[ 7 ]
Para Spreen, esa noche en dónde ambos bebieron y charlaron en completa confianza iba a ser la primera y última.
O eso se suponía.
Pero lo que el Manager no se imaginaba es que eso se iba a volver un indispensable ritual a seguir cada vez que terminaba el día y debía llevar al menor a su apartamento.
Spreen intentaba negarse pero siempre terminaba cediendo ante Roier, y esto sería raro si no hubiera un contexto detrás de eso.
Con cada noche que pasaba, parecía que Spreen desbloqueaba algo nuevo de Roier... Y quisiera que fueran cosas buenas pero no era así.
Hasta ahora lo único que sabía era que Roier no tenía más amigos además de Aldo y Mariana los cuales también eran sus primos, solo estaba rodeado de su familia. Roier no podía tener hobbys fuera de su departamento (aunque eso era más que obvio) y sus anteriores Manager habían sido un asco con él.
Roier le confesó las incontables veces que algún Manager se propasó con él, se obsesionaron con su persona y hasta llegaron al punto de esconder cámaras en su hogar con tal de invadir la privacidad del actor.
Y al saber eso, Spreen no podía evitar sentirse un poco culpable al no querer entablar una amistad con el chico y por eso terminaba aceptando las invitaciones por lástima.
Aunque al final no la pasaba tan mal.
— Ok, hemos llegado.
Hoy era un día diferente ya que ambos chicos estuvieron de un lado a otro. Roier tenía que grabar una escena por aquí, luego por allá, maquillaje por aquí, entrevistas por acá, etc.
Había sido totalmente agotador así que a Spreen no le sorprendía que el joven chico estuviera totalmente dormido en el asiento trasero.
A él también le encantaría estar durmiendo.
— Roier... Roier despierta...
El Manager comenzó a sacudir levemente el cuerpo del Actor con el fin de despertarlo, y unos minutos después lo logró.
— ¿Ya llegamos?
Murmuró adormilado el castaño. Lo cual, aunque no quisiera, enterneció al mayor.
Éste llevó su mano al cabello ajeno y lo sacudió para terminar de desperezarlo.
— Sí, ya es hora. Ponete el abrigo.
Indicó señalando la prenda. Roier no sé quejó y simplemente tomó el abrigo para colocarselo.
Ese día también era diferente porque extrañamente había más personas en la zona trasera del Edificio. Eso era peligroso pero a Spreen no le preocupaba, sabía que no lo reconocerían.
En cambio, Roier cuando finalmente dejo el sueño atrás y observó la cantidad de personas fuera del auto, tuvo un mal presentimiento.
Sin embargo, pasaron entre los fanáticos sin problema alguno. Quizás habían llamado la atención de algunas miradas pero el punto era que a nadie le importaba Spreen y su amigo "el chico chaqueta". O bueno, eso es lo que creían.
Cuando llegaron a la puerta trasera del Edificio, el Manager intentó abrirla con su mano libre pero la misma no cedió.
— Mm... Está trabada. —Spreen soltó el cuerpo del actor para intentar empujar con ambas manos pero no sé pudo.— Voy a ir a llamar a los de seguridad. Esperame acá.
El chico se volteó dispuesto a acercarse a los dos policías en una cabina a unos metros suyo pero Roier lo detuvo.
El joven sostenía a Spreen por el borde de su camiseta así que el mayor giró para ver qué sucedía, encontrándose con esos ojos marrones llenos de preocupación.
— No sé si sea buena idea.
Susurró Roier sin intenciones de soltar a su Manager.
El menor realmente se veía asustado pero Spreen estaba muy confiado en que no los descubrirían. Demasiado quizás.
— Tranquilo, solo será un minuto.
Intentó calmarlo mientras mantenía el contacto visual con él.
Roier no estaba muy convencido pero igualmente decidió confiar en su Manager. Así que lo soltó.
Spreen al ver eso, retomó su camino hacia los dos hombres de seguridad bajo la atenta mirada de la Estrella.
Lo que le dijo a Roier era verdad, no pensaba tardar mucho, solo pediría ayuda para abrir la puerta y ya.
A Roier no le pasaría nada por estar solo un minuto.
Oh, y quisiera que hubiese sido así.
— Disculpa, ¿Tú vives aquí?
Una voz femenina se escuchó al costado de Roier y éste, aún con su rostro oculto por la gorra y la mitad del cuello del abrigo se volteó a verla por un segundo para luego ignorarla.
Era una fan.
La chica se sintió confundida por lo descortés de esa acción así que volvió a intentar hablar con el joven ya que algo se le hacía familiar...
— Ey, ¿Me escuchas? Te acabo de preguntar si vives aquí.
Roier se puso tenso ante la insistencia de la joven y miro atentamente hacia donde se había ido Spreen, el cual se encontraba de espaldas hablando con dos hombres. Roier esperaba que éste mágicamente volteara a verlo para evitar una escena.
Quizás debería ir con él...
Roier dió un paso pero fue detenido por un agarre en su brazo.
— ¡Oye, te estoy hablando! Eres muy descortés.
— Mm lo siento.
Respondió Roier intentando hacer su voz más gruesa para evitar que la chica lo reconociera. Pero no funcionó.
Cuando la chica escuchó su voz, su mirada de enojó cambio a una de sospecha y curiosidad.
— Yo te conozco...
Murmuró la joven provocando que Roier se pusiera nervioso. E inesperadamente la fan elevó su mano para quitarle la gorra al actor sin que se lo esperara.
En ese mismo momento, Spreen había terminado de hablar con ambos hombres para volver su vista a dónde el chico que cuidaba se encontraba.
Entonces presenció el momento exacto cuando la chica dejó caer la gorra al suelo, observando el rostro de Roier con total sorpresa y emoción.
Mierda.
Se apresuró para llegar a dónde Roier estaba pero ya era muy tarde.
Lo último que vio antes de que cientos de fanáticos rodearan al actor fue su rostro de completo terror.
— ¡Roier!
Exclamó cuando las personas formaron un tumulto de gritos.
Roier solo sentía como lo tironeaban y empujaban de un lado a otro, como los gritos hacían doler sus oídos y hasta pudo reconocer algunas manos que se aventureaban por su cuerpo sin ningún tipo de vergüenza.
— ¡Spreen!
Intentó llamar al mayor sin éxito. Roier se estaba sofocando ahí y solo quería que su nuevo "amigo" lo rescatara.
Cuando Spreen escuchó el llamado entre tantas personas, no dudo un segundo en entrometerse en el tumulto de gente, empujando a algunos fanáticos para poder llegar hacia el actor.
Mierda Si algo le pasaba a Roier no solo perdería su trabajo. También se sentiría demasiado culpable por ello.
— ¡Abran paso!
Exclamó aún intentando adentrarse en el grupo de fanáticos pero no podía. Por más que fuera un adulto bastante fuerte y bien ejercitado, no podía hacerlo. Ese grupo de fans era más grande que el que se había formado aquel día en la cafetería.
Había descuidado a Roier y ahora todo era su culpa.
~ • ~
— Perdón. Todo fue mi culpa. —Spreen se encontraba caminando de un lado a otro en la sala mientras hablaba por teléfono con Mariana.— Tuve que haberme quedado con él, no pensé que las personas enloquecerian tan rápido.
Spreen tardo unos cuantos minutos en rescatar a Roier de los fanáticos y fue con ayuda de los trabajadores de seguridad. Los cuales luego los escoltaron hasta el departamento del actor.
— Está bien, Spreen. Tranquilo. Lo mejor que puedes hacer ahora es quedarte con él. —Indicó el primo de Roier.— Podemos hablar del incidente luego. ¿Roier está bien? ¿Salió herido?
— No, por suerte no, él está bien. Se está duchando ahora mismo.
Físicamente Roier se veía bien luego de salir de entre la multitud. Bueno, más o menos. Su cabello estaba revuelto, su ropa arrugada y algo sucia.
Pero a Spreen le bastó solo un vistazo a su mirada para saber que el chico la había pasado muy mal.
Era un Manager de mierda.
— Ok, eso es bueno. Pero tranquilo, no es como que esto no haya sucedido antes. Aunque estoy seguro de que ahora debe estar un poco agobiado. —Mariana intentó quitarle la culpa de encima los hombros al joven chico pero fue en vano.— Así que cuida bien de él por esta noche. ¿Sí?
La idea de quedarse a dormir en ese departamento no le gustaba mucho a Spreen, pero quizás podría quedarse más tiempo que otros días con tal de redimirse.
— Sí, lo haré.
— Perfecto entonces, buenas noches Spreen.
El Manager le devolvió el saludo, sin antes agradecerle y terminó la llamada.
Aún podía escuchar el agua corriendo en el cuarto de baño así que suponía que Roier no había terminado.
Y con eso en mente, Spreen pensó que quizás sería buena idea hacer algo por él solo por ésta noche.
Se lo debía.
Así que tomó la llave del departamento y salió del lugar a paso rápido.
~ • ~
Minutos después Roier ya estaba saliendo del baño mientras se secaba el cabello con una pequeña toalla pero tal fue su sorpresa cuando vió la sala vacía, excepto por el celular de su Manager en la mesa delante del sofá.
¿Se lo había olvidado?
No, era imposible.
Pero entonces ¿Dónde se había ido?
Roier no tuvo tiempo para pensar en una respuesta correcta ya que el mayor apareció en la puerta principal con una bolsa de compras.
El actor iba a preguntar a dónde había ido pero Spreen fue más rápido.
— Hola de nuevo... —Saludó el más alto mientras pasaba por su lado para dejar la bolsa en la mesa.— Pensé que sería correcto que ésta vez todo pasara por mi cuenta.
— ¿De que hablas?
El actor lo observó confundido pero Spreen no le dió tanta importancia y comenzó a sacar las cosas de la bolsa. Empezando por varias latas de cerveza.
— Siempre sos vos el que compra las cervezas así que ésta vez es mi turno.
Ah claro, Spreen se refería a esas noches en las cuales le rogaba al chico para que se quede unos minutos más a beber.
Pero ésta noche ni siquiera se lo había pedido. ¿Acaso él lo estaba haciendo por sí mismo?
Fue inevitable para Roier que una pequeña sonrisa se formara en sus labios al saber esa información.
— Ah y tambien traje chocolates. Yo no soy muy fanático de lo dulce pero creo que vos sí así que... Bueno, los compré. —Informó su Manager mientras sacaba también algunas barras de chocolate de diferentes marcas.— Y para mí traje uno de mis favoritos...
Spreen levantó una pequeña bolsa roja para mostrarsela al menor.
Eran Doritos.
— No me gusta compartirlos pero voy a hacer una excepción con vos.
Roier rió por las palabras del Argentino ya que sonaba como un niño caprichoso. Pero algo que le sorprendía más que nada es que nunca había escuchado a Spreen hablar tanto como en ese momento.
Pues la mayoría de las veces el que iniciaba las conversaciones era el actor mientras que su Manager solo se quedaba en silencio, escuchándolo atentamente y a veces soltando una que otra risa por las ocurrencias del Mexicano.
Roier estaba ganándose la confianza de Spreen y no podía estar más feliz por ello.
— ¿Por qué estás haciendo todo esto?
Preguntó Roier, acercándose a la mesa para tomar uno de los chocolates. Y Spreen repentinamente se puso tímido.
Verga, tuvo que haberse quedado callado.
Spreen se movió silencioso hasta tomar asiento en el sofá y mirar directamente a Roier. Entonces finalmente volvió a hablar.
— Yo... Bueno... Ésta es mi forma de pedirte perdón.
El actor lo observó sorprendido pero no dijo nada. En cambio se acercó hasta tomar asiento a su lado.
Así que Spreen prosiguió.
— Lamento lo de hoy. Te descuidé por un momento y ya estaban todos encima tuyo. Eso fue mi culpa.
Roier quiso interrumpir, decir que nada había sido su culpa, que eso era algo habitual así que no debería sentirse culpable pero Spreen no lo dejó.
— Creo que juzgué mal lo difícil que podría llegar a ser éste trabajo. Pensé que lo tenía todo bajo control pero no... Y lo lamento.
Las manos de Spreen jugaban nerviosas sobre su regazo y Roier lo notó, así que dejó caer su mano sobre las mismas para detener el movimiento erratico ganándose una mirada de confusión de parte del otro.
Spreen no entendía que nada de eso había sido su culpa, en realidad esas situación no deberían de suceder a tales extremos pero Spreen jamás lo entendería.
Por eso Roier debía explicarle. Ya era hora.
— Spreen, nada fue tu culpa. Lo sé porque tengo que confesarte algo relacionado a eso...
El Manager lo miró perdido.
— ¿Que cosa?
— Bueno, no esperaba confesartelo tan pronto pero lo haré...
Spreen tenía la sospecha de que sería algo relacionado con el estrés por el trabajo, quizás se desahogaría con él y Spreen lo escucharía y apoyaría sin ningún problema.
Pero nada lo preparó para lo que realmente Roier quería decirle esa noche:
— Spreen, tengo una Maldición.
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