20. La Camiseta
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La camiseta de Messi. Marcos le ha pedido la camiseta a Messi, para mi. Yo me lo como. Estoy alucinada, no con la camiseta, que bueno, a ver me ha hecho mucha ilusión, pero más me ha hecho el detalle de Marcos. Cojo mi móvil y le mando un mensaje. No quiero molestarle mucho porque sé que está con su familia.
Gracias por la camiseta. Me ha hecho mucha ilusión. Eres el mejor
Dejo el móvil en el sofá y cojo el mando para ver algo en la tele. Al instante recibo un mensaje.
Me alegro que te haya gustado. Sé lo mucho que la querias
Bueno si, pero he sido bastante pesada. Por eso, muchas gracias
De nada, preciosa
Aunque, si te soy sincera, tu camiseta me hubiera hecho más ilusión, sobre todo porque me has dedicado un gol con ella...
Dios, me partes el corazón
Ja, ja, ja
Tengo que dejarte, luego hablamos
Vale. Pásalo bien
Dejo el teléfono en la mesa y me voy a la cocina a preparar algo de cenar.
Una hora después sigo tumbada en el sofá viendo un maratón de Teen Wolf, me encanta esta serie. De pronto llaman al timbre. Son casi las 12 de la noche y no tengo ni idea quien puede ser. Bueno, a lo mejor es Rubén que se le han olvidado las llaves, otra vez. De todas formas voy a la puerta y miro por la mirilla. En el otro lado veo un repartidor de Glovo y abro extrañada.
- Hola –le digo con la puerta entreabierta
- Hola. ¿Maya Morales?
- Sí, soy yo
- Esto es para usted – el chico abre su mochila, saca una bolsa con un paquete y me la da- que lo disfrute
- Gracias –le digo mientras cierro la puerta
En el paquete no pone quien lo manda. Me voy al comedor y lo abro intrigada. ¿Quien coño me manda algo a las 12 de la noche? Nerviosa, rasgo el papel y me muero. Dentro hay una camiseta. Una camiseta del Madrid. Es la de Marcos. Me ha mandado su camiseta por Glovo. Y yo no puedo más que sonreír. La cojo entre mis manos y me la llevo a la nariz. Huele a él. Puede que este sudada del partido, pero huele a él. Es que es más lindo. He tenido una idea para darle las gracias. Voy a mi dormitorio y me quito toda la ropa, toda. Me quedo desnuda y me pongo su camiseta. Me llega por debajo del culo, lo que pensaba. Cojo mi móvil y me hago una foto. Le mando un mensaje a Marcos.
Tu camiseta es mucho más bonita
Le doy a enviar y espero. En un minuto me contesta
Me alegro que te haya gustado
Le adjunto la foto que me he hecho y le doy a enviar.
¿Te gusta cómo me queda?
Joder, Maya, estás espectacular con ella
Y si te dijera que SOLO llevo puesta tu camiseta
¿No llevas nada debajo?
No
Joder, me estas provocando
Puede. Estoy pensando que voy a dormir con ella...
Eso me gustaría verlo
Bueno, si Glovo ha venido, ¿Qué te impide a ti venir?
Y me salgo del chat nerviosa. Me muerdo el labio. Sé que lo he provocado para que venga. Pero ya no puedo más. Deseo estar con él. Lo deseo. Quiero acostarme con él. Quiero tenerlo en mi cama. Y más que su cumpleaños es en unos minutos. Me quedo en mi cuarto. No sé si vendrá. Pero lo espero. Me tumbo en mi cama y miro la hora. Sólo han pasado 10 minutos. No tengo ni idea de donde iba a cenar con su familia. Lo mismo no puede despedirse de ellos o los he pillado en mitad de algo. Ahora me siento culpable. Me levanto de la cama y voy al baño. Me cepillo los dientes y me peino, por si acaso.
Salgo del baño y voy al comedor. Menos mal que está la calefacción puesta, porque me voy a congelar solo con la camiseta. A veces me dan unos voluntos más raros. Miro el reloj y ya son las 12 y media. Estoy empezando a desilusionarme. Creo que es que no puede venir. Pero no importa. Voy a ir a cambiarme, no tiene sentido que me congele. Estoy dándome la vuelta cuando el timbre de mi puerta suena. El corazón empieza a latirme muy deprisa. Me acerco a la mirilla y ahí está Marcos.
Abro la puerta mordiéndome los labios. Él me mira con los ojos oscuros de deseo. Lo dejo pasar y no me da ni tiempo a reaccionar cuando me acorrala contra la pared y empieza a besarme desesperado. Sus labios ansiosos por mí. Su lengua lamiendo mi labio superior. Un gemido sale de mi garganta mientras el pone sus manos en mi culo y me levanta, mientras yo enrosco mis piernas en su cintura. Me aprieto más contra él sintiendo su erección en mi vientre. Se separa de mí y me mira.
- Mi camiseta te queda muy bien, pero ahora lo que quiero es quitártela, así que ya me estás diciendo donde está tu cuarto y tu cama
- Por el pasillo, primera puerta a la izquierda –le digo tragando saliva
Marcos me da un beso y me lleva en brazos hasta mi cuarto. Abre la puerta y me pone encima de la cama. Se da la vuelta y la cierra. Sin dejar de mirarme, se quita la chaqueta y la tira encima de la silla. Se quita el jersey y yo me quedo embobada mirando su pecho desnudo. Es una visión. Es un dios griego creado para el pecado. No puedo dejar que la lujuria me invada, pensando en todas las cosas que quiero hacerle.
Marcos se desabrocha los pantalones y se los quita, mientras yo no puedo dejar de mirarlo. Todo mi cuerpo lo desea. Se queda en calzoncillos, unos azules oscuros que le hacen un culo que te mueres. Se acerca a mí y me besa. Arrasa con su boca la mía mientras mi lengua lo roza y la atrapa. Estoy tan húmeda ahora mismo. Siento un nudo en el estómago pensando en lo que va a pasar. Casi no tiene ni que tocarme para que esté temblando por él. Su sola presencia es suficiente para calentarme como nunca me han calentado en la vida.
Marcos me tumba en la cama y se pone encima de mí. Su erección clavada en mí. Con una de sus manos me levanta la camiseta y me mira divertido.
- Pues es verdad que no llevabas nada debajo abejita
- No te he mentido
- Bien, vamos a ver que hay por aquí.
Y sin darme tiempo a reaccionar, levanta la camiseta y se mete uno de mis pezones en la boca mientras los succiona lentamente. Yo jadeo del placer que me está dando y cierro las piernas instintivamente. Marcos deja de besármelo para hacer lo mismo con el otro. Yo acaricio su pelo y su cuello, perdida ya en él. Se separa y me ayuda a quitarme la camiseta. Yo aprovecho para acariciarle los hombros, para bajar por su estómago y besar su pecho de camino. Me encanta su musculoso abdomen. Se le marcan las abdominales. Dios, no se puede estar más bueno.
Marcos vuelve a darme un beso de los suyos de los que te deja sin respiración. Pone sus manos debajo de mi culo y me acerca más a su cuerpo, a su excitación. Se separa de mí y se pone de pie. Va hasta sus pantalones y saca del bolsillo un preservativo. Se quita el bóxer mientras yo me apoyo en mis codos y lo miro. Rasga el envoltorio y se lleva la mano a su pene para ponérselo. Se acerca y vuelve a ponerse encima de mí. Yo le agarro de los hombros para abrazarlo. Los ojos de Marcos son de puro deseo.
- No sabes las ganas que tengo de hacerte el amor Maya
- Y yo también, te deseo, muchísimo
Marcos me besa y se acomoda encima de mí apoyando sus brazos a ambos lados de la cabeza. Me da tiernos besos en la cara y yo abro mis piernas invitándolo. No necesita más. Lleva la punta de su pene a mi entrada y poco a poco se introduce dentro de mí. Yo dejo soltar un jadeo que me sorprende a mí misma. Marcos me mira con los ojos brillantes. Baja su boca hasta mi cuello y me besa mientras yo pongo mis manos en su espalda y lo acaricio. Él empieza a moverse dentro de mí y yo estoy que me muero. Estoy muy resbaladiza y se nota, porque entra y sale de mi interior con mucha facilidad. Marcos está siendo muy tierno. Aparta su cara de mi cuello y me mira, me mira de una manera que me hace sentir la única persona de su mundo. Poco a poco empieza a ir más rápido y yo lo recibo gustosa. Arqueo mis caderas más arriba porque estoy sintiendo que voy a correrme.
- Marcos –le digo suplicando
- Lo sé abejita. Hazlo. Córrete para mi, por favor, córrete, no pienso parar
Y me dejo llevar por su voz. Mi cuerpo se arquea con la explosión de sensaciones que me inunda toda. Grito su nombre y tengo el orgasmo más increíble de mi vida. Respiro alterada y lo miro. Marcos me besa de nuevo y con una de sus manos levanta mi muslo y entra más profundo en mí. Por increíble que parezca, no he tenido suficiente de él, quiero más. Más de él. El ritmo va aumentando y puedo sentir mis caderas contra las suyas. Nuestras respiraciones entrecortadas. Le clavo las uñas a Marcos en la espalda, porque lo que me está haciendo no tiene nombre. Es una puta locura estar con él.
Marcos me mira y se acerca a mi cuello. Me besa y miles de escalofríos me recorren. Pone su boca en mi oreja y me susurra que me corra con él. Y sus deseos son órdenes para mí. Nos miramos a los ojos mientras lo veo tensarse y eso hace que mi cuerpo vibre por el orgasmo que me viene de nuevo. Grito su nombre y abro mis piernas mientras Marcos se corre también mientras me besa el cuello desesperado. Se deja caer encima de mí y yo respiro alterada. Marcos levanta su cabeza y me mira.
- ¿Estas bien? –me dice con esos ojos tan preciosos
- De maravilla...dios, ha sido increíble
- También lo ha sido para mí abejita –y vuelve a besarme otra vez. Se levanta de encima de mí con mucho cuidado
- Ay Dios, Marcos
- ¿Qué preciosa?
- Feliz cumpleaños –le digo cogiéndole la cara y dándole un dulce beso en los labios
- Desde luego que lo he empezado feliz
Y yo sonrío como una tonta. Después de esto estoy más perdida. Estoy tan enamorada de él que solo pido que por favor, por favor, él sienta lo mismo que yo.
Porque si no, vamos a tener un problema.
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