Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

||Quarantotto||

|48|Mi niño

Portorosso, Italia, XXXX de 2012

–¿Cómo crees que empezó tu miedo a la soledad? –preguntó en un tono suave y comprensivo Moonwind al joven que tenía en frente.

Él temblaba, se la pasó casi toda la sesión en completo silencio. Acurrucado en el sillón individual con lágrimas escurriendo por sus rosadas mejillas, solo miraba la llama de su cigarrillo para después limpiar con fuerza sus ojos con su muñeca para luego contestarle en un doloroso murmulló:

–Desde esa primera noche de dos de febrero...

{...}

Portorosso, Italia, febrero de 1999

En toda la enorme residencia alejada de la ciudad pesquera se podían escuchar entre sus elegantes al igual que hogareños pasillos la risa emocionada del único niño de la casa y de la billonaria familia Paguro. Corriendo descalzo y portando solo unos calzoncillos del famoso personaje de Buzz Lightyear, su boquita y estomago estaban manchados del delicioso pastel de nutella que le preparo la cocinera de su abuela. El pequeño con apariencia de cinco años, a pesar que cumpliría en unos días sus tan esperados siete añitos. Siendo la causante de su poco crecimiento su problema anémico. Huía entre risas emocionadas abrazando contra su pecho a su peluche de un astronauta, escapaba de su "malvada" niñera; a la cual podía escucharla decir maldiciones y gruñidos. Dejando en claro que no dudaría como las anteriores.

El pequeño niño travieso logró abrió la barra de seguridad, para salir corriendo al patio trasero de la casa, donde el atardecer no tardaba en ocurrir. Sin pensarlo fue directamente a la mesa del jardín donde estaban su nonna y su tío fumando al mismo tiempo que hablaban de sus negocios con un buen vino tinto –de los más caros del mercado– en lo que esperaban con tranquilidad a los padres de su amado Luca. Danielita y Lorenzo no tardaban de llegar de una de las competencias de la mujer en Sevilla, España. Iban a celebrar el nuevo triunfo de ella, Luca era el más emocionado de ver la nueva medalla de su madre. Incluso le había hecho una de papel y demasiada diamantina dorada.

Nonna y Ugo se miraron de manera cómplice al ver al pequeño escabullirse "sigilosamente" bajo el mantel. Tratando de ocultar su risilla, pero era inútil. Los dos con una sonrisa fanfarrona y burlesca apagaron sus respectivos cigarrillos en el cenicero mientras en el fondo escuchaban el grito de frustración de lo que fue la niñera número nueve del pequeño travieso.

Entre pequeñas quejas de pereza nonna se agachó para mirar debajo de la mesa a su adorado nieto abrazado a su peluche mientras tapaba con sus manitas su boquita para que no lo escucharan reír.

–¿Qué haces aquí, burbujita? ¿Llegó la policía? ¿Me tengo que esconder? –bromeó la mujer fingiendo estar asustada.

Luca soltó una risilla y negó con la cabeza.

–No, nonna, la policía no te ha encontrado aún –respondió sonriente dejando resaltar aquel diente frontal ausente.

–Uff, que alivio –dejó salir un "suspiro de alivio"–, ya estoy anciana para huir como antes. Entonces, ¿de quién nos escondemos?

–De la señora fea –dijo haciendo un puchero–. Dice que me tengo que bañar, yo no me quiero bañar, nonna.

–Pero tienes que hacerlo, muchacho, apestas a sardinas podridas –exclamó de sorpresa Ugo apareciendo a su otro lado, provocando que el niño se sobresaltara y por inercia gateara más al lado de su abuela; quien rio de manera burlona.

Luca tenía un miedo injustificado hacia su tío, aunque era más a su mirada saltona.

–Burbujita, sabes que hoy vienen tus papás y no querrás que te abracen apestoso.

El pequeño hizo una mueca pensativa y regañado salió de la mesa mientras que con una sonrisa nonna se ponía de pie para –sin previo aviso– cargar en sus brazos a su pequeña burbuja. El niño no pesaba nada. Repartiendo varios besos en las mejillas del infante, haciéndolo reír con alegría.

–Vamos que yo te preparare tu baño con burbujas como a ti te gusta.

Los ojos marrones del pequeño brillaron como constelaciones, emocionado por la idea, no protesto ante la idea de bañarse. Su nonna lo dejaba llevarse varios juguetes en la tina e incluso jugaba con él.

No recuerda mucho lo que paso después, solo recordaba el momento en que dos oficiales de policía se acercaron por el sendero al costado de la casa. No recuerda momento en que vio a su abuela y tío poniéndose tan serios como aquel atardecer donde los dos oficiales quitándose sus sombreros dieron la noticia que cambio la vida de los Paguro para siempre. En especial para el pequeño niño; quien no comprendía nada, no sabía porque su abuela lloraba y su tío se alejaba. No entendía por qué sus padres nunca volvieron cuando le prometieron que sin falta estarían esa noche para que su madre como todas las noches lo arropara y le cantara su canción de cuna.

Simplemente no comprendía como de un momento tan alegre y cálido, se convirtió a uno tan frio y solitario.

{...}

Portorosso, Italia, febrero de 2019

Alberto miro bajo el umbral del despacho de Luca como el menor estaba concentrado en la pizarra que tenía en frente con todos los proyectos con los que trabajaba. Portando su pijama; que consistía en una enorme camiseta negra con el logo de Star Wars con su short de conjunto mientras en su pecho tenia a Mina en su cangurera masticando su maderera mientras que Leo estaba tranquilamente sentado en el escritorio de su papi, pintando con sus crayones en su libro de colorear de su vaquero favorito. Scorfano se adentró al despacho con bandeja en mano. Negando con una sonrisa al ver a su futuro esposo concentrado e ignorando que su bebé intentaba quitarle sus anteojos. Lenta y cuidadosamente dejó sobre el escritorio a un lado de su hijo la bandeja con la mamila y dos tazas que desprendían un hilo de humo.

De forma precavida tomo la taza café con estrellas doradas garabateadas; cual contenía cacao caliente con malvaviscos en forma de estrellas flotando. Se hinco para estar a la altura del niño y entre padre e hijo soplaron suavemente para que la bebida no le quemara la lengua al pequeño.

–Ten cuidado, ¿sí? –musitó dulcemente antes de entregarle la taza.

Leo asintió y sonrió al sentir un beso de su papá en su frente antes de que él se acercara a su otro papá y tomara a Mina, sacándola con cuidado de su cangurera. Obteniendo un gritillo de emoción de la pequeña, quien no dudo en dar saltitos. Alberto la acunó en sus brazos y miro de reojo a su pareja. Luca seguía con su cabeza y mente concentrada en la pizarra y su notebook, frunciendo el ceño ante cualquier irrealidad en las gráficas e informes.

Dejó salir un suspiro cansado y acomodando a la bebé en sus brazos tomo la taza verde olivo con estrellas doradas garabateadas; esta contenía un té negro endulzado como le gustan tanto al menor.

–¿Te falta mucho? –preguntó suavemente al entregarle su taza para después apoyarse en la pared y alimentar a su hija con su mamila.

Luca claramente estresado, exhaló. Abrazando su taza con ambas manos. Dándole un pequeño sorbo a su bebida; que provocó que sonriera dulcemente al sentir el sabor que tanto le gustaba y relajaba.

–No mucho –musitó serio antes de acomodarse mejor sus anteojos de lectura–. Necesito acabar estos informes antes de dormir y dedicarme todo el día de mañana a la boda, aún falta unos detalles en mi traje, ver los arreglos y confirmar el altar –dijo algo pensativo en lo que dejaba a un lado su té para después tomar su tableta y revisar su agenda y lista de pendientes.

–No olvides de tu despedida de soltero, en la noche te toca descansar.

Un quejido de fastidio salió de los labios de Paguro al mismo tiempo que blanqueaba su mirada, estuvo tan concentrado ese sábado en adelantar todo lo posible sus proyectos, aprovechando que Alberto se llevaría a Leo y Mina a sus clases de natación; que había olvidado la tan esperada –por sus cuñados y amigos– su despedida de soltero.

–No sé porque planearon tanto hacerlo el domingo como para arruinar mis planes de trabajo. Lo que menos quiero es una resaca el maldito lunes –gruñó estresado.

Alberto paro un momento de alimentar a Mina para mirarlo con cierta preocupación.

–Necesitas un descanso.

–Lo sééé –respondió fastidiado mientras sobaba su cuello–, pero ahora no quiero salir a beber. Ya me duele la cabeza con solo pensar en mis próximos trabajos, proyectos y reuniones, por no decir que apesto a medicina de bebé porque tu hija siempre la escupe.

Él esbozó una silenciosa y dolorosa risa, dándose cuenta que su amado no lo recordaba aun. Acaricio la mejilla regordeta y pecosa de Mina, ganándose una risilla por parte de ella que dejaba ver como comenzaba a crecerle sus primeros dientes; cosa que ha causado problemas ya que a ella le dolían y lloraba todo el tiempo, pero Luca siempre estaba allí para atenderla. Aplicándole su pomada para que no sufriera, regalándole a su princesita una sonrisa agotada y cansada. No le importaba pausarle a su trabajo si era por ella o en muy raras ocasiones por Leo. Él estaba ahí para ambos como una especie de madre multitareas. Alberto jamás entendería como él hacía todo, desde un trabajo ordenado y perfecto, ser un papá cariñoso hasta verse siempre con su porte elegante y firme.

–En serio ve a descansar, ya mañana le sigues. No me agrada la idea de volver y verte aun trabajando.

–Berto, ya hablamos de no interrumpir el trabajo del otro –le recordó con seriedad en lo que volvía a tomar su taza.

–Esa regla solo aplica en la oficina.

–Es lo mismo, enserio quiero adelantarle todo lo posible.

Scorfano suspiró cansado.

–Tienes hasta las diez –le ordenó en lo que se acercaba a él para entregarle a la bebé. Luca rápidamente dejo su taza de nuevo para poder cargarla en sus brazos–, si regreso y no estás en cama, yo mismo me encargare de llevarte a la fuerza.

–¿En serio tienes que irte?

–Giulia no puede bañarse sola, así que mientras Ercole la ayuda yo y los chicos cuidaremos a las trillizas –le explicó con simpleza y tranquilidad–. No tardo.

–No te apures –le dijo con una sonrisa débil–, yo me encargare de bañar y arropar a los niños.

Al decir eso ambos voltearon a ver a su hijo mayor al escuchar su queja. Leo los miraba con tristeza mientras que poseía un bigote de chocolate alrededor de sus labios.

–Pero papi, es sábado.

–¿Y eso qué? –arqueó su ceja.

–Es sábado de no bañarse –reclamó inocentemente el pequeño como si estuviera diciendo algo serio.

–¿A si? –miro con una sonrisa sarcástica al niño en lo que acomodaba a la bebé en sus brazos– Me puedes decir, ¿quién te dijo eso, burbujita? –comentó mirando de manera amenazante a su prometido, Alberto rio nervioso y trago saliva.

–Papá –respondió mirando a su padre–. ¿Verdad, papá?

Luca volteó a verlo con clara molestia a lo que él solo volvió a reír nervioso y rápidamente fingió ver la hora en su muñeca –la cual no había ningún reloj–.

–Mira la hora, tengo que irme –fugazmente se agachó para darle un casto beso en sus labios y otro en la cabellera dorada de su hija.

Rápidamente beso la frente de Leo y salió rápidamente del despacho dejando a todo su familia mirando la puerta por donde había huido. Paguro suspiró estresado y miro a su hijo que no entendía lo que sucedió.

–Vamos a prepararte tu baño, burbujita, como a ti te gusta.

–¿Con burbujas y juguetes?

Él rio dulcemente y asintió, emocionando al niño; quien ya se disponía a bajarse de la silla para ir a elegir a sus juguetes.

[...]

Alberto se encontraba corriendo hacia el otro lado de las vías del tren donde había citado al hombre de raíces colombianas. Sonriendo de lado al verlo apoyado en uno de los postes con su mirada olivo concentrada en su teléfono mientras que su cuerpo era iluminado por la luz anaranjada del farol. Las calles estaban demasiado tranquilas, que solo se podía escuchar el cantar de los grillos de los jardines. Y a lo lejos se lograba ver el puerto ilumino por la luz blanca de la media luna que coronaba en el cielo nocturno.

Rápidamente se acercó a Madrigal, a lo que él al escuchar sus pasos dejo de prestarle atención a sus redes sociales para luego enderezarse y mirarlo con un semblante neutro. Scorfano paro sus pasos en frente de él, trato de recuperar un poco su respiración.

–¿Luca sospecha algo? –preguntó en un tono bajo Camilo en lo que guardaba su teléfono en el bolsillo de su chaqueta.

Negó con la cabeza, sacando de su pantalón una cajetilla de cigarrillos y colocando uno en sus labios. Encendiéndolo con ayuda de su mechero.

–Esta tan concentrado, que no tiene idea que día es hoy –murmuró dándole una larga calada y expulsar al cielo en humo. Lo miro de reojo y suspiro–. Dime que Miguel lo consiguió.

Asintió tranquilo.

–¿Sabes cuantos favores le debes a él ya?

–Lo sé, lo sé –exclamó estresado antes de tomar asiento en la banqueta–, pero era algo que no podía dejar pasar...es importante para Luca.

Camilo suspiró, no podía creer que aceptara tal cosa para el prometido del hombre que lo traía loco. Se mordió el interior de su mejilla antes de peinar hacia atrás sus risos, dándose por vencido, ya que jamás comprenderá los demonios de Paguro tanto como realmente lo hace Scorfano.

–Miguel está preparando los últimos detalles. No tardaremos en comenzar con esto.

Alberto volteó a verlo y le sonrío de lado.

Grazie.

–Como sea –rodeó la mirada con fastidio–. No entiendo porque me pediste ayuda a mí.

–Sé que no nos agradamos, pero los dos queremos a Luca y sin importar que llega a molestarme, Luca te tiene un gran aprecio –exhaló dándole otra pequeña calada al cigarrillo de sus dedos–. Él nunca hablo de su abuso, ni siquiera Russell ni Hiro lo saben, eso dice que él te tiene un gran valor sentimental.

–Por desgracia no es romántico –murmuró con molestia–. Mientras que a mí me mando a la mierda por no medir mis horarios, a ti te perdona con tanta facilidad.

–No es tan así, para amar a Luca tienes que tener demasiada paciencia. A él le gusta tener todo bajo su control, son muy importante para él las agendas, medir su tiempo o esas mierdas...es una manía que tiene desde que era un niño porque siempre tenía sus tiempos medidos para cenar o hablar con su abuela o tío en cierto horario y si se le hacía tarde perdía la oportunidad de estar con ellos hasta la siguiente semana o mes, quedándose de nuevo solo.

–Ya veo... –musitó decaído al darse cuenta de su error con Paguro.

–Créeme que cuando empecé a salir con él, tuve que aprender a tener un horario o seguirle su ritmo, pero valía la pena ser ordenado por una maldita vez en mi vida por él.

Madrigal rio suavemente, entendía ese sentimiento de querer mejorar para alguien como Paguro, cuando estuvo saliendo con él tuvo que empezar a organizarse. Aunque termino fallando demasiado.

–Luca tiene varios defectos y manías; como cuando se sumerge demasiado en un proyecto o el trabajo, se olvida de todo su alrededor. Fue un golpe duro darme cuenta que día estábamos, saber que él olvido que hoy era el veinte aniversario de la muerte de sus padres...todo por organizarse para nuestra boda –explicó con pesar tallando su rostro con su mano libre–. No me perdonaría si él lo olvidaba.

–Miguel me conto que Luca cumple años en San Valentín, pero odia que se lo recuerden.

–Por la misma razón no lo celebra, dejo de festejarlo ya que el entierro de sus padres fue el día anterior a su séptimo cumpleaños. Así que ni se lo menciones.

–Entiendo...

–Escucha, jamás fue mi intención quitarte a Luca –hizo un pequeño ademan con su cigarrillo mostrándose estresado–. Siempre elegiré su felicidad prime-...

–No me lo quitaste –lo interrumpió fastidiado–, simplemente yo no soy tu, literalmente él solo se siente a salvo, si estás tú con él. Era cuestión de que yo perdería contra ti, porque tú lo conoces, sabes cómo lidiar con él como hacerlo feliz. Así que, per favore, no lo dejes ir.

–Primero muerto antes que volver a alejarlo de mi vida –musitó con una sonrisa triste y mirando la llama de su cigarrillo–. Podría con facilidad vivir sin él, pero no me sentiría vivo. Ya probé estar alejado de él y no me gusto para nada.

Camilo lo miro sorprendido, sonrío con dolor y tristeza; definitivamente había perdido la guerra que era claro que jamás ganaría, pero al menos lo intento.

[...]

Con una pequeña sonrisa divertida reflejada en su rostro. Paguro intentaba atrapar a su hijo mayor; quien corría por toda su habitación portando solo unos calzoncillos de Bob Sponja. Leo reía escabulléndose de un lado a otro mientras que su hermanita lo "animaba" desde su cuna. Parada la bebé aferrada a la orilla daba pequeños brinquitos mientras reía a carcajadas. Todo escandalo era observado por el perro de la familia, Giuseppe los miraba con aburrimiento desde su propia esquina. No obstante las risas del pequeño pecoso no cesaron al momento de ser atrapado y levantado por su papi. El pequeño Leonardo intento zafarse, pero le era imposible, a lo que Luca aprovecho para llenar de besos sus mejillas y carita. Llevándolo a la fuerza a su cama para poder terminar de vestirlo.

Aceptando su derrota se dejó vestir con facilidad, sin borrar ningún momento su enorme sonrisa que mostraba sus dientes chuecos de leche. Luca con una sonrisa cansada, estaba feliz, sin importarle la gran ausencia de sueño de su cuerpo o que su propio pijama olía a medicina y leche por culpa de Mina. Al terminar de vestirlo tomo su regordeta cara con sus manos y volvió a atacarlo de besos.

–Te amo demasiado, mio tesoro –murmuró con cariño acariciando sus regordetas mejillas.

Leo lo abrazo con fuerza, siendo correspondió al instante.

–Y yo a ti, papi –susurró algo soñoliento, sonriendo al sentir las caricias en su cabello por parte del mayor.

Al separarse, Luca se dirigió a la cuna para tomar en sus brazos a su bebé para comenzar a arrullarla, pero por los gritillos de la pequeña se notaba que no tenía nada de sueño aun. La tomó en sus brazos, acunándola en su pecho y comenzó a mecerla con suavidad acariciando los rulos dorados de su cabeza, pero todo se fue a la mierda en cuestión de segundos al escuchar algo que no había escuchado desde hace años. Era el tarareo de una canción de cuna...la misma canción que le cantaba su madre antes de dormir.

–Papi, ¿por qué lloras? –preguntó triste y asustado el niño acercándose a su papá.

Luca tocó su mejilla dándose cuenta de que en verdad lloraba y más cuando la letra comenzó a ser redactada, por una voz femenina que él conocía a la perfección.

"Bimbo mio, vieni qui. No, non pianger così. Ti terrò stretto al mio cuor. Con tanto amor. Con tanto amor"

Sin pensarlo se agachó rápidamente para cargar a Leo al costado de Mina e ir rápidamente hacia el balcón de su propia habitación. El niño se acurrucaba en su pecho mientras se acercaban al balcón, quedándose sorprendido al ver a su bisabuela vestida de un hermoso vestido blanco mientras cantaba en medio de un grupo de mariachis.

Nonna entre lágrimas le sonrío con dolor a su nieto mientras seguía cantándole aquella vieja canción de cuna que ella misma le cantaba a su hija y ella se la cantaba al suyo.

"Se si burlan di te. Non badarci perchè. Il mio amor sol ti darà –cantaba con dolor y amor mientras el coro le seguía el ritmo–. Felicità, Felicità!"

Luca se rompió por dentro al recordar que día era hoy, en medio del llanto abrazo contra su pecho a sus dos pequeños mientras los media con amor como lo hacía su madre. Besando sus cabelleras mientras tarareaba el coro con un doloroso nudo en su garganta.

"Bimbo mio non temer. La tua mamma è con te. Fa' brillar gli occhioni blu. Non pianger più, Non pianger più".

Sin darse cuenta sintió como algo era colocado en su cabeza, no fue hasta que vio como unas pequeñas flores de hortensias azules y verdes caían hacia la calle. Era una corona de hortensias como la que le dio...

Volteó rápidamente su mirada encontrándose con Alberto. Él le sonreía con triste, abriendo sus brazos para consolarlo como la vez que le pidió que fuera su novio. Luca se abalanzo hacia él para llorar en su pecho. Mientras en la calle su tío y su abuela terminaban de cantarle a su amado Luca para luego abrazarse con dolor.

No importaba cuantos años pasasen Luca seguía siendo su niño pequeño al que deseaban proteger de todo mal. Él era y es su...

–"Bimbo mio..."

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro