Cuando Ron la vio sintió una sensación de culpa invadiéndole por dentro. Creía que, aunque ni siquiera se hubiesen visto más de una vez, le acababa de ser infiel con Draco hacía una semana. Era una idea estúpida, pero era una sensación que lo invadía de arriba abajo y lo hacía sentir extraño.

—¿Entonces te gusta leer? —preguntó Amber mientras Ron seguía pensando.

—Suelo leer poco —admitió Ron con una sonrisa.

Ron miró la sombra que el sol proyectaba con el árbol que los acogía en la sombra. Le parecía que brillaba lo suficiente como para hacerlo sentir tranquilo.

—¿Y qué te gusta? —le preguntó.

Ron no pudo buscar en su mente una clara respuesta, solo era capaz de pensar en comida, o cuando reía junto a Harry y Hermione dando paseos por Hogwarts. Trató de buscar en su mente una respuesta hasta que la sombra frente a él cogió la forma de un humano.

—Te estaba buscando —la voz de Hermione lo hizo temblar, podía notar la furia en sus palabras.

Ron levantó la cabeza para mirarla.

—Me has manchado el libro que te presté ayer, ¿cómo es posible?, solo te lo dejé unas horas —le dijo Hermione mostrando el libro de "Romeo y Julieta" frente a él.

Ron se rascó la cabeza sin saber qué responder. No estaba seguro de que decir en un momento como ese, de hecho ni siquiera sabía qué decir mientras sentía a su lado a Amber riendo. Ron había intentado buscar la manera de impresionarla y aunque había intentado leer el libro varias veces, no había sido capaz de pasar de la primera hoja. Hermione miró a la chica a su lado. No recordaba haberla visto antes cerca del pelirrojo. Y supo enseguida que acababa de meter la pata y dejar en ridículo a Ron.

—Chicos —la voz de Harry sirvió de escusa para que Hermione se diese la media vuelta y corriese hasta llegar a su amigo.

—Esa chica es muy graciosa —comentó Amber.

Ron trató de sonreír, aunque a duras penas pudo.

—Me alegro de que hayas intentado leer ese libro, es mi favorito —dijo ella mirando a Ron a los ojos.

Ron tragó fuerte la saliva que lo ahogaba cuando Amber se acercó un poco a él.

—Me pareces alguien muy dulce, Ron —admitió ella.

Se puso de pie y lo miró una última vez, pero esta vez consiguió que al pelirrojo se le despertase un latido en el corazón.

—Nos vemos mañana —dijo ella alejándose.

Ron no fue capaz de responder, los nervios se le amontonaban en todos lados y se sentía lánguido. Cuando ella por fin se marchó no pudo evitar sonreír y mover los brazos a forma de victoria. Había conseguido lo que quería.

A un lado del patio. Draco había conseguido un buen lugar para poder ver a Ron con esa chica. No sabía por qué estaba haciendo aquello, o quizás sí, pero no quería admitir lo que le estaba ocurriendo. Allí, escondido, no podía evitar sentir la rabia y los celos corroyéndole por dentro como si se tratase de un veneno tortuoso. Observó el rostro feliz y enrojecido de Ron por esa chica, un rostro que a él nunca le había regalado de la misma forma que a esa chica se lo había enseñado con tanta facilidad.