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58. Cabreada

Dos semanas después

El chico moreno no sabe donde mirar. Creo que está avergonzado. Alza sus ojos y me mira. Este chico es muy mono. Cuando sea mayor va a romper muchos corazones.

- ¿No se lo vas a contar a nadie, verdad Maya?

- Puedes estar tranquilo Mario, todo lo que me cuentes es secreto profesional- le digo para tranquilizarlo

- ¿Como lo has sabido?

- Bueno, intuición... y también que mi compañero de piso es gay y he desarrollado un sexto sentido

- Ya...

- Háblame Mario, algo tienes que pensar... sé que estás enfadado con Dani, pero tienes que respetar su condición sexual

- Si yo no estoy enfadado porque sea gay... no me importa, de verdad. ¿Quien soy yo para juzgarlo? 

- Entonces, ¿porque os lleváis tan mal? Tengo entendido que sois amigos desde que erais pequeños

- Si, entramos juntos en las categorías inferiores -lo miro esperando una respuesta, sé que no tengo que forzarlo, hablará solo- se me declaró

- Oh. Y te ha molestado

- Si...joder, es mi mejor amigo, no esperaba esto de él

- A ver Mario, ¿Si fuera una chica también te habría molestado?

- Pues si...a mi de da igual que sea gay. Pero es mi mejor amigo y al decirme que me quiere, pues...eso...que ya no es lo mismo, y si, no me mires así, si mi mejor amiga me dijera que me quiere también me sentiría mal

- Vale, te entiendo Mario. Pero ahora mismo Dani tiene que estar pensando que lo rechazas porque es gay, ¿no lo has pensado?

- No...yo... -me dice mirándome dubitativo

- Mira, cuanto antes le digas lo que te pasa, mejor. Eres su mejor amigo, en el que más confía, el único que sabe que es gay...y te necesita, y mucho...dile lo que sientes y por lo que estas enfadado porque  te aseguro que para él todo esto también es muy difícil

- De acuerdo. Muchas gracias Maya

- Para lo que necesites Mario, estas puertas siempre estarán abiertas para lo que necesitéis y cuando hables con él, ¿querrás venir a contármelo?

- Ni lo dudes -Mario se levanta y se despide de mi. 

Abre la puerta y se va. Respiro aliviada. Ha sido difícil y me ha costado averiguar qué le pasaba a estos dos, pero creo que al final, van a solucionarlo. Me pongo a ordenar documentos y llaman a la puerta. Voy a abrir y me encuentro a Marcos en el otro lado. Mi corazón da un vuelco cuando lo veo.

Esta tarde han tenido entrenamiento. Esta recién duchado y viene con su pelo mojado. Está tremendamente bueno y más cada día. Lo dejo que pase y cuando cierra la puerta me acorrala en la pared y me da un beso que me deja sin habla. Sus labios chupándome los míos con mucha ansia. Desde que estuvo en mi casa cuidándome, hemos procurado vernos todos los días. Hemos ido al cine, a cenar e incluso me llevó a un encuentro de una peña suya donde conocí a su padre. Esto se empieza a parecer un poco a algo más que amigos.

- Hola preciosa -me dice separándose de mí y acariciando mi mejilla

- Hola. ¿Ya has terminado?

- Sí, ¿y tú?

- Tengo que hacer una cosas y ya está

- Te invito a cenar, si te quedas a dormir en mi casa

- Vale, pero no tengo ropa Marcos, sobre todo ropa interior -últimamente le ha dado por romperme las bragas, que si, que es muy sexy pero no me va a dar el sueldo para bragas

- Ah, eso, toma, te he comprado un regalo -y me da una bolsa que llevaba escondida. Es muy abultada y es de Intimissimi. La abro y está llena de bragas. O sea, de todos los colores, con encaje, sin encaje, aquí puede haber, no sé...

- Marcos, me has comprado bragas

- Si, para ir rompiéndolas

- Eres más tonto -y me acerco a él para besarlo. Me atrae a su cintura y juego con su lengua acariciándola con ardor. Mi móvil suena y nos separamos. Está encima de la mesa. Miro la pantalla confundida- que raro. Es mi prima Andrea...¿que pasara?

- Cógelo

- Hola, ¿Andrea? -le pregunto extrañada

- Si, hola Maya, ¿cómo estas?

- Pues bien...la verdad...¿y tú? -y nos enfrascamos unos minutos en conversación de cortesía. Sin entender yo aún el motivo de su llamada pues llevo mucho tiempo sin hablar con ella y mucho menos verla

- ¿Te estarás preguntando porqué te he llamado?

- Pues sí, la verdad...es que como hace tiempo que no hablamos

-Un año prima, un año. Pero no es culpa tuya por haberte ido, de verdad. Es que yo tampoco te he llamado, y también me he largado

- No te preocupes, no pasa nada...¿que te pasa?

- Escucha, mira yo ya no vivo en Málaga, estoy en Madrid con mi novio. Pero me han contado que tu padre quiere vender la casa de Benalmádena

- ¿Queee? ¡No puede hacer eso! - le grito a Andrea. Esa casa era de mis abuelos y se la regalaron a mi madre

- Lo sé... por eso te llamaba para que estés prevenida por si tienes que consultar con algún abogado.

-¡Joder! ¡Que hijo de puta! No puede venderla, no puede - Marcos me mira y se acerca a mi

- Calmate prima. Es cierto que no puede vender la casa sin tu consentimiento porque tú eres la heredera

- No, no puede. Seguro que todo ha sido idea de la bruja de su mujer y de la otra petarda

- No, no vas muy desencaminada. Mira prima en la medida de lo posible si me voy enterando de algo más te llamo y te lo cuento, ¿vale?

- Te lo agradezco mucho Andrea, de verdad, sé que tiene que ser difícil para ti también porque tu madre no deja de ser la hermana de mi padre

- No te creas que a mí me pasa un poco como a ti, no me llevo nada bien con mi madre y hace mucho tiempo que no sé nada de ella

- Pues si necesitas algo solo tienes que llamarme, aquí estoy para lo que quieras, de hecho yo también vivo en Madrid - y seguimos hablando un poco más, hasta que cuelgo el teléfono furiosa. Cierro mis puños con fuerza y maldigo en silencio al hijo de puta de mi padre. Estoy tan cabreada que no puedo ni conmigo misma.

- Maya, ¿Qué pasa? –me dice Marcos acercándose a mi

- ¡Mi padre! ¡Que quiere vender la casa de Benalmádena! ¡Esa casa no! ¡Jamás!

- Oye, preciosa, tranquilízate vale. Te veo muy alterada

- ¡Pues claro que estoy alterada! –me doy la vuelta y le grito- ¿cómo estarías tú si tu padre quisiera vender la casa donde pasaste tu infancia? ¿Cómo Marcos?

- ¡Vale! ¡Pero no me pegues voces que yo no tengo la culpa! ¿vale?

- ¡Pues lárgate si no quieres escucharme! –le digo acercándome a él y gritándole más todavía

- ¡Conmigo no lo pagues Maya! –me dice Marcos elevando también el tono de voz. Sus ojos se han oscurecidos y yo me estoy cabreando cada vez más.

- ¡Que me dejes! ¡Lárgate y déjame en paz! –le digo dándome la vuelta para que se vaya.

- Pues vale, ahí te quedas niñata

Oohhh. Eso sí que no se lo voy a permitir. Sabe decirme la palabra exacta para enfadarme. Me doy la vuelta y lo miro con furia. No me lo pienso, me voy a por él encendida y Marcos me coge los brazos parándome en seco.

- Suéltame, ¡que me sueltes imbécil! –le digo cabreada, muy cabreada. Como no me suelte no sé de que soy capaz

Marcos me mira y me acerca más a su cuerpo abrazándome. Yo me revuelvo para zafarme de él, pero no me deja. Con mis manos intento apartarlo y arañarle. Mucho me está aguantando Marcos. Pega sus caderas a las mías, y siento su erección en mi abdomen. Me quedo quieta sorprendida, y a la vez excitada, muy excitada. Alzo mi cabeza y él aprovecha para barrer mi boca con un beso para nada suave. Mi lengua sale a recibir la suya y chupo sus labios ansiosa. Llevo mis manos a su cinturón y con mucha prisa se lo quito para desabrocharle después los pantalones. Meto mis manos por dentro de sus calzoncillos para tocarlo. Marcos echa su cabeza hacia atrás disfrutando de mis caricias, que no son nada suaves, porque estoy furiosa y excitada. Él coge mi mano y me para. Le miro confusa. Se ríe. Se da la vuelta y le echa el cerrojo a la puerta. Tampoco es cuestión de que alguien entre y nos vea.

Viena hacia mí y me lleva hacia el sofá. Se sienta en el y se baja el pantalón. Yo me quito los pantalones a la velocidad del rayo. Voy a quitarme las bragas cuando su mano me detiene. Me roza mi centro con sus dedos empapando mis bragas dejándome besos por encima de ellas y con sus manos las rompe.

Una de dos, o Marcos tiene muchas fuerzas, o estas bragas son una mierda. El sonido de la tela rasgándose me pone cardiaca. Y sin más preámbulos, me subo encima de él y me dejo caer encima suya mientras me llena por completo. Pone sus manos en mi culo  para apretarme más. Yo subo y bajo de él sin ningún pudor. Completamente desinhibida.

- Muévete así preciosa –me dice Marcos mientras echa su cabeza hacia atrás disfrutando de mi- ¿cómo de cabreada estás?

- Mucho –le digo respirando con dificultad- muchísimo

- Niñata, que eres una niñata

- Y tú eres gilipollas... -le respondo mientras me muevo más deprisa y lo veo apretar los labios

- Sí, pero te encanta que te folle. Y a mí me encanta estar dentro de ti, me encanta que me mojes entero que me pongas duro con sólo mirarme

- Y te gusta verme cabreada -le digo mordiéndome los labios y echándome hacia atrás para recibirlo más profundo

- Venga pequeña, muévete más deprisa, haz que me corra que estoy deseándolo...págalo conmigo, paga tu cabreo conmigo

- No, no. Jamás Marcos, jamás, contigo nunca...–y me acerco a él y lo beso porque sé que me he pasado un montón con él y no se lo merece.

Me dejo caer encima de él y Marcos me mueve de delante a atrás. Siento venir el orgasmo que estaba aguantando. Me incorporo mientras me corro mirando sus preciosos ojos azules y lo veo que él también se viene conmigo.Me encanta ver su cara cuando lo hace. Es preciosa.  Ya no estoy cabreada, ya no estoy furiosa, como puedo estarlo cuando estoy  así con él. Me derrumbo encima suya y me pongo a llorar desconsolada. Marcos me acaricia el pelo y me susurra que me tranquilice. Que todo va a ir bien. Pasa un rato y me separo.

- Lo siento mucho Marcos. Siento haber pagado mi cabreo contigo

- Pues yo no lo siento preciosa –me dice sonriéndome- ha sido increíble estar contigo

- Para mí también lo ha sido, pero no es justo, de verdad

- Sshh. Ya está abejita, ya paso –Marcos acaricia mi mejilla y me da un tierno beso- ahora nos vamos a levantar de aquí, nos vamos a vestir y nos vamos a cenar por ahí, ¿Qué te parece?

- Pues que eres el mejor, y que... -dios he estado a punto de decirle que lo quiero. Me muerdo la lengua- estoy deseando salir contigo

- Pues venga, vamos, mueve el culo preciosa –y me da un tortazo en el culo mientras yo me hago la indignada.

Nos levantamos del sofá y nos vestimos. Menos mal que no ha aparecido nadie por aquí. Qué vergüenza, por dios. Termino de recoger mis cosas y salimos del despacho. La verdad es que ahora estoy más tranquila, pero eso no quita que pienso llamar a mi padre y decirle cuatro cosas. Se va a enterar.

Mi casa no la va a vender como yo me llamo Maya.

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