42. Necesito un representante y muchos pañuelos
Cuelgo el teléfono y me quedó mirándolo alucinada. No me puedo creer lo que acaba de pasarme. Estoy contenta, sí que lo estoy. Así que me pongo a saltar con los brazos en alto. Intento no gritar para que nadie piense que estoy loca perdida . Empiezo a dar vueltas sobre mi misma de la emoción, y en uno de los giros veo a Marcos a la entrada del pasillo mirándome. Joder, que bueno está. Y yo, como la torpe muchacha que soy, y distraída por sus ojos, intento parar las vueltas, tropiezo y me caigo.
Si es que soy más tonta.
Marcos viene corriendo y se acerca a mi preocupado.
- ¡Maya! -joder, que bien queda mi nombre en sus labios. Y por dios que cara más bonita tiene. Bueno tranquilita, que este es el tío que te dejo hace 3 semanas en tu dormitorio y no quería que lo esperaras- ¿estás bien?
- Sí, estoy bien -le digo mientras intento levantarme, sobre todo para que deje de tocarme o me derrito
- ¿Estás segura? -me pregunta tocándome los hombros. Una descarga eléctrica me atraviesa el cuerpo. Tengo que salir de aquí lo antes posible.
- Si, si lo estoy -me levanto como puedo, pero ahí está él ayudándome a hacerlo
- ¿Se puede saber que estabas haciendo dando vueltas?
- Nada, ¿de pequeño no jugabas a marearte?
- Pues no...
- Pues yo sí, quería ver si era lo mismo de más grande... -Marcos me mira rara, normal, yo también me miraría así. Me zafo de sus brazos y me encamino al comedor. Tengo que hablar con Marco urgentemente.
- Oye, ¿puedes pararte un segundo? -me pregunta. Me giro y lo miro. Error. Sus ojos azules me traspasan y me miran como si fuera pastel de chocolate.
- No, no puedo, tengo que hacer una cosa. Luego hablamos
Y lo dejo en el pasillo literalmente tirado. Bueno, que sepa lo que se siente. Entro de nuevo al comedor de los familiares y diviso a Marco hablando con su padre. Me acerco a ellos muy decidida.
- Marco, necesito hablar contigo un segundo
- Dime -me dice
- Bueno, a solas... -Marco me mira con el ceño fruncido. Nos disculpamos y me lleva hasta la terraza del comedor. No hace nada de frio en París, bueno, es que estamos en Junio
- ¿Qué pasa? - me pregunta preocupado
- Pues...que...bueno...no se lo digas a nadie, ¿vale? pero necesito un representante...
- ¿Quee?
Marco me mira extrañado y le cuento todo. La oferta de trabajo como modelo y que Rebeca me ha dicho que le mandará el contrato a mi representante mañana mismo. Yo le he dicho que de acuerdo que en cuanto localice a mi representante los pongo en contacto. Por eso necesito a Marco.
- ¡Ostras! Qué gran oportunidad enana
- Lo sé
- Y con Mario Casas...
- Si... Un poco fuerte, la verdad. Cuando se lo cuente a Claudia lo va a flipar. Pero antes, necesito un representante
- Tranquila, voy a llamar al mío. Dame el teléfono de la tal Míriam esta y le digo que se pongan en contacto
- Ay, gracias Marco.
Hago lo que él me dice y Marco llama a su representante rápidamente. Lo que más me gusta de todo es que le dice que este favor es para su hermana. En un momento está todo solucionado. Queda en llamarnos en cuanto sepa algo y que estemos tranquilos que podemos contar con él para lo que sea. Terminamos de hablar y lo abrazo agradecida.
- Gracias, gracias, gracias -le digo millones de veces
- De nada enana. Pero acuérdate de tu hermano cuando te hagas famosa
- Primero, sólo va a ser un trabajo esporádico, no voy a dejar la Psicología por un par de fotos... y segundo, de tanto decir que somos hermanos me lo voy a acabar creyendo
- Ah, ¿pero es que no lo tienes asumido? ¿Sabes una cosa? Si pudiera te adoptaba
- ¿Lo dices en serio Marco?
- Totalmente.
Y de pronto lo miro y me pongo a llorar como una tonta. Porque sé que lo que lo dice de corazón. Lo sé.
- Pues sabes que te digo -le digo convencida de mis palabras- que si hay una posibilidad, que lo hagas. Sería un orgullo ser tu hermana de verdad
- Oh Maya -y ahora es él el que está llorando. En ese momento entra Claudia y nos ve.
- ¿Quién se ha muerto? -nos pregunta preocupada mientras se acerca corriendo a nosotros
- Nadie -contesta Marco- peque, ¿tú crees que se puede adoptar a una persona mayor de edad?
- Pues no sé, tendría que preguntarlo, ¿por?
- ¿Qué te parecería que Maya llevara de primer apellido Asensio?
Claudia nos mira confundida. Y de pronto la veo emocionada también. Lágrimas empiezan a surcar su mejilla mientras se acerca a su marido y lo besa para después coger mis manos.
- Sería total y absolutamente perfecto
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Son casi las 2 de la mañana y todavía no he dormido. Y no es por el partido. No creí que verla fuera a afectarme tanto. Hasta mi madre se ha dado cuenta. Cuando la vi en el pasillo dando vueltas tan feliz, una punzada en el corazón me ha hecho darme cuenta de que al final ella está bien, y eso es lo más importante. Su felicidad.
Pero ver de nuevo sus ojos, su sonrisa, tocarla, me ha hecho revivir de nuevo tantas bonitas sensaciones que valen más que la mejor de las terapias.
Visto que no concilio el sueño, me levanto. En el pasillo de la planta de abajo había varias máquinas expendedoras con un montón de chucherías. Y tengo antojo de chocolate. Así que me pongo un pantalón corto y una sudadera, y después de coger la llave, salgo por la puerta.
A estas horas el hotel está desierto, no se escucha nada. Voy hasta, el ascensor y le doy a la planta de abajo. No tarda mucho en llegar. Salgo de el cuando se abren las puertas y giro a la derecha, y al llegar a las máquinas me quedo parado. Maya está aquí también. Está agachada cogiendo algo que sale de la expendedora. Lleva un pantalón corto y una sudadera de capucha. Su pelo recogido en una coleta. Que guapa es madre mía. Se da la vuelta para irse y se queda sorprendida cuando me ve. Creo que la he asustado.
- ¡Joder Marcos! Que susto me has dado - me dice mientras se lleva la mano al corazón y me mira acelerada
- Perdona - le digo acercándome pero manteniendo las distancias - no quería asustarte
- Vale, no te esperaba a estas horas por aquí. No hay ni un cristo
- Es cierto... ¿Donuts? - le pregunto mientras miro el paquete que lleva en las manos
- Ah... si, tengo antojo, ¿y tú? Dejame adivinar. ¿Lacasitos ?
- Si. No podía dormir - me acerco a la máquina y pongo una moneda. Marco el dígito de lo que quiero y espero que caiga. Me giro y ella sigue ahí mirándome.
- ¿Estas nervioso por el partido?
- Entre otras cosas. Pero supongo que si, nos jugamos mucho - cojo la bolsa de chocolate y camino de regreso al ascensor, ella va caminando a mi lado
- Seguro que ganais
- Eso espero
Le doy al botón del ascensor y las puertas se abren. Dejo que ella pase primero para después entrar yo.
- ¿A que piso vas? - le pregunto
- Al 5 - me responde mientras se apoya en una esquina del ascensor. En ningún momento ha dejado de mirarme.
- Bien. Tú te bajas antes, nosotros estamos en la última planta...
Y otra vez silencio. Maya mira su paquete de donut. Sería tan fácil acercarme a ella y besarla. Que es lo que quiero hacer. Mi corazón late nervioso. Las puertas del ascensor se abren y ella camina hasta el. Al pasar, me mira.
- Suerte mañana Marcos
- Gracias. Buenas noches
- Buenas noches y no te comas todo el chocolate esta noche
La miro y sonrío. Las puertas se cierran. Apoyo mi cabeza en la pared y me reprimo mentalmente por no haber hecho algo más. Es la primera vez en 3 semanas que nos vemos y no he sido capaz de hablar con ella.
Y mucho me temo que cuanto más tiempo pase será peor.
Porque la iré perdiendo cada vez más.
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