[ 34 ]
— Spreen...
Eran las tres de la mañana cuando Spreen despertó por el débil llamado. Lo primero que vió fue unas mantas que no le pertenecían.
Cierto que se había quedado en el departamento de Roier...
— Spreen, despierta...
Volvió a repetir la misma voz, esta vez empujando ligeramente al chico medio dormido provocando que se girara en la cama para descubrir quién lo estaba molestando.
— ¿Roier? ¿Qué pasa? —Murmuró confundido mientras intentaba alcanzar su celular para verificar la hora.— Mierda, son las tres de la mañana. ¿Por qué seguís despierto?
Luego de esa bochornosa situación en el pasillo, ambos chicos terminaron ingresando al departamento donde (cuando dejaron la vergüenza de lado) tuvieron un pequeño debate sobre qué cenar, el cual finalizó en pedir una pizza y después de eso dormir porque ambos estaban exhaustos.
Pero Roier parecía tener problemas para conciliar el sueño.
— No puedo dormir.
Confesó con tono triste el menor quién estaba arrodillado junto a la cama, con sus brazos relajados en el colchón y apoyando su rostro sobre los mismos.
Spreen intentó quitarse el cabello que caía sobre sus ojos pero el sueño era más fuerte que él.
— ¿Por qué no lees un libro o algo?
— Eso es aburrido.
— Esa es la idea.
Roier bufó y Spreen rodó los ojos mientras volvía a acomodarse para dormir.
— Buenas noches.
— ¡No, Spreen! —Se quejó el actor empujando el cuerpo de su Manager.— No te duermas. Hablemos o hagamos algo ¡Lo que sea!
Pero Spreen lo ignoró.
Y esto provocó que Roier se ofendiera. Así que de alguna forma tenía que llamar su atención.
— ¡¿Qué estás haciendo?!
Exclamó Spreen cuando Roier se subió a la cama, pero éste no le respondió.
El menor se acostó a su lado y lo observó divertido. A lo que Spreen negó rápidamente.
— No. No te vas a quedar acá.
— ¡¿Por qué no?!
— ¡Porque no! —Respondió el mayor tomando una almohada y comenzando a empujar al chico con la misma.— ¡No podés dormir acá!
— ¡Pero Spreen! ¿Nunca hiciste pijamada con tus amigos?
Preguntó Roier resistiéndose a los empujones ajenos.
— ¡Nunca me gustaron las pijamadas!
— Eres un aguafiestas. —Volvió a quejarse el castaño cuando logró atrapar la almohada y quitársela.— Y un gruñón.
— ¡Dame eso!
Spreen se acercó y estiró su brazo para alcanzar el objeto pero Roier dejó caer la almohada lo más lejos posible sin decir ninguna palabra más. Esto confundió al Argentino que regresó su vista encontrándose al menor en completo silencio, sonrojado y a pocos centímetros de su rostro.
Ante esa situación, Spreen se alejó velozmente como si Roier tuviera alguna enfermedad contagiosa.
— B-bueno, hacé lo que quieras pero no me rompas las pelotas y dormite.
No era una decisión muy coherente teniendo en cuenta que lo que menos quería Spreen era tener al menor en su cama pero si así lograba que no molestara más, entonces lo dejaría.
De todas formas le dió la espalda y se acomodó del lado más lejano para no tener que estar cerca de él.
Y luego de unos largos minutos de silencio creyó que había conseguido que se durmiera.
Pero no.
— Spreen...
"Mierda."
La mejor opción de Spreen era fingir que estaba dormido para no tener que lidiar de nuevo con eso. Pero Roier parecía no rendirse.
— Spreen, deja de ignorarme...
Murmuró el menor casi en un lloriqueo. Pero el mayor no respondió.
Roier suspiró y lo intentó una vez más.
— Conchudo.
Susurró cerca de él, imitando su característico acento.
Algo que acabó con la paciencia de Spreen.
— ¡¿Qué querés ahora?!
Exclamó volteandose exasperado hacia Roier. Y el chico lo recibió con una pequeña sonrisa al haber logrado hacerlo reaccionar.
— ¡¿Por qué simplemente no cerras los ojos y te vas a dormir?! ¿Tan al pedo estás? ¡Son las tres de la mañana! ¡TRES DE LA MAÑANA!
Roier ignoró todo el regaño manteniendo su tonta sonrisa mientras observaba con adoración a Spreen.
— Tienes unos ojos preciosos ¿Te lo han dicho?
El susodicho frunció el ceño confundido. En otro momento se hubiese avergonzado por el repentino halago pero ahora estaba enojado y cansado.
— Preciosa va a ser la piña que te voy dar si no cerras el ort-
Las palabras de Spreen terminaron desvaneciéndose cuando Roier posó una de sus manos en el rostro ajeno, dejando delicadas caricias en su mejilla.
Y eso no era lo más raro.
Lo más raro fue cuando Spreen sintió esa acción como algo... Agradable. Para nada incómodo o forzado.
Se sentía bien...
Pero no era correcto. No debería estar pasando eso.
— Roier... Ya hablamos sobre esto.
Spreen tomó su muñeca y alejó la mano impropia ganándose una mirada triste.
Pero la Súper Estrella no se rendiría tan fácilmente.
Roier deslizó su mano hacia abajo por el agarre hasta encontrarse con sus dedos. Entonces lentamente comenzó a juguetear entre ellos para intentar entrelazarlos, llamando la atención del mayor quién no lo estaba deteniendo.
Spreen debería soltar su mano, echar a Roier de la habitación y volver a dormir pero no podía hacerlo.
Solo se quedó observando cómo éste finalmente entrelazaba sus dedos como si sus manos encajaran perfectamente. Las dos eran tan diferentes entre sí pero parecían estar hechas la una para la otra.
Por ejemplo, sus manos eran más grandes que las contrarias. Incluso lucian un poco descuidadas en comparación con las del actor.
Las de Roier eran fuertes pero a la vez suaves, aunque no femeninas. Para nada.
Se notaba que el cuidar de su imagen también incluía esa parte.
Pero Spreen estaba tan distraído en eso que cuando volvió su mirada a Roier fue demasiado tarde.
El chico se encontraba tan cerca suyo que podía sentir el aliento del contrario chocando con su rostro.
Y los nervios regresaron.
— Roier...
Soltó su mano pero no tuvo mucho efecto en el menor que parecía inmerso en sus propios pensamientos mientras mantenía la mirada fija en él.
Y sin esperarlo sucedió.
Roier acortó la cercanía entre ambos y Spreen no supo cómo reaccionar cuando sus labios chocaron entre sí.
Mentiría si dijera que no se lo esperaba. De alguna forma Spreen sabía que eso era exactamente lo que buscaba Roier desde un principio.
Y tenía que detenerlo, quería hacerlo pero su cuerpo no acataba las órdenes de su cerebro.
Spreen estaba tenso mientras el más joven se apropiaba de sus labios con movimientos lentos pero necesitados, como si estuviera sediento de él. Pero el Manager no sabía cómo parar eso porque en parte se estaba volviendo loco por la manera en la que sus bocas se unían y danzaban suavemente.
En el momento en que Roier puso una de sus manos en la nuca del mayor para acercarlo, succionando su labio inferior y mordiendo fue cuando Spreen terminó de perder la cabeza.
Roier había tomado todo el control.
Y Spreen cedió tan fácilmente olvidando todos los muros que el mismo interponía entre ambos.
No sabía si era por el tiempo que llevaba solo o por la insistencia de Roier, pero se sentía tan bien.
Cuando Spreen comenzó a corresponder el beso al mismo nivel, provocando una lucha de roces desordenados. A Roier se le escapó una risita ahogada por los labios ajenos que hizo que Spreen se sintiera como en el paraíso. Y tomó las manos del mayor, las cuales hasta ese momento no se habían atrevido a tocarlo para llevarlas a su cintura.
— No tengas miedo.
Susurró Roier al separarse por unos pocos segundos de él, pero Spreen estaba muy perdido como para responder algo.
El actor volvió a reír por el estado desorientado de su Manager y aprovechó ese momento para moverse en la cama empujando el cuerpo del mayor hacia abajo hasta posicionarse encima suyo con una pierna a cada costado, sosteniéndose únicamente con sus rodillas y sus manos sobre el pecho ajeno.
El cuerpo de Spreen aún no le hacía caso y su mente era un completo caos pero Roier volvió a sonreírle cálidamente para luego tomar el borde de su propia camiseta comenzando a quitársela.
Pero un sonido lejano los interrumpió.
Fue demasiado tarde como para que Spreen se diera cuenta de lo que realmente pasaba cuando la imagen frente suyo se esfumó y el ruido se hizo más fuerte.
Entonces finalmente despertó con el sonido estridente de la alarma de su teléfono.
Gruñó con molestia mientras estiraba su brazo para alcanzar el objeto y darle fin a esa tortura. Después de hacerlo estaba listo para volver a dormir mientras inconscientemente abrazaba una almohada pero de forma inmediata y sin haberlo pedido recordó lo que acababa de soñar.
Y abrió los ojos de par en par.
No Puede Ser
Rápidamente se recompuso en la cama, sentándose y tomando su cabeza entre sus manos de forma preocupada y algo exagerada.
Spreen había tenido un sueño muy comprometedor con Roier.
— Mierda, mierda, mierda...
Repitió casi en un murmullo mientras recordaba cada detalle del sueño.
¡¿POR QUÉ CARAJOS HABÍA SOÑADO ESO?!
Ah, pero esa no era la peor parte...
Extrañamente sentía un poco de calor en el cuerpo, a tal punto que tuvo que deshacerse de las mantas pero cuando lo hizo notó el por qué de ese calor manifestándose como una reacción normal de la parte baja de su cuerpo.
Sí, al parecer físicamente se había emocionado mucho con el sueño.
Spreen no podía creerlo y estaba intentando buscar mentalmente una excusa No Sexual para ese tipo de situación cuando de repente la puerta de la habitación se abrió.
— ¡Buenos días!
Saludó Roier con entusiasmo, entrando sin previo aviso y asustando a su Manager en el proceso.
Cuando el menor lo vió, éste tenía su rostro completamente ruborizado hasta las orejas y una almohada en su regazo.
— Oh... ¿Estás bien?
Preguntó preocupado al verlo de esa manera. Roier no podría ni imaginar lo que realmente estaba sucediendo.
Y Spreen prefería morirse antes de que Roier se entere.
— S-sí. —Tartamudeó en respuesta y automáticamente se aclaró la voz intentando sonar lo más normal posible.— ¿Por qué entras así? ¿No podés tocar antes de pasar?
Eso, Spreen tenía que sonar enojado para espantar a Roier.
Y se puede decir que lo logró cuando el actor se sintió regañado y abrió su boca varias veces intentando formar palabras que no salían.
— Em, Sí. Lo siento, yo solo quería... Ehh... Perdón. —El chico bajó la mirada apenado y jugó nerviosamente con sus manos.— Quería decirte que ya está listo el desayuno...
El corazón de Spreen se estrujó por la reacción del menor y soltó un suspiro.
Pero su dignidad era más importante.
— Está bien. Pero la próxima vez podés simplemente golpear la puerta antes de pasar.
— ¡Sí! Lo prometo. —Respondió Roier antes de voltearse para salir de la habitación. Pero se detuvo a mitad de camino.— Ah, también quería avisar que voy a dejar algunas cosas en el lavadero. ¿Quieres que me lleve tus sábanas-
— No.
Fue interrumpido por la corta y firme respuesta de su Manager.
— Oh... Está bien.
Sus últimas palabras fueron dudosas por el desconcierto pero de igual manera lo aceptó y salió del cuarto.
Dejando atrás a un muy avergonzado Spreen que ahora debía intentar calmarse antes de ir a desayunar y exponer su situación.
Pido perdón.
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