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[TW: Leve mención de intento de abuso]
No dijeron una palabra en todo el viaje de regreso.
Y aunque Spreen había interrogado a Mariana para que le dijera algo, éste prometió no hacerlo. Le dijo que no era su deber contar algo así.
Y tenía razón. Ahora solo debía importarle como estuviera Roier.
Tampoco logró descubrir quién era el culpable pero supuestamente el padre de Roier se iba a hacer cargo de eso. Y esperaba que así lo fuera porque si llegaba a averiguar quién había sido, no viviría para contarlo.
La ira lo consumía cada vez que pensaba en la expresión triste del menor y sus sollozos. Aunque en algún punto Roier dejó de llorar y solo observó el recorrido a casa.
Spreen no sabría decir si eso era mejor o peor.
Peor. Definitivamente peor.
Incluso cuando llegaron al departamento no hubo una palabra por parte de Roier.
Así que Spreen debía encargarse de que el chico volviera a recuperar su luz que tanto lo destacaba.
— Yo... Bueno, vos... ¿Querés-
Al parecer había perdido la capacidad de hablar correctamente pero gracias a Dios el actor lo interrumpió.
— Voy a darme una ducha.
— Ok, está bien. —Asintió apenado. La voz de Roier había sonado demasiado seria así que antes de que se fuera lo detuvo.— Roier, ¿Necesitas algo antes de que me vaya?
La mirada color miel se posó en el mayor con un semblante decaído que se relajó al momento de hacer contacto visual. Pero luego fue desviada hacia el suelo.
— En realidad sí, quería pedirte algo... —El Manager volvió a asentir estando totalmente atento al pedido de Roier.— Me preguntaba si... Puedes quedarte a dormir.
Roier volvió a elevar su mirada triste a la espera del rechazo ajeno y Spreen al ver eso sintió nuevamente esas ganas asesinas de encontrar al culpable de todo eso que se había atrevido a lastimar a una persona como él.
Al principio creía que Roier iba a necesitar un poco de tiempo a solas pero ahora que le pedía eso no iba a dudar en aceptarlo.
Spreen realmente quería quedarse con él en ese momento pero siempre iba a respetar su decisión.
— Sí, voy a quedarme si eso querés. —Contestó con simpleza.— Honestamente no podía dejarte solo ahora.
Roier se sintió aliviado ante la respuesta y le dió una pequeña sonrisa sin separar los labios. Pero la emoción no llegó a su mirada.
— Gracias... Voy a ducharme, ¿Sí?
Spreen no pudo decir nada más porque el menor ya lo había abandonado en medio de la sala.
Y se sentía mal. Muy mal.
Necesitaba recuperar a su Roier de siempre, ese iba a ser su trabajo ahora: Hacer todo lo posible para que se olvide de aquello y vuelva a sonreír.
~ • ~
Roier se deshizo de su ropa y se metió bajo la templada lluvia de la ducha.
Sus músculos se relajaron al momento de sentir el calor. Necesitaba un poco de tranquilidad luego de todo lo que había pasado.
Además, su cabeza se mantenía dando vueltas. Estaba seguro que la sustancia con la que Quackity lo había dormido aún seguía en su sistema.
Quizás lo más racional ahora sería insultarlo de mil formas, declararle el odio para siempre y levantar cargos en su contra pero el problema solo iba a empeorar si hacía eso. Agregándole que no tenía las energías suficientes como para hacer eso.
Su padre dijo que iba a encargarse legalmente de ello pero Roier se negó.
Solo quería olvidarse de todo, y si era posible, no volver a ver el rostro de su amigo.
Pero había otro problema.
Cuando Roier salió de la ducha y comenzó a secarse, fue inevitable observar su propio cuerpo en el espejo del baño. Más bien su torso.
Estaba lleno de marcas, algunas rojas, otras ya habían tomado el característico color morado. Cada hematoma era un pequeño recordatorio de lo que había pasado.
Algo que había sido completamente su culpa al haber confiado en alguien como Quackity. Estaba cegado por la idea de recuperar a su mejor amigo que en realidad lo terminó perdiendo por completo.
Porque ese buen chico se había quedado en el instituto. El Quackity de ahora ya no era el mismo.
Y por otro lado, cada marca lo hacía sentirse asqueroso.
¿Cómo había permitido que pasara eso?
Aunque Roier dió pelea, no fue suficiente. Estaba totalmente desprotegido y tuvo que llegar su padre a detener todo.
Seguro hasta estaba decepcionado de él...
Una lágrima se deslizó por su mejilla pero rápidamente la limpió con el dorso de su mano. Ya había llorado demasiado, estaba cansado.
Así que tomó la ropa nueva que había llevado antes de entrar a la ducha y se vistió.
La que había usado esa noche quedó en el cesto de ropa sucia pero Roier prefería dejarla en la basura o quemarla si era posible.
Cuando salió, estaba muy distraído secando su cabello con una pequeña toalla como para imaginar que lo siguiente que iba a ver sería a Spreen sentado en el sofá mientras que la mesa en frente suyo estaba repleta de comida chatarra.
Pero no cualquiera. Solo las cosas que le gustaban a Roier.
Había desde Takis hasta todo tipo de chocolates y dulces. Solo pudo pensar que eso era algo chistoso porque Spreen siempre lo regañaba para que no comiera pura comida chatarra pero ahora estaba allí esperando por él.
— Esto debió costarte una fortuna...
Cuando Roier habló, Spreen levantó su mirada de los paquetes coloridos para dirigirla a él. Estuvo a punto de hablar pero mantuvo su vista fija en el pecho del actor con curiosidad y confusión.
Roier notó eso y frunció el ceño bajando también su propia mirada.
No había nada de raro en su pecho más que estaba cubierto por una sudadera.
Una sudadera celeste.
La sudadera olvidada de Spreen.
— ¡AH! ¡PERDÓN! —Se apresuró a decir después de descubrirlo. Quizás la había tomado inconscientemente pensando que era suya antes de entrar a la ducha.— ¡Es que... La dejaste olvidada cuando te mudaste! Y yo decidí guardarla entre mis cosas y-... Perdón, me la voy a quitar.
"Dios, que vergüenza..."
Perfecto, ahora Spreen sabía que se había apropiado de una de sus sudaderas. ¿Qué era lo peor que podía pensar? ¿Que estaba obsesionado con él o que era un ladrón de ropa?
Por otro lado, Spreen recordaba haber buscado dicha prenda por todas partes pensando que ya se había extraviado pero al parecer siempre estuvo con él.
¿Debería molestarle? Porque honestamente no lo hacía.
¿Quizás incomodarle un poco? No había razón. Aunque podría querer de vuelta su sudadera.
Entonces el menor tomó el borde de la prenda y comenzó a subirlo para quitársela. Fue ahí cuando Spreen tuvo un pequeño "flashback" con su indebido sueño sobre el actor y el pánico se instaló en su cuerpo.
Mierda, mierda, mierda.
— ¡NO! —El Manager se había levantado tan rápido que no le dió a Roier tiempo para reaccionar. Solo dió un salto del susto por la fuerte negación del mayor y no pudo decir nada cuando éste ya había tomado la sudadera para nuevamente bajarla.— Dejalo así, ehh... Te queda mejor a vos que a mí.
El castaño se sintió halagado pero aún estaba confundido por esa repentina acción.
— Pero es tuya.
— No importa. Después me la podés devolver... O mejor quedatela.
— ¿Seguro? —Su Manager estaba muy raro sin agregar el hecho de que su rostro había tomado color muy rápido.— ¿Estás bien?
— Sí, estoy perfecto. —El más alto giró su rostro para que el actor dejara de analizarlo y señaló hacia la mesa llena de comida. Hora de cambiar de conversación.— Pensé que quizás saltarte un día de alimentos saludables no te haría mal después de todo. ¿Vos qué decís?
La atención de Roier se desvió de nuevo a la comida chatarra y sus comisuras se elevaron ligeramente.
— No mames, Spreen. Esto es demasiado hasta para mi.
— ¿Quién dijo que era todo para vos? Lo vamos a compartir porque hoy es... —Roier observaba los movimientos de Spreen muy atento mientras que éste buscaba algo por el sofá hasta que lo encontró. El mando de la televisión.— Noche de películas.
Un pequeño sentimiento de alegría revoloteo en el pecho de Roier. Incluso estuvo a punto de emocionarse pero se calmó cuando recordó lo que tocaba el siguiente día.
— Pero mañana tengo una grabación. No podemos quedarnos hasta tarde.
— Ya arreglé eso.
Respondió rápidamente el mayor sorprendiendolo.
— ¿Cómo?
— Cancelé todos tus proyectos así que tenemos una semana libre. Quizás un poco más. —Spreen ya había vuelto al sofá dejando un espacio a su lado.— Y antes de que preguntes, no. Ni Mariana ni el jefe tuvieron problema con eso.
Roier se quedó boquiabierto.
¿Spreen había hablado con su padre para tener una semana libre? Wow
Era sorprendente más que nada por el hecho de que la mayoría de empleados (incluyendo su familia) le temían a su padre. Y bueno, tenían razones para hacerlo.
Aunque Spreen realmente había hablado con ellos principalmente para averiguar quién había sido el culpable porque aún tenía sed de sangre. Luego les pidió que le den un tiempo libre a Roier porque lo necesitaba.
Mariana siempre estuvo de acuerdo con él pero el "jefe", el cual ahora sabía que era el padre de Roier, no estaba muy seguro y no comprendía por qué.
Era su hijo. Debía pensar en su bienestar.
— Además, no me parece bien que tengas que trabajar el día después de lo que pasó...
El menor bajó la mirada y suspiró recordando todo el suceso.
Incluyendo las palabras de su padre luego de encontrarlo:
"Roier, esto no es nada. Solo tienes que ser fuerte y dejarlo atrás."
Pero Roier no quería ser fuerte. Quería tener el derecho de sentirse mal al respecto y que alguien estuviera allí para sostenerlo cuando se derrumbara.
Alguien como Spreen.
— Perdón.
Dijo tomando por sorpresa al Manager.
— ¿Qué?
Roier llenó sus pulmones de aire ignorando el nudo que comenzaba a formarse en su garganta y se acercó hasta el sofá para tomar asiento a su lado.
Y volvió a hablar bajo la preocupada mirada de Spreen.
— Perdón por no decirte dónde estaba...
— Ro-
— Quería decírtelo ¡Lo juro!... Todo es mi culpa.
Entonces comenzó a llorar una vez más mientras intentaba esconder su rostro con ambas manos. Porque aunque no quisiera hacerlo, necesitaba desahogarse.
— No, Roier. No llores. —Pidió casi en un ruego cuando el menor se quebró en frente suyo. No dudó ni un segundo en acercar sus manos para tomar las ajenas y alejarlas de su cara así hacer contacto visual con él, pero cada lágrima que rodaba por sus mejillas era desgarradora.— Escuchame, esto de ninguna manera es tu culpa. ¿Entendés?. En realidad yo tengo que disculparme por haber sido tan distraído. No debí dejar que te vayas así
— No, no. Tú no tienes la culpa de nada. Yo fui un idiota y confié en él a pesar de que me dijo que no te dijera nada...
La mandíbula de Spreen se tensó al escuchar eso y apretó inconscientemente el agarre de sus manos.
Tenía que tranquilizarse para no asustar a Roier pero necesitaba saber quién era esa persona.
— Roier, estoy seguro de que nada de esto fue tu culpa... pero dime qué fue lo que sucedió.
Cuando Roier por fin levantó su vista, se encontró con la mirada comprensiva del mayor. ¿Era bueno contarle todo? No lo sabía pero de alguna forma sentía que debía hacerlo.
Así que intentó calmar sus propios sollozos y se tragó el nudo que le impedía hablar con claridad.
— Él dijo que quería hablar conmigo sobre el por qué ya no éramos amigos. Prometió darme una explicación al respecto pero cuando llegamos solo me dió excusas falsas y puso algo en mi bebida. —Movió sus manos de forma nerviosa entre las impropias.— No sé cuánto tiempo estuve desmayado, solo recuerdo que cuando desperté... Tenía frío, mi camisa ya no estaba y había alguien sobre mi...
Se detuvo al recordar lo asustado que estaba cuando despertó y lo horrible que se sintió el no poder mover su cuerpo para quitar a la persona de encima suyo.
Al instante hizo una mueca de dolor y se soltó del agarre del mayor.
Quería maldecirse y borrar su memoria porque ahora no podía ni siquiera tocar las manos de su Manager sin imaginar que se trataba de ese hombre desconocido.
— No tenés que contarme todo si no querés. No es necesario y no voy a presionarte para que lo hagas.
Dijo Spreen en un tono suave intentando reconfortar al castaño. Y parece que eso funcionaba a la perfección porque Roier respiró hondo volviendo a calmarse.
Le dolía tanto verlo así.
Y también lo entendía.
— Lo sé... Y también se que es lo que quieres que diga.
Spreen suspiró. Era obvio.
— Roier, perdón.
— No, no. Está bien, voy a decirte quién fue... —El Argentino elevó sus cejas sorprendido pero no dijo nada. Sabía que había algo más en esa confesión.— Pero tienes que prometerme que no harás nada.
Fue una acción automática cuando Spreen frunció el ceño y desvió la mirada. Eso fue una respuesta muy obvia para Roier.
— Spreen, por favor.
— No. —Soltó firme sin mirar al contrario.— No puedo prometerte eso.
Roier resopló frustrado y se acercó al mayor intentando buscar su mirada.
No podía ser tan terco.
— Por favor, sé lo que quieres hacer y eso no va a resolver nada.
Spreen negó levemente con su cabeza y se rindió ante la mirada ajena.
— Roier, no puedo. Tiene que pagar por lo que hizo.
— Papá va a encargarse de eso. —Bueno, eso era una mentira pero no importaba ahora.— Por favor...
La mirada morada se mantuvo firme en los ojos color avellana con miel hasta que se resignó tirando su cabeza hacia atrás.
— ¡Está bien! Está bien. No voy a hacer nada.
— Júralo.
— ¿Qué?
— Júralo por la garrita.
Roier levantó su mano mostrando su meñique.
¿Es en serio? ¿En un momento así?
Spreen puso los ojos en blanco.
— No voy a hacer eso.
— Ok, está bien... —Roier bajó su mano entendiendo que eso era un poco infantil. Pero tuvo otra idea.— Entonces júralo con el corazón.
Se ganó una mirada confundida de su Manager que pronto se relajó al entender sus palabras.
¿Una referencia de "Up!"? Eso no es muy diferente...
Pero de todas formas Spreen decidió acatar la orden para no dar más vueltas en el asunto.
— Lo juro.
— Con el corazón...
Roier señaló su pecho recordándole la seña que hacían los personajes al prometer algo de esa manera.
Y Spreen inclinó su rostro a un costado pero de todas formas una pequeña sonrisa se escapó de sus labios por lo ridículo que era. Pero si eso hacía sentir mejor a Roier entonces lo haría.
— Lo juro. —Levantó su propia mano para trazar con uno de sus dedos una cruz en el lado izquierdo de su pecho.— Pero si seguís haciendo referencias de películas de Pixar voy a tener que matarte.
Y por primera vez en el día Roier sonrió recuperando ese pequeño brillo en sus ojos ante la broma ajena.
Cuando Spreen le devolvió la sonrisa, lo único que pudo pensar fue en que no podía estar más enamorado de ese hombre.
En algún momento tuvo que desviar la mirada porque estaba seguro que de otra forma se quedaría hipnotizado viendo al mayor.
Y recordó cuál era el punto de todo eso. Casi lo había olvidado.
— Fue Quackity... —Confesó alejándose para volver a su lugar en el sofá sin incomodar al contrario.— Él me llevó hasta allí y luego me abandonó.
La sonrisa en el rostro ajeno duró poco cuando escuchó ese nombre.
De alguna manera ya se lo esperaba pero tenía la leve esperanza de que Quackity no fuera tan imbécil.
Al parecer era más que eso.
Spreen mordió el interior de su mejilla en un gesto ansioso y frustrado. Estaba conteniendo las ganas de ir a dónde estaba el chico y matarlo con sus propias manos.
Tenía que contenerse para no decepcionar a Roier. O por lo menos eso intentaría.
— Ok, mi pregunta ahora es... ¿Qué películas querés ver?
Preguntó extendiendole el mando al menor.
Empezar por cambiar de tema era la mejor opción.
Roier lo observó con duda y Spreen insistió moviendo el objeto en frente suyo.
— ¿Puedo elegir cualquiera?
— Mientras no sea la trilogía de High School Musical no hay problema.
El actor soltó una pequeña risa.
— ¡Entonces eso mismo veremos!
— Oh, mierda...
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