V
Despierto temprano, una hora antes de la habitual para ser exacto. Quedarme en la cama nunca está en mis planes, cada vez que lo hago el tiempo juega en mi contra.
Me coloco el uniforme y bajo a desayunar. La pequeña Cady se acerca a saludarme. Algunas noches no le apetece dormir en mi cuarto y se queda en la sala; el sofá es más cómodo para ella, su camita pasa a un segundo lugar.
Preparo una taza de café y busco algunas galletas, no sería mala idea preparar mi vaso térmico y salir antes de casa. Tengo tiempo de sobra para llegar, caminar a paso lento con mi playlist es lo indicado. La mañana es perfecta, ni calor, ni frio, el clima es favorable en todos los sentidos.
Salgo de casa cuando tengo todo preparado y avanzo tranquilo con los auriculares como es costumbre; hoy estoy de buen humor. Unas calles más me confirman que el día todavía puede mejorar al notar quien camina delante de mí con total tranquilidad. Acelero mis pasos y me adelanto sin decir nada, sé que ella interrumpirá el momento de todas maneras.
—¿La alarma sonó más temprano en el sarcófago? —Ironiza en cuanto paso a su lado.
—¿Pusieron escaleras mecánicas en el pozo? ¡Bien por ti, Sadako, felicidades!
—Imbécil —ríe por primera vez.
—¿Sabes reírte? Finjo sorpresa— ¡Increíble!
—¿Y eso qué? Tú tampoco lo haces.
—Sí lo hago, pero cuando vale la pena, con la gente que me importa.
—No te consideres importante por verme reír, Ross.
—No lo hago.
Me acoplo a su paso, caminamos juntos y en silencio. Debo admitir que es agradable la compañía, ningún sonido interfiere, incluso los dos nos hemos quitado los audífonos. Tomo mi café y rio en mi interior cuando noto que ella también lleva un jarro térmico en la mano. ¿Hemos pensado lo mismo? Voy a quedarme con la duda, no pretendo hablarle.
La escuela está próxima a unos metros, por lo tanto, la pelinegro decide acotar su frase tediosa del día.
—¿Vas a pedirle disculpas a Benjamín Clarck?
—No es mi asunto si él te gusta.
—Entonces insistes en ser una persona horrible —Confirma—. Ya veo, las cosas no cambiarán para ti.
—¡No entiendo por qué te importa tanto! No sé si es Benjamín, o solo quieres hacer una obra de caridad conmigo convirtiéndome en un ser humano diferente.
—No puedes cambiar lo que ya está hecho, Alex. Desastre eres, desastre mueres.
—No soy como piensas.
—¡Entonces demuéstralo! —Sujeta los tirantes de su mochila agilizando su paso hacia el establecimiento.
Su cabello negro se mueve de un lado a otro, la falda del uniforme hace el mismo vaivén. Es preciosa, tiene un carácter odioso y me ha demostrado no ser para nada fácil tratar con ella. Me encanta.
Nunca me ha importado lo que piensen de mí, pero ahora... comienza a molestarme que saque conjeturas, o que no pueda conocer más allá de lo que aparento.
"...eres igual a él, ninguno da el brazo a torcer por miedo a lo que el otro piense."
No soy mala persona. Tal vez no he dejado de amar, pero se me ha agotado la paciencia. No puedo permitir que nadie me joda, menos mi padre, no quiero ser como él.
Benjamín no ha llegado al colegio, es raro, ese nerd no se pierde oportunidad de aprender a diario ¿Le habrá sucedido algo? No sé por qué lo estoy pensando, no debería. La conversación con la loca siempre me deja analizando.
Todos miramos al frente cuando escuchamos la puerta abrirse sin preaviso; es Clarck. Llega tarde acomodándose el cabello con vergüenza, prosiguiendo con su corbata a un costado del marco.
—Permiso, profesor Williams —habla agitado tras haber corrido para llegar a tiempo.
—Benjamín, ¿Por qué llegas a esta hora?
—Tuve un percance y demoré en salir de casa.
—No hay problema, adelante, a todos nos puede pasar.
El preferido en este curso, no le pueden reclamar nada, seguro que esa tardanza ni siquiera correrá en su boletín. Se sienta apenado y comienza a sacar sus libros para prestar atención a la clase. Noto como algunas de mis compañeras lo miran con disimulo. ¿Será cierto que les parece atractivo? Nunca presto atención a estas cosas; sin embargo, esa chica loca del muelle no deja de fastidiarme con cada frase que arremete.
Miro hacia la izquierda, ahí está Bethany, a un banco de distancia observándolo de reojo. Parece apenada al ver las mejillas enrojecidas del raro o pensando en que se le saldrá el corazón en plena clase y tendremos que socorrerlo. Desde la fila del lado derecho, paralela a la mía, se encuentra Jess; una morena de cabello ondulado que no deja de morder su lápiz de manera sofisticada pretendiendo que no ve a Benjamín, cuando es lo único que está haciendo desde que tomó asiento con suma torpeza y nerviosismo.
Y ni hablar lo que está ocurriendo desde el primer banco. Otra de las chicas voltea fingiendo buscar algo en su mochila, mas no saca nada de ella. ¿Siempre fue así? ¿Por qué no lo he notado sino hasta ahora?
La campana se escucha dando cese a la clase, no sé en qué momento dejé de escuchar al profesor William para enfocarme a todo lo que me rodeaba. Observo mi reloj casi anonadado, la clase de hoy se ha pasado volando, o es solo Clarck llegando tarde en exceso.
Mis compañeros salen del aula; no obstante, de un momento a otro, Travis cierra la puerta impidiendo la salida de Benjamín. Aquí vamos de nuevo.
Nathan ha quedado fascinado con Emma, y como si fuera poco, Travis también la tiene en la mira. Esto va a terminar mal entre ellos, ni en un mundo ideal Travis Kelly dejaría de competir por una chica con Nathan. Imposible, no ocurrirá.
—Aléjate de Emma, nos pertenece —expresa Foster.
—Emma no es un objeto, y no, no voy a alejarme de ella —responde Benjamín.
—¡Woah ahora Clarck se cree superior! —acota Travis—. Escucha, tonto, te romperemos todos los huesos si no obedeces.
—Háganlo, ¿Acaso no lo hacen desde hace años?
Es la primera vez que este chico contesta cargado de seguridad y coraje. Somos tres contra uno y, a pesar de ello, los golpes que le propinemos no lo harán cambiar de opinión respecto a Emma. Ahora entiendo por qué ella lo aprecia tanto.
Sale hacia el pasillo ignorando nuestra presencia, su actitud ha terminado de joder la poca paciencia de Travis; ahora comienza a amenazarlo una vez más.
Clarck hace oídos sordos, y cuando Kelly está a punto de golpearlo en el rostro, sosteniéndolo del cuello de su pullover, un mocoso aparece en su defensa.
—Lo tocas y te mueres —amenaza el menor.
Benjamín le pide que se tranquilice, que no golpee a nadie, más este parece cargar una furia que se lo lleva el diablo. Travis se burla de él frente a los pocos estudiantes que están pasando hacia la cafetería, y el niño, sin pensarlo demasiado, le da un puñetazo en la nariz.
¡Ahí tienes, Travis Kelly, bien merecido!
—¡Me las pagarás! —Alza la voz sujetándose la nariz que rebalsa en sangre.
—¿Crees que me interesa? —Lo enfrenta el chico.
Tiene agallas, me agrada, pero no puedo evitar fastidiarlo.
—Creo que un pequeño niño tendrá problemas cuando el director se entere que golpeó a un chico en los pasillos.
—Díselo, me encantará ir a dirección y que toda la escuela se entere de que este pequeño niño les dio una paliza a tres idiotas del último año—dice a regañadientes confrontándome.
Lo tengo a escasos centímetros de mi cara, es de mi altura; sin embargo, es un niño, no estaría bien golpearlo. Persiste en amenazarme, su rostro se torna serio y esto me saca de mi eje. Cuestión de segundos para decidir si golpearlo o seguir mi camino, y prefiero lanzar el primer puñetazo antes que acobardarme.
El chico es más ágil, logra no solo esquivar mi golpe, sino propinarme uno en el pómulo izquierdo. Benjamín lo detiene antes que pueda hacerlo otra vez, y se alejan con la mirada de algunos curiosos encima.
—¡Lárguense, idiotas! Tú también, Barbie, ve a arreglarte la nariz —Menciona en tanto Clarck tironea de su brazo.
—Parece que el niño golpea fuerte —Se burla Nathan permaneciendo intacto.
—Claro, mariquita, huiste como una rata —respondo con la mano en la mejilla.
—¡No hui! Pero tampoco voy a pelearme con un niño, mi bronca es con Benjamín.
—Iré a la enfermería —menciona Travis todavía con el sangrado en su nariz—. Tal vez ese niño animal me quebró el tabique.
El golpe que ha recibido parece grave, aunque nada me impedirá reírme de Travis y el apodo que ese chico utilizó dándole en el ego.
—Ese niño lo llamó Barbie —murmuro riendo por lo bajo.
—Ojalá no despierte su odio contra el mocoso, no tiene la culpa —prosigue Foster con diversión— Ya mejor vamos a almorzar, Alex.
—Adelántate, pasaré al baño primero.
—Antes que me olvide, esta noche saldremos con las chicas.
—¿Hoy? —Me quejo—. Quería quedarme en casa.
—Tú ofreciste salir el fin de semana ¿Lo olvidaste?
—Ya lo sé—asiento—. De acuerdo, iré.
Ingreso al baño para mojarme la cara. Me miro al espejo y sé que en cualquier momento mi rostro se tornará de un color morado. Soy muy pálido, el mínimo roce y mi piel lo manifiesta, ya puedo escuchar los gritos de mi madre. Tendré que pensar en una buena excusa. Por ahora no es nada importante.
Salgo de los sanitarios dispuesto a ir hacia la cafetería y olvidarme de lo sucedido, pero esa maldita voz resuena una vez más.
—Hielo hace falta, no agua.
—La bruja de Blair me acecha en el baño —musito sin darle importancia.
—Mira, Casper, tu rostro se volverá morado, verde, posiblemente amarillo en un par de días. Ponte hielo.
—¡Niña, déjame tranquilo!
Con brusquedad sostengo sus manos y la arrincono contra la pared. Odio que se metan en mis asuntos, ella se encuentra en todas partes torturándome por cada paso que doy.
—¡Déjame, Alex! —exclama.
—No eres tan valiente como parece, ¿Verdad?
Libero sus muñecas de mi agarre, para que segundos después mi cara vuelva a doler debido a una fuerte bofetada.
—¿Cuál es tu puto problema con las bofetadas, Heather?
—¿Ah, te sabes mi nombre? —ríe.
—Respóndeme—La acorralo otra vez sin la necesidad de sujetarla.
—¡Te lo merecías! ¿Crees ser el único con piel sensible? ¡Pues lamento decirte que no! —Me enseña sus muñecas rojizas— ¡Mira lo que me hiciste! Eres un imbécil.
—Yo... no... —Retrocedo arrepentido dándole su espacio.
—No me interesa —Interrumpe—. Ahora vete a buscar hielo para tu rostro porque la próxima tendrás que colocártelo en las pelotas. ¡Idiota!
Como siempre me deja pensando en mi accionar y mis palabras. Sus muñecas se encontraban rojas por la presión ejercida, y su cara fue de pánico. ¿Qué mierda me está pasando? Se alejó de mí como quien corre por su vida sin mirar atrás. Me siento tan miserable, la salvé de su exnovio y estoy actuando de la misma manera.
¡Eres una mierda, Alex Ross, y nunca dejarás de serlo!
Voy a la cafetería al encuentro con mis amigos. Travis tiene algodón en la nariz, la hemorragia persiste. Foster se encuentra sentado a su lado sin decir una palabra.
—¿Por qué demoraste? Sabes que el baño de la escuela no es para manosearse, ¿verdad? —bromea Nathan acercando la bandeja con mi almuerzo.
—Lo sé, además no he traído la foto de tu hermana —digo para molestarlo. Su hermana es Intocable.
—Idiota.
—Imbécil.
—¡Bueno ya! —interrumpe Travis— ¿Saldremos esta noche con las chicas o no?
—¿Tengo otra opción? Ya dije que sí.
—No, no la tienes —Amenaza—. Nos vemos a la misma hora de siempre, en el mismo lugar.
—De acuerdo, ¿Y a dónde hay que buscarlas a ellas?
—Al departamento de Emma.
—¿Cómo está tu nariz, Travis? —Inquiero aguantando la risa.
—Bien, solo espero que no se note el golpe, o ese mocoso va a lamentarlo.
—Preocúpate porque la hemorragia se corte.
—Ya basta con eso. —Sostengo serio—. No me interesa seguir golpeando a Benjamín y menos al niñito ese.
—¿Puedes decirnos que te pasa? Hace días que estás echándote para atrás con lo de Benjamín.
—¡Nada, Travis! Solo que no me interesa golpearlo. Además, he conocido a alguien y es amiga de él —Miento, ni siquiera sé si Heather se habla con Clarck—. No quiero tener problemas.
—¿Hablas de Emma? Yo saldré con ella, no tú.
—No, idiota, no es Emma. Y lamento decirte que ella está muy enamorada del bobo de Benjamín y se nota a leguas, no tienes oportunidad.
—¿Y tú si la tienes con la supuesta amiga de Clarck? —Se burla Travis—. Ahora resulta que ese imbécil tiene muchas amigas.
—¿Y eso que?
—Posiblemente sí sea gay.
—Claro, Benjamín es super gay porque tiene muchas amigas —espeto irónico—. Pero tú no lo serás para sacarle maquillaje a tu hermana y arreglarte la nariz al salir a bailar esta noche.
En estos momentos es cuando entiendo a mi madre y sus correcciones acerca de mis pensamientos absurdos. Los estereotipos son una mierda, aun así, cuesta deshacerse de ellos.
Travis Kelly tiene una autoestima elevada y no se da cuenta de la manera en que eso repercute en su alrededor. Él puede maquillarse el rostro o utilizar "cosas de chicas"; sin embargo, los maricas son otros, los que tienen amigas y producen sentimientos bonitos en ellas.
Emma jamás cambiará su forma de pensar porque Benjamín está bien, el problema es el mundo que lo rodea.
—Ya cierra la boca, Alex, estoy cansado de tus comentarios. Preocúpate por tu cara pálida y tu apariencia de Kun fu panda.
—Me ha dado en el pómulo, no en el ojo. Ni es superficial.
—Me iré antes de emparejártelo. —Se levanta de la silla alejándose con su bandeja del almuerzo.
—¿Y a este que le pasa?
—Nathan, a Travis también le gusta Emma.
—Obvio no, él va a ayudarme con ella.
—¿Crees en Santa Claus? No me fiaría de él.
—Que buen amigo eres, Alex —blanquea los ojos.
—Tan buen amigo, que por algo te lo estoy advirtiendo, y nunca diré quién es la chica que estoy conociendo por miedo a que también la lastime.
Foster se queda pensando en la última frase que acabo de decir, aunque se abstiene a preguntar. Nunca hablamos respecto a Helen, y es tan absurdo sentir este dolor en el pecho que no voy a soltarlo asi por que sí. No pude hacer nada por ella, pero si voy a actuar correctamente para evitar que algo malo les suceda a otras.
No tengo ganas de salir, lo único que deseaba era quedarme en casa, pero estoy siendo obligado por este par de idiotas que terminarán mal en cuanto la misma chica los mande a volar.
Llegamos a un complejo de departamentos estudiantiles, aquí se hospedan alumnos becados o de intercambio que vienen de otras ciudades. Recuerdo tener la posibilidad de utilizar uno el primer año, cuando todavía no conseguíamos un hogar fijo con mamá. Menos mal que todo salió bien y pudimos mudarnos, no me imagino una vida aquí mismo en soledad.
Entramos al edificio en busca de las tres chicas con las que saldremos. Nathan tiene el móvil en la mano y no deja de enviar mensajes. A su vez, habla con Travis sobre estrategias con un alto porcentaje de que salgan mal, según mi punto de vista objetivo y sin interés de por medio.
—¿Qué piso es? —Pregunto dentro del ascensor.
—El 5—Contesta concentrado en su plática.
Guardan silencio en tanto subimos, al fin dejaron de planificar situaciones que no creo que sucedan.
El ascensor abre sus puertas encontrándonos con las chicas ya listas desde el 5 B. Benjamín sale de uno de los departamentos quedando sorprendido al vernos. Vive frente a Emma, eso explica por qué son tan amigos después de todo.
Los chicos lo saludan con nerviosismo, tienen la cola entre las patas. Hago lo mismo, aunque me importa poco lo que pueda opinar de mi persona.
Eloise lo invita para que nos acompañe al club, él sabe de antemano que no es bienvenido, asi que rechaza la invitación.
—¿Saldrás con tus amigos? —Interrogo.
Nunca lo hemos visto con alguien, salvo el niño de esta mañana, quizás sea su hermano, no lo sé.
—¡Hola, Ben! —Se escucha a nuestras espaldas.
Es el mocoso acompañado por dos más. Sus caras son familiares, pero desconozco de dónde.
—Hola, Emma.
—Hola, Glen —responde la rubia.
¿Lo conoce? Ahora Nathan y Travis deberán fingir hasta salir de aquí.
Clarck se despide apurado, toma a los tres chicos del brazo jalándolos para que entren a su departamento. Eso fue extraño, una despedida rápida sin tantas vueltas con la española. ¿Estarán peleados? No importa, al menos ya podemos irnos.
Emma no se encuentra de ánimos para ir al club, a pesar de que yo tengo un contacto que puede hacernos pasar sin pedir las identificaciones del resto. Parece triste porque Benjamín rechazó la invitación, o tal vez porque actuó desconsideradamente cerrándonos la puerta en las narices. Está claro que él no le ha contado que somos responsables de los golpes.
—¿Y si vamos a la fiesta de Demian? —Propone Cadence.
—¿Quién es él? —Inquiere Nathan.
—Es un compañero de clases, da una fiesta en su casa. Nos dijo que podíamos invitar a más personas.
—Sí, me parece bien.
—Entonces vamos a la fiesta de Demian, no se diga más —reímos.
Mi experiencia en este tipo de festejos me preocupa, detesto cuando se sale de control. Cabe destacar que no estoy usando el automóvil y no tengo que cargar con gente ebria después. El único martirio será soportar a Travis y vigilar que nada extraño suceda, más cuando es el encargado de conducir.
La casa donde se lleva a cabo la dichosa fiesta es enorme, desde afuera se oye la música. Los autos aparcan donde pueden, muchos ocupan el gran espacio verde del jardín. Pienso que los padres de este chico van a matarlo después.
Demian, el anfitrión, nos recibe sin problema. No sé si es su cumpleaños o solo es una celebración esporádica de las que se acostumbra, pero intentaré disfrutar a pleno sin tener en cuenta el pasado.
El grupo se divierte. Hay más personas sobrias que otras veces, el ambiente es bueno, tranquilo; quizás solo he sido paranoico estos últimos meses.
Los minutos pasan con música electrónica de fondo. No es mi estilo, más no puedo quejarme, la estoy pasando bien.
—¿No bailas? —Interroga Eloise con una linda sonrisa frente a mí.
—¿Debería hacerlo? —Devuelvo el gesto.
—Tienes una linda sonrisa, Alex, muéstrala más seguido.
—¿También piensas que soy un aburrido?
—No lo eres —Niega de un lado a otro—. Me caes bien.
—Gracias, supongo.
—Iré por algo de beber, ¿Me acompañas?
—Vayan los cuatro, yo me quedo con Alex un momento —dice Emma interrumpiendo sin razón.
Nathan entrecierra los ojos como si la propuesta hubiese salido de mi boca. Si fuese por mí ya estaría durmiendo.
Sonrío incomodo por quedarme solo con ella, no sé por qué lo ha pedido. Me muevo leve de un lado a otro al escuchar la música. Hago un panorama de las personas presentes otra vez esperando que los chicos lleguen rápido.
Una larga cabellera negra, inconfundible para mí, es lo primero que noto sin importar la distancia a la que nos encontramos. Heather está con su grupo de amigas. Lleva una falda negra y borceguíes con una chaqueta de cuero en el mismo tono. Su estilo es pesado, no es broma cuando digo que es de aura oscura. Ya sé cuál será el próximo chiste que le haré.
—¿A quién miras tanto, Alex? —pregunta Emma con curiosidad.
—A nadie —Niego—. Lo que pasa es que odio las fiestas y tengo ganas de irme a casa.
—¿Odias las fiestas? Que extraño, pensé que eras de los que salen mucho.
—No realmente, prefiero quedarme en casa, me gusta estar solo.
—Me caes muy bien, y va a sonarte raro, pero estar contigo me hace sentir tranquila.
—¿De verdad? Gracias, aunque no creo ser buena compañía.
—No te hagas el humilde, eres acogedor y simple. Seguro eres bueno con las chicas —Bromea dando un leve golpe en mi brazo.
—¿Por qué piensas eso? —Niego divertido.
—No lo sé, eres lindo, y a la vez tienes ese estilo bad boy, como Benjamín.
—¿Cómo Benjamín? —Mi semblante cambia casi inconsciente—. Pero si él es...
Nathan interrumpe nuestra plática en el peor momento, es obvio que acaba de escuchar que nombramos a Clarck.
—¿Le contaste a Emma lo de Benjamín? —Lo pregunta asombrado—. Dijimos que era mejor no mencionarlo.
—¿Qué tenías que contarme?
—Yo... no...
—Que Benjamín golpeó a Alex y Travis esta mañana.
—¿Qué? ¡No, imposible!
—¿Ya viste sus rostros? Quizás Alex la sacó barata, no lo dejó tan mal, pero Travis tiene lastimada la nariz.
—Emma, yo... me voy a casa, no quiero estar aquí —Argumento como todo un cobarde alejándome sin aclarar nada.
—Espera, Alex —Me sujeta del brazo.
—Ross, ¿A dónde vas? —Se entromete alejándome de ella con disimulo.
—Lejos de aquí, de una vez por todas. —Susurro.
¿Qué pasa por la cabeza de Foster para decirle algo así a la chica? ¿Benjamín golpeándonos a nosotros? Ni de broma. Somos tres y él uno solo.
Emma parecía shockeada, la imagen de bad boy tomó realidad en su cabeza, aunque la verdad sea otra, una muy diferente de la que jamás podré hablarle sin sentirme una basura.
Para salir de este lugar tengo que pasar inevitablemente cerca de Heather y su grupo de amigas. Ojalá que no me reconozca o lo arruinaré más de la cuenta.
—¿Tan pronto vuelves al sarcófago? —Se escucha de repente— ¿No deberías esperar a que salga el sol para eso?
¡Neurótica de mierda! Giro para verla y le respondo.
—Oh, ¿Necesitas de mi presencia para dibujar el pentagrama y empezar tu ritual, Heather?
Sus amigas ríen por lo bajo; no obstante, los dos nos mantenemos serios expulsando chispas. Ella no va a intimidarme.
—Idiota. —Suelta sin problema.
—Bruja.
Me alejo, no voy a quedarme a discutir. Salgo de la casa atravesando el jardín siendo ocupado por unos cuantos vehículos. Paso entremedio de estos con el fin de llegar hasta el asfalto de la calle. Tendré que caminar una larga distancia, es tarde, no pasará ni un maldito autobús.
El celular comienza a sonar mostrando la imagen de Foster con un tono determinado igual que él, pesado. Dudo en atender, pero ya estoy que me lleva el diablo cansado de mentiras y de dobles caras.
—Alex ¿Dónde mierdas estás?
—Me voy a mi casa, no soporto esto.
—¿Qué cosa?
—¡Toda esta mierda, Nathan! No quiero que vuelvan a buscarme, ni cuenten conmigo para hacer esta farsa. Benjamín Clarck jamás me tocó un pelo, y yo jamás he querido lastimarlo.
—Cálmate, dime donde estás y lo charlamos.
—¡Charla con mi polla! ¡No vuelvan a llamarme si es para inventar estupideces!
Apago el móvil de una vez guardándolo en mi bolsillo. Dejo salir un fuerte suspiro antes de continuar caminando. Estoy harto.
—¡Bravo! ¡Bravo! Y estuve en primera fila—Aplaude.
—¿Qué mierda quieres, Heather?
—Llévame a casa, Ross.
—¿Tienes algún tipo de trastorno? ¿Eres bipolar o algo?
—Responde tú primero. —Se burla.
—¡Dios, sálvame de la bruja! —Resoplo en voz alta frente a ella.
—Cierra la boca, solo llévame, quiero irme a casa.
—No vine en auto, voy a caminar.
—No importa; también puedo caminar.
—¡Espera! —Exclamo y se detiene asustada— ¿Dónde dejaste estacionada la escoba?
—¿Te crees chistoso, idiota? —Se agacha a recoger una piedra.
—¡No te atrevas, Heather! —Señalo con el dedo en tanto corro por mi vida, quien sabe lo que esta desquiciada se le ocurra.
El sonido de su risa atraviesa mis oídos dejándome embobado. Me detengo para voltear a verla. Lleva su cabello hacia atrás con una mano y avanza hacia mí con gracia, con delicadeza, como quien hace una travesura y se arrepiente.
—Te vistes como un chico malo, Alex Ross —Comenta caminando a mi lado arrojando la piedra hacia un costado.
—Eres la segunda que me lo dice en la noche.
—¿Quién?
—Una chica que...
—¿Quién te preguntó? No me interesa.
Cuento hasta mil para no responderle. Esta chica me gusta y me aterra.
Continuamos el recorrido en silencio, lo único que se oyen son nuestros pasos en la acera, los de sus borceguíes resonando con fuerza cuando intenta no caer balanceándose sobre el cordón.
Una ligera brisa arrastra su perfume hacia mí, uno floral, tal vez a jazmines. Trago saliva antes de hacer algún chiste, de pedirle que se detenga ante tanta energía molesta a mi alrededor.
Luce linda de noche, más allá de su atuendo rudo, su maquillaje también hace juego. Tiene los labios color borgoña y los ojos con un sombreado en un tono similar. La punta de su nariz denota un brillo apenas lúcido, pero logra llamar mi atención.
Me mira y finjo observar hacia otra parte; ahora es ella quien se queda viéndome como idiota. Deduzco que lo hace a propósito, se ha dado cuenta de que por poco no le he sacado una fotografía mental.
—Ya dime donde vives—Rompo el silencio cuando percibo estar cerca de mi recorrido habitual.
—A dos cuadras de aquí, pero no te preocupes, yo puedo continuar sola.
—¡Ni de broma! Me aseguraré de que entres a tu casa. Luego te pasa algo y vienes a joderme a mí.
—No es tan tarde—Observa su celular—. Son las 2:45Am
—¡Rápido, Heather! —La apuro tironeándola del brazo y comenzando a correr—. ¡Tienes 15 minutos para iniciar tu ritual y encontrarte con Lucifer!
Se zafa de mi agarre frunciendo el ceño y provocando una carcajada de mi parte.
—Muy chistoso, señor Barnabas Collins, ¡Ya vete a la mierda, Ross!
Su casa está a unos metros. Me quedo observando de brazos cruzados como ingresa con el único fin de molestarla. No hizo falta despedirnos, mi chiste para rematar fue suficiente, estoy seguro de que llegó a tiempo para iniciar el ritual.
Quien diría que la noche finalizaría de esta manera, acompañando a la loca de Heather a su casa, y olvidando el mal rato vivido. Me ha abofeteado dos veces, me insulta, no se guarda un comentario despectivo, y como si fuera poco, ahora soy una especie de cuidador. En el fondo le agrado tanto como ella a mí con su carácter irritable. Las cosas marchan bien.
Espero que todos se encuentren muy bien y que hayan disfrutado de este capitulo ♥
Gracias por dejar sus votos y comentarios, se los agradezco demasiado.
Les mando un fuerte abrazo y nos leemos nuevamente el jueves!
JK 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro