𝑺𝒐𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒔𝒆𝒓 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒛.
—Debemos hablar, Jimin.
Los ojos de Jimin se aguaron en ese instante, su corazón se aceleró y comenzó a negar con la cabeza.
—N-no quiero —respondió con la voz rota.
Sabía que debía hablar, pero no quería. No cuando Jungkook estaba ahí, tan serio.
Se supone que debería besarlo, decirle que lo siente y quizás hacerle el amor para reconciliarse. No estar sentado, serio y sin siquiera tomar sus manos como siempre lo hacía.
—Necesitas escucharme.
—¡No quiero! —gritó casi sonando histérico.
-Jim...
—¡No! —lo interrumpió y sus lágrimas comenzaron a salir. Jimin solo podía imaginar una cosa, pero sabía que debía aceptar si Jungkook ya no quería seguir con él— N-no quiero escucharte —tapó sus oídos con ambas manos mientras negaba con la cabeza y cerraba sus ojos.
—Cariño, no llores —salió tan rápido de la cama como su débil cuerpo se lo permitió, aún cuando Jimin no logró ver lo mal que se sentía. Lo abrazó y besó su cuello— Amor, debes escucharme —pidió nuevamente.
—No —volvió a decir— No me llames así —quitó las manos de sus oídos y apartó a Jungkook de sus brazos, dándole un empujón que lo obligó a retroceder— ¡No me llames de esa forma! —gritó entre sollozos.
Jungkook, quizás no dimensionó el dolor que Jimin experimentó todos estos días o incluso, estos tres días donde él no volvió a casa.
—Jimin, no sé que estás imaginando, pero de verdad necesito que me escuches —tomó las muñecas del menor con delicadeza, aun cuando Jimin trataba de alejarse de él.
—No quiero escuchar sermones ni excusas baratas. ¡Solo dilo de una maldita vez! - su llanto estaba clavandose en lo mas profundo del corazón de Jungkook.
—Amor, por favor. S-solo escuchame... —intentó abrazar nuevamente el tembloroso cuerpo del castaño, pero este retrocedió alejándose aún más— No es lo que te estás imaginando, te lo aseguro —dijo pensando que Jimin creería que estaban rompiendo.
Y lo era, Jimin estaba tan aterrado de escuchar a Jungkook decirle que ya no lo amaba, que quería ponerle fin a su relación. Simplemente creía no poder soportarlo. Jungkook era el hombre que amaba con locura, el único en su vida y corazón. Tenía miedo,mucho miedo.
Pero como dicen por ahí, todo lo que inicia tiene un final.
—¡No! ¡No quiero escucharte! —salió de la habitación casi corriendo y bajó las escaleras, ignorando por completo los llamados de Jungkook.
Cuando estuvo en el primer piso y vio que Jungkook no bajó detrás suyo para detenerlo y se sintió aún peor.
Soltó un gran suspiro y se dispuso a poner sus zapatos nuevamente, sacó su teléfono y marcó a su amigo para preguntarle si podría pasar la noche allí. Tomó sus llaves y salió del departamento mientras lloraba y hablaba con Taehyung, quien intentaba calmarlo desde el otro lado de la línea.
—Jimin... —Jungkook le llamó una vez más cuando el castaño iba saliendo.
Y todo fue en cámara lenta en ese momento. Jungkook pudo ver la angustia en cada lágrima que Jimin derramaba y Jimin pudo ver la cara afligida de Jungkook mientras cerraba la puerta.
Aún así, no volvió y se fue.
Se quedó unos segundo apoyado en la puerta y pudo escuchar otro ataque de tos proviniendo desde el interior del departamento, pero prefirió ignorar aquello y se fue.
Cuando llegó al departamento de su amigo, este inmediatamente lo abrazó y Jimin solo pudo llorar y llorar.
Estaba asustado, estaba dolido, estaba tan enamorado que sentía como su corazón se exprimía ante el miedo de enfrentar la cruda realidad que él se estaba imaginando.
—Mimi... —Taehyung le habló lo más dulce que pudo— ¿Ni siquiera lo escuchaste?
—N-no pude... —soltó con sollozos ahogados, mientras sus mejillas eran bañadas con gruesas lágrimas.
—¿Y si no es lo que piensas? ¿Y si quería decirte otra cosa?
—Desapareció por tres días, Tae —sorbió sus mocos— No me llamó ni respondió mis llamadas. Me ignoró como si yo no existiera y... y ahora quiere hablar.
—Seguro tiene una buena razón, no debes sacar conclusiones antes de...
—¡No quiero! —lo interrumpió— No quiero sus excusas —abrazó aún más fuerte a su amigo, en un intento de fundir sus cuerpos para no dejar de sentirse cálido y seguro.
Ambos chicos estaban en la sala de estar, sentados en el pequeño sofá que había en el departamento. Hoseok miró desde una esquina sin decir nada y Taehyung lo miró de vuelta, haciendo una señal de que al parecer todo estaba jodido.
Estuvieron así, en la misma posición más de una hora, Jimin lloró hasta que su cabeza se lo impidió a causa del dolor y cayó rendido en el sueño profundo. Hoseok lo cargó hasta su habitación y lo metieron a la cama.
—¿Qué tan mal están las cosas? —preguntó el mayor, mientras rascaba su nuca a causa de la frustración.
—No lo sé, Jimin no ha escuchado a Jungkook y solo está suponiendo cosas.
Ambos suspiraron y se dejaron caer en el sofá.
—Es una mierda. Todo esto, es una mierda —comentó Taehyung.
Él también pasó por aquello, donde se deprimió por días cuando las cosas comenzaron a ir mal con Nayeon.
—Lo es —estuvo de acuerdo.
—Al menos estamos aquí para Mimi.
—Sí. Siempre estaremos aquí para él, para ti.
Taehyung sonrió y dejó caer su cabeza en el hombro de Hoseok.
—Yo también. Es bueno tenerlos, sabes.
—Lo sé —levantó su brazo y lo dejó caer sobre Taehyung para abrazarlo y acurrucarlo contra su cuerpo.
Luego de un rato, Hoseok tomó unas mantas y se acomodó en el sofá.
—¿No quieres dormir en mi cama? —preguntó, sonando extrañamente nervioso.
Hoseok sonrió al ver las mejillas coloradas en Taehyung.
—¿Seguro?
—Claro. Prometo no moverme tanto.
—Vale.
Aceptó y se metieron en la cama del pelinegro. Para suerte de ambos, no era pequeña y podrían dormir perfectamente cómodos.
Jimin en la noche, mientras dormía comenzó a sollozar bajito y fue Hoseok quien lo escuchó. Salió con cuidado de la cama y se fue a donde estaba Jimin para acostarse a su lado y abrazarlo, para darle de alguna manera ese consuelo que su amigo necesitaba.
***
La mañana siguiente llegó tan rápido que así mismo se fue, Jimin no abandonó el departamento de sus amigos aun cuando estos se fueron a trabajar. Le dejaron comida y todo lo necesario para que estuviera cómodo hasta que ellos llegaran en la noche.
—Hola —saludó Hoseok, cuando llegó a casa a eso de las ocho de la noche— Mira lo que te traje —le mostró un hermoso ramo de flores.
Jimin, quien se encontraba hecho un ovillo en el sofá, con su rostro notoriamente hinchado a causa del llanto y su estado de ánimo estaba por los suelos. Aun con todo eso, se esforzó para sonreír, pero las lágrimas seguían saliendo sin que él pudiera detenerlas.
—Oh, Pequeño —se sentó a su lado— No llores más. Tranquilo, estoy aquí para ti y lo sabes —le sonrió y Jimin asintió levemente.
—L-lo sé —sobrio fuerte su nariz— Lo sé...
—Nunca lo olvides —acarició un momento su espalda y luego se separó para verle el terrible rostro que tenía— Joder, estas hecho un completo desastre.
—Hobi... —secó con la manga de su ropa las lágrimas.
—Dime, pequeño —acarició la cabeza del menor y acomodó unos cabellos que tenía revueltos.
—Quiero ir a casa...
—¿Quieres que te lleve? —muchas veces, cuando bebían, Hoseok era quien manejaba el auto de Jimin para dejarlo en la puerta de su casa sano y salvo.
—S-sí...
Hoseok lo abrazó una vez más, en un vago intento de darle esas fuerzas que tanto necesitaba en esos momentos.
Sin esperar a que Taehyung llegara a casa, ambos chicos bajaron al estacionamiento y se pusieron en marcha.
No tardaron más de quince minutos en llegar, pero para Jimin fue una eternidad.
—Hobi...
—Dime, Mimi —le sonrió mientras sacaba el cinturón de seguridad de ambos.
—Llévate el auto. No lo usaré ahora y tampoco creo que lo use mañana.
—¿Seguro? —Jimin asintió.
No era la primera vez que lo hacían. A decir verdad, Jimin prefería eso a que sus amigos volvieran en transporte público a su hogar, arriesgándose a cualquier cosa.
—Solo... solo maneja con cuidado, ¿sí?
—Lo haré. ¿Quieres que esté contigo allá? —apuntó en dirección del edificio.
—N-no. Estaré bien —aseguró y dio un último abrazo a su amigo para luego bajar del auto— Despídeme de Tae —hizo un puchero, haciendo sonreír a su amigo.
—Lo haré. Cuídate y cualquier cosa nos llamas.
—Sí.
Caminó lento hasta que un hombre bien vestido abrió una de las grandes puertas de cristales y lo saludó con una pequeña reverencia, Jimin devolvió el saludo con una sonrisa fingida. Siguió el mismo ritmo hasta llegar a los elevadores y apretó el botón correspondiente a su piso.
Soltó un gran suspiro, mientras su corazón bombeaba tan rápido que se sintió algo mareado.
Cuando las puertas del elevador se abrieron, dudó unos segundo si quería caminar hasta su hogar o simplemente salir corriendo una vez más.
Respiró hondo y exhaló lentamente para armarse de valor y enfrentar las cosas como el hombre adulto que era. Si Jungkook decidiera que lo mejor era ponerle fin a su relación, él lo aceptaría.
Si Jungkook ya no lo amaba, él no podría obligarlo a seguir juntos.
Ingresó la clave con sus dedos temblorosos y abrió lentamente la puerta. Asomó su cabeza al interior, pero vio todo tan oscuro y silencioso que por un momento pensó que no había nadie, luego recordó que la noche anterior Jungkook estaba en la habitación durmiendo, por lo que quitó lentamente sus zapatos y fue en aquella dirección, dispuesto a enfrentar la realidad y mandar a la mierda tres años de amor.
Iba subiendo por la mitad de la escalera, cuando la puerta principal se abrió y se detuvo en seco. Logró escuchar entre la oscuridad la voz de Jungkook algo agitada y luego escucho la voz de... ¿Namjoon?
las luces se encendieron y el moreno dio un brinco del susto al ver a Jimin ahí, quieto en las escaleras.
—¡Hombre, casi me matas del susto! —dijo mientras llevaba su mano al corazón.
Jungkook miró a Jimin, pero no dijo nada.
—Ya estoy bien, vete a casa y mañana hablamos —le pidió Jungkook a su amigo.
—¿Estás seguro? —preguntó Namjoon, notoriamente preocupado.
—Sí. Ve a descansar.
—Vale, pero toma lo que te dieron —dijo más bajito. Luego llevó sus ojos a los miel de Jimin— Buenas noches —se despidió y se fue.
Una vez que la puerta fue cerrada y ambos quedaron solos, Jungkook caminó hasta las escaleras y Jimin en ningún momento dejó de mirarlo.
—Hola —Jungkook le saludó con su tono ronco, pero suave.
—Hola...
—Vamos a la habitación —lo tomó de la mano para seguir subiendo las escaleras, Jimin lo siguió sin protestar.
Una vez en la habitación, Jimin se sentó en el borde de la cama y vio como Jungkook se quitaba la chaqueta que llevaba puesta, para luego girar su cuerpo y caminar hasta quedar frente al castaño.
—Jimin... —se agachó para quedar a su altura— Amor —le llamó para tener la total atención del castaño, quien se negaba a mirarlo a los ojos porque sabía que se pondría a llorar.
—¿Q-qué? —soltó con un hilito de voz.
—Cariño, no sé qué es lo que te has estado imaginando —levantó una de sus manos y acarició la mejilla derecha se Jimin, este de inmediato derramó unas traicioneras lágrimas que fueron quitadas con el dedo pulgar del pelinegro— No llores, cariño —se levantó y abrazó el tembloroso cuerpo del menor.
—S-solo di ra-rápido lo que sea que me quieres decir —tartamudeó, mientras escondía su cara en el pecho de Jungkook y se permitía inhalar ese delicioso olor varonil que tanto amaba.
—Jimin, no te voy a dejar —tomó el rostro del menor, obligándolo a mirarlo— Amor, creo que es eso lo que te estás imaginando, ¿o me equivoco?
—Entonces... ¿Qué es? —habló entre sollozos— ¿Dónde estuviste esos días que no llegaste? ¿Por qué no respondías mis llamadas? ¿Por qué me has estado evitando todos estos malditos días? —sollozó aún más fuerte.
Habían tantas preguntas que necesitaban una respuesta.
—Lo siento. Lo siento tanto... —juntó su frente con la de Jimin— Tengo una razón, amor. La tengo... —cerró los ojos cuando sintió que su corazón se estrujaba.
Si Jimin estaba así porque creía que sería abandonado, ¿Cómo reaccionaría con lo que él debía decirle?
Jungkook se sentía mal en todos los aspectos. Odiaba lo que estaba pasando en ese momento y deseaba que todo fuera un amargo sueño para poder despertar, y ver todos los días la hermosa sonrisa del hombre que amaba.
—Te escucho —Jimin sorbió sus mocos y se alejó un poco de Jungkook.
Jungkook abrio sus ojos y miró a Jimin, quien se sorprendió al ver como aquellos fanales negros comenzaban a llenarse de lagrimas, para luego desender por sus mejillas.
¿Qué es lo que estaba pasando?
Jungkook frunció los labios formando una línea delgada y suspiró cansado. Necesitaba hablar con Jimin, pero no sabía cómo.
Aun cuando no quería lastimarlo más de lo que ya estaba, aún cuando no quería verlo llorar como ya lo estaba viendo, aun cuando sabía que el tiempo para ellos se estaba acabando.
—Jimin, amor... —sus gruesas lágrimas no dejaron de caer por sus mejillas y Jimin comenzó a preocuparse al verlo en ese estado— Y-yo... Jimin yo...
No podía. No podría siquiera pronunciar aquellas palabras.
—¿Qué pasa, Jungkook? —preguntó con una voz llena de preocupación y llevó sus pequeñas manos al rostro contrario.
—Lo siento, lo siento... —se disculpó, pero Jimin no entendía la razón— Lo siento, amor —logró decir con un terrible sollozo, uno que Jimin jamás había escuchado en él.
—Me estás asustando. ¿Qué está pasando? —su ceño estaba fruncido y ya comenzaba a sentirse un poco irritado al no lograr comprender lo que estaba pasando.
—M-me... yo... —tragó grueso, intentando quitar el nudo de su garganta.
Jungkook lo miró, y solo pensó en que él quería ver feliz a Jimin. Quería ser feliz con él.
—¿Jungkook?
—Lo siento...
—No estoy entendiendo nada...
—M-me... —lo interrumpió y sorbió su nariz— Me estoy muriendo, Jimin...
***
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