29
Pov. Jungkook
No podía creer lo que leía, sentía mi sangre helar y mis manos temblar mientras todo me daba vueltas, leía una y otra vez los mensajes sabiendo bien que significaban, siendo consciente que mi peor miedo se había vuelto realidad.
Jimin había dicho mi nombre.
Los mensajes de mi hermano me rompían más mi alma que estaba de por si destrozada al tener que huir de este hogar que tanto me esforce en armar junto a Tae, no me quedaba de otra, debía huir ahora mismo. Dejé mi celular en el suelo y lo rompí a pisadas para evitar que me ubicarán, debía estar tranquilo, no porque sepan que soy yo significaba que saben mi ubicación ¿no? Pero no podía darme el lujo de confiarme, ahora mi rostro seguramente estaba en todos lados y fui tan inepto en sentirme cómodo que mi rutina era visitar tiendas a nuestros alrededores, no tardarían en delatarme los vendedores, no tardarían en saber que nuestro hogar se encontraba por estos lados y no tardarían en dar con nosotros.
Saqué una pequeña caja que se encontraba abajo de la cama, de está tomé unos pasaportes falsos que había comprado en caso de emergencias cómo estas, también tomé bastante dinero y lo guarde en la mochila.
— ¡Tae! ¡Ven ahora!
Comencé a guardar lo esencial en algunas mochilas pero no podía hacerlo solo, sentía la adrenalina recorrer cada parte de mi ser y sólo desear estar lejos de aquí junto a Tae. Miré como llegó mirándome con esos hermosos ojos, realmente estaba confundido y podía ver algo de miedo en ellos.
— ¿Qué ocurre, Jungkookie...? ¿por qué estas empacando?
— Nos tenemos que ir, ahora mismo — Le entregué una maleta mientras seguía guardando lo esencial, hasta que escuché un "no" de parte de mi lindo castaño. — ¿Qué?
— No me quiero ir, éste es nuestro hogar — Pude escuchar como su voz salió temblorosa y sus ojos comenzaron a cristalizarse.
Fue cómo si la adrenalina abandonara mi cuerpo y ahora lo dominará la tristeza y dolor, mi hermoso chico, realmente se había encariñado con ésto.
— Mi vida — Me acerqué a él acariciando con cariño su mejilla la cual había comenzado a empaparse de lágrimas. — Podemos hacer un nuevo hogar, lo importante es que estemos juntos.
— Pe-pero...me siento feliz y cómodo aquí contigo.
Estaba por contestarle hasta que un destello me cegó levemente, voltee hacía la ventana mirando mi mayor temor, luces rojas y azules. Ya nos habían encontrado.
— Mierda.
Tomé la muñeca de Tae y con tan sólo una mochila en mi hombro, comencé a correr fuera de nuestra habitación, tendríamos que salir por la parte de atrás.
— ¡Ju-jungkook! ¡espera!
No podía esperar, de esto corría nuestras vidas, me negaba a vivir sin él, me negaba a tenerlo lejos, me negaba a la idea de que se lo llevarás lejos de mi, pero para mi mala suerte al abrir la puerta trasera estaba lleno de patrullas, nuevamente cerré esta con la intención de irnos por la principal pero era evidente por las luces, de que había gente también ahí. Mi corazón se llenó de miedo y mis ojos se llenaron de lágrimas.
Ya no había salida.
— ¿Q-qué sucede? — Su voz se escuchaba llena de miedo y las lágrimas saliendo de sus ojos delataban su estado.
Perdón, mi lindo Tae.
Con mi corazón hecho mil pedazos le solté, llevé mi mano hacia la bolsa trasera de mi pantalón, saqué una pistola y lo apunte. Un ligero sollozo salió de mis labios mientras veía su hermosa carita, estaba llena de confusión, tristeza y miedo.
— ¿Qué ha-haces, Jungkookie?
No puedo perderte, Tae, no podía, no soportaba la tan sola idea de tenerlo lejos. Mi mano temblaba, realmente no quería matarlo, no podía, pero tampoco no podía dejarlo que estuviera lejos de mi.
Escuché cómo abrieron la puerta haciendo que mi hermoso castaño temblará de miedo, él realmente estaba confundido, no sabía que pasaba, podía sentir su terror de ver a desconocidos invadir nuestro hogar.
Perdóname, Tae, perdóname por no elegir un buen hogar.
— ¡Bajá la arma, Jungkook!
— De-dejenos ir — Logré decir con mi voz temblorosa, sabía que no lo harían pero tan solo deseaba intentarlo, aferrarme a aquella esperanza.
— ¡Baja el arma!
No podía, no podía matar el brillo de sus ojos pero tampoco podía vivir con el dolor de su ausencia, así que llevé el arma hacia mi cabeza dispuesto a acabar con mi dolor.
— ¡Jungkookie! ¡no me dejes!
Perdóname.
Estaba listo para dejar el mundo pero el sentir cómo unos brazos cálidos me abrazaban me hicieron detenerme, era mi hermoso Tae abrazandome, pude sentir que sólo por segundos éramos nosotros, sólo nosotros. Dejé caer el arma para corresponder su abrazo, ésto sólo me duró menos de cinco segundos, pues sentí cómo los policías nos separaban.
No puedo decir con exactitud paso a paso de lo que pasaba, sólo podía escuchar los llantos de mi hermoso Taehyungie, luchando para acercarse a mi y rogando que no me hicieran nada. Los oficiales me leían mis derechos pero no me interesaba, sólo podía llorar en silencio mirando como se llevaban a mi razón de vivir.
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