[ 37 ]
— Oh, miren quién llegó...
Fue lo primero que dijo Quackity cuando vió la figura de Roier aparecer en el estacionamiento.
Éste rodó los ojos y se paró en frente de él.
— Ya estoy aquí. ¿Vas a empezar o...?
— ¡Ey! Tranquilo. Ni siquiera hemos llegado al lugar.
Quizás la desconfianza era muy clara en su rostro porque Quackity soltó una pequeña risa.
— ¿Qué? ¿Pensaste que hablaríamos aquí? Claro que no, Roier. —Entonces el de cabellos azabache se volteó comenzando a caminar a pasos lentos hacia uno de los autos.— Conozco un restaurante muy elegante. Sígueme.
Roier le hizo caso pero aún tenía sus sospechas.
— ¿Por qué no simplemente hablamos ahora?
Preguntó el menor mientras que Quackity se detuvo frente a un auto deportivo negro. Suponía que era suyo porque solo el chico de Beanie podría gastarse tanto dinero en un algo así.
— ¿Estás tan ansioso? —La sonrisa burlona en el rostro del más bajo hizo que Roier quisiera girarse y volver exactamente por donde vino. Pero quería terminar con eso ahora mismo.— Solo acompáñame al restaurante y te lo diré todo.
El castaño iba a discutir pero otra persona hizo acto de presencia saliendo de dicho auto.
Se le hacía conocido. Hasta que reconoció que se trataba del Manager de Quackity.
Éste le devolvió la mirada por unos segundos pero pronto la bajó de forma sumisa.
— ¿Por qué desconfías tanto? No soy un asesino serial. —Dijo Quackity con obviedad estirando sus brazos.— Además te recuerdo que en algún punto fuimos mejores amigos...
Roier se mordió el labio inferior con ansias.
La verdad era que, no solo quería saber lo que pasó entre los dos. También de alguna forma quería recuperar esa amistad perdida.
Extrañaba a su amigo...
— ¿Y qué pasó?
Se animó a preguntar, pero la respuesta de Quackity fue muy simple.
Éste solo abrió la puerta del copiloto señalando el asiento. Dejando en claro que no le diría nada hasta que llegaran al restaurante.
Roier apretó sus manos en dos puños y suspiró antes de dar un paso y entrar al auto.
Quackity cerró la puerta por fuera y luego se acercó a Wilbur quién escuchaba la situación muy atentamente.
— Las llaves.
Exigió el actor mostrando la palma de su mano. Y a regañadientes Wilbur se las extendió.
Pero antes de soltarlas habló:
— Por favor, no hagas una estupidez.
Quackity puso los ojos en blanco.
— No voy a hacerle nada al niño bonito si tanto te preocupa.
El actor intentó agarrar las llaves pero su Manager las alejó.
— Hablo en serio. No quiero que te metas en más problemas. —Repitió Wilbur dándole una rápida mirada al auto.— Además él es un buen chico...
El repentino halago no pasó desapercibido para Quackity, quien por el enojo apretó sus labios en una fina línea y le arrebató las llaves al más alto.
— Él es bueno, guapo, talentoso. Sí, sí. Ya he escuchado esas cosas miles de veces. Ahora quítate de mi vista.
Wilbur recibió un empujón de parte del más bajo que lo dejó confundido. Pero a Quackity poco le importó cuando ya se encontraba dentro del auto.
— ¿Estás listo? —Preguntó con una sonrisa a su acompañante, pero éste lo ignoró llevando su vista hacia la ventana.— Ugh, que dramático.
Entonces encendió el motor para encaminarse rumbo a dicho lugar.
El viaje fue silencioso, por lo menos de parte de Roier. Porque Quackity no paraba de hablar sobre cosas banales.
Lo estaba sacando de quicio.
Era obvio que solo quería molestarlo.
Pero en medio de todo eso, Roier recibió un mensaje:
"¿Dónde andás?"
El menor apretó el teléfono entre sus manos resistiendo las ganas de contestarle a su Manager.
Tampoco quería mentirle, se sentiría peor.
Solo escucharía lo que Quackity tenía para decirle y luego volvería a los brazos a Spreen. (Simbólicamente, claro)
Y agradeció mentalmente cuando el coche se detuvo en frente de un llamativo lugar.
Bueno, más que restaurante parecía algún tipo de club nocturno para gente rica. Típico de Quackity.
— ¿Qué es éste lugar?
Su curiosidad era más fuerte que las ganas de huir.
— Ya lo verás.
Respondió su ex amigo sonriendo de lado.
Ambos salieron del auto, y el mayor dejó a Roier atrás para acercarse al hombre de seguridad en la entrada.
Los dos compartieron algunas palabras que Roier no pudo descifrar y el de Beanie se volteó hacia él para hacerle una seña.
"Ven"
Pudo leer en sus labios. Y el castaño acató la orden.
Cuando entraron, el lugar era exactamente como Roier se lo había imaginado.
Un club para ricachónes
Era espacioso, tenía varias mesas y una gran pista de baile. Las luces eran muy bajas pero aún así Roier podía sentir la mirada de algunas personas sobre él.
¿Dónde vergas se había metido?
Apuró el paso para no alejarse de Quackity, e incluso había tenido la intención de tomar su mano pero se regañó a si mismo para no hacerlo.
Él no era Spreen.
Así que tuvo que aguantarse la ansiedad hasta que llegaron a un sector que parecía ser "VIP". Dónde el más bajo hizo algunas señas a otras dos personas de seguridad para que los dejaran entrar.
Y Roier se preguntó que cuánto poder tenía Quackity allí...
— ¡Bienvenido al Enigma!
Presentó el chico mientras estiraba los brazos de forma exagerada.
Ya se encontraban en una mesa más privada en esa zona especial del lugar y Quackity fue el primero en tomar asiento, invitando a Roier a que hiciera lo mismo en frente suyo.
— ¿Eres algún tipo de dueño de aquí o qué?
Se atrevió a interrogar mientras se sentaba en frente del mayor.
— Algo así... —Respondió de forma simple mientras levantaba una de las copas que se encontraban en la mesa para enseñarla a un tipo de seguridad, que rápidamente desapareció de la vista de ambos.— Digamos que soy amigo del jefe.
Bueno, era algo de esperarse pero no tenía mucha importancia. Así que Roier decidió ir directo al grano.
— Dime lo que tienes para decirme.
— Oh, wow. Espera, a penas llegamos. ¿Cuál es el apuro?
Se burló Quackity cruzándose de brazos.
— No le dije a nadie que estoy aquí así que todos deben estar preocupados y-
— Dios, ¿Cuando te volviste tan dependiente de él?
Lo interrumpió el mayor.
— ¿A qué te refieres?
Quackity elevó sus cejas con diversión.
Y antes de que respondiera, el personal de seguridad volvió a aparecer pero con un botella de vino en sus manos, que fue entregada al actor.
Quackity abrió la bebida y vertió un poco en ambas copas.
— Es obvio que solo estás pensando en Spreen. Pero tranquilo, no te vas a morir por estar sin él.
Roier bufó y el contrario tomó su copa para beber un sorbo. Entonces la paciencia del menor se agotó.
— ¡Ya basta, Quackity! —Exclamó poniendo ambas manos sobre la mesa pero el nombrado ni siquiera se inmutó.— Estoy cansado de tus juegos de palabras y tus tontas ganas de arruinar todo. Ya, dime qué esta sucediendo ahora.
Entonces el mayor bajó su copa con un semblante serio. Cómo si de un momento a otro cambiara radicalmente de personalidad.
— Roier, tú crees que te odio ¿Verdad?
La pregunta tomó por sorpresa al menor. No sabía que responder.
— Yo... No lo sé. A veces parece que sí. —Murmuró Roier volviendo a su tímida postura.— Es que... No sé en qué momento las cosas cambiaron tanto y no me gusta.
Quackity desvió su mirada al suelo, asintiendo lentamente a lo que decía.
— Yo no te odio. —Roier tuvo un poco de esperanza cuando escuchó aquello.— Pero tampoco me siento cómodo contigo y ya no puedo ocultarlo.
Y eso lo confundió a tal punto de hacerlo fruncir el ceño hacía él.
— No lo entiendo. ¿Por qué no te sientes cómodo?
Cuando volvió a hacer contacto visual con el ajeno, Roier se sintió algo intimidado por la intensa mirada.
— Por tu maldición. —El más joven entreabrió la boca sorprendido por la confesión.— Honestamente siempre estuve celoso de ti. Todo el tiempo tenías fanáticos a tu al rededor. Cada persona que te veía se enamoraba perdidamente de ti, hasta las que decían odiarte. Tenías todo lo que querías y siempre eras el centro de atención en cada lugar al que llegabas... Pero yo me sentía tan insignificante a tu lado.
Roier no quería, pero igualmente sintió pena por su ex amigo.
— Quackity, sabes que eso no es verdad. Tú eres increíble.
Quackity sostuvo su mirada en él y le dió una sonrisa apagada.
— Solo quieres hacerme sentir mejor, pero tú sabes perfectamente que lo que digo es cierto. —Movió la copa entre sus dedos haciendo bailar el líquido en ella mientras hablaba.— Hasta intenté apropiarme de tu Manager para hacerte sentir lo que yo sentía bajo tu sombra. Pero claramente no funcionó.
El chico suspiró apoyando su mano libre en la mesa y volvió a desviar su mirada. Pero alguien rozó su diestra.
Para su sorpresa, Roier había tomado su mano.
— Lo entiendo... Pero no necesitas hacer esas cosas. Quackity, se que ésta maldición es el centro de todo el problema. Pero créeme que yo tampoco disfruto de ella y nunca quise hacerte sentir como si estuvieras "bajo mi sombra"... Tú eres mi amigo, así que nunca haría algo para lastimarte.
Quackity genuinamente no se esperaba las palabras del menor así que tardó en reaccionar. Y cuando lo hizo, bajó su mirada con pena.
— Gracias, Ro... Y perdón por lo mal que te hice sentir por mis celos. —El chico de Beanie tomó su copa y la alzó hacia Roier.— ¿Aceptarías volverme a tener como tú mejor amigo?
Roier lo observó asombrado y luego sonrió, levantando su propia copa con entusiasmo.
— Claro que sí.
Entonces ambos cristales se chocaron entre si cerrando el "trato".
Quackity volvió a llevarse la copa a sus labios y Roier repitió su acción bebiendo casi hasta la mitad.
Y ahí fue cuando recordó ciertas palabras de su amigo.
"No creo que quieras que Spreen se entere de Cellbit"
Bajó el cristal a la mesa y miró a Quackity con duda.
No lo había nombrado en toda la conversación.
— Quackity ¿Qué tenía que ver Cellbit en todo esto?
El chico le devolvió la mirada y su rostro demostró inocencia.
— Oh, cierto... Eso fue un pequeño desliz de palabras.
La garganta de Roier tuvo un poco de picazón inesperada que lo hizo toser.
— ¿De qué hablas?
Preguntó cuando se recompuso, pero repentinamente también su vista comenzó a fallar.
— Es que... Cellbit tiene todo que ver. —Dijo Quackity observando su propia copa con interés e ignorando por completo a su amigo.— Verás, ese estúpido discurso que acabas de escuchar fue toda una mentira para distraerte.
No... ¿Qué estaba pasando?
Roier se puso de pie apoyando ambas manos en la mesa. Su entorno había comenzado a dar vueltas mareandolo y por alguna razón fijó su vista en la copa de vino.
Burbujas
Eso es lo que se veía en el fondo de la misma.
— ¿Q-qué hiciste?
Intentó alejarse de la mesa, dando unos pasos hacia atrás pero chocó con la pared más cercana.
A todo esto, Quackity comenzó a acercarse a él sonriente.
— Ay, mi pobre ingenuo Roier. Fue toda una mentira desde que pusiste un pie en éste lugar. Y tengo que confesarte algo más... —El nombrado comenzó a sentir su cuerpo cada vez más pesado, dejándose deslizar hasta el suelo. Ya no podía ni responder. Quackity solo se agachó para tenerlo frente a frente.— Tú tenías razón... Yo te odio.
Eso fue lo último que escuchó Roier antes de que todo se volviera negro.
~ • ~
Un chico alto de anteojos estaba corriendo por los pasillos hasta llegar a una oficina con dos letras grabadas en ella.
"LV"
— ¡Oye! ¡No puedes entrar allí!
Intentó detenerlo la chica de recepción pero Mariana la ignoró por completo.
— Vete a la verga.
Respondió antes de empujar la gran puerta abriéndose paso por el exuberante lugar.
Era una gran oficina donde predominaba el color rojo. En el centro había un escritorio de roble oscuro, detrás de éste se encontraba un hombre de camisa roja y chaleco negro, mirando por el enorme ventanal que adornaba el lugar.
— Señor, tenemos un problema...
Informó Mariana a la vez que intentaba recuperar el aire por haber corrido hasta allí.
Si Slime no hubiera sido tan amable de traerlo en su exageradamente costoso auto deportivo, quizás no hubiese llegado a tiempo.
El aludido se mantuvo dandole la espalda al menor.
— Mariana, llámame por mi nombre. —Pidió el mayor girandose para ver la desesperación de su empleado y sobrino.— Somos familia después de todo.
Mariana bajó la mirada con vergüenza y se aclaró la voz antes de volver a hablar.
— Luzu... Es tu hijo, él-
— Estoy muy ocupado como para verlo ahora. No insistas.
Respondió rápidamente mientras le daba un vistazo a los papeles desordenados en su escritorio.
El más alto no quiso ponerse a debatir sobre paternidad en esos momentos así que fue más directo.
— No es eso. Roier está desaparecido.
Luzu detuvo lo que estaba haciendo y posó su fuerte mirada sobre su sobrino haciéndolo temblar.
— Mariana ¿Perdiste a mi hijo?
— ¡NO! ¡No! Bueno, no yo... Pero igualmente ya conseguimos información sobre su paradero.
— ¿Dónde está?
Preguntó con voz firme provocando que Mariana tuviera ganas de llorar.
A veces odiaba tener un puesto tan importante...
— A-algunas personas lo vieron en el club Enigma.
— ¿Solo?
Mariana negó. Rápidamente sacó su teléfono para buscar algo y luego enseñárselo al hombre.
Era una foto.
— Él está con Quackity.
La foto mostraba claramente las espaldas de ambos chicos caminando por los pasillos.
Luzu estaba tenso pero no iba a admitirlo.
Ese lugar no tenía muy buen fama. Y mucho menos alguien como Quackity a quien conocía bien.
— ¿Y por qué no lo han traído aún?
— Ese es el problema... —Mariana bloqueó su teléfono y lo guardó nuevamente en su bolsillo.— Nuestros empleados intentaron ingresar pero no pudieron. Y Roier no contesta su teléfono.
Eso fue suficiente para que Luzu dejara todo lo que estaba haciendo.
El hombre tomó el saco que estaba reposando en la silla frente el escritorio y se lo colocó caminando hasta la puerta de salida.
Mariana no dudó en seguirlo.
— Señor- ¡Luzu! —Se corrigió automáticamente.— ¿Quiere que llame a la policía o algo?
— No, no es necesario.
Respondió el hombre con seguridad.
— Iré yo mismo. Pero avísale a su Manager.
~ • ~
El cuerpo de Roier yacía inerte en un sofá bajo la atenta mirada de Quackity.
Al final lo había trasladado a uno de los cuartos ocultos del club.
Mientras observaba su pacífico rostro dormido, pensaba en como las cosas habían terminado así.
Roier y Quackity eran casi inseparables desde niños. Hacían todo juntos, siempre apoyándose el uno al otro.
Incluso cuando les gustaba la misma persona.
Pero si no fuera por esa estúpida maldición, quizás las cosas serían diferentes ahora...
Quizás no lo despreciaría por lo que pasó con Cellbit.
— Wow ¿Es él?
Dijo una voz masculina mientras entraba al cuarto llamando la atención de Quackity.
— Sí, el mismo.
El desconocido se acercó hasta el muchacho dormido llevando un maletín en su mano izquierda mientras que el actor hacía lo contrario alejándose con dirección a la única puerta del lugar.
De un momento a otro, el hombre ya se encontraba agachado a un lado del sofá admirando los bellos rasgos del castaño. Y cuando levantó su mano para acariciar el rostro ajeno, Quackity silbó.
— ¿Y mi dinero?
El tipo rodó los ojos y levantó el maletín extendiendoselo.
Quackity no dudó en tomarlo y abrirlo para revisar su contenido descubriendo varios fajos de billetes en él. Lo que había prometido.
— Ese es tu pago. ¿Quieres darme algo de privacidad ahora?
Escupió el hombre de mala gana volviendo su vista al chico desmayado y alejando algunos cabellos rebeldes de su rostro. No quería perderse ni un detalle de él.
Quackity negó con la cabeza y cerró el maletín.
— Lo que quieras hacer hazlo rápido. Estoy seguro que no tardarán en encontrarlo.
No tuvo reacción del contrario así que se dió la vuelta listo para irse. Pero cuando abrió la puerta, escuchó un débil murmullo.
"Quackity"
Inmediatamente se giró para mirar a su amigo cuando reconoció la voz.
Roier tenía sus ojos ligeramente abiertos pero a veces se cerraban por la pesadez del sueño mientras que el desconocido intentaba lentamente despojarlo de su camiseta.
"Tú eres mi amigo, así que nunca haría algo para lastimarte..."
Quackity sintió un pequeño destello de remordimiento en el pecho cuando recordó las palabras del menor y éste volvió a murmurar su nombre pidiendo ayuda.
— ¿Qué piensas hacer con él?
Preguntó Quackity pero el hombre no se dignó a responder. Terminó de quitarle la camiseta al actor, mirando con deseo el torso desnudo frente suyo.
— No creí que te importara tanto...
Respondió el tipo seguido de una risa.
El chico mordió su labio evitando decir otra cosa.
Lo hecho, hecho estaba. Solo tenía que irse.
Y así lo hizo, abandonando a su "amigo" inconsciente con un completo desconocido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro