[ 35 ]
Ese maldito sueño.
Ese estúpido sueño que llevaba atormentando a Spreen desde que despertó aquella mañana. Aún no podía olvidar cada momento de ello aunque lo intentara.
Cómo cuando Roier tomó su mano, o cuando acarició su mejilla.
O el beso.
¡DIOS, NO!
Tenía que olvidar todo de aquel terrible sueño o sino se volvería loco.
Y como era de esperarse, Spreen estaba evitando a Roier desde el desayuno.
Cuando el Manager puso un pie en la cocina, inmediatamente tuvo que evitar la mirada del actor porque no podía verlo sin recordar las escenas de su subconsciente. Y la verdad le estaba funcionando muy bien.
Hasta que Roier lo notó.
— ¡Estás evitandome de nuevo!
Exclamó el menor cuando acorraló al más alto en la sala de descanso.
Roier podía ser idiota pero no tanto, reconoció perfectamente las señales. Además ya había pasado por eso una vez. No iba a permitir que pasara dos veces.
— Claro que no.
Se defendió el mayor mientras se preparaba un té dándole la espalda a la estrella.
Grave error porque éste aprovechó eso para ponerle seguro a la puerta y evitar que el chico escapara.
Spreen se puso tenso cuando escuchó el "Click" reconociendo el sonido.
— ¡Claro que sí! ¡Lo estás haciendo ahora mismo!
Volvió a atacar Roier acercándose a su Manager. Pero éste se mantenía de espaldas, así que el castaño levantó su mano para poder tomar su brazo y hacer que se voltee pero se detuvo a mitad de camino.
¡Espacio personal! ¡Recuerda, no seas imbécil!
Roier cerró fuertemente sus ojos con frustración recordando los límites y bajó su diestra.
— No sé de qué estás hablando.
— ¡Spreen! —Lloriqueó el muchacho mientras se colocaba a un lado de éste para poder ver su rostro.— ¿Si quiera puedes mirarme?
Finalmente había terminado de preparar la taza de té cuando escuchó el pedido de Roier. Entonces apretó sus labios para luego soltar el aire inhalado en un suspiro.
Bueno, quizás estaba exagerando un poco.
Spreen podía ver a Roier aunque sea solo una vez. No pasaría nada.
Entonces eso hizo. Elevó la mirada de su bebida caliente y la posó en el chico a su lado.
Roier tenía esa expresión de nuevo. Esa que parecía pedirle a gritos un poco de atención porque sino se moriría como Tinker Bell/Campanita. Esa expresión con la cual conseguía todo lo que quería.
Y todo iba bien... Hasta que su mirada cayó llevando toda su atención a los labios ajenos. Estaban abultados por la escena caprichosa que estaba haciendo el actor.
Se veían rosados y brillantes, debido a un bálsamo que le había puesto Rivers esa mañana. Es que acaso...
¿Serían igual de dulces que en su sueño?
¡NO!
¡PUTA MADRE, NO!
Cuando se dió cuenta de lo que él mismo estaba pensando sobre Roier, se maldijo y desvió rápidamente la mirada a cualquier otro lugar.
Habían sido solo unos segundos así que Roier no pudo llegar a apreciar ese desequilibrio en el mayor. Pero sí como éste volvía a ignorarlo.
— ¿Es en serio? ¡Ni siquiera me miraste por más de un minuto!
Se quejó mientras Spreen agarraba su taza y se dirigía hacia el asiento más cercano. Roier claramente lo siguió.
— Estás exagerando.
El chico soltó un jadeo de indignación y tenía muchas ganas de agarrar al mayor por el cuello de su camiseta y sacudirlo de un lado a otro hasta que le dijera la verdad.
Pero no podía hacer eso.
Recuerda, Roier. Espacio personal... Se dijo a si mismo mientras tomaba una larga bocanada de aire. Entonces decidió hacer algo más pacífico.
Se posicionó delante de donde el mayor estaba sentado mirando su teléfono y se arrodilló ganándose su atención.
— Roier, qu-
— Perdón si te incomodé. —Se disculpó Roier tomando por sorpresa a Spreen. Luego acercó tímidamente su mano y agarró entre sus dedos la manga de la camiseta ajena para darle un pequeño tirón.— Sigues enojado por lo de ésta mañana ¿Verdad?
Spreen estaba perplejo. No podía creer como eso le podía afectar tanto al menor. Literalmente estaba arrodillado en frente suyo disculpándose.
Pero lo que había llamado la atención de Spreen era que desde que habían vuelto a trabajar juntos, Roier hacía hasta lo imposible por respetar sus límites como en ese momento. Y quizás era algo muy mínimo pero teniendo en cuenta lo extremadamente físico que era Roier, eso estaba siendo un paso bastante grande para él.
Y Spreen estaba agradecido.
— No volveré a hacerlo. Lo prometo. —Agregó el menor volviendo a tironear de su camiseta.— Pero por favor no me evites. Si algo te molesta tienes que decírmelo...
¿Que podría decirle Spreen?
"No, mirá. Es que la noche anterior soñé que nos besábamos y fue tan intenso que tuve una erección."
¡NO! ¡CLARO QUE NO!
Si bien, no habían vuelto a hablar sobre aquella situación de cuando Spreen estaba ebrio. Él aún tenía muchas preguntas sin responder pero Roier le había dicho que lo olvidara porque era una tontería.
Pero si era una tontería, ¿Por qué Spreen no podía sacarlo de su mente?
Y aunque quisiera olvidarlo, ahí estaba su subconsciente para recordarselo por medio de sueños.
Realmente se iba a volver loco.
Roier es trabajo, el trabajo es Roier. Roier trabajo, trabajo Roier... Se repitió en sus pensamientos una y otra vez hasta relajarse y poder sostenerle la mirada sin avergonzarse.
— Perdón, tenés razón. Yo aún seguía incómodo por lo de ésta mañana.
Eso era una mentira a medias. No necesitaba ser explícito.
Y el actor le creyó sin dudar.
— Está bien. Lo entiendo.
Sonrió levemente y bajó la mirada mientras soltaba la manga.
En ese momento Spreen se sintió un poco culpable. Pues Roier no era quien había provocado aquel sueño pero lo evitó como si tuviera una enfermedad contagiosa.
Y eso había estado mal.
Así qué pensó que debía ser un poco más amable con el menor. Pero no sabía cómo.
Hizo una mueca con sus labios y de forma tímida elevó su mano hasta el cabello ajeno para sacudirlo.
Roier lo miró sorprendido pero rápidamente su sonrisa creció. Spreen al ver eso se apresuró a quitar su mano.
— ¿Y eso qué fue?
Preguntó ante la inesperada muestra de cariño por parte del contrario.
— Nada.
Respondió velozmente el mayor. Y Roier soltó una pequeña risa.
— ¿Eso significa que puedo darte un abrazo?
— No.
~ • ~
Luego de hacer las pases y llegar a un acuerdo mutuo dónde Spreen dejaría de evitar a Roier por cualquier cosa, y Roier no presionaría a Spreen para que hablara. Ahora estaban debatiendo lo que el actor podía comer en su descanso.
— Quiero Oreos.
O mejor dicho, Roier estaba tratando de manipular a Spreen para que le compre comida chatarra.
— Eso no es comida de verdad. Elegí otra cosa.
— ¡Pero quiero eso!
— Me chupa un huevo.
Roier soltó un largo quejido mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás en el sofá.
— Bueno, está bien. —Dijo rendido y se cruzó de brazos.— Entonces quiero una torta de jamón.
— Sánguche...
Corrigió el mayor ganándose una mala mirada del castaño.
— ¡Son Tortas, pendejo! ¡Tortas!
— Tortas son las de cumpleaños, pelotudo.
— Pinche Spreen todo menso, ¡Ya, Rivers dile algo!
Los pares de ojos se posaron en la chica rubia, la cual ya no soportaba a ninguno de los dos muchachos así que solo se limitó a decir:
— Spreen, solo ve y compra lo que quiere.
El Manager le hizo caso, poniéndose de pie y tomando algunos billetes de su cartera. Pero antes de pasar por la puerta, volteó a ver a Roier.
— Ya le traigo su Sánguche al principito.
Dijo con una sonrisa retadora, provocando que el menor se volviera a quejar y tomara un cojín para lanzarselo pero Spreen fue más rápido abandonando el cuarto de descanso.
No tardó mucho en llegar al comedor principal para pedir la dichosa "torta". Solo fueron unos minutos hasta que se lo entregaron y cuando estuvo de nuevo de camino a dónde se encontraba el actor, se cruzó con una persona.
Una chica rubia estaba llevando varias cajas por el pasillo así que no podía ver muy bien por dónde estaba yendo. Y eso provocó que se tropezara soltando un chillido, dejando caer las cajas en el suelo y por lo tanto el contenido en ellas.
Eran algunos artículos de escena, simple utilería.
Cuando la joven comenzó a juntar cada objeto, Spreen pudo reconocerla.
Era esa chica que siempre parecía odiarlo. Así que inmediatamente desvió la mirada y siguió con su camino.
Spreen no iba a ayudar a alguien que lo trataba de la mierda. Obviamente no.
Pero cuando pasó por su lado actuando indiferente, es posible que se haya sentido algo mal por ella. Además, unas malas repuestas no podían definir totalmente a una persona. Sino Spreen con su "brillante" forma de ser ya hubiera sido juzgado por más de uno.
Por lo tanto, el Manager suspiró y detuvo su caminar para volver hacia ese lugar e inclinarse a la altura de la integrante del Staff.
— Dejame ayudarte.
La chica no había notado la presencia del más alto hasta que éste habló tomandola por sorpresa. Entonces cuando posó su mirada en él lo reconoció. Era ese tipo serio y gruñón que se hacía cargo de Roier.
La rubia bufó y se concentró en rápidamente guardar los objetos en cada caja.
Ella no entendía por qué la estaba ayudando después de como lo trató. Al parecer era más tonto de lo que creía.
— Acá está. Creo que es todo.
Volvió a hablar el Argentino mientras dejaba las últimas cosas en una caja.
Y la joven suspiró. Quizás esa era una buena oportunidad para disculparse con él por su actitud grosera. Después de todo se lo debía...
Cuando Spreen se recompuso listo para volver a su camino, la chica habló.
— ¡Oye! —Exclamó viendo cómo el mayor detenía sus movimientos. Entonces éste se volteó hacia ella con una mirada confundida.— ¿P-podemos hablar?
Quiso maldecir cuando las palabras se enredaron en su boca. Mientras que Spreen seguía expectante.
— Ehh... Tengo que ir con Roier ahora mismo-
— Por favor. Solo serán unos minutos.
Interrumpió la de cabellos dorados. Pero Spreen aún estaba dudoso. No la conocía y eso podía llegar a ser demasiado incómodo.
— Puedo invitarte un café si quieres...
~ • ~
Y así fue como Spreen terminó sentado en frente de ella, en una de las mesas del comedor, con un café gratis en sus manos.
La situación era algo incómoda pero también se lo estaba tomando como un pequeño descanso de Roier.
El actor había estado encima suyo buscando su atención todo el día así que no pasaría nada si solo se tomaba unos minutos.
— Así que... Regresaste. —La voz femenina dió comienzo a la charla. Y Spreen asintió murmurando un "mhm" en afirmación porque aún estaba bebiendo su taza de café.— Pensé que tú y Roier habían tenido una gran pelea y por eso te había despedido.
— Mm, en realidad no...
Respondió sin dar mucha información sobre ese acontecimiento. No iba a andar difundiendo algo privado.
— Entiendo... ¿Entonces todo ha vuelto a la normalidad?
— Podría decirse que sí. —Dijo vagamente mientras dejaba la taza de vuelta en la mesa. Esa conversación no estaba yendo a ningún lado.— ¿Por qué querías hablar conmigo? Creí que te caía mal.
Interrogó ésta vez el mayor. Y para sorpresa de Spreen, la joven respondió rápido.
— Realmente me caes mal.
— Ah...
La chica puso los ojos en blanco y volvió a hablar.
— Aunque es raro. Porque a la mayoría le caes mal pero Roier se ve muy feliz cuando tú estás cerca. —Explicó antes de tomar un sorbo de su propia bebida.— Y yo adoro a Roier. Él es... Fantástico. Por eso tampoco me gusta verlo triste.
Spreen no sabía cuál era el punto de esa conversación pero creía que Roier era igual de animado con todos, no solo con él.
Al parecer estaba equivocado.
— Antes de que tú llegaras las cosas eran muy diferentes aquí. Yo conocí a Roier cuando él aún seguía en su banda. Un amigo me obligó a asistir a uno de sus recitales y fue increíble.
Cuando lo ví en ese escenario fue como... Amor a primera vista. Desde ese momento no pude pensar en nada más que él. —Spreen analizó las palabras de la chica y llegó a la conclusión de que en ese momento Roier ya tenía la "maldición". Ella era solo una víctima más de ese extraño lavado de cerebro que provocaba el actor en las personas.— Entonces basé mi vida en él. Incluso conseguí este trabajo solo para estar cerca de él y quizás ganarme un simple saludo de su parte. Yo estaría más que feliz solo con una mirada suya... Pero al pasar tanto tiempo a su alrededor comencé a notar ciertas cosas en él.
— ¿Qué cosas?
Preguntó el Manager con genuina curiosidad.
La rubia bajó su mirada y apretó la taza entre sus manos.
— Pues en el escenario y en las pantallas Roier siempre se veía tan feliz... Pero detrás de todo eso él realmente no parecía serlo. No me mal entiendas, él siempre fue muy amable y amoroso con todos. Pero a veces sus sonrisas eran tan fingidas, como si estuviera agobiado por algo pero a la vez quería que nadie se entere al respecto... Siempre fui muy buena leyendo a las personas. —Confesó con una sonrisa apenada. Y Spreen comenzaba a preguntarse si lo que decía era verdad. Y si lo era ¿Esa supuesta tristeza se debía solo a la maldición o...?— Eso fue hasta que llegaste tú.
— ¿Cómo?
La chica soltó una pequeña risa ante la confusión del mayor.
— No sé lo que hiciste pero desde que trabajas para él, Roier se ve muy alegre. Y la verdad no lo entiendo porque eres tan gruñón, serio, aburrido-
— Bueno, gracias eh.
Interrumpió el chico con un claro tono molesto pero la joven no se vió intimidada para nada ya que volvió a reír.
— Lo siento, es que realmente no lo entiendo. Pero cuando no estuviste aquí... No fue para nada lindo. —Entonces el semblante molesto de Spreen fue reemplazado una vez más por la intriga.— Él estaba tan decaído. Ya ni siquiera se esforzaba por sonreír. Y quise convencerme de que Roier no estaba así por ti pero era más que obvio. También pensé que lo habías lastimado de alguna forma pero cuando le preguntaban, él seguía hablando muy bien de ti... Él te extrañaba.
Spreen se sintió avergonzado por esa nueva información y puso su vista en su café. Pero realmente no sabía por qué.
En realidad debería sentir pena por el menor pero de alguna forma, la idea de que lo había extrañado lo hacía sentir bien.
— ¿Y sabes qué?
La chica del Staff lo sacó de sus pensamientos obteniendo su atención.
La joven se aclaró la garganta antes de decir lo siguiente:
— Roier significa el mundo para mi... Pero él parece girar solo al rededor tuyo. Así qué... Estoy feliz de que volvieras y también quiero disculparme por como te traté los primeros días.
Spreen se quedó ligeramente boquiabierto por la confesión y las disculpas. No sabía qué decir al respecto.
— Honestamente... Fuiste muy grosera, sí. —La rubia volvió a bajar la mirada avergonzada de sus propias acciones dichas por el Manager.— Pero no importa. No es como si hubieras herido mis sentimientos o algo.
Ella soltó el aire que llevaba contenido en sus pulmones como si se hubiese sacado un peso de encima. Y Spreen dió por finalizada esa charla.
— Y gracias por el café, pero voy a pagarlo yo.
Entonces el mayor sacó unos billetes de su bolsillo para extenderlos en la mesa pero la joven lo detuvo poniendo su mano sobre la ajena.
Y Spreen se tensó.
— ¡No! No tienes que hacerlo. Yo te invité.
El Argentino estuvo a punto de quitar su mano por la incomodidad pero al parecer, ese hecho había sido como una alarma para cierta persona que estaba entrando al comedor en busca de su Manager.
Qué oportuno...
Fue lo que pensó Spreen cuando en pocos segundos Roier se puso en frente de ellos. Y todo podría ser muy normal si la mirada del menor no estuviera fija en las manos de ambos.
— Roier... —Spreen habló primero, alejando rápidamente su mano de la contraria.— Perdón por tardarme. Estaba a punto de ir contigo.
— ¿Ah, sí?
La voz de Roier había sonado un poco... ¿Sarcástica?
Spreen no quiso darle muchas vueltas al asunto así que señaló a la joven.
— Ella es...
Y allí se dió cuenta que la chica nunca se había presentado. Así que se volteó hacia ella encontrandola casi hipnotizada por el actor.
El Manager tosió para llamar su atención y ésta regresó a la realidad.
— Me llamo M-Mayichi...
Tartamudeó la rubia con sus mejillas sonrojadas. Y Spreen no podía creer el poder que tenía Roier sobre las personas.
— Sí, eso mismo. —Agregó el Argentino volviendo su vista al castaño que seguía tan serio como cuando llegó.— Ella es parte del Staff y-
— Un gusto, Mayichi.
Saludó el actor con una sonrisa un poco forzada y luego se quedó en completo silencio provocando que Mayichi comenzara a sentirse incómoda.
— Y-yo... Tengo que volver al trabajo. Adiós.
Y así la rubia se movió velozmente, tomando sus cajas y caminando a paso rápido hasta la salida del comedor, dejando a ambos chicos en esa aura extraña.
El mayor estaba incrédulo por la forma en la que Roier se comportó y obviamente iba a regañarlo por eso.
Así que se puso de pie y lo enfrentó.
— ¿Qué te pasa? ¿Por qué actuaste así? Ella es tu fan.
— ¿Mi fan? Pues parecía la tuya cuando llegué.
Spreen parpadeó perplejo por la respuesta enojada por parte de Roier.
—... ¿Qué?
— ¿No acabo de interrumpir tu tonta cita con ella?
Quizás Roier se estaba dejando llevar un poco mucho por los celos pero tenían que entenderlo.
Cuando el menor cruzó esa puerta y lo primero que vió fue a Spreen dejando que alguien más tomara su mano, su sangre hirvió en llamas.
¿Quién era ella? ¿Por qué estaban juntos? ¡¿POR QUÉ ELLA TOMABA SU MANO?!
¿Acaso le había pedido permiso? ¡¿Y Spreen la había dejado hacerlo?!
¡UGH! ¡NO PUEDE SER!
— Roier... Estás malentendiendo todo.
— ¡Claro que no! Tú y ella estaban agarrados de las manos. ¡Yo los ví!
— ¡Ella solo quería detenerme para que no pagara!
Roier jadeó sorprendido e indignado.
— Ibas a pagar por ella... ¡Lo sabía! Sabía que era una cita.
— ¡Que no es una cita! —Exclamó Spreen al borde de perder la paciencia, llevándose ambas manos a la cara. ¿En serio Roier le estaba haciendo una escena de... Celos?— Pará... Estás celoso.
Entonces Roier se detuvo repentinamente, sintiendo como todo su enojo se apaciguaba para dar paso a la vergüenza.
— ¡¿Qué?! ¡No! Claro que no.
Se defendió el menor pero el sonrojo que había comenzado desde su nariz no decía lo mismo.
Y a Spreen esa imagen le había parecido adorable pero a la vez estaba muy sorprendido por la actitud ajena.
Y quizás... ¿Le gustaba?
— ¿Entonces por qué te interesa tanto con quién estoy?
Interrogó Spreen mientras se cruzaba de brazos con una sonrisa de lado.
Y Roier estuvo a punto de derretirse por esa imagen pero se mantuvo firme.
— ¿Sabes qué? Me vale verga con quién tengas citas. Puedes salir con todos los empleados de la compañía si quieres. No me importa.
— ¿No?
— No.
— ¿Seguro?
— Muy seguro.
Respondió Roier sin ninguna señal de duda en su voz.
Spreen asintió llevándose las manos a los bolsillos y luego inclinó la cabeza hacia él.
— Entonces quizás debería invitarla a otra cita. ¿No crees?
El semblante seguro de Roier cambió a uno preocupado cuando lo escuchó e intentó abrir su boca para decir algo contra eso pero no pudo hacerlo.
Así que decidió que lo mejor era irse. Pero cuando se giró para hacerlo sintió un agarre en su muñeca.
— Pará, te estaba jodiendo nada más. —Dijo Spreen entre risas aún sosteniendo el brazo del menor para que no se fuera.— No te enojes.
Claro, solo se estaba burlando...
— ¿Por qué me enojaría? —Soltó el actor más tranquilo y luego se tragó su orgullo para poder decir la siguiente frase.— Si ella realmente te interesa deberías invitarla. Claro.
Pero por dentro, Roier estaba rogando para que dijera que no era así.
Por favor dime que no, dime que no, dime que no...
— Mmm... Es una chica linda. —Las palabras del mayor fueron como dagas para Roier quien se forzó a mantenerse estable como si no hubiera pasado nada.— Pero es una pena.
— ¿Qué es una pena?
Preguntó Roier inocentemente.
Y Spreen lucía como si quisiera volver a reírse de él.
— Pensé que ya lo sabías.
— ¿Saber qué?
Roier no entendía si ya era muy pendejo o qué.
Pero la verdad, Sí era muy pendejo.
— Que no me gustan las mujeres.
Oh... ¡CIERTO!
Spreen acababa de confirmar sus sospechas.
Spreen le acababa de confirmar que era HOMOSEXUAL.
¡Dios mío!
Quería gritar de la emoción. No solo porque el chico que tanto le gustaba era gay, sino también porque ahora sabía que esa chica no tenía ni una oportunidad con él.
¡ESO!
Y mientras Roier estaba perdido en sus pensamientos, Spreen lo observaba aún sin poder creer la escena de celos que había vivido.
Aunque no era la primera vez. Todavía recordaba como se puso el chico cuando se enteró de la oferta de Quackity.
Sin embargo, pensó que era tonto que Roier se enojara por una agarrada de manos. No era para tanto.
Inevitablemente su mirada bajó al agarre que mantenía en la muñeca ajena y no supo decir desde cuándo tenía esa confianza con el menor. Pero quizás podría demostrarle que no había nada de malo en tomarse de las manos.
Así que deslizó su mano hasta la ajena y entrelazó sus dedos, provocando que Roier saliera de su mente para observar también sus manos unidas.
— S-Spreen...
— Hay que volver. Estoy seguro que el director te está buscando como loco.
Spreen tiró de él hacia la salida del comedor para guiarlo hasta el lugar de grabación.
Y Roier solo se dejó llevar sin decir nada más, con una tonta sonrisa en el rostro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro