[ 32 ]
Esa hubiera sido una mañana común y corriente... Si simplemente Spreen supiera realmente dónde estaba.
En esos momentos no importaba mucho ese hecho. Spreen estaba muy cómodo como para preguntarse por qué su cama repentinamente era más grande. O por qué las mantas eran más suaves que de costumbre.
O más importante, ¿Por qué la habitación tenía un aroma especial? Era dulce... Pero suave. Parecido a la vainilla...
Canela.
— Roier...
Murmuró medio dormido al reconocer el distinguible perfume, mientras se aferraba más a la almohada que estaba abrazando contra su cuerpo.
Pero su propia voz fue suficiente para abrir los ojos de golpe por la sorpresa y confusión de lo que había dicho.
¡¿Por qué estaba murmurando su nombre en sueños?!
Spreen tomó la almohada y la lanzó lejos de la cama intentando también deshacerse de esos pensamientos que lo estaban volviendo loco. Pero cuando miró a su alrededor, el desconcierto fue en aumento.
Estaba en el departamento de Roier.
No solo eso, había regresado a su habitación original. ¿Cuando y cómo? Obviamente no lo recuerda porque el día anterior estaba demasiado ebrio como para que su cerebro archive algún recuerdo útil.
Aunque tenía algunas imágenes borrosas en su mente como el recuerdo de él de camino a la compañia donde trabajaba Roier y esperándolo en el estacionamiento como un completo psicópata.
¡La puta madre! ¡No!
¿Qué mierdas había hecho?
Esperaba no haber espantado a Roier con su "extravagante" actitud de ebrio. Pero eso no terminaba de explicar qué hacía de nuevo allí. Así que decidió armarse de valor y levantarse de la cama.
Era algo tonto, pero de alguna forma estaba agradecido por descubrir que aún conservaba la misma ropa que llevaba ayer.
Con sus manos arregló brevemente el desastre de su cabello el cual se colaba en su frente casi cubriéndole los ojos, y finalmente abrió la puerta para salir de la habitación.
No sabía muy bien a dónde ir primero, pero el olor a tostadas recién hechas lo guiaron hasta la cocina.
Pero se maldijo a si mismo por ser tan débil ante la comida.
— ¡Buenos días!
Exclamó el actor de forma vigorosa cuando vió de reojo al mayor entrar a la cocina.
Spreen se sobresaltó por el energético saludo pero no emitió ni un sonido. Ni mucho menos una palabra.
Roier le sonreía cálidamente y se veía tan radiante como siempre. Incluso más. Provocando que Spreen olvidara por completo como hablar.
El menor torció su sonrisa de forma nerviosa al no recibir respuesta así que se volteó hacia la mesada para poder tomar un plato de tostadas y una taza de café.
Al principio Spreen creyó que ese era el desayuno de Roier, pero esa idea fue descartada cuando el actor dejó ambas cosas en el extremo de la mesa más cercano a Spreen.
— No es la gran cosa pero imaginé que ibas a despertar hambriento. —El castaño volvió a desplazarse por la cocina hasta el refrigerador de dónde sacó un pequeño frasco de mermelada para dejarlo junto a las tostadas.— Ah, casi lo olvido. También creí que estarías adolorido por, ya sabes... beber tanto. Así que le pedí a Mariana que traiga algo para el dolor de cabeza.
Spreen todavía no había dicho palabra alguna pero Roier ya se encontraba en frente suyo extendiendole un vaso de agua y una diminuta pastilla.
El chicó le echó un vistazo a lo que le ofrecía para luego volver su mirada confundida al menor.
Roier parecía totalmente tranquilo con toda la situación. Hasta se lo veía bastante feliz. De todas formas, Spreen tenía que decir algo al respecto por su terrible comportamiento del día anterior.
— Roier, yo... Realmente agradezco lo que hacés por mi pero quiero disculparme por lo que pasó ayer. Se que debí haberme visto como un borracho de mierda y... No tendría que haberme aparecido así como así en la compañia, mucho menos en esas condiciones. Perdón. —El joven actor se sorprendió por la repentina disculpa. Pero también se preguntaba si eso abarcaba todo lo sucedido... ¿Incluyendo el beso?.— Además no tenías que traerme a tu departamento. Podrías haberme dejado en cualquier lugar.
Entonces se rió por lo que acababa de escuchar, dejando aún más confundido a su Ex Manager.
— ¿De qué estás hablando? ¿Acaso querías que te bote por ahí en ese estado? Estás loco. —Respondió Roier burlándose de las palabras ajenas. Claramente nunca haría tal cosa como abandonarlo así.— Déjate de disculpas y ya toma la pastilla. Tu cara lo dice todo.
Spreen iba a objetar pero lo pensó mejor y realmente la resaca lo estaba matando. Quizás podría hablar mejor luego de tomarse la estúpida pastilla.
También esperaba que deshacerse del dolor de cabeza lo ayudara a recordar los sucesos.
Así que se rindió y aceptó lo que el menor le ofrecía sin quejas.
Luego de beberse el agua, Roier sonrió triunfante y tomó el vaso de vidrio para dejarlo en el lavavajillas. Mientras lo hacía, volvió a pensar en las disculpas del mayor hasta llegar a la conclusión de que no debería disculparse por nada. En realidad, Roier comprendía la situación (más o menos) y sabía que Spreen en ese momento no estaba totalmente en sus cinco sentidos como para tener un comportamiento responsable sobre si mismo.
Además, aún estaba pendiente el tema del beso... Roier lo había provocado así que eso era su culpa. Entonces ahora era su turno para disculparse.
Se había aprovechado del chico en una situación vulnerable y además sobrepasó el límite impuesto por Spreen por milésima vez.
Se sentía tan mal al respecto.
Pero a la vez, no podía negar que lo había disfrutado tanto... Y en el fondo, muy en el fondo rogaba para que se repita.
¡Pero con Spreen completamente sobrio! Obviamente.
¡Y CON CONSENTIMIENTO!
— Spreen, no tienes que disculparte por nada. Lo entiendo ¿Sí? —Roier aún estaba de frente al lavavajillas lavando el vaso usado así que le estaba dando la espalda a Spreen y eso le era una ventaja para poder explicarse sin ponerse tan nervioso.— Y en realidad yo debería disculparme por despedirte de la nada... y por lo que pasó.
Desde que había despertado, todo para Spreen fue una confusión. Y aún más ahora que estaba escuchando a Roier pidiéndole ¿Perdón?
¿A qué se refería? Si todo había sido culpa suya ¿Verdad?
— ¿"Por lo que pasó"? No entiendo... —Cuestionó desviando su mirada vacilante al desayuno sobre la mesa. Su café debía estar helado en ese punto pero era lo que menos le importaba.— ¿Qué pasó?
Ahh... No lo recuerda. Pensó Roier. Y no sabía si eso era bueno o malo.
Aún así le debía unas disculpas a Spreen. Ignorar el hecho y hacerse pendejo no iba a estar bien.
— ¿No lo recuerdas? —El actor intentó mantener su voz lo más casual posible pero para eso tenía que evitar mirarlo porque sino se derrumbaría.— Anoche cuando estabas en la Van y dijiste todas esas cosas sobre tu despido... En un momento... Bueno, yo-... Lo siento.
No había servido de nada su actuación "casual" porque de todas formas se estaba poniendo más que nervioso de solo sentir la intensa mirada sobre él.
Spreen frunció el ceño al escuchar las palabras perdidas del menor. Intentó unir cabos sueltos para recordar lo que había pasado pero Roier no le estaba dando ninguna información.
— Roier. —De un momento a otro, Spreen ya se encontraba al lado suyo con su típico tono firme y semblante serio. Y el actor cometió el error de devolverle la mirada.— Si hice algo malo anoche tenés que decírmelo porque no recuerdo casi nada y te juro que no fue intencional. Yo soy un pelotudo que tomó de más y no se por qué se me ocurrió ir a la compañia...
El sin fin de palabras de Spreen se fue desvaneciendo solo para Roier. El chico seguía hablando pero Roier ya no lo escuchaba. Se había quedado en la parte de "No fue intencional".
Claro, eso era obvio.
Roier en ningún momento tuvo que alegrarse tanto por qué Spreen lo correspondiera porque claramente No Fue Su Intención. Lo que significaba que no importaba si había seguido su beso o no.
Al final de todo Quackity seguía teniendo razón. Spreen nunca lo vería de una forma diferente.
Y eso lo entristecía pero a la vez le generaba un sentimiento de impotencia porque, hace unas horas se sintió en el cielo solo con un beso y ahora volvía a caer al suelo con un golpe de realidad por parte de Spreen.
Roier podría simplemente quedarse callado, evitar todo el tema y regresar a su situación actual con Spreen dónde ambos seguían diferentes caminos.
Pero no. Roier estaba, por así decirlo, harto de huir y tener que esconder lo que sentía. Pero más que nada en el mundo: Quería que Spreen volviera.
Y eso no era culpa suya. Si Spreen no se hubiese aparecido esa noche frente suyo, ahora Roier no estaría tan aferrado a la idea de que se quede.
Posiblemente se encontraría en su cama, todo deprimido extrañando al mayor... Pero ese no era el punto.
Roier iba a enfrentarlo, así que lo interrumpió.
— Estaba hablando con un amigo y no se en qué momento perdí la cuenta-
— Nos besamos.
Spreen frenó en seco al escuchar esa simple oración pero su cerebro no pudo procesarlo correctamente.
— ¿Qué?
Cada músculo del cuerpo del menor se tensó.
Mierda, lo había dicho.
Bueno, pensándolo mejor ¿Qué más podía perder? ¿Dignidad? Esa ya ni existía.
Así que trató de relajarse y mantuvo su mirada fija en los brillantes ojos morados.
— Fue solo un beso...
Roier desvió su vista por un instante soltando un suspiro al recordar ese momento. Pero cuando volvió a mirar al mayor, el rubor se había apropiado del rostro de éste llegando hasta sus orejas.
Quizás había sido demasiado impulsivo...
— Tengo que irme.
— ¡Espera, Spreen! ¡Déjame explicarte!
Pero ya era muy tarde. Spreen estaba huyendo a la puerta principal pero se detuvo a mitad de camino cuando no encontró el celular en su bolsillo.
Mierda. Debía seguir en la habitación.
— ¡No te vayas! ¡Hablemos, por favor!
Roier insistió siguiendole por detrás pero el más alto parecía no escucharlo.
Spreen había cambiado de rumbo. Ahora se dirigía rápidamente a la habitación de invitados y cuando llegó no dudó en cerrar la puerta justo en la cara del actor.
Podía escuchar como Roier lo llamaba e intentaba abrir la puerta pero los latidos de su corazón eran más fuertes. Se suponía que debía buscar su teléfono y salir de allí pero no podía despegar su espalda de la madera de la puerta.
Llevó su mano hacia su pecho tratando de calmar al órgano más importante de su cuerpo pero era imposible. Estaba como loco.
Cuando Roier le confesó lo que había pasado fue como si hubiese pulsado en el botón indicado para que Spreen recordara todo lo sucedido con lujo de detalles.
Ahora recordaba a la perfección la suavidad y delicadeza de los labios ajenos. Los movimientos lentos y tentadores. El sabor dulce que había dejado en su propia boca.
¡¿Cómo había podido olvidar eso?!
Hasta recordaba la manera en la que buscó nuevamente sus labios cuando se separaron.
MIERDA.
No podía estar pasando esto.
Y por si fuera poco su corazón no se calmaba. Juraba que en cualquier momento podría salir volando de su pecho.
Spreen quería hacer un agujero en el suelo y enterrarse allí de por vida.
Perfecto. Ya no entendía una mierda y estaba perdiendo la cabeza.
— ¡Spreen! ¡Deja de ignorarme!
La voz de Roier lo sacó de sus pensamientos. El chico no parecía rendirse, pero Spreen lo que menos quería era hablar con él.
— Por favor, solo... Hablemos... Por favor, Spreen...
El más joven ya prácticamente sonaba desesperado y entre toda su incomodidad, confusión y asombro, Spreen quizás se ablandó un poco por eso.
Además, tenía algo de curiosidad por lo que fuera a decir Roier...
Quizás debería dejarlo hablar.
— Está bien... Te escucho.
Roier, quién estaba apoyado del otro lado de la puerta, abrió los ojos de par en par por la respuesta y su boca tembló en un tartamudeo.
— Y-yo...
¿Qué le diría ahora?
Obviamente Spreen no se había tomado muy bien la situación. ¿En qué vergas estaba pensando Roier como para confesar eso?
Ahora tenía que solucionarlo de alguna forma sin perder a Spreen en el intento.
— Solo... Solo olvídalo. Olvida lo que te dije. Es una tontería ¿Sí?
Esa era una solución dolorosa para Roier pero al mismo tiempo factible.
El cuerpo del mayor comenzó a relajarse al escucharlo pero a la vez había un pequeño sentimiento de decepción en el fondo.
Hasta que Roier murmuró de nuevo.
— Perdón... Perdóname por todo. —Suspiró y se apoyó contra la puerta.— Perdón por hacer las cosas más difíciles para ti. El trabajo de por si es complicado y yo solo me volví una carga más. Perdón por invadir tu espacio personal todo el tiempo y por despedirte sin previo aviso... Ésta es la verdadera razón de por qué lo hice. No solo por el accidente, aunque sí influyó.
La verdad me sentía un completo estorbo para ti y te estaba forzando a una... amistad que realmente nunca pediste. Incluso te hice lidiar con todos mis problemas como la estúpida maldición... Perdón.
Nuevamente Spreen se había quedado sin palabras por las extensas disculpas del más joven. Nunca se hubiera esperado algo así.
Realmente nunca había imaginado que Roier pensaba todas esas cosas.
El chico siempre se veía tan alegre en su propio mundo. Pero la realidad era que esas inseguridades a veces se apropiaban de él mismo sin control alguno.
Y Spreen podía entenderlo. También había pasado por momentos así a veces. Además, desde el lugar de Roier todo era más difícil.
Sin embargo...
— Pero quiero decirte que... Me arrepiento mucho de haberte despedido. Yo quiero-... Realmente necesito que vuelvas. No hay nadie mejor que tú para este puesto, además eres la única persona con la que me siento cómodo y seguro. —Roier no mentía. Spreen era excelente en su trabajo y claro que se sentía cómodo con él. Pero había un pequeño detalle que estaba omitiendo.— Ya has visto a Aldo. El a penas puede moverse, necesita hacer reposo. Si tú vuelves, podemos ser mucho más cuidadoso para evitar otro incidente... Pero es tu decisión. No voy a obligarte a hacerlo si no quieres.
Luego de terminar de hablar, un largo silencio se apoderó del ambiente, como la ansiedad se apoderó del cuerpo de Roier.
Primero lo asustaba casi confesándose y ahora le exigía que vuelva a trabajar para él. Excelente, muy bien Roier. Eres un grande.
Está de más decir que eso era puro sarcasmo, ¿No?
Además, Roier omitió por completo el detalle de que en realidad le importaba una mierda el trabajo. Solo quería volver a tener a Spreen a su lado y si tenía que pagar por eso, lo haría.
Dios, eso sonaba tan desquiciado...
Pasaron unos minutos hasta que la puerta comenzó a abrirse lentamente, dejando ver solo la mitad del rostro de Spreen.
— ¿Me estás pidiendo que vuelva a trabajar con vos?
Roier se distrajo por unos segundos ante la imprevista reacción con una cara de póker.
— S-sí, sí... Prácticamente te lo estoy suplicando. —Confesó el actor de forma vergonzosa, y cuando vió un destello de duda en el mayor decidió agregar algo más.— Puedo pagarte el doble, o incluso el triple.
Eso llamó la atención de Spreen de sobremanera. Ya que significaba Demasiado dinero. Pero también lo desconcertaba, porque Spreen solo era un tipo común y corriente que nunca antes en su vida había sido Manager de alguien.
— ¿Sos capaz de pagar tanto solo para que alguien como Yo vuelva?
Roier intentó mantener el contacto visual pero no lo logró. Entonces bajó su mirada más que avergonzado.
— Sí...
Wow...
Spreen terminó de abrir la puerta mostrando su expresión de sorpresa.
— Oh... Bueno, honestamente me siento halagado. Pero sobre el pago...
— ¿Quieres más? ¡Puedo pagarte aún más! Solo dime.
Exclamó el menor de forma entusiasmada pero Spreen se apresuró a detenerlo.
— ¡No! Pará. Estás loco. Eso es mucha plata.
— ¿Y cuál es el problema? Spreen, me sobra el dinero.
Ok, eso había sonado un poco vanidoso hasta para Spreen.
— No, sí obvio que te sobra la plata. Pero a lo que voy es que no es necesario pagarme tanto. Con el pago que ya tenía es más que suficiente, sino sentiría que estoy abusando de eso.
¿Acaso Spreen estaba tomando en cuenta la idea de regresar?
—... ¿Eso significa que volverás?
Preguntó con un brillo de ilusión en sus ojos. Y el mayor apartó la mirada de él.
Aún no estaba seguro. Mientras estuvo desempleado había tenido el tiempo suficiente para pensar en los pros y contras de ese trabajo. Y honestamente tenía más desventajas.
Pero había algo que lo animaba a volver.
Y ese algo estaba en frente suyo.
Roier lo observaba una vez más con esos ojos de cachorro malherido a los que ya se había acostumbrado. El chico había dejado bien en claro que quería que volviera, pues nadie pagaría tanto por algo así. Además hasta se había disculpado sin pedirlo.
Y no olvidemos que se ocupó de Spreen cuando estaba ebrio.
Pero... Lo del beso es algo confuso.
Bueno, la verdad es que Spreen solo recordaba bien el beso y ya. No la conversación antes de eso o después.
Ni siquiera sabía quién había comenzado el beso... ¿Y si había sido él mismo?
¡No! No. ¿Por qué besaría a Roier? No había forma de que eso pasara.
O bueno... Pensándolo mejor... ¡NO!
Spreen se deshizo de esa estúpida idea en su mente y volvió la vista a Roier quien seguía esperando por su respuesta.
— No sé, Roier... Aún estoy procesando todo.
La mirada del menor decayó.
— Está bien. Solo piénsalo, por favor.
Roier había sonado demasiado decepcionado para su pesar pero no dijo nada más. Solo se hizo a un lado para que el mayor pudiera pasar.
— Puedes irte. No voy a detenerte y tampoco pienso presionarte.
Y Spreen pensó que eso era un comportamiento muy maduro de su parte. Una completa sorpresa.
Pero cuando dió los primero pasos hacia la salida, ahí estaba. Esa pequeña molestia en el pecho que crecía para hacerlo sentir más y más culpable. No quería mirar a Roier porque sabía que eso iba a ser aún peor.
Pero inevitablemente lo hizo y Roier se veía deprimido. En pocos minutos había perdido toda la felicidad que irradiaba en esa mañana.
Y Spreen nunca fue una persona que se dejara controlar tan fácilmente por otros. Se suponía que debía mantenerse así pero al parecer con Roier era todo diferente.
— Roier.
Lo llamó ganándose una mirada de confusión por parte del castaño.
— ¿Sí?
Spreen sabía que iba a arrepentirse por lo que estaba por hacer. Aún ni estaba seguro de su decisión pero con tal de dejar de ver esa mirada triste en el rostro del menor...
— Mañana a las siete ¿Verdad?
Roier parpadeó sin entender a lo que se refería.
— ¿Qué?
El más alto estuvo a punto de morderse la lengua por la frustración pero se contuvo.
— Decile a Aldo que te deje las llaves de la Van. Ya no la necesita.
El actor frunció el ceño analizando las palabras hasta que le encontró el sentido y su rostro se iluminó por completo con una gran sonrisa.
Estuvo a punto de correr hacia Spreen para abrazarlo y agradecerle una y otra vez pero éste ya había abandonado el lugar no sin antes poner los ojos en blanco por la tardía reacción del menor.
Eso era todo. Spreen volvería a ser su Manager y era lo único que importaba.
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