||Ventuno||
|21|Las dos mujeres que ama
《"Giulia, per favore" 》
《"Solo te pido que no lo agobies"》
Rápidamente los mensajes se marcaron como leído, pero hubo respuesta por parte de su hermana menor; acción que lo fastidio al conocer el orgullo de ella. Miro de reojo a su ¿novio? ¿Prometido de mentiras? Ya ni sabía cómo dirigirse a él, habían dejado claro que un sentían amor por el otro, pero aun había demasiadas cosas que resolver poco a poco, ya no era el tema de su ruptura, sino como sus problemas de desconfianza –cual no podían ignorar–.
Ambos se encontraban sentados cada uno en la esquina de los asientos traseros del taxi. Paguro lo ignoraba por completo, manteniendo su mirada concentrada en su teléfono y tableta para organizarse ante su nueva agenda. Masajeándose con los nuevos encargados del proyecto como también revisando sus citas con la escritora para indicarle la primera fase de sus correcciones. A pesar que lo ignoraba, no pudo evitar quedarse mirándolo con una sonrisa ladeada. No fue hasta que sintió su celular vibrar en señal que Giulia le contestó. Observó su teléfono frunciendo el ceño al ver:
《"Jodete, no es no"》
Blanqueó su mirada, si antes era difícil de tratar ahora con su embarazo es peor. Por no decir que ella no soportaba a Luca incluso antes de que él lo conociera. Luca y Giulia tenían un historial complicado, razón de tanto desprecio hacia Paguro –aun recordaba el escándalo que se armó cuando le confeso que le gustaba el heredero–.
《"Giulia, solo por hoy"》
《"Él accedió a responder todas tus preguntas"》
《"Pero después, ahora solo quiere ver a los niños"》
《"Acaba de despertar después de tres días y medio"》
《"Alberto, me pides demasiado"》
《"Te quiero recordar que él me grito maldita bruja la última vez que nos vimos"》
《"Lo sé"》
《"Pero tú también le gritaste maldiciones"》
《"Además que te lo dijo después de que lo cacheteaste"》
《"Y eso que ambos no sabían que eran cuñados"》
《"Si vas a quejarte mejor me voy del departamento y dejo a Guido con los niños"》
《"Giulia, per favore"》
《"Yo le di una oportunidad a Ercole"》
《"Ahora te toca darle una a Luca"》
《"Legalmente es el padre de mi hijo"》
《"Dice algo que me moleste y yo me voy"》
《"Gracias, te amo"》
《"Jodete, tienes suerte que te tolere"》
《"Por cierto; ya le dimos medicina a Mina, tu gata está alimentada y Leo está listo para que lo lleven a la escuela"》
《"Es todo un caos tu departamento"》
《"Es demasiado pequeño"》
《"Ok"》
《"Y no te quejes, es un departamento para una sola persona"》
《"No es para una familia"》
《"Te dejo, ya llegamos al edificio"》
Dejó salir un suspiro frustrado y solo apago su teléfono para poder sacar su billetera y pagar el viaje, pero se detuvo a ver que Luca ya se le había adelantado e incluso dejándole una muy buena propina al hombre por traerlos esa madrugada helada; donde apenas la gente iba despertándose para iniciar un nuevo día.
En lo que guardaban y tomaban sus respectivas pertenencias, observó de reojo como su acompañante se ponía la chaqueta que le presto hace unas horas en lugar de abrigo caliente que poseía antes de desmayarse. En silencio y de manera algo distante Luca salió por la puerta de su lado, Alberto agradeció al conductor antes de salir y dirigirse hacia el menor; quien lo esperaba en la banqueta con la mirada concentrada en su celular.
–¿Sucede algo? –preguntó inquieto en lo que se acercaba a él.
–No –respondió con simpleza terminando de teclear un mensaje antes de apagar su teléfono y verlo de forma neutra–, solo estaba reorganizándome con Fredricksen –alzó sus hombros mostrándose completamente indiferente. Algo que no le agradaba al mayor.
–¿Cómo te sientes? –trato de cambiar el tema, obteniendo de nuevo aquella mirada perdida de Luca.
–Me siento cansado y drogado, además que me duele el moretón –alzó el brazo donde ahora tenía el vendaje de lugar del pañuelo que utilizo tras el accidente de la aguja.
–Lo siento.
Paguro esbozó una silenciosa risa y negó.
–Fue culpa de ambos, al dejarnos llevar –dijo suavemente antes de dejar salir un fuerte bostezo y estirar sus brazos con cansancio.
Alberto al verlo cansado no lo pensó y lo cargo entre sus brazos al mismo estilo de princesa en apuros. Luca abrió los ojos con sorpresa y miro molesto al mayor.
–¡¿Qué mierda haces?! –le regañó claramente avergonzado por su acto.
Él solo le sonrió y lo acomodó entre sus brazos, provocando que el menor por instinto se aferrara en sus hombros. Alberto rio levemente ante aquella expresión que le hacía recordar a un gato asustado. Juntos se adentraron al complejo de departamentos, teniendo la suerte que el portero no se encontrara presente para presenciar aquel humillante –para Luca– trato.
–Fuera de bromas, bájame ya –exclamó irritado (cual intentaba ocultar con una sonrisa demasiado forzada) mientras comenzaban a subir las escaleras.
–No –respondió con simpleza y mostrando aquella sonrisa que dejaba ver sus dientes.
–Alberto –gruñó ferozmente haciendo resaltar aquel tic en su ojo derecho.
–Solo trato de ser un buen empleado y ayudo a mi jefe a subir las escaleras.
–Pues tu jefe puede despedirte si no lo bajas ahora mismo.
–Dudo que me despida. Soy su preferido –aclaró con orgullo mientras seguía subiendo las escaleras sin ningún problema–. Debería utilizar ropa provocativa cada vez que entre a su oficina.
–Si lo haces, créeme que si no dudare en despedirte.
Él volvió a reír en lo que llegaban al tercer piso, a ese punto Paguro se rindió en forcejearse y solo se limitó a cruzar sus brazos. En el pasado esto ya había ocurrido en varias ocasiones cada vez que iban al departamento y en todas ellas Scorfano terminaba por cargarlo hacia el cuarto piso.
–¿Es un no a la ropa provocativa? –bromeó pícaramente acercándose al rostro de su acompañante.
Con un fuerte sonrojo Luca apartó su rostro de él, estaba molesto por cómo se dirigía hacia él, tomando en cuenta que realmente era estricto y serio con el trabajo. Se sentía humillado –aunque la idea de Alberto actuando como la típica secretaria ardiente lo tentaba–.
–Fuera de oficina y lejos de los niños puedes andar hasta desnudo, si gustas, pero si te entrometes con mi traba-...
No logro terminar ya que fue callado por un beso en sus labios. Al inicio él se negó e intento apartarlo –aunque parecía un juego comenzaba a ponerse intenso y alarmado–, que sin antes que Alberto se separara voluntariamente, Luca mordió agresivamente sus labios y lo empujo con fuerza, sin importarle que eso provocó que cayera en las escaleras. Scorfano tocó sus labios sintiendo el ardor y el sabor metálico, iba a gritarle a Luca qué diablos le pasaba, pero se quedó sin palabras al ver su rostro aterrado y con su mirada cristalina. "Mierda" fue lo único que se le cruzo en su mente al ver que la jodió.
–Luca, yo lo...
–No lo vuelvas hacer –le exclamó con seriedad, aunque su tono sonaba asustado.
Alberto quiso acercarse a él, pero Luca aun en el suelo se arrastró hacia atrás, evitando a toda costa su mirada.
[...]
El clic del cerrojo se hizo presente, Luca seguía evitándolo y no lo culpaba. Lo miro de reojo sintiéndose mal al verlo abrazándose a sí mismo y la mirada perdida en el suelo del pasillo. Desde el piso anterior los dos no volvieron a acercarse o decirse algo más. No se atrevió abrir la puerta, cosa que llamo la atención del menor, que al fin levanto la mirada con desconcierto.
–Perdóname –se disculpó girándose para encararlo.
Luca parpadeo unos segundos, mirando con culpa el labio inferior rojo el hinchado.
–No me gusta que me tomen por sorpresa, perdón por actuar así, solo que...
–Está bien –lo interrumpió con intensiones que no tocaran el tema, respiró hondo en lo que se aceraba a él para tomar sus manos y agacharse a besar su frente–...creo que a veces me olvido que cambiaron las cosas.
–¿No te molesta? –le preguntó mirándolo a los ojos con pesar.
–Un poco la verdad –susurró apretando el agarre de sus manos–, pero tengo que aprender a cómo tratar contigo.
–Soy un asco de persona.
–Algo –dijo antes de reír levemente; acción que termino contagiándole al menor–, pero me gusta siempre complicarme la vida. Además se podría decir que ahora estamos a mano –finalizó apuntando con la mirada el vendaje de su muñeca.
Luca le sonrió con sinceridad. Alberto lo hacía sentirse menos hijo de puta de lo que era.
–Me llevare a los niños; me encargaré de llevar a Leo al jardín de niños e iré a la editorial hacer unos últimos pendientes y firmar mis vacaciones. Kari recogerá a Leo –musitó en lo que jugaba con sus manos unidas–. Así que tú puedes quedarte y desayunar antes de ir al trabajo.
–De acuerdo, me parece perfecto –asintió suavemente–. Le notificare a tu abuela y a tu asistente que terminando esos deberes no te dejen quedar en la editorial.
–¿Es enserio? –le reclamó con molestia.
–Tengo que ser precavido, conozco lo que tengo como prometido y lo terco que es –respondió con simpleza en lo que soltaba sus manos.
Sonrió al escuchar el gruñido del menor.
–Te odio.
–No, no lo haces –dijo con orgullo en lo que tomaba la perilla de su puerta.
Abrió la puerta suavemente con intenciones de sorprender a su hijo. Alberto fue el primero en entrar llamando la atención de Leo; el niño estaba sentando tranquilamente en el sillón viendo las caricaturas en el televisor con su uniforme bien arreglado. A su lado se encontraba Guido, quien intenta calmar a una inquieta Mina. La bebé le jalaba el cabello como también le daba manotazos para que la soltara mientras lloraba.
Leo al verlo dio un brinco para ponerse de pie.
–¡Papá! –gritó emocionado corriendo hacia él.
No obstante paro sus pasos de manera brusca al ver a su otro padre detrás; Luca lo miro con incredulidad al escucharle llamar a Alberto así, pero rápidamente salió de su transe al ver como los ojitos verdosos de Leo comenzaron a llenarse de lágrimas.
–P-api...–musitó antes de abrazar fuertemente sus piernas.
Luca sentía su cuerpo temblar al escucharlo, rápidamente se agachó para envolver a su hijo en sus brazos. Queriendo no separarlo nunca de él. Leo lloraba aferrándose a su pecho y él solo lo mecía suavemente en sus brazos mientras siseaba para calmarlo.
–Ya, ya, mi niño, estoy aquí –besó su cabellera y miro de reojo a su prometido; quien sonreía de lado mientras preparaba la pañalera de Mina.
–¿Ya te sientes mejor? –preguntó con miedo y sin despegar su carita de su pecho.
–Ya estoy mucho mejor y más cuando vi los dibujos de un niño hermoso –dijo con una sonrisa cálida mientras despegaba su rostro de él para poder limpiar delicadamente sus lágrimas con su pulgar.
Sonrió alegremente al escucharlo, pero rápidamente borro su sonrisa al ver que solo él se llevaba el crédito.
–¡Mina también me ayudo! –apuntó a la bebé; Mina también quería cariño de él, estirando sus bracitos mientras gimoteaba y saltaba inquieta en los brazos del hombre– Ella elegía los colores.
–¿Ella te ayudo? –inquirió dulcemente mientras lo bajaba con cuidado de nuevo al suelo.
Leo asintió con firmeza e inflando sus mejillas como un intento de ser "serio".
–A ella también le debes de agradecerle –aclaró inocentemente.
Él esbozó una pequeña risa silenciosa y revolvió sus cabellos, levanto la mirada encontrándose con esos ojos violetas casi rosados, mirándolo con anhelo mientras abría y cerraba sus manitas. Luca se acercó a Guido mostrando su clásica postura cordial.
–¿Puedo tomarla? –pidió cortés al igual que serio. Prácticamente no tenía nada en contra el mejor amigo de su prometido, pero su actitud de siempre con aquellos que no les tenía tanta confianza.
Obtuvo un asentimiento tranquilo como respuesta y le entregó a la niña, ayudándolo a cuidar su postura. Mina al ser cargada por él soltó un gritillo emocionado, que si lastimo el oído a Paguro, obstante eso no le impidió alzarla para llenarla de pequeños besos en sus regordetas mejillas, obteniendo varios gritos de alegría de la pequeña. Al tenerla en sus brazos sonrió al verla mucho mejor que los primeros días en los que la empezaron a cuidar. Poco a poco estaba recuperando el peso que debería tener a su edad. Comenzó a mecerla con su cabecita contra su pecho. Todo bajo la sonrisa enamoradiza de Alberto, adoraba verlo siendo cariñoso con los dos niños.
No fue hasta que bajo la mirada al sentir como jalaban su camisa. Al bajar la mirada se encontró con su hijo que le hizo una seña a su papá para que bajara y le contara un secreto.
Él mejor lo cargó sobre sus brazos y el niño rápidamente su acerco a su oreja para susurrarle:
–No le digas a papi, que Mina no me ayudo, eso lo pondrá triste.
Una risa sutil apareció en los labios de su padre.
–Acaso le mentiste a tu papá, Leonardo Biancani Scorfano Paguro –le susurró devuelta fingiendo estar enojado, pero no podía evitar sonreír.
Leo rápidamente le tapo su boca con sus manitas y le siseó colocando su dedito en su boca. Volteó a ver a su otro papá y por suerte estaba concentrado en hablar con su tío sobre los cuidados de su "hermanita". Alberto enternecido se acercó a besar su cabellera antes de abrazarlo, adoraba a su hijo con toda su alma –algo que le sorprendía teniendo poco tiempo conociéndolo y daría toda su vida por él–.
Pero todo ese ambiente familiar fue interrumpido al escuchar el quejido de Giulia. Levantó la mirada y de su habitación salía la pelirroja con ayuda de Guido; quien la sostenía de la parte baja de su espalda. Tragó saliva al ver a su prometido y su hermana gruñirse al encontrarse de nuevo después de nueve años.
Paguro se mantenía firme sin dejar de tranquilizar a la bebé mientras que Giulietta intentaba calmar a las trillizas que no dejaban de moverse, causándole un fuerte dolor en su vejiga, aun entre leves quejidos ella le dedicaba una mirada de desprecio.
–Señora Marcovaldo, cuanto tiempo –dijo de manera desinteresada.
–Es señora Visconti, idiota –gruñó mientras con ayuda de su enfermero personal tomaba asiento en el sillón individual, a lo que Paguro blanqueó la mirada con fastidio.
–Pueden, per favore, llevarse bien de una vez –pidió Guido estresado ante las peleas de ambos–. Giulia, si él no te había bajado al novio, tú no te hubieras casado con Ercole.
Alberto miro rápidamente a su prometido, solo sabía que Giulia y Luca han participado en varios concursos académicos, siendo una rivalidad demasiado toxica. Nunca estuvo enterado de eso, es más creyó que era el primer hombre de su prometido. Luca sin verlo solo exhaló cansado:
–Fuiste mi primer todo –le aclaró de manera cortante antes que preguntara–, menos mi primer beso y cabe aclarar que yo no sabía que él era novio de Giulia.
–Era un jodido gay de closet –murmuró con desprecio la pelirroja.
–Ni me lo recuerdes –comentó sereno en lo que arreglaba el gorrito de la bebé.
–Ya que superaron ese acontecimiento, podrían hacer las paces –pidió mirando a ambos–. Por mí y los niños.
Luca y Giulia se miraron con seriedad antes de voltear a ver a Alberto y decir al mismo tiempo:
–Ni lo pienses.
–Alberto, ella y yo tenemos varios conflictos fuera de ese idiota.
–Sé que somos importantes para ti, pero simplemente solo llevo la paz porque no me puedo mover –exclamó mientras acariciaba su enorme vientre intentando calmar a sus bebés.
–Y yo estoy demasiado cansado y solo quiero irme con los niños a mi casa –habló calmado mientras se dirigía a por la pañalera de Mina y la mochila de Leo–. Ella y yo hablaremos personalmente, si queremos que este matrimonio falso funcione.
–Opino lo mismo, hay muchas cosas que resolver como adultos –dijo cortante mirando a su "cuñado".
Él miro a ambos con sorpresa al ver como querían resolver sus problemas hablando de manera civilizada. Creyó que ambos querían matarse, de nuevo. No opino nada al respeto, solo se dedicó a salir del departamento con Luca para acompañarlo hasta la recepción.
[...]
Estiro sus brazos con cansancio, liberando un pesado bostezo como consecuencia al desvelarse para estar al pendiente de Luca, pero no se arrepentía, su relación iba mejorando más de lo que esperaba, aun había aquella chispa que experimentaron aquella noche en el mirador. Acomodó sus anteojos y cuando estaba a punto de seguir con su trabajo escucho como tocaban suavemente la puerta de su oficina. Dejó su lápiz óptico a un lado mientras exclamaba un tranquilo:
–Pase.
Se acomodó en su asiento creyendo que era uno de sus trabajadores con los avances del proyecto de invierno, pero grata fue su sorpresa que hizo que sus ojos esmeraldas brillaran al escuchar aquel gritillo de emoción de Mina; abrigada con un abrigo blanco de peluche con un gorro con orejas de oso ella volteo a ver a Luca incrédula de ver a Alberto, él sonrió dulcemente en lo que acomodaba su abrigo.
–¿Y esta sorpresa? –preguntó sonriente mientras se retiraba sus anteojos para dejarlos sobre su escritorio y levantarse para cargarla.
La bebé lo tomó de la mejillas –por no decir que clavó sus uñitas en la piel ajena– y le dio un "beso" que era más baba que cariño. Luca rio al ver la expresión de dolor por parte de su compañero.
–Solo queríamos visitarte antes de irnos. Acabe de hacer mis últimos pendientes en lo que Kari está con Leo en casa –respondió con simpleza en lo que alzaba sus hombros.
–¿No te dijeron nada de la bebé? –inquirió burlón mientras seguía admirando a la pequeña.
–No me dejaron de acosar al ver que traía a la bebé, pero nadie se atrevió a preguntarme o querer acercarse a ella –dijo con orgullo de que todos le temieran.
Alberto rodeó la mirada y tomo asiento en su silla para seguir mimando a la bebé.
–Oye aprovechando que tienes a la bebé, puedes checar que no se le abrió el pelele he tenido problemas con uno de los peleles que me regalaron.
Él asintió acomodo a la pequeña sobre sus piernas, a lo que Mina respondió con balbuceos mientras se comía su manita, pero al momento de desabotonar el abrigó; su mirada se paralizó al mismo tiempo que se cristalizaba. Sus manos temblaron al encontrarse con el famoso pelele rosa palo con el estampado que resaltaba en letras cursivas y adornadas con corazones: "La princesita de mis papás".
–Luca...
–Escucha –habló con seriedad mientras se acercaba a él y se hincaba para estar a la misma altura que Mina–; aún tengo mis inquietudes sobre esto, pero esta madrugada me he dado cuenta que no puedo separar a Mina de ti o de Leo. Incluso yo la he llegado a amar, la adoptaremos –susurró mientras acariciaba la regordeta y pecosa mejilla de la bebé–, pero tendremos que reorganizarnos, añadir a la agenda nuestra cita con servicio para sacar su acta de nacimiento. Como también añadir sus cuidados en el acuerdo.
Luca tomo la mano de Alberto y en ella depositó un pequeño beso en sus nudillos. Sonriendo rotamente al ver las lágrimas del mayor ante la noticia.
–Gracias –musitó con una voz rota y feliz de al fin tenerla como su hija.
–Es lo menos que puedo hacer de lo tanto que has hecho por mí –acarició su mejilla con una bella sonrisa antes de levantarse y besarlo con cariño. Sintiéndose ambos completos de tener al fin a su pequeña princesita junto a su pequeño caballerito.
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