#6: Los hermanos Flynn odiamos el instituto.
Yo suelto un suspiro cansado y apoyo mi frente en mis manos, que a su vez están apoyadas en la mesa. No podía irse a otra mesa, ¿no? No, que va, tenía que sentarse en la mesa que está justo detrás de mi. Llamadme loca, pero para mi que ha tenido toda la intención del mundo de ponerse ahí, apropósito. Decido ignorarlo por que no hay ganas de mandarlo a la mierda ahora, en el almuerzo. Muerdo mi bocadillo de atún y mayonesa y cierro los ojos. Está tan rico...
-¿Por qué te compras comida en la cantina si ya llevas tu bocata?
Yo paro de masticar, bajo un poco mi bocadillo y me giro fusilando al gorila con la mirada.
-Porque me da la gana –contesto. Aunque no tengo por qué.
Él me mira un rato serio...y se ríe. ¡Joder! ¿Qué tengo que hacer para que deje de reírse? Matarlo. Eso funcionará. Miro a todos lados. Mierda, hay muchos testigos. Bufo porque el plan homicida que se me ha ocurrido y que sería la gran solución para este problema tamaño gorila no puede llevarse a cabo. Maldita gente. Tienen que estar todos aquí.
Él ha dejado de reírse y me mira fijamente. Sus ojos verdes no dejan los míos, y los míos los muy hijos de su madre no quieren perderlos de vista.
-No, ahora en serio. ¿Por qué? –pregunta con verdadera curiosidad.
Yo bufo y ruedo los ojos y me doy la vuelta para seguir comiendo. No le voy a contestar.
Entonces siento a alguien dándome en el hombro malo y me estremezco. ¿Por qué tenía que ser en ese hombro? Tengo dos, ¿lo sabías? Se ve que si porque ha parado de darme en el hombro. Suspiro con alivio. No voy a tener que decirle que pare. Parece que por fin ha pillado la “indirecta”. Le doy un buen mordisco a mi bocadillo cuando siento golpecitos en el otro hombro. Pongo mi almuerzo en la mesa –encima de una servilleta, claro, a saber que hay en la mesa con todos estos energúmenos por compañeros- y me giro bruscamente.
-¡Qué! –le grito a quien me está dando.
Pero no veo ninguna mano en mi hombro ni ninguna cara mirándome con susto. Nadie. Solo adolescentes aprovechando su recreo para almorzar y hacer tonterías antes de las próximas tres horas interminables. Qué extraño. Miro a mi lado a mis amigos y veo que siguen a lo suyo.
Le toco el hombro a Kyle y se gira.
-¿Has visto quién ha sido? –pregunto en un susurro.
Él pone una mueca.
-¿Quién ha sido qué?
-El que me ha dado en el hombro.
Kyle frunce en ceño y niega con la cabeza, mirando a su alrededor.
-Nop. No tengo ni idea.
Yo agacho la cabeza con un suspiro de rendición. Si no hay testigos que me lo confirmen, no puedo saber si ha sido el gorila. Maldita mierda.
Vuelvo a mi almuerzo dándole vueltas todavía al asunto. Sé perfectamente que ha sido él, y lo voy a descubrir. Cueste lo que cueste.
* * *
Suena el ansiado timbre de salida y suspiro de alivio. ¡Por fin! No creo que pudiera esperar más atrapada aquí dentro, en esta cárcel infernal, rodeada de adolescentes con hormonas revolucionadas y profesores amargados. Estoy harta y solo llevo un día de clase. ¿Qué pasará cuando lleve una maldita semana? Muerte, eso es lo que me pasará. Si no muero antes por depresión. Ok, no, pero puedo morir antes por muchas otras cosas, como por ejemplo dejar que me maten. Sí, me suicidaría por no volver al instituto...bah, dejadlo, tonterías del cansancio. Me recoloco bien la mochila en el hombro y salgo por la puerta principal al fresco exterior. Bendito sea. Miro a todos lados esperando ver a mis amigos cuando lo diviso a él. Sí, a él. Me llevo la mano al entrecejo y me voy masajeando mientras doy un suspiro cansado. Ian Davis no me va a dejar ni en la paz de la calle. Inspiro hondo, levanto la cabeza y miro al frente, inflándome de valor. Ok, Kate, tú solo ignóralo y acabarás con todo esto. Empiezo a caminar hacia la acera. Ignóralo, ignóralo, ignóralo, se convierte en mi mantra durante el camino. Entonces diviso a Kyle y a Amy esperándome debajo de uno de los arbolitos casi sin hojas, que están en todas las aceras, que está a unos metros de las puertas de entrada de la cárcel, perdón, instituto.
Amy me mira y corre hacia mí. ¿Qué le pasará ahora?
-¡Kate! –dice tirándose a por mi cuello.
Yo suelto una risotada.
-Amy, ¿qué mosca te ha picado? –le pregunto, porque en serio que no lo pillo.
Ella me suelta y me mira seria.
-Ven. Vamos a matar a la señorita Miller. Ahora mismo. –me dice tirándome hacia el aparcamiento de profesores.
¿Qué?
-¿Qué? -la miro extrañada–. ¿Qué dices, Amy?
Ella para un momento y me mira fijamente.
-Que la matemos. Que ya no haya más profesora Miller. Que nos deshagamos de su cuerpo. ¿Capichi? –como si se lo estuviera diciendo a un niño de preescolar.
Y yo, como no, me hecho a reír.
Ella se muestra ofendida abriendo la boca en una O, aspirando fuerte para añadirle dramatismo. Sí, amigos. Mi mejor amiga es una reina del drama.
-No te rías de mí, Kate –me suelta y sorbe por la nariz en un intento de dar pena–. Soy la única que lucha por nuestra relación.-Y mira indignada a otro lado.
Yo no puedo parar de reír.
-Amy, deja de dramatizar y decir tonterías. Al final te las vas a creer. –dice riéndose Kyle.
Ella vuelve a poner la cara ofendida y la boca en O y abre exageradamente sus ojos verdes.
Y entonces se hecha a reír sin poder ocultarlo más.
-No sé que hago con vosotros, en serio. ¡No me seguís el maldito juego!
Kyle y yo nos miramos y negamos la cabeza. Esta chica no tiene remedio. Es como una niña.
Ella se cuelga de mi cuello pasándome su brazo por encina de los hombros. Yo me estremezco. Para cuando llegue a casa, mi hombro estará de color púrpura. E hinchado, muy hinchado.
Ella nota mi malestar y me suelta.
-Perdón –dice y yo le asiento. Aparece de nuevo su sonrisa–. Pero, volviendo al tema, debemos hacerle pagar a esa amargada profesora.
Kyle levanta una ceja con diversión.
-¿Por qué?
Ella le fulmina con la mirada. Auch, pobre Kyle.
-Porque la muy desgraciada ha osado separar al dúo inseparable. Y nos ha puesto con gente con la que no queríamos. No podemos permitir que haga eso. ¡Hay límites! –responde frustrada.
Él la mira ofendido colocando una mano sobre su corazón.
-¡Oye! Qué te ha tocado conmigo.
Ella lo mira de arriba abajo y le pone los ojos en blanco.
-Ya, eso me temo.
Y yo me río, porque sus constantes regañinas casi siempre consiguen sacarme fuera de mi mal humor. Como hoy.
-Bueno, hora de irse, ¿no creéis? –les digo.
Ellos dejan de discutir y sonríen.
-Síp. Hora de despedirse, baby. –se despide Amy.
-Adiós, princesita. No hables con desconocidos.
Yo le ruedo los ojos.
-Claro, mami. –él suelta una carcajada y me sonríe. Yo hago igual–. Bueno, me tengo que ir ya, en serio. Mi hermano Adam me está esperando.
Miro hacia donde se supone que debe estar el coche aparcado y allí está mi hermano haciéndome señas para que vaya.
Mis amigos se fijan en lo mismo.
-¿Qué tiene? ¿Un calambre o algo así? –yo me echo a reír por su ocurrencia. Amy me mira–. ¿Es o no?
Yo asiento.
-Sí. Pero bueno, por eso mismo tengo que ir yo, antes de que le dé un auténtico patatús.
Ella ríe conmigo. Yo levanto la mano como despedida y me doy la vuelta andando hacia mi impaciente hermano. La verdad es que sí que parece que le haya dado algo. Se mueve de tal manera que parece que está bailando.
-Ok, ok. Ya te dejamos ir. No te olvides de nosotros, bebé –la oigo decir a mi espalda.
Yo niego con la cabeza sonriendo y me paro frente a mi alterado hermano.
Él para de hacer señas y me frunce el ceño.
Yo hago lo mismo y frunzo el mío.
-¿Ahora que te pasa? –le pregunto.
Abre la puerta del conductor y se mete dentro del coche. Yo me dirijo hacia el otro lado y me subo en el del copiloto. Dejo mi mochila en el suelo a mis pies y al incorporarme le miro directamente a los ojos.
Él suspira.
-Nada, hermanita. Solo que el primer día es una mierda y quiero llegar a casa lo antes posible para volver con mi rutina diaria de cervezas, tele, videojuegos y salidas.
Yo me acomodo mejor en el asiento y suelto un suspiro de cansancio.
-Tranquilo, hermano. Te entiendo bien.
Él se incorpora en su asiento y me mira.
-¿Y a ti que te ha pasado?
Yo le ruedo los ojos y miro por la ventanilla.
-Lo mismo que a ti. Odio el instituto.
Hace un gesto de comprensión, aunque confusa, y pone sus manos en el volante cuando ve que Ámber sube al coche.
Ella coloca su bolsa en el asiento junto a ella y suspira.
-Vaya mierda de instituto.
Los tres suspiramos.
Para que veáis lo que a los hermanos Flynn nos gusta el maldito instituto.
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¡Hola mis amores!
SIENTO MUCHÍSIMO no haber subido antees :S Es que me habían castigado sin el ordenador (mala gente }': ) y no pude escribir, así que por tanto tampoco subir. Peeero como los he convencido a mis padres de que me lo dejen poquito al menos, he conseguido escribir este 6º capítulo *muchedumbre emocionada* Ok, no xD Bueno, está recién salidito del horno, reconoced que he hecho un esfuerzo ENORME por que la inspiración se me quedó corta y me vino ahora, a las 00:23 de la noche. Pero bueno, ella viene cuando quiere y hay que respetarla.
Ahora lo importante: ¡PREGUNTAS! : 1.¿Os gustan también los bocadillos de atún con mayonesa? 2. ¿Os ha gustado el capítulo? (si es así por favor recordad COMENTAR Y VOTAR ^.^) 3. ¡¿Deseáis ya el castigoo?!
Ya sé, ya sé. Sobre el castigo, tranquilas/os, el próximo capítulo es para él *o*. Sí, ¡¡ya el castigo!!
¡Ah! Se me olvidaba, si os ha gustado la historia mucho y queréis que os dedique algún capítulo, decídmelo que yo encantada ;D. Y perdonadme si hay alguna falta de ortografía [no suelo tener, pero el tonto del word me cambia las palabras y hay veces que me equivoco también, no soy perfecta por desgracia :' ( ]. Y digo una cosa nueva: Si queréis que suba el próximo capítulo, los votos deben llegar a 15 por lo menos en este capítulo :( Así me da tiempo a escribir.
Espero que lo hayáis disfrutado y que os guste la historia. ¡Queredme! LOL.
Y siempre recordad: ¡COMENTAR Y VOTAR ES GRATIS, ASÍ QUE HACEDLO! ; P
¡Pay pay!
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