39. Hazle La Prueba
Me siento como una mierda. Mi vida ha dado un giro de 180 grados. No soy capaz de pensar. En cualquier momento debería reaccionar, pero no puedo. Esto es demasiado para mi. Este sentimiento me es familiar. Lo de sentirme atrapado sin saber que hacer.
Rafaela sigue en mi casa con el niño. Me cuesta decir que es mi hijo. Hemos pasado mucho tiempo solos y me he dado cuenta de que es un chico muy inteligente pero que su madre lo tiene acomplejado. Ella se ha adaptado muy bien a mi casa, demasiado diría yo. Me lanza comentarios insinuantes y yo no sé qué hacer. Cuando la miro me acuerdo de la adolescente que me enamoré, pero también de la que me rompió el corazón, el que tanto me costó recomponer. Y me acuerdo de Maya, de mi niña, de que la he dejado atrás por esta puta locura.
Su sonrisa viene a mi mente y desecho el pensamiento rápidamente. No quiero pensar en ella, porque duele, duele mucho. Sé que he hecho lo mejor para ambos, antes de que todo esto fuera a más, pero no puedo evitar sentirme culpable. Le he preguntado a Marco como está y me ha dicho que sorprendentemente, está bien. Sé que si no fuera así, él ya me habría pegado. No sé qué pensar de esto. Ella es fuerte y está claro que lo está demostrando.
Hoy toca un rato de gimnasio, así que me voy para allá a ver si machacándome un poco me olvido de todo esto. Veo venir a Claudia directa hacia mi. Con cara de pocos amigos.
- Tú, Llorente, ven conmigo - me dice sin darme tiempo a reaccionar. La sigo por el pasillo hasta un despacho. Cierra la puerta y se da la vuelta enfadada- ¡Pero a ti que coño te pasa!
- Tranquila Claudia, mira si es por Maya...
- ¡Es por Maya y por todo! Tú eres tonto. ¿Cómo se te ocurre meter en tu casa a la primera tía que te dice que tiene un hijo tuyo? ¿Es que no piensas?
- Claudia, ese niño tiene 5 años... su madre y yo estábamos juntos cuando
- Mira Marcos, eres mi mejor amigo y porque te quiero te voy a decirte una cosa. Eres gilipollas. Lo primero que tenías que haber hecho es una prueba de ADN a ese niño. Pero ya.
- ¿Se la hizo Marco a María? -le pregunto y al momento me arrepiento. Pero ella tiene mucho que callar también. Claudia me mira furiosa
- Eso ha sido un golpe bajo Llorente, pero no me compares con una tía que viene 5 años después a decirte que tiene un hijo tuyo, se instala en tu casa y hace que rompas con tu novia.
- Lo siento - le digo mientras me llevo las manos a la cabeza
- Y para tu información, le hicimos la prueba de ADN a Maria... pero por temas médicos, así que deberías hacérsela a ese niño... aunque claro, si estás seguro de que es tuyo... - y dicho esto abre la puerta para irse.
- ¿Cómo está? - le pregunto mientras me escuecen los ojos
- Sorprendentemente, está bien
- Me alegro - y lo digo de verdad, lo último que quiero es verla sufrir
- No, no te alegres. Lo que me preocupa de Maya, es que está... demasiado bien...
Claudia se va por el pasillo y me deja peor de lo que estaba. Empiezo a pensar en todo lo que me ha dicho y tal vez tiene razón. Así que mientras voy al gimnasio, cada vez lo tengo más claro. Tengo que hacer un par de llamadas.
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2 horas después estoy de regreso a casa. Dejo el coche en el sótano y apoyo la frente en el volante. No es normal que me sienta incómodo en mi propia casa. Salgo del coche y subo las escaleras, sin pararme a ver donde están Rafaela y el niño. Entro en el baño y encuentro lo que busco. Cojo el cepillo de dientes del crío y con cuidado lo meto en una bolsa. Bajo las escaleras y me tropiezo con ella.
- Ei, gordi - me sigue llamando así a pesar de que no me gusta- ¿Dónde vas?
- He quedado para comer con los compañeros - le contesto sin mirarla casi
- Oh, vaya. Pensé que saldríamos a comer por ahí - y se acerca a mi poniéndome los brazos alrededor del cuello. Le retiro las manos despacio. No me apetece nada que me toque. Recuerdo las palabras de Claudia, y me reprimo mentalmente por ser tan tonto.
- Lo siento, he quedado. No me esperéis –le digo mientras enfilo la puerta
- Oh, vaya, pero Fran se va a quedar muy triste, esperaba que lo llevaras al parque... -y me mira retorciendo los labios. Quiere hacerme sentir culpable, pero llega taaaaan tarde.
- Dile que lo siento, mañana si acaso... -le contesto
- ¿A si va a ser siempre Marcos? –me recrimina ella cogiéndome del brazo y haciendo que me da la vuelta para mirarla. Sigue siendo guapa. Sigue teniendo esos hermosos ojos negros, esa cara aniñada y ese cuerpo de infarto- ¿primero tú y después tu hijo? ¿Para esto hemos venido? ¿Para qué nos dejes de lado?
- Estoy intentándolo, ¿vale? –le digo soltándome de su agarre- esto es difícil para mí, entiéndelo. No puedes venir y soltar una bomba y que todo sea como tú quieres...
- Es por ella, ¿no? ¿vas a verla? Creí que querías que fuéramos una familia, los dos criando juntos a Fran...
- Lo de la familia, has sido tú la que lo has dicho, yo no...aún tenemos muchas cosas de las que hablar, ¿de acuerdo? y no metas a Maya en esto. Ella no tiene nada que ver...
- Pero es tú novia. Tarde o temprano tendrás que decirle...pues ya sabes...que volvemos a estar juntos...
- ¿Quién ha hablado de estar juntos Rafaela? -le pregunto con dureza. Odio que me organicen la vida y he dejado que ella lo haga
- Vamos Marcos –vuelve a acercarse a mí de manera seductora. Echa la cabeza hacia atrás y se moja sus jugosos labios- tú y yo lo sabemos. Somos fuego juntos y ahora que estoy aquí otra vez y que tenemos un hijo...es cuestión de tiempo que volvamos... ¿no crees?
Rafaela pone sus manos en mi cuello y pone sus labios en los míos. Es un beso feroz. Sin darme tiempo a reaccionar mete su lengua en mi boca. Yo la abrazo por la cintura y le correspondo el beso con pasión, la de 5 años sin besarla. Recuerdos de noches en su dormitorio besándonos hasta el amanecer me invaden. Y de pronto, la veo a ella, nuestro primer beso en el pasillo de la casa de Claudia. Sus ojos canela, su dulces labios, su pasión entregada, su sonrisa...y me separo de Rafaela al instante. Ella me mira y sonríe triunfante.
- Ves Marcos. No puedes resistirte a mí, y lo sabes.
La miro y ando hacia la puerta del sótano. Ni me molesto en despedirme. Bajo las escaleras como si me persiguiera el diablo. Furia es lo que tengo. Me meto en el coche y voy rápido hacia mi destino. Cuanto antes sepa que Fran es mi hijo, mejor. Y así podré pensar en todo lo que haré.
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Días después
Me consume la rabia y la furia ahora mismo. ¡Como he podido ser tan imbécil! ¡Cómo! Se han reído de mí. Tengo los resultados de la prueba de ADN en mis manos, y Fran no es mi hijo al 100%. Estoy cabreado, mucho. Está claro que Rafaela ha venido a lo que ha venido. Cada vez lo tengo más claro. Sus preguntas sobre mi casa y mi vida. Esa obsesión por ser una familia. Empiezo a dar vueltas por el parking de Valdebebas para calmarme. Cuando vuelva a casa, tengo que tener muy claro lo que voy a decirle. Tomo aire y cojo mi móvil del bolsillo. Primero sé lo que voy a hacer.
Un rato después estoy sentado en el sofá de casa. En la puerta, todas las cosas de Rafaela y el niño. Cuando llegué, ellos no estaban, así que todo ha sido más fácil. Me da pena Fran, sólo lo siento por él. Pero yo no puedo criar a un niño que no es mío y encima con mentiras. Llaman al timbre de la calle y voy a abrir, cogiendo antes las cosas de Rafaela. Abro la puerta y ahí está ella con las llaves que le di hace unos días en la mano.
- Marcos, algo le pasa a la cerradura, no puedo abrir –me dice mientras intenta entrar a casa y yo se lo impido bloqueándole el paso
- Normal, la he cambiado –le digo muy tranquilo. Cojo sus cosas y se las pongo en la puerta
- ¿Qué significa esto Marcos? ¿Qué pasa?
- Mira Rafaela, yo no sé que habías creído que iba a pasar, bueno, si lo sé...tu padre te echo de casa hace unos meses y tú último novio te dejo abandonada sin un duro, así que pensaste que bueno, que tu amor de juventud ahora era un futbolista famoso y con dinero y que él podría resolverte la vida...
- No sé de lo que estás hablando. Déjame pasar anda, y déjate de tonterías. Tu hijo tiene hambre...
- Ah, eso, mi hijo. Pues resulta que no lo es...
- ¡No digas tonterías Marcos! Claro que es tu hijo...serás desgraciado -su cara refleja furia a la vez que desconcierto por mis palabras. Pero, es cuestión de tiempo que el teatrillo que se ha montado caiga por su propio peso
- No, guapa, desgraciada tú. Le hice la prueba de ADN con su cepillo de dientes, y ¿adivina qué? NO SOY SU PADRE...así que ya puedes estar largándote de mi casa, y búscate a otro que te crea tus mentiras
- Marcos –empieza a hacer como que solloza- ¿Qué va a ser de nosotros? Amor, yo te quiero
- ¿Sabes lo más gracioso? Que no has negado el resultado de la prueba... -le digo mientras ella no sabe a dónde mirar- en la maleta llevas un sobre con algo de dinero para estos días, hasta que encuentres otro tonto...lárgate y no vuelvas más.
Me doy la vuelta y cierro la puerta sin mirar atrás. Me dejo caer y pongo mis manos en mi cabeza. No me siento para nada aliviado, al contrario. Esta sensación la he tenido más veces. El ahogo, los espasmos, los temblores...sé lo que viene, me está dando un ataque de ansiedad.
Por dios, no, otra vez no.
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