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10. El Paseo

Me lo he pasado muy bien en la cena. Todo lo nerviosa que estaba por estar con Marcos, se me ha pasado en cuando hemos empezado a hablar. Es un chico muy inteligente y puedes hablar de cualquier cosa con él. Me ha preguntado por la carrera y se le veía realmente interesado. También hemos hablado de fútbol, algo que le apasiona. La comida ha ayudado mucho. Todo estaba buenísimo. Ni siquiera me ha dejado pagar, así que le he dicho que lo invitaba al postre, pero que tenía que ser cerca de mi casa. Voy a llevarlo a mi sitio preferido.

Marcos ha aparcado el coche cerca de donde vivo y vamos dando un paseo. Casi no puedo creerme que este aquí conmigo. Está noche no la voy a olvidar en la vida. Lo miro disimuladamente y un escalofrío me recorre el cuerpo. 

- ¿Tienes frio Maya? -me pregunta mientras me mira con esa intensidad en su mirada que a veces me deja sin respiración

- Un poco sólo. Todavía no me acostumbro al clima de Madrid -le digo mientras tirito

- Anda, toma, ponte mi chaqueta -me dice mientras se la quita y se pone delante de mí para que me la ponga. Dios, es que encima está preocupado por mi. 

- No hace falta Marcos, de verdad. Te vas a quedar tú helado.

- Tranquila, voy bien abrigado -me dice mirándome a los ojos. Me muero, de verdad que me muero. Le miro a los labios porque desearía besárselos. Tiene labios besables.

- Gracias. Mira, ya hemos llegado -le digo mientras me apretujo en su chaqueta. Huele tan bien a él. Y está tan calentita.

Estamos en la puerta de "el jardín secreto". Me encanta este sitio. Tiene mucha magia y suelo venir a tomarme un café tranquilamente mientras leo algún libro o simplemente para pensar. Entramos y saludo a Jorge, uno de los camareros. Tuvo un rollo con Rubén al principio de mudarme con él, y aunque no salió bien, han quedado como amigos. Voy y le pido una mesa más apartada. Marcos no deja de ser quien es, y no creo que le apetezca que la gente lo esté mirando.

Jorge nos sienta al fondo de uno de los salones. Es una mesa que tiene dos sillas tapizadas en rojo muy bonitas . Miles de lucecitas de baja intensidad nos rodean. La música es suave. Es el ambiente perfecto. Y más si vienes acompañada. Y más si es con Marcos.

- Este sitio es muy bonito -me dice Marcos mirándolo todo

- Me alegro que te guste. Suelo venir a desayunar o a merendar de vez en cuando. Queda muy cerca de casa y el camarero es amigo de Rubén...

- ¿De Rubén? -me pregunta frunciendo el ceño

- Si...mi compañero de piso

- No sabía que tenías compañero de piso.

- Si, llevamos un año viviendo juntos. Lo conocí a través de un anuncio que había puesto buscando compañero de piso. Es de Ávila y nos llevamos muy bien.

- Bueno Maya, tú es que te llevas bien con todo el mundo

- Si, es verdad. Es que soy muy sociable...bueno, ¿Qué te apetece?

- Buff, no sé, hay tantas cosas ricas... - empezando por él, claro- aconséjame

- Hummm, veamos, ¿te gusta el chocolate?

- Me encanta

- Vale, pues pedimos algo y compartimos

- Desde que te conozco siempre acabamos compartiendo la comida -me dice sonriéndome. Dios mi cuerpo también lo compartiría con él ahora mismo.

Jorge viene y le pido un amor al primer mordisco (coulant de chocolate) y una tarta de chocolate blanco. Para beber Marcos se ha pedido un té de mora y yo un batido de fresa. Nos lo traen súper-rápido, ventajas de tener enchufe con el encargado.

- Amor al primer mordisco -dice Marcos pinchando su tenedor en el postre. Se lo lleva a los labios y sonríe - ¡joder que bueno está esto!

- Sabía que te gustaría -le digo mientras me rio. Me gustaría ser chocolate ahora mismo. Porque lo estoy viendo relamerse los labios y una punzada de deseo me recorre el cuerpo

- El nombre es curioso. Si lo piensas, como se puede sentir amor por alguien que me muerde, seguro que me duele - dice frunciendo los labios. Joder, es que le comía la boca ahora mismo. Tiene que saber a gloria y a chocolate.

- Depende de quién te dé el mordisco y donde -le digo sigiéndole el juego, mientras pruebo la tarta de queso y lo miro riéndome

- Si, es cierto. Supongo que sería un mordisquito tiernecito de amor

- Jajaja -me rio. Mordiscos es lo que yo le tiraría, pero no tiernecitos- si, lo que pasa, que al final los mordiscos como el amor, duele. Porque el amor tarde o temprano duele...

- Si, lo sé... -me dice mientras se pone serio y sigue comiendo en silencio. Pasan unos segundos y sigue sin mirarme

- Oh, vaya, lo siento si he dicho algo que te haya molestado -le digo. Él levanta su cabeza y me mira con sus transparentes ojos azules

- No pasa nada Maya, todos tenemos nuestros fantasmas, ¿no?

- Sí, pero ¿sabes qué? Son sólo fantasmas. Y los vivos somos nosotros. Así que disfrutemos de estos maravillosos y estupendos postres que ya sabes lo que dicen del chocolate

- ...que sustituye al sexo... -me quedo mirando a Marcos mientras él se ríe. Esto no me lo esperaba.

- Bueno, algo así -digo nerviosa

- Pues entonces, paso de chocolate

Lo miro y me rio. Se ha cruzado de brazos y luce morritos. Dios, es que es adorable, de verdad. Lo que estuviera pensando y poniéndose triste , ya se le ha pasado, y me encanta.

- No era eso lo que iba a decir Marcos

- Pero es verdad lo que dicen -Marcos prueba ahora la tarta de queso. Me encanta verlo comer. Bueno, es que me encanta todo de él.

- Sí, pero además es afrodisiaco, y levanta el estado de ánimo

- ¡Dios Maya! Beber no hemos bebido esta noche, pero nos estamos poniendo de afrodisiacos ¿esto no dará positivo en el antidoping?

- Jajaja, noooo, pero ¿a qué te sientes mejor?

- Si, es verdad. Estos postres están muy buenos. Yo creo que es culpa de la compañía.

Lo miro y me sonrojo. Él me sonríe mientras seguimos comiendo. Seguimos hablando de películas y de series. Los temas salen con facilidad. Coincidimos en muchas cosas. Y acabamos hablando de Harry Potter. Le digo que me recuerda físicamente a Draco Malfoy. Pero lo que no le digo es que tengo un crush tremendo por él, por Draco. Y que me pone mucho el de Slytherin. Casi tanto como él.

Y cuando me doy cuenta, son ya las 2 y media de la mañana. Se me ha pasado la noche volando con él. Estoy tan cómoda. Decidimos irnos y voy a pagar. Casi nos peleamos, porque él quería pagar, pero le recuerdo que yo lo iba a invitar. Le doy dos besos a Jorge y nos vamos. La noche ha refrescado más todavía, así que aprieto la chaqueta de Marcos.

Caminamos en silencio hasta mi casa. Marcos pasa su brazo por mis hombros y me acerca más a él. Creo que ha notado que tengo más frio. Se siente muy bien estar cerca suya. No sé cómo no nota lo rápido que late mi corazón. En estos momentos puede pararse el mundo y el tiempo, que yo estoy en el cielo.

Llegamos a mi portal y saco las llaves. Si fuera valiente y no tuviera tanto miedo de que me rechazara, lo invitaría a subir. Pero, no quiero darle una sensación equivocada. Marcos me gusta mucho y no quiero ser un polvo fácil. Me gustaría ser algo más, pero creo que es difícil. Sólo hay que fijarse en él, es la perfección en persona, y yo, bueno, yo sólo soy una chica corriente, no soy una de esas super-modelo que van colgadas de los brazos de los futbolistas. Así que, no creo que le guste. Por lo menos no de esa manera. Yo sólo soy la niñera de los hijos de sus amigos.

- Muchas gracias por la cena Marcos, me lo he pasado muy bien - le digo con total sinceridad y algo triste

- Yo también me lo he pasado muy bien, de hecho hacía mucho tiempo que no estaba tan a gusto con alguien

- ¡Que le vamos a hacer si soy divina! -le digo levantando mis manos y haciendo una mueca.

- Eres más que eso Maya -me dice mirándome serio. Joder, ahora sí que me muero. Si me acerco a él lo voy a besar, lo sé. Pero es Marcos el que se acerca a mi muy despacio, y deposita un suave beso en mi mejilla - buenas noches abejita

- Buenas noches -le digo mientras lo miro irse - Marcos

- Dime

- Si fueras otro te mandaría a tomar por culo por llamarme abeja

- Te he llamado abejita -me dice riéndose

- Por eso, y porque eres tú. Buenas noches -y sin más me doy la vuelta y entro en mi portal. Le digo adiós con la mano y me dirijo hasta el ascensor. Cuando entro me apoyo en la pared y sonrío.
Definitivamente, sí, quiero que sea el padre de mis hijos.

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