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17* La luna roja

Cuatro días fue todo lo que pudo soportar aparentemente.

O más bien cuatro noches.

-¿Sabes qué? Iré a dar un paseo por el pueblo, no es por nada malo, no planeo robar ni nada, no es como si yo fuera Lobo Nocturno o algo, aunque probablemente me confundan con un ladrón por salir a esta hora- Rió de forma nerviosa -Solo quiero disfrutar de la paz y el silencio y de paso veré como se ve el pueblo en la noche, yo... ¿Qué demonios hago hablando conmigo mismo en voz alta? Definitivamente estoy enloqueciendo-

Suspiró y caminó por su habitación un par de veces, intentando calmarse y recogiendo de paso un abrigo para protegerse del frío.

-Está bien Samuel cálmate, irás al pueblo, darás un pequeño paseo ¡¡Y luego volverás a casa a dormir!! Si, ese es un buen plan-

Decidió ignorar el nerviosismo que no dejaba de sentir, ignorar el sudor y la picazón nerviosa en las palmas de sus manos, ignorar la sensación de claustrofobia que comenzaba a hacerse presente, haciendo que la sala, su casa, la mansión entera, se sintiera pequeña, sintiendo que se aplastaba, e inspiró profundamente para finalmente salir de su isla, aliviado de estar en un espacio abierto.

El aire frío y ligeramente húmedo inundó sus pulmones en cuanto llegó abajo, podía escuchar a lo lejos los pasos arrastrados de los zombies, el siseo de las arañas y en traqueteo de los huesos de los arqueros esqueletos cuando se movían.

Avanzó lentamente a través de los árboles, mirando frenéticamente a todos lados para asegurarse de que ninguna criatura se le acercara, no quería tener que enfrentarse a ellas, no tenía un arma y tampoco sabía pelear.

Dioses ¿Alguno me puede decir por qué siquiera pensé que esto era buena idea?... Oh, cierto, jamás creí que esto fuera una buena idea.

Cuando por fin salió de entre los árboles inspiró profundo nuevamente, sintiéndose suertudo de que ningún monstruo estuviera cerca y admirando la gran luna roja que brillaba pacíficamente sobre el pueblo.

Un momento...

Volvió a mirar la luna asustado, la luna brillaba realmente en rojo por sobre el pueblo, un color que le recordaba levemente a Samuel el tono de la sangre...

-Bien, esto sí es increíble, es hora de que te des la vuelta y vuelvas a casa Samuel, esta noche hay luna de sangre y tú tuviste suerte de salir y no toparte con nada, no tentaremos al destino, agradezco estar vivo y me apetece seguir así, gracias- Masculló dando la vuelta rápidamente y volviendo a internarse en el pequeño bosque frondoso que rodeaba su propiedad.

Habría llegado a su casa sin ningún problema, estaba tan cerca, tan cerca, de llegar.

-¡¡Corre mi niña!! ¡¡Ya casi llegamos!!- Una voz resonó a lo lejos a su izquierda, seguramente llamando la atención de todas las turbas que había cerca.

-¡¡Te dije que era mejor descansar en ese pueblo!!-

Samuel dudó, quienes sea que estuvieran gritando estaban alejando a cualquier enemigo de él, podía aprovechar para entrar en su casa completamente en paz, pero ellos, quienes fuesen, estaban llamando la atención de todas las criaturas, y había luna de sangre.

-¡¡No es momento para esto!!-

Titubeó un momento ¿Debería ir a ayudarlos? Quizá esas personas pudieran superar a las turbas solos y llegar al pueblo, además ¿De qué serviría él si iba a ayudar? No sabía luchar de todos modos y tampoco tenía un arma.

-¡¡Mi niña!! ¡¡No!!-

Al demonio con esto.

Comenzó a correr rápidamente en dirección a los gritos, esquivando hábilmente árboles, raíces y zombies ocasionales que comenzaron a seguirlo.

Tardó unos minutos tal vez, pero logró dar con un gran claro extenso.

Y logró ver el desastre que se extendía ante él.

Los dos chicos que había escuchado gritar antes estaban allí, casi en el centro del claro, unos de ellos (Traje militar azul oscuro y gafas) estaba claramente desmayado y herido, siendo protegido por el otro chico (Pelo anaranjado y largo, camisa verde al igual que sus ojos) que luchaba con una espada intentando alejar a todos los enemigos que le rodeaban y con su brazo derecho abrazaba a su amigo O seguramente pareja para mantenerlo cerca de sí.

Eso no va a funcionar, se está encerrando, si no se alejan ahora terminarán muertos.

Y bueno, Samuel no podía ni sabía pelear, pero sí podía y sabía correr, así que se acercó unos cuantos metros más, formó un cono con sus manos y gritó.

-¡¡Eh!! ¡¡Por aquí monstruos!! ¡¡Yo soy más sabroso que ellos!!- Dioses, matadme ahora ¡¿Qué diablos estoy diciendo?! Se agachó rápidamente, recogiendo las piedras que tuviera más cerca y comenzó a lanzarlas intentando golpear la cabeza de cuanto zombie, esqueleto o creeper pudiera alcanzar.

Fue en ese momento que Lolito giró la cabeza y vio a Vegetta allí, a solo unos metros de ellos, gritando y atrayendo la atención de todos los mobs hacia él.

¿Recuperó la memoria? No, todavía se viste distinto, y no lleva armadura ¿Siquiera tiene un arma? Ni siquiera nos recuerda a mi niña o a mí ¿Por qué nos está ayudando?

-¡¿Qué haces ahí parado parguela?! ¡¡Muévete de una vez si quieres salvar a ese tipo!!- Samuel se estaba frustrando un poco ¡¿Por qué ese tipo lo miraba tan desconcertado en vez de moverse?! ¡¡Estaba arriesgando su vida aquí, el otro podría al menos intentar huir!!

Lolito finalmente comprendió el plan que el otro tenía. Golpeó a unos cuantos zombies más antes de mirar a su amado desmayado en sus brazos, tenía que tratarlo pronto, muy pronto. Vegetta les había abierto el camino, Lolito solo debía tomar a Mangel y correr.

Se detuvo un momento, mirando la espada brillar en su mano, reflejando el brillo rojizo de la luna, y tomó una decisión arriesgada.

Tomó una respiración profunda, preparándose mentalmente para la secuencia de cosas que estaban por suceder, sostuvo con fuerza la espada, movió su brazo hacia atrás y luego rápidamente hacia adelante, lanzando la espada por el aire y gritando -¡¡Atrápala!!-

Sostuvo a su pareja fuertemente entre sus brazos, estabilizándose rápidamente, y corrió sin mirar atrás en dirección a la isla flotante.

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