[ 13 ]
Roier estaba tan cansado.
Una vez más, ambos chicos se encontraban intentando pasar el grupo de fanáticos que estaban en la puerta del edificio. Y parecía que cada día las cosas empeoraban.
Cada vez había más personas esperándolo y más incidentes en el trabajo.
Llegaba un punto en que Mariana comenzaba a dudar si contratar a una persona más para que ayude a Spreen pero Roier se negó rotundamente.
Sonaba algo egoísta pero su idea no era darle más trabajo a su Manager. Solo no quería pasar por la incómoda situación de buscar a otra persona que no fuera un loco acosador.
Haber encontrado a Spreen fue un golpe de suerte.
— ¡Por favor! ¡Abran paso!
Exclamó el mayor recibiendo algunos empujones de la gente a su alrededor.
Roier estaba entre sus brazos intentando caminar hacia la entrada pero era casi imposible.
Quizás sí necesitaban a otra persona después de todo.
Pero esa idea se esfumó cuando se detuvo incómodo. Ante esto, Spreen lo observó confundido por la repentina reacción.
— Roier ¿Qué sucede?
Preguntó hacia el chico que tembló nervioso entre sus brazos.
— Spreen...
Murmuró con vergüenza bajando su mirada para intentar indicar lo que pasaba sin tener que decirlo.
Entonces Spreen siguió la vista ajena.
El problema no estaba abajo. El problema se encontraba detrás de Roier. Y el problema en realidad era un tipo que, sin ninguna razón, estaba tocando la parte baja posterior del actor.
Sí, el hombre estaba tocándole el trasero sin pudor alguno.
El rostro del joven actor estaba rojo de la incomodidad y vergüenza. Y Spreen también enrojeció pero no de pena... Sino de enojo.
— ¡¿QUE MIERDAS TE PASA?!
El más alto había soltado a Roier para tomar al desagradable hombre por el cuello de su camiseta, alejándolo del menor y asustando a las personas que los rodeaban.
— ¡HIJO DE PUTA!
Spreen estaba furioso. Estaba desbordando en ira.
El Manager llevaba días estresado por el trabajo y su insistente ex pareja intentando contactarlo. Esto solo había colmado la poca paciencia que le quedaba.
Odiaba a ese tipo de personas que se aprovechaban de otras para satisfacer sus deseos más asquerosos. Y el Universitario los conocía bien. Más de una vez había pasado por situaciones similares y también había aprendido a lidiar con ellas.
Pero ahora no se trataba de él. Se trataba de Roier. Un chico que ni siquiera podría matar a una mosca.
Y la simple imagen mental del rostro agobiado del menor solo lo enojó aún más. Provocando que sus músculos se tensaran y olvidara por un momento donde estaban.
Sin pensar en nada más levantó su puño listo para estrellarlo en el rostro del tipo pero su mano fue envuelta por algo suave.
— ¡Espera! ¡No! —Roier se había acercado para evitar el golpe mientras sostenía su puño con ambas manos.— ¡Vámonos! Solo vámonos, por favor...
A pesar de que el castaño estaba intentando distraerlo, Spreen no podía relajarse. Respiraba pesado y apretaba aún más el agarre en la tela de la camiseta.
Pero de repente una luz se iluminó en su rostro. Entonces buscó con su mirada de donde provenía aquello y descubrió que todos los fanáticos los estaban mirando atentos. Muchos de ellos con sus celulares en mano grabando y sacando fotos del momento.
Eso era muy malo.
— Spreen, déjalo...
Intentó una vez más, ganándose nuevamente la atención del más alto. Y éste le hizo caso.
Soltó al hombre con la suficiente fuerza para que cayera al suelo porque aún tenía ganas de matarlo con sus propias manos. Pero no lo iba a hacer, no delante de tantas personas. Estaría arruinando la imagen del actor y se suponía que debía protegerlo.
Así que antes de que se arrepintiera, abrió su puño para tomar una de las manos del castaño y rápidamente se abrió paso entre las personas para llevarlo a su departamento.
Roier no puso resistencia. Simplemente se dejó guiar.
Y aún en el ascensor, Spreen seguía tan metido en sus pensamientos violentos que no había soltado la mano ajena, e incluso, a veces daba pequeños apretones a la misma.
Pero se detuvo cuando escuchó su nombre.
— Spreen...
Murmuró Roier tratando de por tercera vez ganarse su atención porque el mayor parecía ausente. Pero lo logró. Spreen volteó a verlo en completo silencio.
— Mi mano...
Entonces el más alto bajó su mirada a sus manos entrelazadas y relajó su agarre, pero no lo soltó. En cambio volvió su vista al menor.
— ¿Estás bien?
La pregunta tomó desprevenido al actor. Pues se había perdido tanto en la reacción del mayor que había olvidado por completo sus propias emociones. Igualmente, la situación de minutos atrás no era nada nuevo para Roier.
Lo que sí es nuevo era la forma en la que Spreen no quería soltar su mano hasta saber que realmente estaba bien.
— Sí, no te preocupes. —Respondió el actor con una débil sonrisa, dejando una leve caricia en el dorso de la mano impropia. Pudo notar como los hombros ajenos finalmente se relajaban.— ¿Tú estás bien?
— Sí, sí. —Se apresuró a decir el Manager mientras lentamente soltaba al actor. Roier aún quería mantener sus manos juntas pero simplemente lo dejó ir. No quería incomodarlo de nuevo.— Perdón por esa... reacción. Creo que me pasé.
Spreen se apoyó en el muro del ascensor y ocultó sus manos en los bolsillos de su sudadera. Ya no mantenía el contacto visual con Roier.
— Quizás un poquito. —Confesó el castaño sintiendo que la tensión entre ambos ya se había disipado.— Pero gracias...
El mayor negó con su vista puesta en el suelo.
— Es-
— Es tu trabajo. Lo sé.
Levantó su vista con sorpresa porque Roier había terminado sus palabras antes de que las dijera.
¿Tan predecible era?
— Pero igual quiero agradecerte por eso. No sé que haría sin ti.
Ambos chicos mantuvieron el contacto visual por unos largos segundos hasta que Roier volvió a sonreírle y Spreen sintió algo cálido removiendose en su pecho.
Y las puertas del ascensor finalmente se abrieron.
Roier fue el primero en salir mientras que Spreen se quedó unos minutos inspeccionando si había algo mal en su pecho. Quizás solo estaba enfermando.
~ • ~
— Despiértame cuando lleguemos...
Dió aviso Roier mientras se acomodaba en el asiento trasero para poder dormir antes de llegar a la compañia.
— Tratá de cerrar la boca que entran los bichos.
Se burló Spreen ganándose una queja del actor.
Faltaban solo unos minutos para que llegaran y Roier estuvo a punto de dormirse cuando el tono de llamada de su Manager lo distrajo.
Spreen llevó su mano libre a dicho aparato mientras mantenía la otra en el volante para poder rechazar la llamada. Era obvio de quién se trataba.
Entonces Roier volvió a intentar dormirse pero nuevamente el teléfono sonó provocandole un gruñido insatisfactorio.
No solo por la molestia del sonido que no lo dejaba aprovechar un minuto de sueño. Sino también porque ya se imaginaba quien era la persona que lo estaba llamando.
Spreen claramente no quería contestar así que seguro era ese tal "Juan".
¿Que tan insistente podría ser un chico? ¿Acaso no entendía un "No" por respuesta?
Qué fastidio...
— ¿No quieres contestar?
Pero claro, se supone que él no sabía sobre eso. Tenía que seguir fingiendo que no había descubierto la vida privada de su Manager.
— No es importante.
La respuesta lo hizo sonreír inconscientemente.
Spreen comenzaba a replantearse la idea de bloquear a su ex pareja de todos lados pero sabía que eso podía terminar en algo peor. ¿Ya había dicho que Juan era muy impulsivo?
Porque lo era. Y ésta vez lo dejaría muy en claro.
— Ya estamos llegando.
Avisó el Manager dando una última vuelta para poder entrar en el estacionamiento de la compañia. Entonces empezó a buscar un lugar libre para dejar la Van pero de repente frenó en seco haciendo chillar las ruedas del automóvil.
Roier se asustó ante la repentina acción que lo hizo sacudirse en su asiento y pronto estaba apoyado en el respaldo del piloto para averiguar que lo había detenido.
— ¡Oh, mierda!
Exclamó el mayor.
El actor siguió la mirada de Spreen descubriendo que estaba mirando a un punto fijo donde se encontraba un chico de baja estatura y gafas redondas. Entonces lo observó confundido hasta que cayó en cuenta de lo que eso significaba.
Oh... Mierda.
El desconocido pareció darse cuenta de la atención sobre él y puso sus ojos en el auto. Se veía enojado.
— Roier, quedate en el auto. No voy a tardar.
Dijo Spreen con nervios mientras rápidamente se desabrochaba el cinturón de seguridad.
Pero Roier pareció no escucharlo ya que hizo el mismo movimiento.
— ¡No! Te acabo de decir que te quedes en el auto.
— ¿Por qué? ¿Quién es él?
Roier agradecía sus dotes artísticos porque en estos momentos sabía claramente quien era esa persona pero estaba actuando muy ingenuo. No podía ser nadie más que la ex pareja de Spreen.
— Él es... La verdad no importa. —Contestó apresurado mientras abría la puerta de su lado. Pero Roier no tardó en hacer lo mismo provocando que el Manager volviera a voltearse hacia él.— ¡Te dije que te quedes en el auto!
— ¡¿Por qué?!
— ¡Porque sí! —El menor bufó indignado por la falta de información en la respuesta y Spreen lo miró firme.— Es una orden.
Roier jadeó sorprendido y enojado porque Spreen había usado su propia táctica contra él. Pero el Manager lo ignoró y finalmente salió del auto para enfrentar al chico del otro lado del estacionamiento.
El menor rápidamente se asomó por el espacio entre los asientos delanteros para observar la situación. No quería perderse ni un movimiento de ambos chicos. Pero Spreen pareció leer sus pensamientos porque tan pronto como llegó al lado de su ex pareja, lo tomó de la muñeca y lo alejó de la vista del actor.
No, no, no y ¡No!
Su pinche novela de la tarde.
Al presenciar eso. Roier no dudó en apoyar su mano en la traba de la puerta del auto listo para salir. Pero se detuvo.
Spreen le había dicho que no lo hiciera. Seguro se enojaría si no respetaba la orden.
Así que suspiró derrotado. No quería hacerlo enojar pero se moría por saber de qué hablaban.
¿Spreen estaría rechazandolo de nuevo? ¿"Juan" seguiría insistiendole? Ugh, ese chico jamás se rendía. Pero Spreen era alguien muy firme... ¿Verdad?
O eso esperaba...
Y si... ¿Y si regresaban?
Roier se mordió el labio inferior de forma ansiosa y sus manos se movieron por si mismas.
"A la verga Spreen y su estúpida orden"
~ • ~
— ¡¿Qué vergas haces?! ¡Suéltame!
Exclamó el chico de gafas cuando finalmente llegaron a un lugar más privado entre los autos y se soltó del agarre de Spreen.
— ¡¿Qué mierdas hacés Vos acá?!
Contraatacó el más alto con el ceño fruncido. Eso podría intimidar a cualquiera pero Juan no era una persona que se intimidara fácilmente.
— Te dije que hablemos y no quisiste entonces vine a buscarte por mi cuenta.
Respondió con cierto tono de superioridad. Algo que hizo enojar aún más al chico de cabellos azabache.
— ¡¿A mí trabajo?! ¡¿En serio?! —Volvió a exclamar incrédulo.— ¿Sabes qué? No me importa. Solo vete.
— No me voy a ir hasta que hablemos. ¡Vine hasta aquí por ti!
Spreen no podía creer lo que escuchaba. Juan seguía siendo el mismo tipo manipulador de siempre.
— ¡Yo nunca te lo pedí! Es más, ¿Como mierdas supiste donde trabajaba?
— Es tan fácil como googlear al estúpido de tu nuevo novio.
Respondió Juan con cierta molestia en su voz.
Y Spreen quedó boquiabierto.
— ¿Mi qué?
Soltó el Manager realmente confundido.
— ¿Su qué?
Susurró Roier de la misma manera pero para si mismo. Quien estaba detrás de unos autos (obviamente) escuchando toda la conversación de los ex amantes.
Y esa información lo dejó perplejo. ¿Realmente parecían una pareja?
Pero pronto la discusión siguió sacándolo de sus pensamientos. No podía ignorar ni una palabra.
— ¡Él no es mi novio! —El más alto estaba comenzando a irritarse de más.— De todas formas eso no tendría que importarte a vos.
— ¿En serio te atreves a mentirme en la cara? —Habló el chico de gafas con indignación para luego soltar una risa irónica.— No quieres contestar mis mensajes, no quieres responder mis llamadas, me ignoras de todos lados cuando yo solo quiero hablar contigo. ¡Es obvio que estás enculado de esa nueva cara bonita!
— No puede ser...
Murmuró frustrado Spreen mientras cubría su rostro con ambas manos.
¿Por qué le tenía que pasar esto ahora? ¿No había una forma de que Juan se olvidara de él de una vez por todas?
— Juan, terminamos hace un año por éstas mismas actitudes.
— ¡No es lo mismo! —El más bajo dió un paso invadiendo el espacio personal del Manager.— Desde que terminamos he cambiado muchas cosas y si me das una oportunidad te lo puedo demostrar. Solo me enoja el hecho de que intentes reemplazarme tan rápido...
Juan puso sus manos sobre los hombros del más alto pero éste no reaccionó a su tacto. Aún así no se alejó.
— Juan, no-
— Por favor...
Rogó el chico intentando eliminar el espacio entre los dos.
Y Spreen no se alejaba. ¡No se alejaba!
Roier miraba la escena con la boca abierta de la indignación y sorpresa. Quería arrancarle las manos de encima de Spreen. No podía tocarlo así.
¿Por qué lo tocaba?
¡¿Y por qué Spreen no se oponía?!
Quería interponerse pero no sabía Cómo ni Por Qué. Le molestaba tanto ver eso. Nunca se había sentido de esa manera. Nunca se había puesto tan... Tan... Celoso.
No, no, no. Roier no podía aguantarlo. Tenía que hacer algo y sabía exactamente qué.
— ¡Ey! Disculpa. —El castaño interrumpió a ambos chicos con una gran sonrisa, ganándose una mirada de sorpresa y reproche por parte de Spreen pero lo ignoró apoyándose sobre su hombro de forma cariñosa.— ¿Tú eres amigo de Spreen?
Entonces Juan lo vió.
Y Spreen se puso aún más nervioso porque Juan no era la persona más diplomática que había conocido en su vida. Y menos cuando estaba celoso. Así que se preparó para detener cualquier movimiento de su ex pareja contra el menor.
Pero para su sorpresa... Eso no pasó.
— ¡Oh! ¡Oh dios mío! Eres Ese actor...
Los ojos de Juan se iluminaron y sus mejillas enrojecieron rápidamente.
El chico de gafas soltó a Spreen para enfocarse en Roier quien no dudó en sonreírle de vuelta.
— Sí, se podría decir que sí...
Respondió el menor de forma risueña porque había logrado justo lo que quería hacer.
— ¡Dios! ¡Eres bellísimo! ¿Estás soltero?
Preguntó repentinamente Juan dejando aún más sorprendido a su ex novio.
Spreen no entendía qué estaba pasando. Estaba demasiado confundido por toda la situación.
En un momento Juan estaba intentando volver con él y al otro estaba queriendo coquetear con Roier.
¡No tenía sentido!
Entonces observó a Roier tratando de descifrar lo que pasaba hasta que recordó algo.
"Tengo una maldición"
"Como personas emocionandose de repente cuando me ven aunque ni si quiera me conozcan..."
"Es como si estuvieran encantados..."
Las viejas palabras de Roier se escucharon en su mente. Pero no, eso era imposible. ¿Cómo podían quedar encantados con la presencia de Roier?
Por un momento se negó a creerlo pero... ¿Y si era verdad?
Entonces Spreen comenzó a analizar mentalmente todos los incidentes en el trabajo. Los grupos de fanáticos obsesionados. Su mejor amigo convirtiéndose repentinamente en el mayor fan de Roier.
Hasta que llegó a Juan.
Un chico que no le gustaban las películas ni series de adolescentes (las cuales eran en las que actuaba Roier). Quién lo había acusado de mantener una relación con el actor, por lo cual, eso significaba que estaba celoso de Roier pero ahora lo miraba como si fuese la más bella obra de arte.
Y no podía ser verdad.
~ • ~
— ¡Hasta pronto, Juan!
Se despidió Roier. Spreen había estado tan perdido en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando el actor ya había pedido un Taxi para el joven de gafas. Y éste no dudo en hacerle caso y subirse al mismo.
— Y recuerda no ser tan tóxico.
Le advirtió el castaño mientras cerraba la puerta del automóvil.
— Sí, sí. Lo que tú digas...
Respondió Juan completamente perdido en la famosa estrella.
Spreen nunca lo había visto así. Cada vez se confirmaba más la teoría.
— Eso, mi rey. Cuidese.
Y con un último saludo, el Taxi comenzó su viaje hacia la dirección que le había dado Juan a Roier.
Para el actor todo había sido tan fácil. Por fin se había hecho cargo de la irritante ex pareja de su Manager y seguramente no volvería a molestarlo gracias a su maldición.
Al parecer, a veces le podía sacar provecho a eso.
Pero no pensó que eso lo dejaría todo tan obvio para Spreen.
— Entonces era verdad...
Murmuró el más alto con la mirada perdida. Y Roier se volteó para observarlo con curiosidad.
¡Oh! Hablaba de su maldición.
— ¿A qué te refieres?
Pero de todas formas quiso asegurarse de lo que estaba hablando.
— Tu maldición... Lo que dijiste esa noche era verdad...
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