𝑸𝒖𝒆́𝒅𝒂𝒕𝒆, 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒅𝒆𝒋𝒆𝒔.
Los días siguieron su curso, las semanas avanzaron y sin darse cuenta, ya estaban a inicios de octubre.
La mañana había comenzado no muy bien para Jungkook, quien había pasado una pésima noche. Sus dolores ya se le hacían insoportables y para cuando llegó su enfermera, él estaba hirviendo en fiebre. Jimin era quien estaba intentando bajar el calor de su cuerpo con las técnicas que el doctor le había enseñado en una de las tantas visitas.
Cuando lo lograron estabilizar y su temperatura volvió a ser la normal, Jimin decidió que era buena idea ir a comprar más insumos médicos para Jungkook.
—¿Amor? —le habló bajito, mientras tomaba una de sus manos y Jungkook abrió sus fanales negros lentamente— Hola, amor —le sonrió con cariño.
—Jimin... —susurró, tan cansado y derrotado.
—Estoy aquí —presionó sus gruesos labios contras los finos y secos de Jungkook. Fue un beso corto, pero lleno de amor— Iré a comprar unas cosas que nos hacen falta, pero volveré pronto —prometió y Jungkook solo parpadeó lento.
Desde su cumpleaños hasta ahora, había empeorado tanto que ya le era imposible mover el cuerpo sin sentir dolor o mareos. Su cabello hasta hace unos días seguía en su lugar, pero cuando Jimin lo estaba peinando dos noches atrás, pudo notar que ya comenzaba a caerse.
Volvió a besar sus labios y luego le aplicó un bálsamo labial para mantenerlos hidratados y así que no se siguieran agrietando.
—N-no... vayas... —pidió mientras cerraba los ojos. Estaba haciendo efecto el medicamento en él y el sueño ya lo estaba venciendo.
Jimin quiso responder, pero Jungkook ya se había dormido profundamente. Depositó un último beso en su frente y le susurró cerca del oído.
—Volveré pronto, amor. Te amo —soltó su mano con cuidado y se alejó.
Cuando salió de la habitación, Jimin vio a la enfermera y le comentó que saldría un momento, que si algo llegaba a pasar no dudara en avisarle que él volvería de inmediato.
—Vaya tranquilo, señor Park. Yo lo llamaré en caso de que ocurra alguna emergencia.
—Gracias.
Tomó sus cosas y el teléfono para ponerse en marcha. Bajó rápidamente al estacionamiento y salió del edificio para dirigirse a su destino.
Alcanzó a estar aproximadamente cuarenta minutos fuera de casa cuando el sonido de su teléfono lo hizo dar un brinco del susto. Se encontraba haciendo una fila para poder pagar los medicamentos y otras cosas más que compró en la farmacia.
Cuando vio el nombre de quien llamaba, su corazón se detuvo por un segundo para luego comenzar a bombear de manera desenfrenada. Dejó todo lo que tenía en el pequeño carito a un lado mientras atendía la llamada, sus lágrimas caían a medida que su enfermera le iba diciendo lo que estaba pasando. Cuando entendió a donde es que debía dirigirse, solo colgó y salió corriendo del lugar tan rápido como sus pies se lo permitieron, entró al auto y se puso en marcha.
Manejar con precaución no fue una opción en ese momento.
Tardó alrededor de diez minutos en llegar al hospital, uno ubicado al otro lado de la ciudad. Con un viaje normal, Jimin habría tardado una media hora en estar ahí.
Cuando Jimin se estacionó, bajó de su auto y corrió hasta la recepción pidiendo que le dejaran ver a Jungkook.
—Lo siento, joven. Solo se acepta familiar directo para verlo o dar cualquier información.
—¡Soy su pareja! —gritó nervioso y angustiado mientras lágrimas caían por sus mejillas— Necesito verlo, por favor...
—Lo siento, son las normas del hospital.
—¡Pero soy su novio! —la enfermera lo miró con una mueca de desagrado— S-solo... dígame como está, necesito verlo... —pidió entre sollozos mal contenidos.
Otra enfermera llegó al presenciar como el castaño prácticamente suplicaba por ver a alguien, y miró de mala forma a su compañera, quien tenía cero empatía con el dolor del muchacho.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, mientras la miraba y ella se encogió de hombros, restándole importancia a la situación.
—Él quiere entrar y saber información que no puedo darle, no es nada del paciente —informó.
—Cual es su nombre —le preguntó amablemente a Jimin, quien no dejaba de sollozar bajito ante la preocupación.
—P-Park Jimin... —por un momento, pensó en decir Jeon, pero ante la sociedad coreana, él seguía siendo Park.
—Deme un momento —tomó el teléfono de la recepción y marcó el anexo que daba directo con quienes estaban tratando a Jungkook— Hola, tengo a un joven llamado Park Jimin —escuchó atentamente las indicaciones y miró al castaño unos minutos y cortó la llamaba - Bien, está en el tercer piso, en la unidad de cuidados intensivos por ahora. Lo están estabilizando a causa de una descompensación que sufrió y luego será llevado a una sala privada para él solo —le explicó— Siga hasta el fondo del pasillo y ahí verá los ascensores —terminó de decir y Jimin simplemente corrió en la dirección indicada.
Aun cuando escuchó a lo lejos que le gritaban que no debía correr, Jimin los ignoró por completo.
Cuando llegó al piso y salió del elevador, pudo ver a lo lejos a Namjoon acompañado del chico rubio, quien lo tenía abrazado dándole ánimo y consuelo. La señora Jeon no se veía y era porque de seguro venía en camino.
—Nam... —habló Jimin, una vez cerca y este se alejó de su novio.
—Jimin, que bueno que llegaste.
—¿C-cómo está? —preguntó asustado. En el fondo de su corazón, él solo quería recibir buenas noticias.
—No entiendo lo que me intentaron explicar, pero... —sus manos temblaban y por sus mejillas comenzaron a caer gruesas lágrimas de angustia— Todo... todo está mal, Jimin —sorbió su nariz y Yoongi le tomó la mano para darle fuerzas— No creo que resista más... —terminó por decir, con su voz tontamente rota.
Jimin no pudo decir más, solo sintió como sus emociones lo abandonaron y caminó hasta uno de los asientos para dejarse caer ahí. No prestó atención a lo que Namjoon le estaba diciendo y por un rato, su mente quedó completamente en blanco.
—¿Jimin? —la voz de Hyuna lo sacó de su transe. Ella acababa de llegar y Namjoon ya no estaba ahí, aun si le dijo dónde iría, él no tenía idea porque no le había prestado atención a sus palabras.
Hyuna caminó hasta quedar frente a él y Jimin se levantó de inmediato.
—Señora Jeon... —no alcanzó a decir nada más cuando sintió por primera vez el calor de los brazos de aquella mujer.
—Tranquilo, Jimin —intentó consolarlo y a la vez consolarse ella misma— Sabíamos que esto pasaría tarde o temprano —habló en un tono triste.
Claro que lo sabía, lo tenía más que claro, pero se negaba con todo su corazón a aceptar que Jungkook lo dejaría.
Se separó de los cálidos brazos de la mujer para poder hablar, aunque sus ganas de llorar eran notorias.
—N-no me han dicho nada, tampoco sé a donde fue Nam... —cubrió su rostro con ambas manos al no poder contener el llanto— Quiero... quiero verlo, pero nadie me dice nada y... —sorbió su nariz - Necesito verlo....
—Lo verás. Lo veremos —aclaró— Deja que hable con el doctor y me de información— Jimin solo asintió y vio cómo se alejaba de su lado para ir en dirección al lugar donde se encontraban los enfermeros.
Jimin mientras esperaba ahí sentado, tomó su teléfono y mandó un simple mensaje a su amigo, donde solo estaba la ubicación del hospital y en el piso que se encontraba. No podía siquiera decir el motivo, pero para su suerte, Taehyung lo entendió y se puso en marcha para acompañarlo.
—Jimin —volvió a hablar la mujer de cabellos negros y el mencionado solo la miró sin decir nada— Están llevando a Jungkook al sexto piso, vamos —le tendió la mano para que se levantara— Podrás verlo, Jimin.
Quizás por el momento que Jimin estaba pasando y porque estaba sumergido en la angustia de solo pensar que estaba perdiendo a Jungkook, no pudo ver cuanta tristeza había en esa madre que estaba perdiendo a su hijo, no pudo notar la punta de su nariz roja y sus ojos cristalizados, ni siquiera pudo procesar el hecho de que a ella ya le dieron toda la información que él ignoraba.
***
No les había tomado mucho tiempo subir al sexto piso, Namjoon quien había bajado ya se encontraba ahí, aun junto a su rubio quien no le soltaba la mano en ningún momento. Taehyun y Hoseok habían llegado a los pocos minutos de recibir el mensaje y ya se encontraban junto a Jimin dándole todo el apoyo necesario.
—Pueden entrar —habló el doctor en voz alta para que todos lo escucharan— Lo ideal es que vayan de uno o dos, no todos juntos para que no lo sofoquen, tampoco lo fuercen a hablar —pidió de forma amable y se acercó a la señora Jeon— Lo siento mucho —dio un toque sutil en el hombro de ella y se marchó.
—Yo quisiera ir primero, por favor —pidió Namjoon— S-seré breve.
—Ve —Hyuna concedió su petición, mientras se dirigía a los asientos vacíos y sacaba un pañuelo de su bolso para secar las lágrimas que iban cayendo por sus mejillas.
—Mimi —Jimin miró a su amigo, el cual le quitó las lágrimas con sus dedos— Entraras solo. Se fuerte, ¿sí? —Jimin negó con su cabeza y más lágrimas cayeron— Lo eres, bebé. Nosotros estaremos aquí esperando por ti.
—¿Q-qué se supone que le diré? —habló entre sollozos.
—Todo lo que sientas. No te guardes nada para ti y dile todo lo que hay en tu corazón —le aconsejó Hoseok— Saca todo, Mimi. Él te escuchará.
No pasaron más de quince minutos cuando Namjoon salió de la habitación con sus ojos rojos e inmediatamente se fue a los brazos de su novio a recibir consuelo, eso dio pase para que Hyuna entrara a la habitación.
Jimin solo esperaba paciente y se acurrucaba entre los brazos de Taehyung, los cuales le daban esa fuerza y calor que necesitaba en ese momento.
Cuando Hyuna finalmente salió, miró a Jimin e inmediatamente se levantó del asiento y se dispuso a caminar hacia la habitación, pero una mano lo detuvo.
—No te guardes nada, saca todo y cuando esto acabe, nosotros estaremos aquí— Jimin solo asintió rápido con su cabeza— Te queremos mucho, Mimi —terminó por decir y soltó la mano de Jimin.
Jimin avanzó tan rápido como le fue posible. Sentía como su corazón golpeaba su caja torácica y sus manos comenzaban a sudar. Tenía miedo, pero quería verlo.
Una vez dentro, Jimin simplemente no pudo retener sus lágrimas.
—Jungkook... —su voz sonó totalmente rota. Verlo con el torso desnudo y solo conectado a un respirador que era lo que lograba mantenerlo estable, lo hizo entender muchas cosas.
Pero entonces, entendió que él no estaba preparado para eso. Simplemente no estaba preparado para verlo partir de su vida.
—Ji...min... —susurró casi sin aliento.
—Estoy aquí —avanzó rápido hasta su lado— Estoy aquí, amor.
—Lo... sie...
—No, no. No tienes que disculparte —acarició sus mejillas y se acercó a él, dejando sus frentes juntas— Te amo y estoy feliz de haber estado a tu lado todo este tiempo. No me arrepiento de nada, y si tuviera que cambiar algo de nuestro pasado, sería no haberte dicho cuanto te amaba cada vez que sentía la necesidad de decirlo —sorbió sus mocos, mientras sus lágrimas caían y humedecieron las mejillas pálidas de Jungkook.
—T-te... —la respiración errática de Jungkook y la inexistente fuerza que quedaba en su agónico cuerpo le impedía hablar con normalidad— A-amo... —logró decir finalmente.
Jimin besó los labios de Jungkook y ambos cerraron sus ojos para poder disfrutar de aquel beso. Porque era el último, porque era su maldita despedida.
Porque la vida decidió que ellos debían amarse, pero no debían permanecer juntos.
El destino, muchas veces es más cruel de lo que uno imagina.
Cuando Jimin se apartó de los labios delgados de Jungkook, pudo ver que no habría los ojos y el pánico se apoderó de él.
—¿Ju-Jungkook? —susurró hipando— Jungkookie... —su voz sonó temblorosa a causa del miedo.
Jungkook abrió lentamente sus ojos negros sin brillo. Ya no podía luchar más, estaba débil y su cuerpo estaba sucumbiendo a los placeres que le estaba ofreciendo la muerte, la cual estaba tan cerca de él que podía escuchar como susurraba su nombre y lo invitaba a irse con ella. El dolor parecía esfumarse y sus ganas de caer dormido eran más fuertes que las ganas de seguir viendo el triste rostro lloroso de Jimin. De su Jimin.
—Jungkook... —sorbió una vez más su pequeña nariz— T-tú eres mi vida entera, Jungkook. Quédate, no me dejes —tomó la mano del mayor y posó sus labios en los nudillos— Te amo, te amo. No me dejes solo, necesito de ti. Por favor, no te vayas... —suplicó con desesperación mientras lloraba a su lado.
Sabía que era inutil, pero no se le ocurrió otra forma para detenerlo, para que no se fuera de su vida.
Jimin simplemente no podía resignarse a que lo estaba perdiendo, no podía dejarlo ir tan fácil.
—Te amo, te amo... —susurró una vez más, como si al decir aquello Jungkook sanaría mágicamente y podría volver a su lado para ser felices, tal como lo hacían meses atrás.
—J-Jimin... —murmuró Jungkook, haciendo que Jimin alzara su cabeza para poder mirarlo— Te... estaré... es...perando... —terminó de decir, para luego cerrar lentamente sus ojos, dejando que unas últimas lágrimas escaparan de ellos.
—Es una promesa —le dijo Jimin, ignorando todo a su alrededor— Te buscaré y encontraré, mi amor.
Unos segundos pasaron cuando por la puerta de la habitación entraron dos enfermeras, y con ellas la señora Jeon. Con su ceño fruncido y totalmente confundido, a lo lejos logró escuchar un pitido, el cual fue apagado por una de las chicas que estaban en la habitación.
—¿Q-qué está pasando? —preguntó desorientado.
—Lo siento mucho, señor —dijo la enfermera mientras ayudaba a la otra chica a quitar el tubo que pasaba el aire a Jungkook, para luego salir con las máquinas de la habitación.
—¡No! —gritó asustado—¡No! ¿Qué cree que está haciendo? —para ese momento, Hoseok y Taehyung ya habían entrado y tomaron de los brazos a su amigo para poder sostenerlo y calmarlo de alguna manera.
Todo se estaba nublando en la mente de Jimin, trató de zafarse de los brazos de sus amigos, pero le fue imposible. Logró ver a la señora Jeon llorar y besar el pálido rostro de su hijo.
¿Por qué estaba llorando así?
Jungkook solo se había quedado dormido como lo hacía luego de que le dieran medicamentos.
Pero todas las máquinas habían sido retiradas.
Entonces comprendió todo y cayó en cuenta de la cruda realidad.
Jungkook había muerto.
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