[ 22 ]
Y allí estaba Spreen.
Completamente perdido en sus pensamientos los cuales se enfocaban en solo tres cosas: La propuesta de Quackity, la situación con Roier y algo que no dejaba de molestarlo.
El beso.
Spreen había visto a Roier actuar más de mil veces. ¿Por qué ahora le afectaba tanto? Solo era actuación y ya. Pero de todas formas se preguntaba cómo es que una persona podía besar a otra sin sentir nada.
Eso no significaba que Spreen hubiese sentido algo con ese beso. Claro que no. De ninguna manera.
Solo estaba juzgando las cosas que hacía el menor. Aunque no tuviera sentido.
Porque para Spreen, un acto físico de ese nivel era algo importante que no se podía hacer con cualquiera.
A Spreen no le disgustaba del todo el contacto físico. Él solo creía que algunas cosas se debían de hacer con mucha confianza de por medio. Y que Roier pudiera fingir eso de tal manera lo dejaba algo decepcionado.
¿Pero por qué? No tendría que estar decepcionado por nada.
— ¡Spreen!
El nombrado dió un pequeño salto en su lugar al escuchar la voz.
Cuando levantó su mirada Roier estaba en frente suyo con algunos papeles en sus manos.
— Estoy intentando hablarte hace varios minutos ¿Estás bien?
Roier se veía preocupado. Pues cuando ingresó al cuarto de descanso y encontró a Spreen tan desconectado de la realidad no supo que pensar.
Quizás estaba así por su culpa...
— ¿Ah, posta? Perdón, no te escuché. —Se disculpó el mayor mientras se recomponía en el sofá.— ¿Pasó algo?
De un segundo a otro, Roier pareció recordar a lo que venía y bajó su mirada con notable vergüenza.
— No, no pasó nada. Yo solo... —El actor movió sus dedos sobre las hojas de papel de forma nerviosa y se animó a levantar la mirada enfrentando a su Manager.— Quería preguntarte si... Podías ayudarme con mis líneas de nuevo.
Spreen no quiso imaginar cuál era la expresión de su propio rostro que provocó que Roier se apresurara en volver a hablar.
— ¡Se lo que vas a responder! Pero déjame decirte que no se con quién más hacerlo. —Confesó el menor tomando asiento junto a él.— Eres la primer persona que lo propuso y con la única que me siento cómodo haciéndolo y... Con la que tengo suficiente confianza.
Roier no mentía. Bueno, quizás un poco.
Era verdad que se sentía totalmente cómodo con Spreen y que tenía bastante confianza en él. Pero no era la única persona con la que podía practicar.
Roier podría haberle preguntado a algún actor de reparto o hasta al mismísimo Quackity (primero muerto antes que hacerlo) pero no quería.
Así que eso solo se podía tratar de un capricho. Pero obviamente si Spreen aceptaba, Roier respetaría todos los límites que él le pondría... O intentaría hacerlo.
Porque honestamente, Roier se moría por volver a besarlo.
De solo pensar en eso no pudo evitar morder su labio inferior. Y estaba mal. Muy mal.
Mientras tanto, Spreen por suerte no había notado ese pequeño descuido porque se había quedado pensando en una palabra en especial.
Confianza
¿Roier y él tenían esa confianza? Nunca se lo había preguntado.
— Yo no lo sé, Roier. Es mucho.
— ¡Lo sé! Solo... Piénsalo. —Lo interrumpió el joven actor, alzando el libreto hacia él.— Prometo no invadir tu espacio ésta vez. Haré todo lo que me digas. Pero por favor, piénsalo.
Spreen miró el libreto y luego a Roier. Mala idea pensó cuando observó la mirada suplicante que le estaba dando. Eso era una jugada sucia.
Pero no podía aceptarlo.
Así que levantó su mano y empujó los papeles hacia el actor provocando que entristeciera. Iba a rechazarlo pero una imagen llegó a su mente.
Roier besando a alguien más.
Y de nuevo esa molestia en su pecho regresó. Frunció el ceño ante el recuerdo y dejó su mano sobre el libreto para después sorprender al menor con su respuesta.
— Lo voy a pensar.
Y eso fue suficiente para que Roier se sintiera aliviado porque al menos lo iba a considerar.
~ • ~
Spreen lo iba a pensar y luego le daría su respuesta a Roier.
Luego de que terminaran con el trabajo de ese día. Así que Roier volvió al set de grabación y Spreen se fue a cualquier otro lugar donde no viera al chico siendo amorosamente afectivo con otra persona.
Eso nunca le había molestado antes pero ahora sí... Las vueltas de la vida.
En fin, por eso ahora se encontraba caminando por los pasillos de la compañía sin rumbo alguno. Hasta que alguien lo llamó.
— ¡Ey! Tú.
Spreen se volteó ante el raro llamado encontrándose con la misma chica la cual había empujado en el estudio de grabación. Odiaba las vueltas de la vida.
— ¿Sí?
Habló deteniendo su caminar al mismo tiempo que la joven se posicionada en frente suyo. Y de repente ella extendió una bolsa papel con diferentes cosas en su interior.
— Ten. Son del Staff para Roier.
El Manager dió una rápida mirada a la bolsa en frente suyo descubriendo que su contenido eran diferentes paquetes de golosinas y comida chatarra.
Y automáticamente su mente volvió al recuerdo de las galletas.
— No, perdón. Roier ya no puede aceptar estos regalos.
El rostro de la rubia se deformó en una mueca de indignación.
— ¿Él ya no puede aceptarlos? O ¿Tú ya no se los quieres dar?
Preguntó la chica de forma molesta.
Porque nadie más que Spreen, Mariana y el Jefe sabían del accidente. Eso se debía mantener en privado.
— No se me permite aceptar este tipo de regalos porque Roier está bajo una dieta estricta.
Y esa era la excusa perfecta. Si Spreen no le cayera mal a medio mundo.
— ¡No me vengas con eso! —Exclamó la joven sin creerse ni una palabra.— Roier nunca se quejó. Él siempre aceptó nuestros regalos. Así que haz un buen trabajo como su Manager y toma el maldito regalo.
La rubia levantó la bolsa y la empujó bruscamente contra el pecho del más alto antes de irse por el mismo lugar de donde vino.
Y a Spreen no le quedó de otra que aceptarla. Con mucha frustración la arrugó entre sus manos y tomó una gran bocanada de aire. Luego, cuando las fantasías psicópatas se esfumaron de su mente, comenzó a caminar de vuelta hacia el camerino del actor.
Quizás era lo mejor aceptar el estúpido regalo para no tener más problemas. Pero de ninguna manera se lo iba a dar a Roier. Por eso cuando llegó al cuarto, abrió la bolsa y botó todo su contenido en la basura.
Esperaba que eso relajara un poco a los integrantes del Staff... Y a esa chica que parecía querer matarlo con la mirada cada vez que se cruzaban.
Spreen necesitaba un merecido descanso.
~ • ~
— ¡Rivers!
La estilista se volteó al escuchar el grito de su hermano.
— ¿Haz visto a Spreen? No lo veo desde ésta mañana y necesitaba platicar algo con él.
Preguntó Roier cuando llegó hasta donde ella estaba.
Rivers estuvo unos segundos en silencio, intentando recordar dónde había visto al Manager por última vez. Hasta que lo logró.
— Creo que lo ví yendo a tu sala de preparación.
— ¿Cuándo?
— Mmm... Cómo hace una hora.
Respondió finalmente su hermana dándole la información necesaria para buscar a Spreen. Pues lo había perdido de vista en toda la grabación y aún necesitaba saber su respuesta. La duda lo estaba matando.
Así que agradeció a Rivers antes de dirigirse ansioso hacia dicho lugar. Y cuando llegó no esperaba encontrarse con tal imagen.
Spreen estaba acostado en el sofá del lugar. Con su abrigo siendo usado como una especie de manta. Completamente dormido.
Ahora que Roier lo pensaba: Spreen ese día se veía exhausto. Mucho más cansado que él mismo y lo confirmó cuando ni siquiera se inmutó por todo el ruido que hizo Roier al entrar.
Si bien quería una respuesta, Roier no quería molestarlo. Prefería que descanse aunque sea un poco.
Así que dió unos últimos pasos acercándose al mayor y se inclinó para observarlo mejor.
Parecía tan tranquilo durmiendo. El actor sonrió cuando notó como Spreen (aún dormido) fruncía el ceño por alguna razón desconocida en sus sueños. Era simplemente adorable.
Así que, intentando hacer el menor ruido posible, Roier tomó asiento en el suelo. Frente al sofá. Observando cada bello rasgo en el rostro ajeno.
Si solo pudiera acariciar su largo cabello... O sus suaves mejillas. Quizás hasta tomar su mano...
Sus ojos se enfocaron en ese lugar. Una de sus manos que colgaba del borde del sofá. Y pudo descubrir una marca roja en uno de sus dedos.
El dedo índice tenía una pequeña herida que parecía reciente.
Roier suspiró y pensó que Spreen siempre le decía torpe a él cuando en realidad su Manager era todo un descuidado con su estado físico.
Roier había podido notar varias cicatrices y marcas tanto en su rostro como en sus manos. Y no quería imaginarse como se veían las demás partes de su cuerpo. En realidad quería saber cómo Spreen podía lastimarse tanto y no cuidar de sus heridas.
En pocos minutos, Roier ya se había movido para buscar algunas cosas en el camerino. Encontrando así algo para poder desinfectar la zona y luego cubrirla.
Dió gracias a que el sueño de Spreen sea tan pesado. Sino se estaría quejando por la bandita de Hello Kitty que ahora decoraba su dedo.
Al terminar, Roier volvió a guardar todo y siguió con su trabajo de observar al mayor. Pero ésta vez sujetando su mano y dejando delicadas caricias en el dorso de la misma.
Roier no sabía qué significaba lo que estaba sintiendo por Spreen. Pero lo que sí sabía es que desde ahora quería ser la persona que curara sus heridas.
No la que provocara unas nuevas...
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