#5: La cafetería.
Me quedo calmada. Demasiado fría. Y de repente me sale el tic en el ojo. Ok, la has cagado, maldito gorila. Me ha llamado su “diversión personal”. ¡Su diversión personal y una mierda! Su diversión personal, dice...¿Quién se cree que es? ¿Gorila-man? Pues no, amigo. NO. Déjame aclararte una cosa: Nunca, y he dicho NUNCA seré tu juguete personal.
Niego con la cabeza.
—Te estas confundiendo de chica, idiota.
Él tuerce la cabeza un poquito y me mira levantando una de sus perfectas cejas y con sus sonrisa derrite chicas haciendo acto de presencia. Como no.
—No—dice lentamente.
—Sí—replico igual.
Él se ríe, y yo frunzo más y más el ceño con cada carcajada suya. Estoy segura que si permanezco un minuto más con el gorila, me pareceré a stripe de los gremlins. Bufo. ¡¿Dejará de reírse de mi alguna vez? En serio, es irritante. Él termina tranquilizándose un poco para mirarme directo a los ojos.
—Hasta esta tarde, Flynn.
Yo ruedo los ojos.
—Eso habrá que verlo.
El me lanza otra de sus sonrisas y se marcha por el pasillo, pero cuando me estoy dando la vuelta oigo su voz amplificada por el eco del pasillo. Suelto un suspiro cansado y pongo mis manos en mi cara.
—Cinco y media, Flynn. ¡No lo olvides!—y su risa de fondo.
Y con eso, se marcha definitivamente de aquí. Yo aliviada, dirijo mi mirada hacia delante, donde se supone que deben estar mis amigos. Pero los malditos no están. ¡Se han ido sin mi! Bufo de nuevo. Sí, bufo mucho últimamente. Mierda. Exasperada me coloco bien mi mochila en mi hombro derecho para no joderme más el dañado y me encamino furiosa y refunfuñando por lo bajo hacia mi próxima clase.
* * * *
Suena la campana que anuncia el gran y deseado descanso para todo estudiante: el recreo.
Suspiro mientras abro el bolsillo de delante de mi mochila negra y cojo mi bocadillo de atún y mayonesa. Te quiero mamá. Sonrío y salgo fuera de la clase y me aseguro de que mis amigos Kyle y Amy estén esperándome. Y en efecto, están en la puerta. Les sonrío y ellos me la devuelven, aunque un poco culpables. Sí, lo hemos hablado en la hora de matemáticas -¡puaj, mates! Las odio- y todo ha quedado aclarado. Ellos iban en su mundo hablando de su trabajo conjunto en historia y me han dejado atrás, olvidado...Bueno, sí. Y eso, que lo hemos arreglado, pero de la bronca no se han librado, eso lo tenían asegurado. Después de eso las clases han transcurrido sin ningún problema, excepto el de que todas las clases excepto Cultura Clásica y Latín. Esas son las únicas clases que no me dan ganas de abrir la ventana y tirarme al vacío. Porque...¿A quién no le gusta una buena historia, como la de Hades y Perséfone? Si, los mitos son perfectos. Cuentan de la cultura griega, romana, egipcia, etc. ¿No es genial? Bueno, a lo que iba. Menos esas clases, todo un aburrimiento por aquí.
Miro a Amy que sigue con cara de culpabilidad y de perrito degollado. Suelto una carcajada y niego con la cabeza.
—Amy, no pasa nada, en serio. Sabes que me enfado muchas veces porque sí.
Ella me mira con el labio inferior hacia fuera, queriendo darme pena. Yo me río todavía más, porque eso es lo que me da siempre esa cara: risa. Nunca dan pena esas caras, por lo menos a mi no. Quien se las trague es demasiado sentimental. Aunque no digo que alguna vez no haya probado yo misma la estrategia con mi madre para que me de más dulces...no es que me haya funcionado. Dichosa cara.
Mi amiga duda un poco pero pronto veo su sonrisa de siempre.
—Vale, Kate. Y ahora...¡cotilleo, cotilleo!—me pone la mano en puño frente a mi boca y me pregunta con tono de presentadora de la tele:— ¿Cómo te fue con Ian Davis?—yo levanto una ceja y aparto su mano con suavidad. Ella resopla—. ¿Qué? Al final con lo de que te hemos dejado atrás, no me has contado nada y estoy ansiosa por más cotilleos. Sobre todo si van sobre el macarra más sexy del instituto y mi mejor amiga—sonríe pícaramente—. Cuenta.
Yo le pongo los ojos y miro hacia arriba. Joder, no quiero rememorar mi mañana con el gorila...
La miro y veo que está esperando ansiosa. Suelto un suspiro de rendición y ella pega un saltito sabiendo lo que ese gesto significa.
—Pues nada. Lo único que ha pasado es que ha demostrado ser más imbécil de lo que pensaba. Ese gorila idiota...
Ella me mira con cara extrañada. Quería chismorreo jugoso, pero aquí no hay nada que ver.
—¿En serio? ¿Ni en la nota? ¿Nada picante?—Yo abro mucho los ojos sorprendida por su mente sucia y le propino un codazo.
—¡Oye! Últimamente te gusta pegar, ¿eh?—dice acariciándose la zona herida—. Bueno. Ahora en serio. ¿Nada por aquí y nada por allá? ¿Ninguna insinuación sobre algo que empieza por S y termina por O?
Yo me tapo la boca con las manos sorprendida y miro a mi mejor amiga de manera diferente. ¿Desde cuando ella insinúa cosas sobre el sexo?
—¡Amy!—le susurro. Ella me mira con la ceja levantada—. ¿Cómo es que dices eso? A ti nunca te ha ido eso de decir cosas sobre sexo y eso.
La veo sonreír.
—Bueno, las cosas cambian. ¿Cómo no voy a preguntarte por eso?
—Pues no preguntándomelo. Me da vergüenza todo eso y lo sabes.
Ahora toca su turno de rodarme los ojos a mi.
—Ok, sí lo sé. Pero ya es hora de cambiar, ¿no? Además, tienes casi dieciocho años ya, Kate, y no sabes nada de todo esto. ¿No crees que es un poco raro?
Yo le frunzo el ceño.
—No. ¿Por qué iba a ser raro?—ella abre los ojos—. ¿Qué? Solo me guardo para el momento correcto. Y punto.
Miro hacia otro lado, pero Amy ya me ha lanzado su sonrisa sabedora aunque tierna.
—Ay, Kate. Si es que debajo de toda esa fachada de tipa dura, eres una dulce chica que sueña con su príncipe azul.
Yo bufo fuerte, para que sepa que me molesta y pare y ando más rápido para alcanzar a Kyle.
—Hola, Kyle.—Le sonrío.
Él me mira y me imita.
—¿Qué tal?—Entonces se percata de la risa de Amy, que está justo detrás mía y que me ha puesto la mano en el hombro derecho. Uff. Menos mal que se ha acordado y no se ha apoyado en el hombro malo.—. ¿Amy, qué pasa?
Ella deja de reír por un momento y le sonríe a nuestro amigo.
—De que por mucho que nuestra buena amiga Katherine se ponga a la defensiva y toda chica dura, es una princesita que sueña con un mundo de caramelos y chocolate por dentro. Y no digamos el príncipe azul.
Yo vuelvo a resoplar. Parece que es lo único que hago. Me tiro el día resoplando, suspirando y bufando. ¡Pero que se le va a hacer!
—¿Eh?—Kyle me mira y sonríe—. Eso ya lo sabía yo. Nuestra cascarrabias Kate en realidad es una niña buena.
Yo gruño y me separo de las risas de mis amigos sacándoles la lengua en una tonta postura infantil, cuando choco con algo duro por ir mirando hacia atrás a mis amigos. Miro hacia arriba.
¡Nooooo! ¿Por qué? ¿No hay más gente en este maldito instituto?
Sus ojos verdes me miran divertidos al saber que soy yo. En serio Dios, no me odies tanto. Vale que no voy a misa ni creo mucho en ti, ¡pero te estoy pidiendo ayuda y me ignoras! No eres un buen Dios, amigo mío. No señor.
—Mira a quien tenemos aquí—dice el gorila—. ¿Es que me echabas de menos, Flynn?
Yo me aparto de su musculoso pecho y paso de él. ¿Para qué discutir? Total, no sirve de nada intentar razonar con un gorila, no te entenderá por muy lento que hables.
Voy hacia la cantina cogiendo a mis amigos del brazo cuando los pillo y me encuentro el comedor como siempre. El gran techo a colores blancos, negros y rojos. Las paredes de la enorme sala son blancas, el suelo es del mismo color y el techo es de un rojo así a lo coral con detallitos negros en las esquinas con el símbolo del instituto High School Bulls, un toro negro con cuernos rojos y ojos blancos. Las mesas son de un bonito y soso color blanco mate, con las patas negras y los estudiantes pueblan sus sillas rojas y blancas. Sí, aquí todo va a conjunto. Arrastro a Amy y a Kyle hacia la cola de la cantina, donde varios adolescentes de distintas edades esperan para ser atendidos, como nosotros ahora.
Después de un rato esperando a que la cola aminore, por fin nos toca y damos un paso hacia donde está la cocinera. Le sonreímos a Glenda como unos niños buenos, porque sabemos que así nos dará más yogurt y menos verdura.
Ella nos devuelve la sonrisa.
—¿Qué tal, niños?
Sonreímos más.
—Perfectamente, Glenda. ¿Y usted?—le pregunto.
Ella amplia su graciosa sonrisa haciendo que le salgan arruguitas donde termina el ojo y que le salgan unos graciosos hoyuelos de abuelita simpática. Y es que es verdad, es una señora muy amable y simpática. La única de las cocineras que vale la pena. Las demás son todas unas amargadas que no merecen ni una mísera sonrisa de nuestra parte.
—Muy bien, cielo. ¿Y vosotros?
Kyle sonríe con la sonrisa tierna de dame más chuchues que pone desde muy pequeño para salirse con la suya. Casi siempre le funciona pero a lo mejor hoy no...
—¡Qué hay, señorita Glenda! La veo hoy más joven, ¿se echa alguna crema o algo?
Ella ríe tontamente y le mira con ojos de abuela.
—¡Ay, que niño más amable!—entonces se acerca a nosotros y nos susurra:— Mirad, os voy a poner un yogurt de macedonia a cada uno, pero shhh—dice poniéndose el dedo índice en los labios arrugaditos—, que no se entere nadie.
Nosotros asentimos entusiasmados y ella nos lanza una amable sonrisa mientras nos pone a cada uno un yogurt de macedonia.
—¡Adiós, señorita Glenda!—le dice Kyle bajito.
—¡Adiós, niños! Llevad mucho cuidado y comeros la verdura.
Nosotros asentimos cortésmente y nos vamos a por una mesa. Vemos que en la que nos solemos poner está vacía y vamos hacia allí con una gran y triunfante sonrisa en nuestros rostros. Cuando llegamos, nos sentamos ellos dos juntos en frente de mi y yo sola. Miro a Kyle fijamente y me río un poco.
—¿Qué?—me pregunta.
Niego con la cabeza.
—En serio, no sé como mierdas lo haces, pero me tienes que decir tu secreto.
Él me sonríe conocedor de lo que quiero decir, y me responde:
—En cuanto tú quieras, voy a tu casa y le hago la cara a tu madre para que te dé más galletas con chocolate y coco.
Yo me hecho hacia delante tirándole los brazos por encima y le doy un beso en la mejilla. Le miro contenta.
—Gracias—digo volviendo a mi sitio.
—De nada—él contesta sonriente.
Y mientras me siento en mi sitio, algo hace que mire hacia mi derecha y me arrepiento de haberlo hecho. El gorila está sentado en la mesa de atrás, justo detrás de mi silla. Y me mira fijamente y serio.
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¡Hola mis amores!
Siento haber tardado tanto en subir, ¡pero os traigo un capítulo recién hecho bien largo! No os quejaréis ¿no? Aviso que si sale más corto, es que en Wattpad las páginas son más largas y por eso parece que son menos, pero en Word son muchas más. Por cada tres páginas son una y media de Wattpad, y eso quieras o no, molesta. ¡Pero bueno! No pasa nada. Aquí está el capítulo, ¿verdad? Pues ya esta ^.^
Siento tardar, en serio, pero es que tengo varios exámenes y aunque me guste más escribir y leer, tengo que estudiar porque si no ¡¡SUSPENPENSO-PENSO!! (No me hagáis caso, es una broma de un video xD). Bueno ;DD...
Aquí van las PREGUNTAS: 1.¿Os ha gustado el capítulo? 2.¿Pensáis que Kyle tiene un don con las señoras? 3.¿Creéis que Kate tiene una princesa dulce en su interior? 4.¿Estáis deseando que llegue el castigo? *¬* (MUAJAJAJJA)
Dejádlo en comentarios, en serio, me encantan y me encanta responderlos, pero ¿os digo un secreto? ADORO los comentarios laaargos! ^.^
Bueno, aquí lo dejo por hoy, no tengo más que decir a parte de que recordéis:
¡COMENTAR Y VOTAR ES GRATIS! ^.^
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