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7. No quiero ser la culpable


Estoy en casa de Nacho y María. En cuanto he salido de clase me he venido a cenar con ellos. Tenía muchas ganas de estar con mi amiga. Estoy ayudándola a hacer lasaña, como le prometí. Nos hemos reído un montón contándonos nuestras cosas. Hacia muchos días que no hablábamos. He estado a punto de contarle lo de Marcos, pero está por ahí Nacho y me da vergüenza. Hoy ha sido un día raro. Cuando Claudia y Marco han llegado a mediodía estaban los dos serios. No me han querido decir que les pasaba. Lo único, que Marco se ha acercado a mi y me ha dicho:

- No te acerques a Álvaro Odriozola, por favor Maya

- ¿Y ese quien es? -le he preguntado porque no tengo ni idea de quien está hablando. Me ha mirado y me ha sonreído

- Mejor. Es un cabrón de compañero. Así que si por casualidad alguien te lo presenta o surge la ocasión de que puedas conocerlo, por favor, no te acerques a él.

- Vale, lo que tú digas - si Marco me lo ha dicho tiene que ser por algo.

En internet he buscado quien es y no me ha gustado nada. Y no es cuestión de físico, es que no me ha dado buena espina. Terminamos de hacer la lasaña y nos vamos al comedor donde está Nacho viendo un partido en la tele. Él también está serio. Me da a mi que es por algo del equipo. 

- Oye Nacho - le pregunto mientras me siento enfrente y cojo un trozo de pan- ¿ha pasado algo está mañana en el entrenamiento?

- No... ¿por? - me dice mientras se revuelve incómodo en el sofá y evita mi mirada

- Pues porque Claudia y Marco han llegado muy serios a mediodía y Marco me ha dicho que no me acerque a un tal Odriozola...

- No sé Maya... yo... No sé nada...

- ¡No sabes mentir Nacho! Venga va, cuéntamelo -le digo señalándolo

- Nacho - le dice María - si sabes algo díselo. Está claro que algo tiene que ver con Maya, por lo poco que sabemos

- Buffffff, sois muy pesadas - dijo Nacho- pero yo no os he dicho nada.

Y empieza a contar todo lo que ha pasado. Desde los comentarios del Odriozola ese hasta la pelea con Marcos y que le han tenido que dar puntos en la ceja. El estómago se me empieza a revolver. Como puede haber gente tan mala. Pensar que alguien pueda creer que Marco y yo ... Es asqueroso.
La cara me ha cambiado porque ya no me apetece cenar. Me siento culpable. Culpable por si con mi actitud, alguien ha podido pensar que yo quiero algo con Marco.
Sin darme cuenta he empezado a agobiarme y las lágrimas empiezan a asomar por mis mejillas.

María se acerca a mi y me abraza. Nacho me mira apenado. Me estoy agobiando un montón ahora mismo. Entre esto y todo lo que llevo detrás, hace que mi confianza decaiga cada vez más.

- Maya, tranquila - me dice mi amiga - no llores por favor, que no merece la pena

- Pero me siento mal. ¿Y si hay gente que piensa eso? ¿Y si Claudia...? Oh, dios mío, Claudia

De pronto me levanto horrorizada y María se asusta. Tengo que irme ya. Tengo que hablar con ella. ¿Qué estará pensando de mi?

- ¿Dónde vas Maya?

- Me voy... yo... lo siento, tengo que hablar con Claudia... - le digo mientras cojo la chaqueta y empiezo a salir por la puerta. Le doy un beso a María para que se tranquilice y bajo las escaleras rápidamente.
Necesito hablar con ella. No puedo estar con esta opresión en el pecho.

Para cuando llego a su casa son ya casi las once de la noche. He tenido que coger 2 autobuses. Los nervios me están matando. Seguramente María estará dormida, así que como no quiero despertarla, le mando un WhatsApp a Claudia que me contesta rápidamente.

Hola, ¿estas despierta?

Si, ¿pasa algo?

¿Me abres? Estoy en la puerta

Un minuto después me abre la cancela y yo cruzó el jardín. Ella está en la puerta esperándome y me mira extrañada. Me deja pasar. Entro dentro y no puedo evitar echarme a llorar.

- Maya, cariño ¿Qué pasa? - me dice mientras me abraza preocupada

- Yo, yo no quiero que... yo... me he enterado de lo que ha pasado en Valdebebas

- Oh, Vaya - me dice mientras se separa y me mira con preocupación.

- Si yo... si yo soy la culpable de que los chicos se peleen porque la gente piense que yo... que yo...

Ni siquiera puedo decirlo. Me pongo a llorar desconsolada. Claudia me lleva hasta el comedor donde está Marco en el sofá. Cuando me ve se levanta preocupado.

- Maya ¿qué te pasa? ¿Porqué lloras cariño? - dice Marco acercándose poco a poco

- Se ha enterado de lo de Odriozola - contesta Claudia mientras yo no dejo de llorar

- Maya - me dice Marco mientras se acerca y me pone los brazos en los hombros

- Yo... - digo como puedo- no quiero que penséis que yo pudiera... pudiera querer algo con Marco... yo... me siento culpable... perdonarme si he hecho o dicho algo que os pueda llegar a pensar que yo soy... soy.. que quiero algo con...

- Maya - me dice Claudia mientras me lleva al sofá y me sienta- nunca hemos pensado eso de ti. Cariño, desde el minuto uno nos dimos cuenta de como eres. No pienses que ni por un segundo pensamos mal de ti.

- Pero yo... me siento culpable de que la gente piense esas cosas de mi. Yo... os quiero mucho... y para mi sois como si fuerais mis hermanos,  y tú, eres mi mejor amiga y eres muy buena conmigo... y sino queréis que vuelva a trabajar con vosotros, lo entenderé...

- ¡Ni se te pase por la cabeza Maya! - me dice Marco mientras se sienta al otro lado y me agarra la mano- eres muy importante para nosotros, eres de la familia y aquí los Asensio cuidamos a los nuestros. Así que déjate de tonterías y no te calientes más la cabeza. Y no te sientas culpablo, porque tú no has hecho nada, ¿te queda claro?

- Lo siento - les digo. Ya no puedo más. Creo que llevo aguantando demasiado todo esto yo sola - que me digáis que soy de vuestra familia es muy importante para mi porque sois lo único que tengo

Y me vuelvo a echar a llorar. Claudia me abraza  y yo me dejo llevar. Llevo meses así y esto ha sido la gota que ha colmado el vaso. No sé cuánto tiempo llevo llorando, pero Claudia no ha dejado de acariciarme el pelo y de susurrarme que me tranquilizara. Me separo de ella y veo que Marco me ha traído un vaso de leche con canela.

- Anda, venga, bébetelo - me dice mientras lo cojo entre mis manos.

- Maya - me dice Claudia mientras me acaricia la mejilla para que la mire- ¿Por qué no vas a Málaga en Navidad?

- Es complicado - le contesto mientras bebo un sorbo de leche. Voy a contárselo todo. Confío en ellos más que en nadie en el mundo.

- Puedes contarnos lo que quieras, ya lo sabes - me dice muy dulce. Asiento y empiezo a contarles.

Tomo aire con fuerza y miro a los dos que no han dejado de preocuparse por mi, desde que entré por esa puerta. Les cuento como en mi madre descubrió que mi padre la engañaba con su secretaría, a la vez que tenía un cáncer terminal. La cara de Marco cuando se lo cuento, es de tristeza. Su madre también murió de cáncer cuando él tenía 15 años y sé que él es  quien más me comprende. 

Mi padre se fue de casa dejándonos a las dos solas para irse a vivir con su amante. La enfermedad de mi madre la tuve que pasar yo sola con ella, pues él, lo único que hacía, era darnos dinero y nada más. Mi madre murió antes de empezar el último año de instituto, y como a mi todavía me faltaba un año para cumplir los 18, tuve que  irme a vivir con mi padre y su nueva familia. Pues la secretaría, tenía una hija, Estela, un mal bicho. 

- Fue el peor año de mi vida -les cuento a los dos mientras termino de beberme la leche- las dos víboras me tenían controlada y le contaban a mi padre todo lo que yo hacía o dejaba de hacer. Y la zorra de su hija consiguió alejarme de mis amigos. No sé que les contaría, pero, poco a poco, los fui perdiendo del todo. Así qué, cuando terminé el instituto, y como tenía dinero ahorrado del verano y de la herencia de mi madre, me vine a Madrid. Ni siquiera se lo dije a mi padre. No sabe ni donde estoy. 

- Joder Maya -me dice Claudia agarrando mi mano- demasiado bien estás para todo lo que has sufrido cariño

- Bueno, a todo se acostumbra una -les admito con resignación. Porque no, no es verdad, una no se acostumbra a que su propio padre la deje de lado y prefiera a su otra familia antes que a ti-  por eso no me voy a Málaga  en Navidad. Estaré en mi casita tranquilamente

- ¡De eso nada! - dice Claudia- tú te vienes aquí en Nochebuena, Navidad, Noche vieja y lo que sea...

- ¡Que no hace falta! Que yo estoy bien. Ya estoy acostumbrada. Si el año pasado ya estuve sola...

- Ya - me dice Marco mientras coge las manos de Claudia y las junta con las mías - pero ya no estás sola enana. Nos tienes a nosotros.

Alzó los ojos y los miro. Y me echo a llorar otra vez, pero está vez de alegría.

Bendita sea la hora en que los conocí.

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