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[ 36 ]

Las cosas estaban yendo demasiado bien para ambos.

Los dos chicos tenían cada vez más confianza entre sí. Y eso era sorprendente para una persona tan asocial como lo era Spreen.

Pero había algo más.

A veces habían ciertas miradas entre ellos, roces discretos que nadie más notaba y sonrisas compartidas. Pequeños detalles que hacían cuando ambos estaban en su propio mundo sin tomar en cuenta a los demás.

Spreen no quería darle una etiqueta a eso. No aún...

Y tampoco quería (ni podía) reconocer sus propios sentimientos en base a lo que estaba pasando.
Él quería obligarse a pensar que solo había más confianza entre los dos.

Mientras que Roier parecía vivir en un cuento de hadas.

Estaba tan absorto de todo cuando en la mas mínima oportunidad hacía reír al mayor, o simplemente éste le sonreía de forma cálida.

Hasta habían adquirido una nueva costumbre luego de esa situación en el comedor de la compañía.
Ésta consistía en que a veces Roier rozaba levemente la yema de sus dedos en el dorso de la mano ajena para llamar su atención cuando se sentía tenso, estresado o decaído. Y eso para Spreen era como una señal fácil de reconocer dónde debía tomar delicadamente la mano del menor para transmitirle calma y compañía.

Como si tuvieran su propio lenguaje privado.

Spreen no quería precipitarse con lo que sucedía entre ambos. Además, tampoco sabía con exactitud lo que Roier sentía.

Lo único de lo que estaba seguro era que eso parecía estar bien. Tanto para Spreen como para Roier.

Quién ahora estaba practicando las líneas de un comercial.

— Ugh, esto es horrible.

Murmuró Roier leyendo el libreto de un ridículo comercial de hamburguesas.

"Grandes y jugosas son mucho mejor"

Ni loco iba a decir eso. ¿Cómo pudo haber firmado para hacer tal cosa? Que vergüenza.

— ¿Qué es horrible?

Preguntó inesperadamente una voz cerca suyo que le quitó el aliento de un susto.

Y cuando se volteó, allí lo recibió Quackity con una sonrisa inocente.

Ese día no podía empeorar...

— ¿Qué hacés aquí?

Sin pedir permiso, el mayor se movió hasta el asiento junto a Roier mientras éste ponía los ojos en blanco.

— Quería ver a tu sexy Manager.

Roier le dió su peor mirada al escuchar el halago.

"Quería ver a tu sexy Manager" ¡Cabrón hijo de su puta madre!

El actor no tenía ganas de lidiar con esa persona, así que intentaría sacarselo de encima lo más rápido posible.

— No está aquí.

Quackity se burló por la respuesta tan cortante y abrazó al chico por los hombros.

— Es broma. No estaba buscando a tu noviecito.

Confesó el de gorro de lana y Roier soltó una risa fingida.

— ¿Ah, no? ¿Qué es lo que quieres entonces?

— Quiero hablar contigo.

El menor lo observó para comprobar que no estuviera mintiendo o haciendo otra broma. Pero el rostro serio de Quackity parecía bastante sincero.

Y eso le causó intriga.

— ¿Sobre qué?

El azabache hizo un ruido con su lengua a la vez que desviaba la mirada hacia el frente.

— Sobre la razón de mi comportamiento hacia ti. —Entoces su ex amigo lo observó sorprendido. Pensó que Quackity era demasiado orgulloso como para querer hablar sobre aquello, por eso nunca intentó charlarlo.— Seré muy honesto contigo y te contaré todo con lujo de detalles...

—... ¿Pero?

Preguntó Roier cuando el chico se detuvo con un semblante dudoso.

— Pero... Tiene que ser en un lugar privado.

El castaño no pudo evitar desconfiar ante ese pedido.
Realmente quería saber lo que Quackity tenía para decirle pero no le resultaba tan necesario que la conversación transcurra en privado.

— Podemos hablarlo aquí y ahora. ¿Por qué tiene que ser un lugar privado?

— Porque es algo que quiero que solo lo sepas tú, no toda la compañía.

Bueno, eso era algo lógico. Así que Roier dudó antes de responder.

— Mm... Está bien. —Aceptó la propuesta y Quackity ni se inmutó.— Déjame avisarle a Spreen.

Roier sacó el teléfono de su bolsillo para poder dejarle un mensaje a su Manager pero la mano de Quackity se posicionó sobre el aparato.

— No. Él no puede saber.

Entonces Roier frunció el ceño.

— ¿Por qué no?

Quackity tomó una larga bocanada de aire sintiéndose frustrado.

— Por tres razones. Él es demasiado sobreprotector, me odia y no va a dudar en querer venir pero esto es algo que él no puede escuchar. ¿Entiendes?

El menor volvió a dudar desconfiado. No podía ir a ningún lado sin Spreen. Eran un combo dos por uno y si sucedía algo, él tenía que estar presente para ayudarlo.

— No lo sé, Quackity...

— ¡Oh, por favor! Puedes vivir más de dos minutos sin él. —Se quejó el mayor poniéndose de pie. Y Roier temió que el chico abandonara el lugar pero no lo hizo.— Además, no creo que quieras que Spreen se entere de Cellbit.

El castaño se congeló y contuvo su respiración.

Para Roier fue como un golpe bajo escuchar ese nombre despues de tantos años.

Y Quackity suspiró. Al parecer todavía le afectaba esa persona.
Así que no perdió más tiempo y acorraló a Roier contra su asiento.

— Solo te diré una cosa. Cuando el día termine, yo te esperaré en el estacionamiento. Si llegas a tiempo entonces te lo contaré todo. Y si no... Pues no hay problema pero perderás la única oportunidad para escucharme hablar sobre esto. En conclusión: Haz lo que quieras.

Roier estaba perplejo. Ahora sí no sabía que hacer.

¿Tenía que ignorar todo y aceptar la propuesta? ¿Eso era seguro?

No tenía idea... Pero necesitaba saber lo que Quackity le contaría. Más que nada necesitaba descubrir si él había sido el culpable de los últimos ataques hacia su persona.

Roier tenía la leve sospecha de que así fuera...

Aunque no pudo decir nada porque el mayor ya había abandonado el lugar. No sin antes cruzarse con Spreen en la puerta. Quién lo miró curioso antes de ingresar y el menor le devolvió la mirada junto a un guiño.

— ¿Qué hacía Quackity acá?

Preguntó el Manager cuando entró al cuarto de descanso encontrando al actor muy concentrado en su libreto. O así parecía.

En ese momento Roier tuvo un pequeño debate mental sobre si contarle a Spreen lo que Quackity le dijo o no.

Cuando finalmente se decidió.

— Él... Solo vino a molestar. Ya sabes.

Respondió vagamente mientras cambiaba de página.

Spreen entrecerró los ojos con sospecha pero prefirió no seguir indagando. Y mucho menos sobre Quackity.

~ • ~

Más tarde se arrepentiría de ello.

Cuando las grabaciones terminaron, Roier se excusó un momento para ir a cambiarse. Spreen obviamente no se opuso pero cuando pasaron más de cuarenta minutos y Roier no regresaba, fue raro.

Tan raro que se dispuso a ir a buscarlo a los cambiadores pero para sorpresa del Argentino...

Roier no estaba allí.

Entonces supuso que quizás fue al baño o algún otro lugar en la compañía. Lo mejor era enviarle un mensaje para preguntarselo a él mismo y así lo hizo:

Mensaje Nuevo:

Spreen<3

Roier
¿Dónde andás?
[1:13 AM]

Por un momento creyó que sus palabras eran un poco rudas, pero cuando en el globo de mensaje se marcaron las dos tildes y luego estás se colorearon de celeste esperó pacientemente por una respuesta que no llegó.

Pasaron los minutos y no obtuvo una contestación. Así que respiró hondo mientras apretaba su celular.

El imbécil había visto su mensaje y lo ignoró por completo.

Pero no estaba enojado por eso. No, claro que no.

Solo iba a intentarlo una vez más...

Mensaje Nuevo:

Spreen<3

Roier pelotudo de mierda
Más te vale que me digas dónde estás ahora o yo mismo te voy a buscar y te voy a traer a rastras por dejarme en visto.
[1:13 AM]

Esperó unos largos segundos hasta que pasó:

"✓✓"

HIJO DE PUTA

Spreen bloqueó su celular y lo guardo nuevamente en su bolsillo.

Estaba completamente decidido. Lo iba a buscar, lo iba a encontrar y lo iba a matar. Oh, claro que eso haría.

Entonces comenzó por buscarlo por cada cuarto, cada set de grabación, por el comedor, incluso por la cocina.
Subió hasta el último piso de la compañía y luego volvió a planta baja.

En ese punto ya no tenía sentido seguir enojado. En realidad, ahora estaba muy preocupado. Demasiado.

¿Dónde podría estar metido Roier?

Su desesperación llegó a tal nivel que tuvo que pedirle ayuda a Rivers quien no dudó en también ocuparse de buscarlo.

En algún punto, Spreen llegó a la sala del Staff dónde aún se encontraban varias personas. Entre ellas una chica rubia ya conocida.

— ¡Mayichi!

Exclamó el chico cuando hizo contacto visual con ella. La joven se estremeció ante el llamado pero rápidamente se levantó de su lugar al ver cómo Spreen intentaba recuperar su aliento luego de recorrer toda la compañía.

— ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

Preguntó la rubia cuando se acercó hasta Spreen bajo la mirada curiosa de sus compañeros.

— No, yo... Perdí a Roier.

La confesión provocó que Mayichi abriera sus ojos con sorpresa.

¿Cómo podía perder a alguien como Roier?

— ¿Qué? ¿Cómo lo perdiste?

— No sé. Él dijo que iba a cambiarse y desapareció como si nada. —Explicó como pudo.— Intenté llamar y enviarle mensajes pero no me responde. Creo que también apagó su celular.

— Oh... Mierda.

Soltó la chica aún sin creer como un actor tan conocido podía desaparecer como si nada bajo el cuidado de su Manager.

— ¿Vos lo viste por algún lado?

Mayichi quedó pensativa, intentando buscar en su memoria alguna información necesaria para darle al contrario.

— Creo que... Lo ví caminando hacia el estacionamiento. No estoy muy segura. —Habló de forma vaga mientras sus ojos se desplazaban por el lugar.— Él iba solo, lo que era muy raro teniendo en cuenta que ustedes dos son como uña y mugre. Pensé que podrías estarlo esperando en la Van.

El Manager frunció el ceño con confusión al escuchar la información dada por la joven. No tenía sentido que Roier se fuera al estacionamiento.

Además ¿Solo? Él ni siquiera sabía conducir...

— Muchas gracias, Mayichi. Voy a seguir buscándolo.

Spreen agradeció antes de voltearse nuevamente hacia la salida.

— ¡Espera! —Lo llamó la chica antes de que se fuera. Cuando el más alto regresó a ella, ésta extendió su mano.— Dame tu teléfono.

— ¿Qué?

No entendía a qué se debía el reciente pedido.

— Solo dámelo.

Desconfiado, Spreen metió la mano en su bolsillo, desbloqueó su teléfono y se lo dió.

Entonces Mayichi comenzó a teclear de forma rápida para luego devolverselo. Cuando el Manager miró la pantalla, allí había un número agendado con el nombre de la rubia.

— Avísame si lo encuentran. Yo lo estaré buscando por aquí ¿Sí? —El más alto asintió sin decir una palabra. De todas formas un poco de ayuda no venía mal.— ¡No te quedes ahí parado! ¡Ve!

Lo regañó Mayichi, provocando que moviera rápidamente sus pies con pasos torpes hacia la puerta de salida.

Se dirigió rápidamente hasta el estacionamiento, dónde se encontraba la Van con la esperanza de que Roier estuviera aún allí.

Pero lo único que encontró fue a su hermana.

— Olvídalo, no está aquí.

Soltó Rivers cuando lo vió llegar, pisoteando aquellas esperanzas.

— ¿Está segura? —Le preguntó aún observando a su alrededor dónde quedaban pocos autos. Rivers asintió sin ganas.— Mierda... Es que una persona del Staff me dijo que lo vió viniendo aquí solo.

— ¿Solo? ¿Por qué?

Spreen elevó los hombros sin tener respuesta.

— ¿Vos intentaste llamarlo?

— Sí pero tampoco me contesta... —La joven estilista se veía realmente preocupada llevándose una mano a la cabeza. Y era obvio, si se trataba de su hermano menor.— Voy a decirle a Mariana.

El chico se puso nervioso cuando Rivers sacó su teléfono dispuesta a llamar a su primo, pero ella pareció notarlo.

— Tranquilo, esto no es culpa tuya. No es la primera vez que Roier hace algo así...

Spreen se relajó pero a la vez eso activó su curiosidad, preguntándose ¿Cuáles fueron esas "otras veces"? ¿Y por qué?

¿Por qué Roier desaparecería sin dejar rastro?

Podría preguntar a Rivers pero ya estaba ocupada en una llamada.

— ¡Mariana! Pendejo, ¿Por qué te tardas tanto en contestar? —El Argentino no podía escuchar lo que el otro chico decía pero le era suficiente escuchando solo a Rivers.—  ¿Qué? ¿Y a mí qué vergas me importa que estés en un "momento íntimo" con Slime?

Muy suficiente... Quizás demasiado.

— Pues mira, mientras tú estás cogiendo. Tu querido primito Roier ¡ESTÁ DESAPARECIDO! —Exclamó la chica al teléfono, asustando también a Spreen en el proceso. Rivers definitivamente era alguien a quien temer.— ¡ASÍ QUE AHORA VAS A MOVER TU CULO PARA BUSCARLO!

Y cortó la llamada.

Luego se volteó hacia el Argentino y le dió una pequeña sonrisa.

Spreen pensó que se veía como una psicópata.

— Dijo que él se hará cargo. No te preocupes.

— ¿A-ah, sí?

Preguntó dudoso.

— Sí, tranquilo. Solo hay que esperar a que vuelva a llamar. —La joven comenzó a alejarse pero antes de irse se volteó hacia él.— ¿Quieres algo de comer? Yo invito.

El Manager pensó que no era momento para comer pero debian esperar a que Mariana se comunique con ellos.

Y además no quería hacer enojar a Rivers...







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