemos marcharnos.

—¿Y ahora qué hacemos? —pregunto poniendo en marcha el auto.

—Compremos una pizza y algo para beber —La miro de reojo y percibo su sonrisa ladina—. Yo pago, lo prometo.

—Me parece un plan perfecto. ¿Quieres ir a mi casa? Estoy solo, bueno... está Cady.

—Ya veo, es nuestra primera cita y te sientes feliz —Empieza a molestar—. Que tierno, Alex. De acuerdo, veremos una película.

—Aish que insoportable te pones cuando piensas en mí —Contesto siguiendo su juego—. No sé cómo conseguiste mi número, pero puedo imaginármelo, les dijiste que soy el amor de tu vida y quería salir conmigo esta noche. No hacía falta, Heather, solo debías pedirlo.

—Tú te mueres de amor por mí, y pensé que pasar tiempo juntos me daría créditos extra en el cielo cuando muera. Ya sabes... yo si voy a morir porque no soy inmortal como tú.

—Entonces haces esto por un acto de caridad. —Asiento— ¿Y qué hay de todos los sacrificios que has hecho en el bosque? ¿Los pentagramas de sal no cuentan, Heather? Quizás las personas puedan creerte... ay si —imito su voz— Sali con Alex Ross porque soy buena persona. Pero en el fondo sabemos la razón —niega riendo— Tú me amas, Heather, quieres ir a mi casa y darme un brebaje, una pócima de amor.

Nuestras risas se mezclan en el interior del coche, y al contrario de incomodarnos con nuestros comentarios, creo que lo disfrutamos. No sé muy bien que es lo que pasa entre nosotros, nos conocimos de una forma extraña, o más bien yo la conocí a ella. Con el pasar de los días nos frecuentamos afirmando desde ambas posturas que el desastre soy yo, pero aquí estamos, intentando ser amigos, o mantener una especie de relación inentendible.

Manejo hasta una tienda abierta 24hs. Aparco el coche, y antes de bajar, ella sujeta mi brazo.

—No podremos comprar alcohol aquí, lo sabes, ¿no?

—Linda, tengo una identificación falsa, soy mayor de edad en este preciso momento. Tu cómprate un juguito de sandía —Me burlo entrecerrando mis ojos.

—Yo también tengo una identificación falsa, niño imbécil, mírame, estoy preciosa en la foto —Me enseña su credencial.

Sale hermosa, tiene razón.

—¿Por qué tienes una identificación falsa? —Me rio—. A veces creo que eres toda una tonta y me sorprendes.

—Me pasa lo mismo contigo —afirma—. Ahora sí, cariño, vamos a comprar alcohol —Guiña el ojo y baja del auto.

El outfit de Heather me encanta, permanente viste de negro o colores oscuros, igual que una bruja; pero una moderna, de esas que podría enamorarte sin tener que usar sus brebajes.

Sus piernas son un sueño debajo de esas medias de red, y su falda se mueve de un lado a otro cuando camina con precisión marcando el paso con aquellos borceguíes. Se detiene en la puerta volteando para verificar que voy detrás de ella, pero continúo observando como un completo idiota al lado de la puerta del coche.

Sus señas inequívocas me apuran a la distancia y hago un ademan con mi mano de que se adelante y luego la alcanzo. Blanquea sus ojos e ingresa a la tienda. Me gusta, de verdad me gusta mucho.

Una vez dentro busco lo que quiero comprar. Chocolates para mi ansiedad, algo de alcohol y una que otra fritura chatarra; sin embargo, no veo a Heather por ninguna parte. Reviso los pasillos del lugar sin obtener resultados. Pero ¿dónde mierda se metió? Esto ni siquiera es un super.

Me aproximo a la caja para pagar lo que he sacado de las góndolas y consulto al tipo por ella.

—Disculpa ¿No viste a una chica de cabello negro que entró hace un momento?, tenía una chaqueta de cuero y una falda.

—Sí, creo que acaba de salir con su novio —Señala la puerta.

—¿Cómo que su novio? ¡Si viene conmigo! —Recrimino como si este pobre idiota tuviese algo que ver.

—Lo siento, amigo, creí que el tipo venía con ella.

Pago, salgo al estacionamiento y sigo sin verla. Voy hasta el vehículo para dejar la bolsa con lo que he comprado, aprovechando para buscar mi celular y llamarla. Marco su número, mas no responde.

Afirmado contra la puerta del coche continúo esperando, quizás solo fue al baño, ya vendrá. Sabe que no voy a irme y dejarla sola aquí; además, en el auto tengo su mochila.

Los minutos pasan, mi paciencia se agota y la paranoia surge en mí. Insisto en llamarla. Camino con el móvil en mi oreja como si siguiera una pista, a pesar de que quiero creer que está haciéndome una maldita broma de mal gusto.

—¡Alex, ayúdame! —Escucho al otro lado de la línea y luego la llamada se corta.

—Heather! ¿Me escuchas?

¡¡Mierda, mierda!!

Un auto pasa a gran velocidad frente a mis narices advirtiéndome con sus gritos que ella se encuentra en el interior. Subo con rapidez al coche para perseguirlo, sin saber que hacer en el fondo. No sé si llamar a la policía es lo correcto, o si puedo solucionar este problema por mi cuenta, ya que también siento que le hemos mentido a su madre.

¿Por qué me meto en estas cosas? ¿Por qué no simplemente la ignoré aquella tarde en el muelle?

No puedo dejarla sola, no puedo permitir que algo malo le ocurra como a Helen, no podría perdonármelo.

Llamar a la policía me parece lo más sensato, aunque las dudas me invadan en momentos como este. Coloco el altavoz y simplemente marco.

—Sí, ¿emergencias? Un vehículo acaba de secuestrar a mi novia.

¿Por qué estoy mintiendo? ¡Voy a ir a prisión!

—¿Sabe la placa del vehículo?

—¡Lo estoy persiguiendo! —Dicto las siglas de aquella chapa y por consecuente informo las mías.

—¿Conoce al conductor del otro vehículo?

—No, solo entramos a comprar a una tienda y alguien se la llevó, ahora estoy persiguiéndolos, por favor necesito que puedan alcanzarlo.

—Mantenga la calma, señor, rastrearemos la llamada para mejor localización, ¿Está bien?

—¡Sí, como sea!

El auto desaparece de mi vista como si se lo hubiese tragado la tierra. Golpeo el volante con frustración y miro hacia todos lados cuando llego a una de las esquinas. No sé qué debo hacer ahora.

—¡Lo perdí de vista! —Aviso a la operadora.

—No se preocupe, por favor, quédese en el lugar y una patrulla ira por usted, tranquilo, encontraremos a su novia.

Permanezco en el coche a la espera de la patrulla. Mi respiración es agitada, pienso en Heather y la visualizo antes de entrar a la tienda. No sé por qué me demoré en ir tras ella, por qué no respondí a sus órdenes cuando me apuraba.

Una nueva llamada entrante me saca de mis pensamientos, y al mirar la pantalla, no dudo en responder. Es mi madre, imposible evitar contestar.

—Hola, mamá, ¿Qué pasa?

—Alex ¿Dónde estás?

—Salí un momento, pero todo está bien.

—¡Alex Ross, dime dónde estás! —pregunta enfurecida y lo sé porque ha dicho mi nombre y apellido.

—Mamá, salí con una chica, y luego un auto se la llevó— Hago una pausa y respiro para no asustarla—. Lo perseguí y llamé a la policía, aunque lo perdí de vista; estoy esperando a la patrulla. Por favor, mamá, estoy bien pero no sé qué es lo que debo hacer.

—Alex, la policía me llamó porque pasaste la placa, confirmé que tú estabas usando el vehículo, ya me avisaron lo que está sucediendo. Solo quiero que respires y estés calmado para cuando lleguen.

—De acuerdo. Lo siento por no avisarte, nunca pensé que algo así ocurriría.

—Mañana hablamos, ¿Está bien? debo cortar. Llámame cuando te encuentres en casa.

Ahora tendré que contarle a mi madre que la bruja de Heather solo me utiliza para salir de su casa, acompañarla, y encima, se anima a meterme en problemas.

Un golpe en la ventanilla me hace pegar un brinco desde mi lugar; es la policía. Bajo del vehículo entregándoles los papeles necesarios, y junto a ellos, mi identificación falsa como todo un imbécil.

—No hace falta la identificación —Me la reintegra—. Ya hablamos con la dueña del vehículo, sabemos quién eres y se verificaron todos los datos —asiento nervioso—. Dime que sucedió, quién es la chica y quién se la llevó.

—No sé quién se la llevó, no recuerdo la patente del vehículo, pero se la di a la operadora cuando los perseguía. Ella se llama Heather, su apellido lo desconozco —Admito sintiéndome un idiota—. Nos conocimos hace poco.

—Dijiste que era tu novia.

—Es que estamos saliendo, no lo sé —respondo nervioso—. Perdón... yo...

—¿A dónde iban?

—La pasé a buscar a su casa, fuimos a comprar a la tienda y nos íbamos a la mía.

—¿Sospechas de alguien?

—No señor, ella tiene 17 años, no creo que alguien quiera hacerle daño.

Soy un reverendo imbécil por mentirle a la operadora diciendo que Heather es mi novia. Más imbécil por mentirle al oficial aludiendo a que salimos cuando no es realmente lo que pasa.

Ahora tengo su mochila en el asiento del acompañante y desconozco que mierda hay dentro. Temo abrir la boca por si empeoro las cosas más de lo que ya lo he hecho. Lo único que falta es que la bruja aparezca y sea una puta broma saliendo de esa cabeza con ideas sombrías.

Mis manos despeinan mi cabello en un instante de desesperación. Me afirmo en el costado del coche esperando indicaciones del oficial y el patrullero estacionado detrás. Escucho que hablan en código y no entiendo lo que pasa, pero a esta altura de la noche me temo lo peor.

El móvil suena desde el interior del auto y pienso que es mi madre, con quien todavía no me he comunicado en casi una hora que ha transcurrido, pero es Heater.

Su nombre en la pantalla es el motivo por el cual el corazón se me quiere salir del pecho.

¡Es ella! Le grito al oficial y la llamada es colocada en altavoz

—¡Alex! Ven a buscarme, por favor —Parece llorar, su voz se escucha desesperada.

—¿Dónde estás, Heather?

—No sé, realmente no sé —Solloza y no soporto oírla asi.

—Envíame la ubicación, iré por ti, quédate tranquila, por favor.

La ubicación llega a mi celular y se las enseño a los policías que están a mi lado. Uno de ellos se queda viendo como la he agendado y me siento un estúpido. La idea era molestarla a ella de alguna manera, nada más.

—Ella me trata de vampiro, por eso la agende así. —Explico en un tonto intento de parecer normal.

—No está lejos de aquí. Ven, puedes seguirnos.

La patrulla enciende la sirena y voy detrás casi a la misma velocidad que llevan. No sé si tengo permitido hacerlo, pero quiero ver a Heather y comprobar que todo está bien. Si algo le sucedió, asi tenga un puto rasguño, no voy a perdonármelo jamás.

El coche de policía se detiene a un par de cuadras, la diviso con los brazos cruzados a su atuendo negro. Estaciono y bajo corriendo a su encuentro. En cuanto nota mi presencia me abraza rompiendo en llanto.

—Dime que te pasó – Me separo y tomo su mentón para observarla— Heather, por favor, ¡Dime que te pasó!

El oficial pide que me tranquilice. A este punto voy a asustarla más de lo que se encuentra. Me alejo un poco dejando que ellos hagan su trabajo. Seca sus lágrimas con delicadeza, es tan solo una niña debajo de toda esa fachada de chica ruda.

—Acércate—Me ordena el oficial— ¿Quién es él? —Le pregunta a Heather.

No puede ser, ¿Están sospechando de mí?

—Es mi novio —Responde sin titubear—. Bueno... estamos saliendo.

—De acuerdo, ¿Tus padres saben que estás con él?

—Sí, me buscó por mi casa. —Contesta con dificultad tras el llanto.

—¿Puedes decirme que pasó? —Insisto— ¿Quieres que vayamos al hospital para que te revisen o algo? Mi mamá está de turno ahora, puede ayudarte.

—No, no... —Niega desesperada.

—Es buena idea —Se entromete el policía—. Iremos hacia el hospital para descartar cualquier tipo de lesión, es un procedimiento. Llamaremos a tu madre para que vaya a buscarte y radicar la denuncia correspondiente.

—No, no... por favor, a mi madre no... ella va a asustarse mucho.

—Oficial, mi madre puede responder por Heather en el hospital, ¿Está bien? solo quiero que ella descanse, está alterada.

—Irá con nosotros en la patrulla, tú puedes ir detrás.

—No, pero quiero ir contigo —Suplica haciendo todo más difícil.

—Heather, linda, por favor, no compliques las cosas. Ve con el oficial, iré detrás, lo juro.

Mamá viene en mi dirección a abrazarme como si yo fuera el afligido en toda esta historia.

—Mamá, por favor –Susurro—. Los oficiales están aquí, necesito que revisen a Heather.

—Sí, lo sé. Ven, cariño, sígueme, te haré pasar con la doctora Davis para que te revise.

Me siento en la sala de espera con la cabeza afirmada contra la blanca pared del nosocomio. Mi sábado que sería grato y silencioso en casa junto a Cady, se vio irrumpido por una cita inesperada con un final ciertamente turbio.

—Alex —oigo la voz de mi madre al sentarse a mi lado— ¿Te encuentras bien?

—Mamá, ¿Heather cómo está?

—Se encuentra con la doctora. La tenías escondida —Sonríe—. Es hermosa, y está muy nerviosa.

—Ella no quiere avisarle a su madre, no quiere asustarla. ¿Crees que puedas firmar con tu consentimiento la revisación médica y la denuncia? Sé que te estoy pidiendo mucho, pero...

—¿Su madre sabe que está contigo?

—Sí, yo fui a buscarla a su casa. No tenemos nada serio, lo juro, lo que pasa es que...

—Vayan a casa, luego hablo con Lilian.

—¿Quién es Lilian?

—¡La madre de Heather!

—¿La conoces? ¡No, mamá! no quiero que hables con ella, nosotros... luego... yo...

El ruido del picaporte nos interrumpe, desde el consultorio sale una hermosa chica más calmada. Su maquillaje ya no se encuentra corrido, supongo que le han dado toallas húmedas para quitárselo. No hay rastros de lágrimas en sus mejillas, está sosegada y sumamente frágil. Se acerca a mí con delicadeza tomando mi mano como si fuera una niña pequeña a quien le han llamado la atención. Sus dedos se entrelazan con los míos con inquietud, quiere irse de aquí y dejar de tener la vista de todos sobre ella.

—Vayan a casa —dice mi madre—. Heather tiene que descansar, yo me encargo del resto, ¿Está bien?

—De acuerdo —Asiento—. Gracias, mamá. Te amo, si quieres mañana vengo por ti —Beso su mejilla antes de retirarnos.

Avanzamos hacia el estacionamiento tomados de la mano, ninguno de los dos quiere soltarse del otro; y es que después de distraernos por unos minutos, todo pareció desmoronarse hace horas.

Ocupa el asiento de copiloto y yo mismo abrocho su cinturón. Heather permanece con la mirada al frente sin emitir ni una palabra; por mi parte, no me atrevo a molestarla en una situación como esta.

Al llegar a casa tomo su mochila y ella trae la bolsa de mi compra en la tienda. Las cervezas están calientes, no las tomaremos ahora, claro que no. Se sienta en el sofá en tanto voy hacia la cocina cuando el ladrido de Cady se escucha de repente. Ella está feliz de que Heather la acaricie, la ha reconocido, es la madre de su enamorado. Sonrío a la distancia guardando las cosas.

—Heather—Le hablo suave apareciendo en la sala— ¿Quieres ir a descansar? Puedo prestarte algo de ropa.

—¿Incluye una capa? —Se atreve a bromear.

—No, solo es un simple pijama, pero es negro como tu alma —Retruco.

—No hace falta, traigo ropa en mi mochila. Le dije a mamá que me quedaría en lo de Ruth, pero ya le avisé que estaré aquí.

—¿A tu madre? —Pregunto sorprendido.

—¡No, tonto! A Ruth —reímos.

La acompaño a mi habitación permitiéndole que se vista tranquila. Aprovecho para ir en busca de los chocolates, los compré para mí; sin embargo, considerando las circunstancias, tengo que compartirlos con ella.

Golpeo la puerta e indica que puedo acceder a mi propio dormitorio. Es extraño, nunca dejo que nadie entre aquí.

—Me gusta como tienes decorado el cuarto, es muy varonil.

—Gracias, ¿Quieres un chocolate? —Me siento a su lado en la cama y compartimos la tableta en silencio.

—¿Por qué no tienes televisión en tu cuarto?

—Porque me gusta estar aquí solo escuchando música o leyendo. Si quiero ver tele, voy a la sala. Eres la primera persona que entra a mi habitación.

—¿No traes chicas a casa?

—No.

—¿Soy la primera chica que traes a casa? —Interroga divertida.

—Si.

—¡Es porque te gusto! —ríe causando en mí el mismo efecto—. Te traigo loco, en una misma noche conociste a mi madre, y yo a la tuya. Ya quieres casarte conmigo.

Se acuesta, permitiendo que me siente a los pies de la cama donde puedo observarla mejor.

—Por favor, dime que pasó.

—Fue Mike —Su voz parece cortarse al recordar.

Me aproximo recostándome boca abajo a su costado, ella me hace lugar. ¿Es mucho atrevimiento de mi parte?

—El chico del que me defendiste aquella vez.

—Ese imbécil —Menciono entre dientes— ¿Te hizo algo? Mírame, Heather —tomo su mentón— ¿Te hizo algo?

Sus ojos se cristalizan repentinamente haciéndome sentir una mierda por tener que recordárselo, pero necesito saber quién es, qué le ha hecho, y por qué se la llevó así en un arrebato de locura.

—No llores. —Reclamo serio—. Dime que mierda pasó con él, qué quiere, y qué te hizo. –Acentúo con autoridad como si fuera obligación para ella decírmelo.

—Salí con él un tiempo, pero comenzó a ponerse celoso y obsesivo conmigo; me insultaba sin razón zamarreándome como aquella vez que nos viste. Le dejé en claro que no estaríamos juntos, y ya ves... poco le importa mi opinión. Me busca constantemente, me persigue a la salida de la escuela, por eso trato de no regresar sola a casa.

—Claro, el idiota de Alex Ross tiene que ir a tu rescate, ¿Verdad? —Aparta su mirada guardando silencio— ¿Te hizo algo hoy? ¿Te golpeó?

—¿Tú crees que él me busca para golpearme?

Su pregunta me hace revolver el estómago en un abrir y cerrar de ojos. El solo imaginarme que alguien puede ser tan hijo de puta me repugna. Le quito la barra de chocolate que tiene en la mano dejándola sobre la mesa de noche.

—Dime que no te hizo nada —Tomo su mano, a pesar de que ella sigue esquivándome—. Por Dios, Heather, ¡Confírmame que no te hizo nada!

—No quiero hablar de esto. No me grites, por favor, tú no —Implora con una cara que no es a la que estoy acostumbrado a ver.

Salgo de la cama para ir hacia la sala junto a Cady, sin dar explicaciones como es costumbre. Esa dulce voz me influencia de manera armoniosa, me puede, como si fuera mi canción favorita y persistiera en escucharla una y otra vez.

—Alex ¿A dónde vas?

—Dormiré en el sofá de la sala, descansa, no quiero hablar ahora.

—Ross, por favor —dice para luego interponerse entre mi mano y el picaporte—. No me dejes sola.

—No, Sadako, sé que te mueres porque te abrace y toda la cosa, pero no se va a poder.

—¿Por qué no?

—¡Porque no quiero hablar contigo ahora, solo duérmete! Ni siquiera confías en mí para contarme qué es lo que ha pasado hace horas, ¿Y sí lo suficiente para dormir conmigo?

—Acaso tú estás pensando que yo...

—¿Que dirás? —La enfrento— ¿Que soy malo por no querer dormir contigo, o que soy un marica por no querer manosearte?

—Vete —espeta con rudeza.

—Ahora si quieres que salga del cuarto —bufo y abro la puerta.

—¡Que te vayas, te dije! —Levanta la voz— ¡Yo no pedí ser manoseada! ¿Cómo puedo confiarte algo si a la primera vas a juzgarme? Todo es mi maldita culpa, ¡¡yo provoqué esto!!

Sus palabras cortopunzantes me lastiman más que cualquier golpe físico. Otra vez estoy siendo una basura, no estoy ayudándola en nada, solo creo hacerlo por estar presente en el mismo lugar como lo hice con Helen.

—No, Heather, ¡Espera! —la puerta se cierra frente a mis narices y me quedo del otro lado maldiciéndome a mí mismo— Por favor, ábreme...

—¡Déjame en paz!

No tengo tacto para estas cosas, soy impulsivo y poco empático.

—Heather —Golpeo con sutileza— Estaré en la sala por si necesitas algo. Usa mi pijama para dormir si quieres.

—No quiero nada de ti, ya vete.

—Descansa.

Regreso a la sala cargado de dolor, de bronca. Soy un idiota por dejar salir lo primero que se me viene a la mente. Puede ser costumbre, una realidad en la que estoy metido, malas juntas, no lo sé. Nada lo justifica.

Pero ¿Qué clase de animal debes ser para corromper a alguien así? ¿Qué tan canalla hay que ser para tocar a una mujer contra su voluntad?

Mis nudillos se vuelven blancos cuando mi interior acumula ira mirando hacia un punto fijo de la sala. Donde sea que se encuentre el tal Mike, va a conocerme, y sus ganas de molestar a chicas indefensas van a desaparecer. Lo juro. 





Hola! ¿Cómo están? Ayer no pude actualizar así que lo hago ahora. Nos leemos el martes, espero que tengan un buen fin de semana.

Gracias por leer,votar y comentar.
JK 💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro