
𝑫𝒊𝒎𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒔𝒂𝒔 𝒃𝒖𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒖𝒓𝒂𝒏.
La habitación había sufrido algunos cambios. Jungkook ya no era capaz de salir de la cama por sí solo y necesitaba tener asistencia médica durante el día ya que por las noches no lo veían necesario. tampoco podía tomar baños sin que Jimin estuviera ahí para ayudarlo. No comía cosas sólidas y estaba conectado por sondas todo el tiempo, las cuales además de alimentarlo, le daban el oxígeno que no estaba llegando a sus pulmones.
La mayoría de sus órganos ya estaban fallando y la morfina que le administraban comenzaba a no tener el efecto que los médicos esperaban, los dolores en su cuerpo cada vez eran más intensos y sus ganas de seguir una lucha que claramente estaba perdida, lo tenía más que cansado.
—Buenos días, mi amor —Jimin había salido temprano de casa para ir a comprar unos medicamentos que les habían recetado, además de cosas para su despensa y un regalo para Jungkook.
Era su cumpleaños.
—Hola... —susurró en un tono débil.
Casi no hablaba por el simple hecho de que no quería, no se sentía bien, estaba cansado todo el tiempo, le dolía todo y solo se estaba rindiendo y se entregaba a la muerte, la cual ya tocaba a su puerta.
—¿Descansaste bien? —preguntó, mientras tomaba una de las pálidas manos de Jungkook y se sentaba a su lado, en el borde de la cama.
—Supongo... —claramente estaba irritado.
—Te tengo un regalo —Jungkook tenía el rostro sin expresión alguna— Feliz cumpleaños, amor.
—No tiene nada de feliz... —Jimin bajó por un momento la vista hasta las manos que estaba acariciando, necesitaba relajarse un poco, no debía llorar frente a él, debía ser fuerte.
Lo volvió a mirar y nuevamente le sonrió.
—También te traje un pastel —dijo orgulloso— ¿Quieres que te traiga un trozo? Puedo cantarte si quieres, me gustaría hacerlo —habló en un tono dulce, tan dulce que hacía irritar aún más a Jungkook.
—No —desvió la mirada.
Había veces en donde sin saber porqué, quería mandar al carajo a Jimin. Lo amaba y nadie ponía en duda aquello, pero la preocupación del castaño lo estaba torturando cada día y no sabía cómo sobrellevar aquello.
—Bien, si quieres solo avisame y te traigo un trozo, ¿bueno? —Jungkook no respondió— ¿Quieres que te ayude en algo?
—No.
—¿Quieres que te deje solo? —a estas alturas, ya se había esfumado todo su intento de alegrar a Jungkook.
—Sí.—respondió sin mirarlo.
A Jimin le dolía cada vez que Jungkook lo alejaba, pero no le recriminaba nada. Sabía que él estaba sufriendo incluso más y también sabía que en el fondo, Jungkook se estaba torturando porque él estaba desperdiciando su tiempo al cuidarlo.
Cosa que Jimin no veía así, lo amaba tanto que para él, el hecho de cuidarlo era significado de aprovechar aún más los momentos a su lado.
—Te amo, Jungkookie —dejó un beso en los nudillos del mayor.
—Solo... quiero estar solo, Jimin... —habló molesto y quitó su mano de las de Jimin.
Jimin se paró y quiso decir algo más, pero solo mordió su labio inferior, le dio una última mirada, se dio media vuelta y salió de la habitación.
La enfermera que estaba al cuidado de Jungkook entró apenas Jimin se retiró, tomó asiento en un cómodo sofá que ahora había cerca de la cama y anotaba unas cosas en su agenda, en total silencio.
Solo hablaba cuando debía examinar a Jungkook o si él le preguntaba algo, salía de la habitación apenas llegaba alguien para así darles privacidad y se mantenía lo más cerca de su paciente, en caso de cualquier emergencia.
—Feliz cumpleaños, señor Jeon —se atrevió a felicitarlo. Aun cuando sabía que no obtendría un "gracias" por parte de su paciente.
La mañana avanzaba y consigo trajo a un radiante Namjoon junto a otro chico que lo acompañaba.
—Nam, que bueno verte —le sonrió.
Jimin no conocía a la actual pareja del moreno y le sorprendió verlo ahí, juntos. Por un momento quiso preguntar si él era el chico del que se había enamorado años atrás, pero luego pensó que no era una gran idea, no quería arruinar su visita con un mal comentario.
—Hola, Jimin —se dieron un cálido abrazo— Te presento a mi novio —sonrió orgulloso de presentarlo como tal, dejando ver sus lindos hoyuelos en ambas mejillas.
—Hola novio de Nam —dijo Jimin, pero el chico rubio y serio no pareció encontrarle el chiste a lo que había dicho.
—Hola, soy Min Yoongi —le extendió la mano— Pero solo dime Yoongi.
—Un gusto Yoongi. Vengan, pasen y acomodense en la sala —cerró la puerta y caminó tras ellos hasta que quedaron en la sala— ¿Quieres ir a ver a Jungkook? —le preguntó a Namjoon y este asintió.
—¿Cómo está? —Jimin suspiró pesado.
—Dentro de todo lo malo, está estable.
—Bien, subiré a verlo —tomó las manos de su novio— Te quedas aquí con Jimin, yo vengo en un momento.
—Claro.
—Permiso —dijo y subió las escaleras, golpeó la puerta de la habitación y una bonita enfermera se asomó— Hola, ¿está despierto? —preguntó.
—Sí, adelante. —Namjoon se adentró a la habitación— Yo estaré aquí afuera, cualquier cosa me avisa —informó y se retiró dejando a los dos hombres a solas.
—Hola, hermano. Feliz cumpleaños —se acercó y lo abrazó con cuidado.
Jungkook seguía igual de molesto.
—Hola.
—¿Cómo te sientes hoy? —intentó entablar una conversación.
—¿Cómo crees tú? —bufó y Namjoon sonrió.
—Hey, no seas tan gruñón —le habló con cariño, pero solo logró que Jungkook frunciera aún más el ceño.
Luego de unos minutos, Kim le informó sobre todo lo que pasaba en la empresa, los nuevos socios y los nuevos lanzamientos. Sobre la inauguración de otra tienda fuera del país y así logró dejarlo al día en ese tema, aun cuando Jungkook no lo había pedido.
—Nam... tengo un favor que pedirte —le interrumpió antes de que siguiera hablando de algo que ya no le concierne en absoluto.
—Claro, dime que quieres y yo te ayudo con ello —Jungkook cambió el semblante de su rostro y suspiró antes de hablar.
Lo que le iba a pedir sería el último favor que haría en vida y necesitaba que fuera entregado en una fecha exacta, no un día antes ni un día después.
Mientras Jungkook le explicaba con detalles lo que necesitaba que su amigo hiciera, Jimin y Yoongi platicaban sin problemas en la sala. Increíblemente, el rubio con cara de gatito era fácil de tratar.
—¿Quieres un trozo de pastel? —Jimin le ofreció.
—No, gracias. No me gustan los dulces —respondió amable.
—Oh, ya veo —hizo un puchero.
Al parecer, nadie comería el pastel que él había comprado con tanta emoción,porque a pesar de todo lo malo, él realmente quería celebrar y aprovechar al máximo las fechas importantes junto a Jungkook.
Tal vez estaba siendo demasiado ambicioso, pero realmente lo deseaba.
Jimin comenzó a preguntarle cosas sobre él para poder conocerlo un poco más y se enteró de que llevaba junto a Nam casi un año, de que el chico tenía treinta y que era profesor de historia en una escuela privada del centro.
Los minutos avanzaron y Namjoon salió de la habitación, no sin antes despedirse de su mejor amigo y decirle que lo quería, además de que volvería al día siguiente para hacer lo que él le pidió. Bajó las escaleras y su novio miró en su dirección, dejando ver una bonita sonrisa de gatito enamorado.
—Listo —comentó una vez que llegó al lado de Min.
—¿Todo bien? —preguntó el rubio mientras el moreno le tomaba de las manos.
—Sí. Está algo malhumorado, pero es normal —sonrió mirando en dirección a Jimin.
—Sí... lleva así desde hace unos días —suspiró cansado de ello— ¿Quieres pastel? —ofreció antes de que se fueran.
—Claro, me encantaría.
Jimin se paró rápidamente y fue en dirección a la cocina, cortó un trozo y lo llevó. Estuvieron los tres charlando hasta que Hyuna apareció, para sorpresa de Jimin, ella estaba al tanto de la relación de Namjoon y le había dado todo su apoyo.
Cuando Namjoon y Yoongi se retiraron, Hyuna subió y estuvo con Jungkook por un largo rato. Jimin aprovechó ese instante para responder los mensajes que Lisa y Jackson le habían mandado, porque últimamente los estaba ignorando y ellos estaban preocupados, ya que estaban al tanto de toda la situación.
—Nos vemos, Jimin —Hyuna se despidió, haciendo que el mencionado apartara la vista del celular y la mirara algo desorientado. Ella sonrió.
—S-sí, nos vemos...
Cuando finalmente quedaron solos, Jimin subió a ver a Jungkook, pero este dormía profundamente.
El día había avanzado tan rápido que no se dio cuenta hasta ese momento, cuando miró la hora en su teléfono.
A la enfermera aún le quedaban tres horas más de trabajo, por lo que Jimin aprovechó de tomar un baño y arreglarse un poco para luego darle una sorpresa a Jungkook.
***
Cuando la enfermera se despidió de Jimin y abandonó finalmente el departamento, este fue de inmediato al segundo piso y llevaba consigo una pequeña cajita de regalo entre sus manos. Entró a su habitación y pudo contemplar el rostro pálido y sin ganas de de Jungkook.
Su corazón se estrujó al verlo así.
—Hola, amor... —habló dulce para llamar la atención de Jungkook, el cual lo miró enseguida, pero no dijo nada—Te tengo un regalo para ti —le sonrió.
—No estoy de ánimo para regalos —respondió en un tono seco.
—Pero te gustará —le aseguró y se subió a la cama, comenzó a gatear hasta llegar a su lado y se sentó de rodillas frente al azabache— Mira —le extendió la cajita.
—¿Qué es? —preguntó, sin dejar de sonar irritado.
—¿La abro por ti?
—Si quieres.
Cuando Jimin abrió la pequeña caja y dejó a la vista del azabache un par de argollas, este frunció el ceño y lo miró sin entender nada.
Jimin solo sonrió aún más.
—Te amo, Jungkook —dijo, tomando una de las manos de Jungkook— Sé que no acepte casarme contigo, pero realmente lo deseo. Yo... te amo por sobre todo en el mundo, y sé que lo tienes más que claro.
—Jimin... —Jimin lo silencio con un beso en sus labios.
—Déjame terminar, por favor... —pidió mientras se apartaba de los delgados labios del contrario, y colocó el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Jungkook— Eres al único hombre que he amado en mi vida, y al único que deseo. Eres el dueño de mi corazón y alma. Te amo, te amo tanto y quisiera poder decirlo todo el tiempo —besó el dedo anular del mayor— ¿Y sabes?Descubrí que no te amo solo con el corazón, porque el corazón se detiene. Te amo con el alma, porque el alma es eterna —los ojos negros de Jungkook se llenaron de lágrimas, las cuales no tardaron en descender por sus mejillas— Y te amaré por toda la eternidad, y cuando te encuentre en nuestra siguiente vida, te seguiré amando de la misma manera o incluso mucho más —Jungkook no pudo decir nada, lo que sentía en ese momento era una mezcla de dolor y amor, pero él se sentia igual de enamorado de que Jimin y deseaba poder expresarlo de alguna forma. Jimin quitó las lágrimas de sus mejillas para seguir hablando— Estos son mis votos de amor para ti. Aun si no hay un papel legal de por medio, desde ahora eres mi esposo y yo seré Jeon Jimin —le sonrió y volvió a unir sus labios con los del azabache.
—T-te amo... —logró decir entre labios y Jimin intensificó el beso. Uno salado a causa de sus lágrimas, pero no dejaba de ser perfecto para ellos.
Cuando finalmente se alejaron, Jungkook contempló las mejillas totalmente sonrojadas de su chico y amaba verlo así.
Él lo amaba en todas sus facetas y también lo extrañaba. Extrañaba el poder tocarlo a su antojo y recorrer con sus labios las sensuales curvas de su cuerpo, extrañaba hacerle el amor sin importar el resto del mundo. Él extrañaba eso, sentir esa conexión tan íntima entre ellos.
Y como si Jimin leyera sus pensamientos, se subió sobre él con cuidado, quedando a horcajadas sobre las piernas del mayor y le sonrió.
—¿Qué crees que haces? —finalmente, una mueca similar a una sonrisa se formó en los labios de Jungkook y Jimin no tardó en atesorarla.
—Bueno... es nuestra noche de bodas, amor —se mordió el labio inferior mientras aún sonreía— Y te daré tu regalo —tomó ambas manos del mayor y las metió bajo su ancha polera para luego dejarlas en su pecho.
—Jimin... —susurró casi sin aliento— N-no puedo hacer mucho en este estado...
—Lo sé y no te estoy pidiendo nada, déjamelo a mí —sonrió de forma coqueta y Jungkook apretó levemente los botones erectos de Jimin, haciendo que este dejara salir un sensual gemido.
Los gemidos agudos de Jimin causaban un gran impacto en el débil cuerpo de Jungkook, uno que por más mal que estuviera no podía ignorar. Jimin se encargó de todo esa noche, hicieron una vez mal el amor de una forma diferente y aunque les tomó tiempo, no impidió que disfrutaran del placer que solo ellos lograban darse.
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