24* La desición final
Samuel podía parecer completamente tranquilo para cualquiera que lo mirase, pero su cabeza se llenaba de pensamientos que se sobreponían unos sobre otros: ¿Qué había pasado exactamente? ¿Cómo había acabado todo así? ¿Por qué había pasado? ¿Por qué nadie le había dicho nada?
Simplemente ¿Por qué?i89
Estaba decidido a obtener la respuesta, y Rubius no tenía otra opción más que dársela ahora. Cuando llegaron al interior de su terreno, al interior de su isla, al interior de su casa, Samuel se giró y le indicó a Rubius que se sentase frente a él.
-Quiero que me digas absolutamente todo, todos los detalles, cualquier cosa, sobre cómo pasó esto-
Rubius se removió en el sillón, claramente incómodo, pero inspiró profundamente y comenzó a hablar -Nosotros, eh... estábamos pasando por un montón de problemas, si has hablado con los otros estoy seguro de que ya lo sabes, y de hecho no sé cómo están ahora....-
-Rubius...- Samu suspiró al ver como el otro comenzaba a divagar.
-Ha pasado un tiempo, seguro que han cambiado algunas cosas, quizá ya solucionaron sus cosas...-
-Rubius...- Intentó nuevamente, sin éxito.
-A lo mejor después puedo enviarles un mensaje y ver si...-
-¡¡Rubius!! ¡¡Céntrate chaval!!- Gritó finalmente, cortando el desvió del héroe.
-Si, si, lo siento... vale, entonces... pues eso, estábamos pasando por algunos problemas y tú, bueno, Vegetta tú, eras el líder y un amigo muy preocupado, así que intentaste ayudarnos a todos, y digamos que lo intentas en serio, cómo... muy insistentemente-
Por el tono nervioso del chico frente a él, Samuel ya podía sentir que iba a decir después.
-Y nosotros somos muy tontos, tontísimos, de verdad muy bobos y...- El oji morado se apresuró a interrumpirlo con un "Rubius, al punto" que el otro captó rápidamente -Ci, ci, lo siento, bueno, nosotros no pudimos apreciar lo que tu hacías, queríamos soluciones para nuestros problemas pero no queríamos aceptarlas de ti, así que tu insistencia nos comenzó a irritar-
Rubius volvió a inspirar profundamente, manteniéndose en silencio durante unos segundos para intentar calmarse. Samuel aprovechó ese momento para dirigirse rápidamente a la cocina en busca de dos vasos con agua. Mantuvo el suyo en su mano derecha y con la izquierda dejó el otro vaso frente al chico con la sudadera. Rubius bebió un gran trago de agua antes de volver a hablar.
-Al final nos reunimos todos en una parte del pueblo y comenzamos a hablar sobre temas al azar, tú no estabas allí, no sé que estabas haciendo en ese momento honestamente, y bueno, surgió el tema de tu insistencia y empezamos a comentar que estabas siendo muy pesado y tal, que no debías meterte donde no te llamaban, ya sabes, fuimos unos idiotas-
-No lo sé, no lo recuerdo- Respondió con el ceño fruncido. Ante la respuesta Rubius se mostró sorprendido y luego hizo una mueca, dándose cuenta del pequeño error -Continúa-
-Lo siento, yo... vale, sigo, nosotros comenzamos a hablar, y lo siguiente que pasó no lo sabemos con exactitud, es solo una conjetura de Merlon, pero tú te acercaste, mataste a un monstruo, no sé si antes o después de escucharnos, nos escuchaste y regresaste a tu casa- Se detuvo de nuevo, bebiendo otro trago de agua -Resulta que ese monstruo que mataste era el número 10.000, y resulta también que eso es muy difícil de conseguir, casi un hito creo, por lo que cuando un héroe logra ese número los dioses le conceden un regalo...-
Rubius se volvió a callar y Samuel se quedó pensando.
¿Un regalo? ¿Qué clase de regalo podía hacer algo así?...
-Tú, uh...- Carraspeó un poco en busca de obtener la atención de Rubius de nuevo, sintiéndose más intrigado que antes -¿De casualidad puedes decirme qué tipo de regalo fue?-
Rubius movió la cabeza en señal de afirmación.
-Investigué un poco sobre eso después de que Merlon lo mencionó. Los dioses te otorgan un deseo, pueden hacer realidad cualquier cosa que pidas sin ninguna consecuencia a gran escala en la realidad o en la línea temporal, creo, no había mucha información real del asunto- Hizo un gesto con la mano, como para restarle importancia al tema -El tema es que, al parecer, tengo la teoría de que no sabías sobre el deseo, así que después de escucharnos probablemente deseaste algo como, uh, no sé, olvidarnos o algo, y los dioses lo tomaron como tu deseo de recompensa, y lo cumplieron-
Samuel estaba realmente sorprendido. Vale que tuviera algunas sospechas sobre algunas (muchas) cosas antes, pero si todo lo que decía Rubius era verdad, eso explicaría por qué todavía podía recordar toda su vida (¿Debería seguir diciendo que era su vida, cuando realmente no la había vivido?) de una forma tan normal.
Se acomodó en el asiento, bebió un poco de su propio vaso y habló -¿Y luego qué pasó? ¿Cómo terminé en el hospital?-
El otro volvió a hacer una mueca -Creo que unos tres días después de lo del deseo, cuando no apareciste, nos empezamos a preguntar por ti, así que Lolito y Alexby fueron a buscarte. No sabemos si estuviste todo ese tiempo desmayado (sospechamos que sí), pero te encontraron así y te llevaron al hospital angustiados, y simplemente esperamos a que despertases... el resto ya lo sabes-
Se mantuvieron en silencio unos segundos, quizá un minuto entero, pensando. Había algo que todavía picaba en la cabeza de Samuel, algo de lo que todavía no tenía una respuesta ni un motivo.
-¿Por qué no...? ¿Por qué ninguno me dijo la verdad? ¿Por qué prefirieron mantenerme ignorante de todo esto?- A ambos presentes les sorprendió lo tímido que Samuel sonaba de repente, como si ahora estuviera inseguro de las cosas que podía preguntar.
A Samuel también le sorprendió ver que Rubius se mostró incómodo.
O más que incómodo parece... ¿Avergonzado?
-Eso... debo admitir que eso es en su mayor parte causa mía-
¡¿Qué?! ¡¿Cómo es eso?!
Respondiendo a los pensamientos de Samuel, Rubius comenzó a explicar, riendo nerviosamente y rascando la parte baja de su cabeza mientras hablaba -Me chocó mucho cuando me enteré de lo que te había pasado, ya que yo, estaba, uh, creo que estoy, no puedo afirmar nada, un poco enamorado de ti, de Vegetta...- El héroe se sonrojó mientras evitaba la intensa mirada de color morado. Debido a esto no pudo ver al pelinegro sonrojarse suavemente también.
-¿Y cómo...? uh... ¿Cómo tiene eso que ver con el asunto de que nadie me dijera nada?-
Rubius soltó un gemido de frustración mientras se sonrojaba todavía más si era posible.
-Me sentí como un completo idiota por ser uno de los culpables de lo que te pasó, me enfadé con ellos, me enfadé conmigo mismo, por no poder hacer las cosas bien, por actuar sin pensar, así que por supuesto, siendo yo, con mi pensamiento improvisado 1000 de IQ, decidí que no era justo que recordases... Siempre habías sido una gran persona, Vegetta, con tus chistes malos y tus momentos de locura tan raros que solías tener... eras una de las mejores personas que existen, y no podía ver nada en mi (además del egoísmo) que quisiera tenerte de regreso, rodeado de un montón de parguelas que no sabían cómo apreciarte-
-Todavía no entiendo exactamente cómo eso llevó a que nadie me contase la verdad- Insistió Samuel.
Como por décima vez en el día, Rubius suspiró de nuevo, tomó aire, bebió un trago de agua y continuó -Los convencí de que no debíamos decirte nada, de que, cómo héroes, éramos bastante capaces de liderar y mantener las cosas en orden. Todos estábamos mal emocionalmente, por la culpa, así que no costó nada que los demás estuvieran de acuerdo- Carraspeó un poco y siguió hablando -Fue como una especie de acuerdo, no debíamos hablar nunca contigo, no podías condenarte a ser nuestros amigos de nuevo, por que ninguno era merecedor de tu amistad, claro que al parecer se pasaron por los huevos la parte de "no hablar contigo"-
Repasando toda la explicación en su cabeza, Samuel sintió como la ira prendía levemente en su interior -Tomasteis una decisión por mí, sobre mi vida, que me afectaba directamente, y sin mi conocimiento o consentimiento- Exclamó.
-Antes de que me castigues, tienes que saber que tienes razón. No debimos haber decidido nada sin decirte, pero tampoco tenías memoria ¿Cómo sabíamos si nos ibas a creer? ¿Cómo sabríamos si decirte toda la verdad era lo correcto cuando fuiste tú quién había decidido olvidarnos? Nunca supimos si tu deseo fue intencional o no, no podíamos correr el riesgo-
Y la pequeña llama de ira se apagó. Rubius tenía razón, aquello realmente no era tan sencillo como simplemente decidir decirle todo: si hubieran tomado la decisión de decirle la verdad al inicio él muy seguramente no les habría creído, y ellos tampoco tenían muchas cosas con las que trabajar.
Más importante aún, Samuel tampoco podía decir si el deseo había sido intencional.
-Puedes... ugh- Su cabeza comenzó a doler. Todo el estrés y la ansiedad que no sabía que había estado sintiendo se le vino encima como una avalancha -¿Puedes irte por favor? Necesito pensar sobre esto, es solo... demasiado-
Rubius asintió, la tristeza y la resignación se reflejaban en sus ojos -Quieres... ¿Puedo avisarle a los chicos sobre esto?- El héroe esperó a que Samuel asintiera para salir definitivamente de la casa y, presumiblemente, de la isla.
Samuel cerró la puerta de la entrada, apoyó su espalda en ella y se dejó deslizar lentamente hasta terminar sentado en el suelo. Lo único que realmente necesitaba ahora era descansar.
Pero por supuesto, aquello no iba a ser posible. Antes de que pudiera reaccionar siquiera, un brillo blanco y potente cubrió toda su visión.
Cuando abrió los ojos (que no recuerda haber cerrado) pudo ver frente suyo a tres figuras de aspecto espectral. Debían de ser por lo menos el doble de grandes que él, flotaban por sobre el suelo separados por unos cuantos centímetros y su silueta parecía irradiar brillo.
Incluso si no los recordaba Samuel supo inmediatamente qué es lo que estaba viendo. O más bien a quiénes: eran los dioses.
-¿Has decidido ya, joven héroe?-
El dios del centro fue el que habló, su voz era resonante, como si tuviera un eco constante.
-¿De... decidir? ¿Decidir qué?- Ante su nerviosismo y desconocimiento los dioses de los costados lo miraron con pena y ternura al mismo tiempo, si es que eso era posible. El dios del centro no se inmutó, procediendo tranquilamente a explicar.
-Si deseas mantener el deseo, por supuesto. Los mortales suelen desear cosas que al final no son como lo esperan, así que les damos un periodo de tiempo como prueba- El dios se calló y la diosa, que estaba en la izquierda, siguió hablando.
-Pasado el tiempo les damos la oportunidad de deshacer su deseo, cómo si nunca hubiese sucedido-
Luego el dios de la derecha habló.
-Claro que conservaran sus recuerdos, para que aprendan y no cometan el mismo error-
Y finalmente, hablando los tres dioses al mismo tiempo, volvieron a preguntar: -¿Has decidido ya, joven héroe?-
Los pensamientos del de ojos morados comenzaron a correr, girando e interponiéndose unos entre otros. Podía quedarse así, sin recordar nada, podía comenzar una nueva vida, alejarse de las personas que le habían hecho daño y que le habían mentido. Pero esas mismas personas también lo habían buscado, habían intentado hacer lo correcto incluso si realmente no hubiese sido la opción correcta. Habían cometido errores que todos los humanos son capaces de cometer.
Pero no todos los errores habían de ser perdonados.
Se levantó del suelo, casi sintiendo que estaba listo para enfrentarse a cualquier cosa, y miró directamente al dios del centro.
-Sí, he tomado una decisión-
~Y lo que no siempre vas a hacer es arrepentirte~
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