68. Mi hogar son tus brazos
Maya lo mira todo con una gran sonrisa en su cara. No se esperaba todo esto. Me encanta verla así, tan ilusionada. Hace poco que hemos llegado a casa y estoy enseñandole todo lo que Claudia y yo hemos hecho. Es una sorpresa que le hemos preparado.
- ¿Te gusta? -le pregunto algo nervioso- puedes cambiar lo que quieras si no te gusta
- Es perfecto Marcos -me contesta girándose con un maravilloso brillo en sus ojos
- Me encanta el edredón -lo dice mientras pasa sus manos por encima. Es de color azul claro con rayas de tonalidades oscuras, a juego con las cortinas. Encima tiene, varios cojines en tonos azules lisos
- Fue idea de Claudia, ven, te voy a enseñar el armario -la cojo de la mano y abro el armario donde hemos puesto toda su ropa- mira, en la derecha está mi ropa, y en la izquierda la tuya, toda. Los abrigos están en el armario de abajo y los zapatos en el zapatero de debajo de la escalera. Te he guardado los 2 primeros cajones de la cómoda para tu ropa interior y la mesita de la derecha está libre para que pongas lo que quieras.
- Ay, Marcos, me encanta -Maya se acerca a mi y me abraza. Le acaricio el pelo y dejo un beso en su cabeza
- Ven, que no hemos terminado -la cojo de la cintura y la llevo al baño- bueno, tú ya sabes donde está todo, pero el mueble de al lado de la ventana es todo tuyo. Te hemos puesto tus peines, cosas de aseo, maquillaje...y te he comprado un albornoz azul, tú color preferido
Maya me sonríe. Se acerca a mi y me da un beso. No puedo negar que estoy disfrutando mucho con todo esto. Se siente tan bien saber que vamos a vivir juntos y que vamos a formar una familia. Dejamos el baño y salimos fuera del dormitorio, aún hay muchas cosas que tengo que enseñarle. La llevo hasta la habitación donde tengo el ordenador y que me sirve de despacho. La abro y la dejo que entre.
-Mira y aquí -le digo señálándole una estantería que hay junto a la mesa- te he puesto todos tus libros, apuntes...y encima de la mesa tienes tu lapicero. El portátil está ahí encima.
- Marcos esto es increíble...está todo genial, no hay nada que vaya a cambiar de sitio. Es perfecto
- Gracias cariño, pero, he dejado lo mejor para el final... -y la cojo de la mano saliendo del cuarto. La llevo a la habitación que hay enfrente de la nuestra y abro la puerta. La habitación está vacía, no tiene nada, sólo un estor para tapar la ventana- y ésta de aquí, va a ser el cuarto del bebe, lo he dejado vacío para que lo amueblemos juntos...¿que te parece?
- Que te quiero, eso es lo que me parece, que te quiero mucho Marcos -me dice Maya con las lágrimas saltadas
- Ay amor, pero no llores -la abrazo y ella pone su cabeza en mi pecho mientras yo le acaricio el pelo
- Es que soy muy feliz Marcos -me dice separándose y mirándome a los ojos- es que estar aquí contigo me parece un sueño y encima voy a tener un bebe tuyo...yo creo que ya no le puedo pedir más a la vida.
- Tú si que eres mi vida, amor mío y aunque se me vaya la vida en ello voy a intentar que seas feliz todos los días
Me acerco a ella y la beso. Mis labios se mueven con los suyos acariciandolos, su lengua rozando la mía. La apoyo en la pared poniendo mis brazos en su cintura para atraerla más a mí. Maya jadea cuando siente mi ereccion roza su centro. Me besa más apasionadamente y tenemos que separarnos para respirar. La miro y veo sus ojos oscurecidos por el deseo. Pongo mis manos debajo de su culo y la levanto para que me rodee con sus piernas. Camino los pocos metros que separan este dormitorio del nuestro, y cuando llego allí la pongo encima de la cama.
- Marcos - me dice suplicando- tengo muchas ganas de estar contigo. No puedo más, me estas volviendo loca
- Y tú a mi - le digo mientras me voy quitando los pantalones - todas las noches durmiendo en braguitas y poniéndome tu lindo culito encima... eres una tentadora
Maya se muerde el labio superior riéndose. Me acerco a ella y le voy bajando poco a poco los pantalones. Llevo mis manos a sus bragas y se las quito. Rozó con mis dedos su abertura y está muy mojada. Bajo mi boca y la beso en su centro. Maya pone sus manos en mi pelo. Sólo le doy un par de lametones, lo suficientemente para dejarla ansiosa. Me coloco encima de ella, le abro las piernas, y voy entrando poco a poco mientras la siento abrirse para mi. Es una delicia estar dentro de ella. Maya suspira de placer. Coge una de sus manos y las pone en mi mejilla. Sus ojos brillan, su sonrisa ilumina toda su cara mientras me muevo dentro de ella y veo que sonríe con cada embestida. Puedo entrar tan fácilmente porque está muy mojada, y me siento poderoso de pensar que es por mi por lo que está así, tan excitada.
- Amor mío –le digo mientras le susurro en el oído y voy besándole el cuello- me tienes tan loco por ti
- Oh, Marcos...no te pares, que ya no puedo más, que son muchos días sin ti mi vida
- No pienso parar hasta que te corras conmigo
Maya jadea y pega sus labios a mi cuello. Me besa con ardor, sus dientes rozando mi piel. Siento que su interior me aprieta y como sube las piernas. Meto una de mis manos debajo de su culo y se lo levanto para profundizar más en ella. No hay tiempo para más, porque siento como el orgasmo me recorre el cuerpo entero y como ella grita mi nombre mientras se abandona a mí. Me dejo caer a su lado. La beso por toda la cara, la nariz, los ojos, la boca...Maya, me mira y me sonríe. Sus manos me acarician el pelo y yo cierro los ojos disfrutando de sus caricias.
- Bueno amor –me dice- pues ya hemos estrenado el edredón
Y me rio. Me rio porque me hace feliz. Me doy la vuelta y la beso. La abrazo mientras escucho como su corazón se va calmando. Y yo sólo puedo pensar en que esta mujer es lo mejor que me ha pasado en la vida.
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Unos días después
- Vuelve a la cama si quieres Maya –le digo mientras me echo aceite en la tostada. Estamos en la cocina desayunando. Podría desayunar en Valdebebas, pero llevamos unos días haciéndolo juntos y me apetece más.
- No tengo ganas –me contesta ella mientras vuelve a meter su cuchara en el tazón de cereales- oye...es que quería comentarte una cosa
- Dime –la miro y la veo dudar- ¿Qué pasa?
- Pues que he estado pensando y, me gustaría por lo menos examinarme de las asignaturas de este cuatrimestre. Sé que el siguiente va a ser imposible, pero me gustaría terminarlo
- ¿Te ves capaz de hacerlo?
- Si. Por lo menos quiero intentarlo, hasta donde pueda. Además, Marcos, es que no soy de las de estar todo el día sin hacer nada, me aburrooo
- Pues me parece bien, si puedes, hazlo
- ¿En serio? –me pregunta ilusionada
- En serio. Te ayudaré todo lo que pueda, ¿vale?
- Vale. Y bueno...también me gustaría terminar las prácticas, me queda un mes -Maya me mira como esperando que yo le de permiso. Se muerde el labio superior y me mira interrogante
- Maya, mi amor, no tienes que pedirme permiso...tú mejor que nadie sabes hasta donde puedes llegar. Además, estás embarazada, no inválida
- Ay, es que te tengo que querer –me dice acercándose a mí y dándome un beso en la mejilla- te prometo que si veo que no puedo, lo dejo
- De acuerdo. Bueno, ya que estamos, hay otra cosa que quería comentarte
- ¿El que Marcos?
- Pues de la Navidad. Mi madre me ha preguntado que cómo íbamos a hacerlo
- Oh, claro. ¿Qué quieres hacer tú?
- ¿Yo? Bueno, no sé qué quieres tú -le pregunto siendo yo ahora el que está dudoso
- Marcos, amor, dime tú lo que has pensado, ¿vale? lo que tú decidas, estará bien
- Vale. Pues, había pensado que pasáramos la Nochebuena y Navidad con mi familia, y Nochevieja y Reyes con la tuya
- Ay, Marcos. Que yo ya tengo familia para pasar la Navidad -y la veo que una enorme sonrisa se forma en su cara- me parece estupendo
- Y otra cosa...¿aún tienes las entradas para el Parque de Harry Potter? –le pregunto avergonzado. Si ya ha ido merecido me lo tengo, y no se lo voy a reprochar
- Claro que las tengo cariño –me responde acariciándome la mejilla- si no iba contigo no pensaba ir con nadie
- Perfecto, porque el 26 de diciembre por la mañana cogemos un avión y nos vamos a Londres hasta el día 30.¡Feliz Navidad!
Maya suelta un grito que me deja medio sordo. Se pone de pie y se sienta encima de mí abrazándome. Nos miramos y nos besamos. Me separo de ella y con mis dedos recorro su cara.
- ¿Sabes una cosa abejita? No te puedes imaginar lo inmensamente feliz que soy de tenerte aquí. Eres lo primero que veo al despertarme y lo último al acostarme. Te tengo en nuestra cocina, compartiendo el baño, moviéndote por esta casa como si lo hubieras hecho toda la vida... esto es lo que siempre he soñado –le toco su vientre emocionado- y estoy tremendamente orgulloso de que lleves a mi hijo en tu vientre.
- Marcos, mi amor –me dice Maya con lágrimas en los ojos- yo sí que estoy orgullosa de ti, porque me vas a dar la familia que nunca tuve y con la que siempre he soñado
Maya me abraza. Pone su cabeza en mi pecho y yo le acaricio el pelo.
Esto es la felicidad, y lo demás, son tonterías.
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