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Parte 1

— Cuidate mucho por favor.

Lo haré, pierde cuidado. —

Texteo en mi teléfono celular a Rebecca.

Rebecca ha sido buena conmigo, es una mujer de cabello rubio, de ojos azules y de cuerpo escultural.

Ella ha sido un pilar fundamental en mi rehabilitación de mi dudoso pasado.

Mis compañeros de trabajo, me han advertido de que no me involucre mucho con ella,  dicen que es una arpía,  una cazadora de hombres. No quiero influenciarme por los comentarios mal intencionados de las personas.

Prefiero ignorarlos.

— Es increíble que me toque a mí cerrar la oficina — me comento mientras saco las llaves de mi bolsillo.

El guardia nuevamente decidió irse temprano, que irresponsable. No entiendo como la gente de Gotham City puede vivir con tanto miedo. Me esperaría eso de cualquier persona, pero no de un guardia de seguridad armado. Ahora comprendo por qué a todos los empleados se nos entregó una copia de la llave del edificio de la Empresa Stagg.

Doy los últimos giros al picaporte para asegurarme que el edificio esté cerrado.

Miro a los dos lados antes caminar por las oscuras calles de esta ciudad.

Me mudé a Gotham City hace tres meses para convertirme en alguien útil para la sociedad.

Estoy en un programa de inclusión post carcelaria, cometí muchos crímenes de los cuales no estoy muy orgulloso de comentar: robé, maté y estafé a muchas personas.

Perdí el contacto con mi familia, para ellos tan solo soy una escoria.

Desconozco las razones por el cual me  enviaron a este infierno, a una ciudad llena de delincuencia y corrupción.

He oído que en Gotham City existe un superhéroe poco común, caballero de la noche y protector de la ciudad, su nombre es...

...Batman.

Ninguno de mis colegas a visto a Batman de cerca, uno dice que lo vio luchar en la azotea del edifcio de enfrente, pero no pudo vislumbrar más detalles.

Corre un ligero viento a estas horas, ya es muy tarde. Mi reloj de pulsera me indica que son las 23:45 de la noche. El frío invade por completo el lugar, nadie me advirtió que Gotham City sería una ciudad muy helada. Ni siquiera mi grueso abrigo impide que el frío llegue hasta mi piel.

Las calles están desiertas, soy el único ser humano que camina por esta lúgubre avenida principal. Ningún vehículo pasa a estas horas, admito que siento algo de inseguridad al caminar por estás calles carentes de una luz decente en los postes de alumbrado.

Repentinamente oigo unos pasos venir desde atrás a toda prisa. Volteo para ver quién es, pero para mi mala suerte dos tipos me apuntan con sus pistolas.

Levanto las manos mientras mi corazón se acelera y mis piernas tiemblan de miedo. Los tipos tienen sus rostros cubiertos con máscaras blancas, el atuendo que llevan son muy similares entre sí: De pies a cabeza visten con chaquetas negras y pantalones del mismo color. Tal vez pertenecen a una banda criminal.

— Entrega todo tu dinero — exige uno de ellos.

— Y no intentes hacer nada o tu rostro será decorado con plomo — completa el segundo.

Bajo lentamente mi mano derecha y entrego la billetera de mi bolsillo al primer ladrón que me dio la orden.

No quiero pelear, no quiero volver a las viejas andanzas. Ya no soy el mismo de antes.

— Ahora tu teléfono celular — exige el segundo.

Acatando su orden, nuevamente bajo mi mano derecha, saco de otro bolsillo mi teléfono celular y se lo entrego.

— Bien, ahora ¡Púdrete! — el primer ladrón golpea mi estómago, haciendo que lleve mis manos para sanar el dolor, pero el segundo golpea mi nuca con el mango de la pistola.

Mi cuerpo cae violentamente producto del impacto.

En tanto, los ladrones corren a toda prisa en dirección al lugar donde me dirigía originalmente.

Desde el suelo, volteo para ver de forma masoquista como esos rufianes se escapan con mis objetos de valor.

Pero inexplicablemente, ambos se detienen a mitad de camino y apuntan con sus pistolas a alguien que no puedo identificar.

— ¡Apártate hija de puta!

De un segundo a otro, veo como una sombra femenina ataca con un bate a esos dos hombres, dejando a ambos ladrones inconscientes.

No puedo ver el rostro de la mujer que los atacó, tengo mas dudas que respuestas. ¿Habrá sido acaso un ataque entre pandillas enemigas?, o tal vez ¿Una luchadora que vela por la justicia de Gotham City?.

La mujer se acerca a los ladrones inconscientes y le roba indiscriminadamente a ambos.

Desde mi posición, todavía adolorido por el golpe, puedo ver un poco más los detalles de esa silueta femenina: además de llevar un bate, viste con una chaqueta y unos pantalones muy cortos. Su cabellera con coletas moviéndose al ritmo de sus caderas caminando hacía mí, hace que me ruborice levemente al fantasear con esa mujer en mis brazos.

— Vaya, ¿Pero que tenemos aquí?

Trato de levantarme, pero su pie golpeando mi pecho me detiene y hace que caiga al suelo bruscamente.

La mujer inclina levemente su cuerpo para observarme entre las sombras de la avenida.

Mi impacto fue mayor al ver que no es una mujer cualquiera, parece un bufón con su rostro maquillado y parte de su cabello teñido con los colores azul y rosa.

Mi mirada bajó un poco más, pudiendo contemplar mejor su chaqueta roja y debajo, su polera mayormente blanca con una franja roja a la altura de su cuello. Sus piernas largas son cubiertas por por una malla transparente, y por supuesto, sus pantalones cortos no dejan nada a la imaginación.

— ¿Qué estás mirando pervertido? — me toma de mi mentón y me obliga a mirarla directamente a los ojos.

— ¿Qué quieres de mí?, todo lo de valor lo tenían esos ladrones.

— ¿Te refieres a esto? —  suelta su bate y muestra desde su chaqueta mis pertenencias, sin dejar de soltar mi mentón con su otra mano.

— Llévatelo, es tuyo, solo me importa mi integridad.

Jamás creí decir esto.

— Éstas cosas no tienen valor alguno para mí — deja caer mis cosas, suelta mi mentón y mueve una de sus coletas en forma circular.

— ¿Entonces que quieres?, ¿Acaso deseas verme sufrir?

— En realidad no, me pareces bastante atractivo como para hacerte daño. Me retiraré y te entregaré tus cosas a cambio de una condición.

— ¿Cuál sería esa condición? — trato de articular mis palabras debido a la falta de aire  en mi pecho.

— Quiero un beso tuyo.

— ¿Qué?.

— Lo que escuchaste, me gustan los hombres guapos como tú. Deberías estar agradecido, eres el primer hombre a quien no le hago daño, pero si no quieres...podemos arreglarlo de otra manera — se inclina para recoger su bate del suelo, mirándome con una expresión psicópata.

— ¡No, no, no!, está bien, está bien, haré lo que me digas — exclamo antes de que pueda alcanzar su arma.

Relajo mis extremidades y dejo que ella se abalance sobre mí. Sus piernas están a la altura de mi cintura, sus pechos hacen presión sobre mi cuerpo y nuestras manos se entrecruzan.

Acerca sus labios a los míos y con toda calma explora con su lengua los rincones de mi boca, navegando como si fuera de su propiedad y haciéndome suyo lentamente.

Mis ojos se cierran y aprieto sus manos con la suya. No puedo resistirme a sus encantos, mi respiración se vuelve irregular.

Inesperadamente, la chica interrumpe nuestro beso.

A lo lejos se escucha una sirena de policía.

— Lo siento mucho cariño — se queja con una voz coqueta — pero tengo que irme.

Se levanta rápidamente y recoge su bate de béisbol, dejándome solo en el suelo.

— Si fuera tú, saldría de aquí — me dirige nuevamente la palabra — no quieres que los policias sospechen de que atacaste a esos ladrones ¿O si?.

Apunta hacia el cuerpo inconsciente de esos maleantes.

Al entender la situación, recogo mis pertenencias y elevo la vista para despedirme de esa chica.

Lamentablemente, ella se esfumó como si nada.

Corro a toda prisa por la avenida, dejando atrás a los maleantes y alejándome lo más que pueda del sonido de las sirenas de policía.

No quiero empezar mi nueva vida en la cárcel de Gotham City, ¿Cómo podría explicar que una mujer atacó a esos hombres con un bate?. Con mis antecedentes, sería muy difícil de creerme.

Detengo mi carrera al sentir un pequeño dolor en mi muslo izquierdo.

Creo que ya es hora de que me detenga, estoy a dos cuadras de mi hogar ubicado en la avenida principal y dudo mucho que los policías me hayan seguido hasta aquí.

Camino con mi respiración entrecortada hacía el departamento que arrendé hace días atrás.

Al llegar, abro la puerta y subo las escaleras hasta llegar al cuarto piso.

Enciendo las luces, es un piso bastante pequeño y cómodo, sin grandes lujos, con una cocina, una pequeña sala de estar y mi habitación con un baño incluido.

Respiro profundamente y decido ir a mi habitación.

Ha sido una noche bastante agitada, creo que será mejor irme a dormir.

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