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33. El viaje

Estamos ya a finales de marzo y sigue haciendo frio. Mucho frio. Me falta ropa para ponerme. Estoy en la puerta de la Uni esperando a Marcos. Son las 5 de la tarde. Resulta que mañana sábado no puede jugar contra el granada porque le sacaron la quinta tarjeta en el último partido, así que ayer me llamó y me dijo que preparara la maleta que nos íbamos a Vitoria a pasar el fin de semana. Me apetece un montón porque sé que guarda buenos recuerdos de esta ciudad.

Las clases me van bastante bien. Sólo tengo 4 asignaturas y he cogido una optativa. Por darle por saco a Isco, he elegido Introducción a la Psicología Deportiva, y por increíble que parezca, me está gustando mucho. No descarto elegirla como especialidad incluso.

Veo venir a Marcos, aparcar su coche y bajarse. Joder, que guapo está. Como le queda la chaqueta y la camisa. Me ve y yo me muerdo los labios pensando en todas las cosas que le haría ahora mismo. Cosas muy sucias.

Fuera hay un grupito de chicas que empiezan a reir y a cuchichear cuando lo ven. Una de ellas, una rubia bastante descarada, se acerca a él mientras saca pecho. Marcos se queda parado porque le ha bloqueado el paso. Él ni la mira, solo tiene ojos para mi.

- Hola -le dice ella haciéndole morritos- ¿puedo ayudarte?

- No gracias -contesta él - ya veo a mi novia, adiós

Y la esquiva mientras yo sonrío. Me acerco a él y me tiro literalmente a sus brazos.

- ¿Me has echado de menos? -le pregunto a Marcos mientras andamos y la rubia se nos queda mirando fastidiada

- Muchísimo

- Y yo a ti también. Tengo muchas ganas de ir a Vitoria.

- Y yo también tengo muchas ganas, lo que siento mucho es que van a ser muchas horas de coche, hasta las 9 no vamos a llegar, por lo menos

- No te preocupes, será divertido. Y tú tranquilo voy a amenizarte el viaje cantando... -le digo sacándole la lengua y riéndome.

 Hemos llegado a Vitoria casi a las 9 de la noche y directamente nos hemos ido al hotel. El viaje por carretera tampoco ha estado tan mal. Después de insistirle mucho a Marcos, y de ponerme muy pesada, me ha dejado un rato conducir su Audi A4. Ha sido una pasada. Me encanta este coche. Marco tiene también uno igual, pero no me lo deja. Lo entiendo porque este coche es una maravilla, además de que vale una pasta.

El hotel donde nos alojamos está en la parte antigua de Vitoria. Es bastante grande y lujoso. Cuando entramos en el, un botones nos recibe y se encarga de nuestras maletas. Mientras Marcos se encarga de la reserva, yo lo miro todo como si fuera una niña pequeña. No estoy acostumbrada a estos lujos. A pesar de que yo siempre he vivido bien en Málaga, esto ya es lujo en extremo. Le protesté a Marcos por esto, y me dijo que soy la novia de un futbolista del Real Madrid, y que tenía que acostumbrarme porque iba a mimarme todo lo que quisiera. Y después de esto, quien puede quejarse.

Nos llevan hasta nuestra habitación en la última planta del hotel. Es una suite con un amplio salón y una habitación enorme de matrimonio con un baño con ducha y jacuzzi. Una puta pasada vamos.

- ¿Qué te parece preciosa? –me dice Marcos mientras me rodea por la cintura

- Es increíble, todo esto, es precioso Marcos, me encanta –le digo mientras le rodeo su cuello con mis brazos y acerco mis labios para besarlo. Nunca me voy a cansar de besarlo. Es una adicción que tengo por él, por sus tentadores y jugosos labios.

- Me alegro mucho que te guste. Si te parece bien, podemos salir a cenar y así te enseño esta parte de la ciudad de noche

- Me parece estupendo, pero me gustaría estrenar la ducha, ¿te importa?

- No, claro que no. De hecho, creo que yo también voy a ducharme

- Vale –y mientras empiezo a quitarme la ropa me muerdo los labios- y digo yo, que deberíamos hacer algo por el planeta y ducharnos juntos para ahorrar agua, ¿no?

- Me parece una buenísima idea –contesta Marcos mientras empieza a desabrocharse esos vaqueros que le quedan tan apretados.

Nos vamos juntos al baño y empezamos a quitarnos la ropa sin dejar de mirarnos el uno al otro. El deseo que siento por él nunca se me apaga, es más, cuando lo tengo cerca se aviva todavía más. Nos quedamos desnudos y nos metemos en el agua. En unos segundos sólo se escuchan nuestros jadeos y nuestras respiraciones agitadas. Con Marcos siempre tengo la sensación de que cuando nos veamos, no sé el sitio, ni el lugar, pero acabaremos haciendo el amor. Y esa espera de saber cuándo será, es la que hace que sienta mariposas en el estómago .

Nos vestimos y salimos del hotel cogidos de la mano. En la época que estamos hace bastante frio en Vitoria, así que vamos bastante abrigados con nuestros anorak.

Marcos me lleva hasta un bar de tapas del Ensanche, donde solía venir cuando jugaba aquí. Dice que los dueños son un encanto y que les gusta mucho el fútbol. Entramos, y el bar tiene una pinta de tasca que me encanta. No es muy grande. Tiene una barra bastante larga, y unas pocas mesas al final. No hay mucha gente todavía, así que nos dirigimos al fondo del local para sentarnos en la barra. El dueño, que está detrás de ella sirviendo cerveza, se queda estupefacto cuando ve a Marcos.

- ¡No me jodas Bam Bam Llorente! ¿qué haces tú aquí? –le pregunta mientras sale de la barra y se va hasta él para abrazarlo

- Pues que echaba de menos tus pintxos...

- Jajaja, como me alegro de verte tío

- Maya, este es Paco, el dueño de todo esto –me dice Marcos mientras Paco se acerca a mí y me da 2 besos- y esta es mi novia Maya

- Encantado de conocerte. No sabes la suerte que tienes bonita, este tío es la mejor persona que he conocido en la vida, además de un portento de futbolista...

- Lo sé –le digo- Marcos es increíble...

- Venga chicos, ¿Qué os pongo? Que invita la casa, no todos los días está aquí Marcos Llorente

Dejo a Marcos que elija él. Pide vino de la casa y varios pintxos. Tenemos suerte de estar sentados donde estamos, porque el bar se llena, aunque no en exceso. Y lo bueno de todo esto, es que aunque hay gente que ha reconocido a Marcos, ninguno nos molesta.

- Este vino está muy bueno Marcos, se me va a subir enseguida... -le digo mientras siento mis mejillas arder

- Lo sé. Pues estás preciosa con las mejillas coloradas, de hecho es una de las cosas que más me gustó de ti cuando te conocí -me confiesa sonriendo

- Si es que me mirabas tan fijamente, y además, yo sólo podía pensar en lo bueno que estabas

- ¡Qué tonta eres! Oye, ¿te puedo hacer una pregunta? –me dice Marcos poniéndose un poco serio

- Claro

- ¿Algún día tienes pensado volver a Málaga?

Me quedo callada y trago saliva. Dejo mi vaso en la barra y miro a Marcos.

- Para el entierro de mi padre, y aún así, me lo pensaría

Se acerca a mí y hace las cosas que él hace, me abraza muy fuerte y pone un mechón de mi pelo detrás de la oreja.

- Ya no estás sola abejita –me dice Marcos- nunca más. A mí me vas a tener siempre, pase lo que pase. Y tienes a Marco y a Claudia que darían la vida por ti y lo sabes

- Lo sé, pero no puedo evitar sentirme triste –le digo- triste porque mi padre no quiera saber nada de mí, pero oye, allá él, se está perdiendo a su increíble y maravillosa hija

- Esa es la aptitud preciosa. Venga brindemos –dice Marcos mientras me da el vaso- porque pasemos el mejor fin de semana de nuestra vida

- Eso es fácil Marquitos, tú haces que todo sea lo mejor de mi vida

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