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49. Mi corazón no puede más

Salgo del camarote cerrando la puerta. Maya y yo no tenemos nada más que hablar. Apoyo mi cabeza en la pared y suspiro. Que tonto fui al pensar que no pasaría nada si llevaba a Elena. Ha sido un error. Me he dejado llevar, como siempre. La he conocido este verano gracias a unos amigos. Creí que me ayudaría a superar lo de Maya. Elena es una chica muy guapa, y agradable y por un momento me hizo olvidarla. Aunque entre nosotros aún no ha pasado nada. 

Maya mee ha dicho que me odia, y no puedo reprochárselo. No lo he hecho bien con ella y cada vez que intento arreglarlo va a peor. Voy a volver a la fiesta cuando la oigo llorar. Se me parte el alma de escucharla, de que este así por mi culpa.
Podría irme y dejar que llorara, pero no puedo. Abro la puerta lentamente y la veo sentada en el suelo con las manos en su cara. Todo su cuerpo está temblando. Y yo estoy que me muero de verla así. Cierro tras de mi y me acerco a ella.

- Maya, no llores por favor -ella alza su cabeza. Sus ojos están rojos de tanto llorar. 

- ¡Vete! Déjame sola - me dice mientras mira para otro lado

- No puedo, no puedo dejarte aquí llorando - me siento a su lado y trato de tocarla

-No es la primera vez que lo haces, así que, que más da

- Lo siento, siento que estés así por mi culpa

- Vete Marcos, no quiero hablar contigo - sus ojos llorosos me miran. Se me parte el corazón de verla así. No puedo.

- Lo siento, lo siento mucho - le digo mientras la abrazo- por nada del mundo quiero hacerte sufrir Maya

- Mi corazón ya no puede más Marcos, estoy cansada

- Lo sé, lo sé y lo siento, lo siento tanto

Maya se abraza a mi llorando. Mi mano empieza a acariciarle la espalda para que se calme. Le voy susurrando en el oído que este tranquila. Pongo mis manos en su cara y la levanto para que me mire. Tiene los ojos más bonitos que he visto en mi vida. No puedo evitar besar su frente, su mejilla, su nariz. Y en este momento no me importa nadie más que ella. Es lo único que tengo claro en esta vida.

Me acerco y deposito un pequeño beso en sus labios. Vuelvo a mirarla esperando. Si me rechaza, lo tengo merecido. Sus manos llegan hasta mi cuello y me atrae para que vuelva a besarla, esta vez de una manera feroz. Nuestros labios se buscan desesperados. Nuestras manos tocan y acarician la piel del otro.

La tumbo en el suelo y me pongo encima. Esto es pura lujuria por ella. La deseo siempre, en mis sueños y en mis pensamientos. Bajo mi cabeza hasta su pecho y lo mordisqueo a través de la tela del bikini. Maya se retuerce jadeando. Mi erección se clava justo en su centro y ella se frota contra mi ansiosa. Bajo mi mano hasta la braguita del bikini y la muevo a un lado para tocarla. 

- Marcos -su voz en un suspiro a medida que muevo mis dedos en su sexo. Sentir de nuevo su piel me está quitando la poca cordura que tengo

 La beso profundamente mientras me bajo el bañador y cojo mi erecto pene. Ella está lista para mi. Vuelvo a apartar la braguita y entro en ella despacio, pero parece que Maya tiene otros planes, porque tira de mi y me entierro profundamente en su interior.

- ¡Joder Maya!

No dejamos de mirarnos a los ojos mientras le hago el amor. Porque eso es lo que yo le estoy haciendo, piense lo que piense ella. Abre sus piernas y yo me hundo más y más. No puedo dejar de moverme. No quiero que acabe nunca. Maya muerde mi cuello muy suavemente ahogando los gemidos que salen de su garganta. Entro y salgo de ella nublado por el deseo. Deseo puro y duro. No puedo dejar de hacerlo. De moverme. De estar dentro de ella. Me muevo más rápido y ella pronuncia mi nombre sintiendo como me aprieta. Su boca roza mi cuello hasta susurrarme al oído esas palabras que tanto me gustan.

- Me voy a correr Marcos

Maya me mira y sonríe mientras se corre y yo solo puedo hacerlo con ella, dejándome llevar por su pasión. Me dejo caer encima de ella y la miro.

- ¿Estas bien? - le pregunto y mi corazón late muy deprisa porque me está sonriendo.

- Si, estoy bien - y la beso de nuevo. Ella mueve sus labios con los míos acariciándome la espalda. Nos besamos lentamente. Sin prisa. Disfrutando del sabor de la boca del otro.

- ¡Maya! ¿Estas ahí? - la voz de Claudia fuera nos interrumpe

- Si, estoy aquí - contesta Maya mientras me aparta para levantarse- estoy en el baño, ya salgo

- Ah, vale. Es que llevaba un rato sin verte y creí que te pasaba algo

- No, tranquila, estoy bien. Espera que ya voy

Dejo que se levante y me aparto para que pase. Se arregla un poco el bikini antes de salir. Antes de abrir la puerta, se da la vuelta y me mira. Parece que quiere decirme algo, pero se va. Me dejo caer en el suelo y pienso cuando podré hablar con ella de una puta vez.

Salgo del camarote con el corazón a mil. Acabo de hacerlo con Marcos. Y lejos de sentirme bien, estoy mucho peor. Porque pensaba que lo iba a superar, y nada más lejos de la realidad. Cojo aire con fuerza y me doy un pequeño paseo para calmarme. Cuando vuelvo a la popa, donde están todos comiendo, Marcos está sentado al lado de la rubia que no deja de toquetearlo y de susurrarle al oído. Pero, esta vez, a él parece que le molesta por la cara de fastidio que tiene. 

Voy dentro y busco mi móvil. Necesito hacer una llamada y desahogarme porque ya no puedo más. Subo a la proa, donde no hay nadie, para hablar por teléfono. Al tercer tono, Mario me lo coge.

- Hola cuñada, ¿Qué tal todo por ahí? -me pregunta él muy alegre

- Bien, muy bien...

- ¿Maya? - sé porque me llama así, ya sabe lo que pasa

- ¿Si?

- ¡Venga ya tía! Que no llevas ni 4 horas ahí -me dice Mario en tono de reproche

- Joder, ¿Qué quieres que te diga? Soy débil

- Desde luego, no sé qué coño tiene ese tío que mira como acabas siempre con él

- Pues que lo quiero, eso es lo que pasa

- Entonces ¿no quieres que te rescate?

- No, no hace falta, pero necesitaba contártelo

Estoy hablando con Mario casi media hora. Le cuento todo lo que ha pasado y sus buenos consejos me ayudan bastante. Aprovecho y hablo también con "mi prometido" que me confiesa que me ha sido infiel con una chica del pueblo. Si es que me tengo que reír con este Óscar, sobre todo cuando me dice que nuestro amor seguirá intacto. Me despido de ellos y me quedo mirando un rato la calma del mar. Cuando bajo de nuevo a la terraza, me sorprende de ver que el ligue de Marcos ya no está. Me acerco a Claudia y le pregunto.

- Oye, ¿y la rubia oxigenada? - le digo mientras cojo un montadito de lomo. Tengo mucha hambre.

- Han venido a buscarla y se ha largado. Bueno, más bien la ha largado Marcos -me confiesa ella ante mi sorpresa

- Anda, ¿y eso? - no me esperaba esto para nada

- Porque ha visto el chupetón que le has hecho en el cuello y se ha mosqueado...

- ¿Tiene un chupetón? - y me arrepiento de la pregunta porque esa no era la contestación. Claudia me mira y se ríe

- ¡Lo sabía! - me dice hablando bajito- sabía que estaba ahí dentro

- No, si dentro estaba... - le digo mientras me río

- Serás... - me abraza y nos reímos. No nos da tiempo a más porque traen la tarta con las velas. Me pongo a su lado y todos vemos como las sopla con Marco y los niños.

Alzó mis ojos y miro a Marcos. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Sigo enamorada de él, sigo queriéndolo, pero no sé si eso es suficiente para volver a estar con él.

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