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🎸 Capítulo Treinta y Siete


In My Veins – Andrew Belle

DESTINY

Se acomodó con la espalda recargada en la pared y yo me quedé en la orilla de la cama. Una de sus manos sostenía la bolsa con hielo de color blanca con puntos azules sobre los golpes de su rostro. Froté mis palmas contra el pantalón para limpiar el sudor que comenzaba a acumularse.

Recordé las palabras del Sr. Saltzman: «Es normal sentir miedo, pero no podemos dejar que este retenga a alguien que no desea quedarse». Él merecía que le contara todo, así como también debía aceptar y respetar la decisión que tomase después, sin importar cuánto fuese a dolerme esta.

—¿Estás segura? —preguntó inseguro—. No quiero que te sientas presionada.

—Sí, lo estoy.

Necesitaba recordar lo que sucedió en voz alta.

Por Safrron.

Por Mitchel.

Por mí.

Tomé una bocanada de aire para llevar suficiente oxígeno a mis pulmones.

—Fue mi mejor amiga desde que tenía cinco años de edad y con el pasar del tiempo se convirtió en la hermana que nunca tuve. No te imaginas lo unidas que éramos y es que preferíamos dormir en la casa de la otra todo para no separarnos. Saffron era como un día soleado, alumbrando a todo el que la rodeaba, como un cielo despejado en el que daban ganas de tumbarte sobre el césped para admirarla por horas, como la música clásica que te transmite paz cada que la escuchas. El día que murió fue como si se hubiese llevado toda la felicidad del mundo con ella y, aunque suene difícil de creer, una parte de mi murió ese día. Nunca volví a ser la misma y dudo que algún día lo sea.

Mi voz sonaba lejana, como si no me perteneciera.

Sentía como si la opresión en mi pecho estuviese aplastando mi corazón.

Dolía mucho.

Mitchel se mantuvo en silencio, así que lo tomé como una invitación para continuar.

—Jeremy era novio de Saffron y mi amigo. Aunque parezca imposible, era un buen chico, de lo contrario jamás se hubiese fijado en él. Llevábamos un tiempo planeando irnos de campamento todo un fin de semana para despejar la mente de las tareas, exámenes y los chicos de la presión del equipo de Lacrosse. Porque sí, en ese tiempo aún mantenía una relación con Garret. Si tan solo hubiese sabido lo que pasaría en ese viaje nunca habríamos ido.

»Todo fue genial el viernes y gran parte del sábado, pero al caer la noche todo cambio. Garret y yo estábamos sentados en unos troncos platicando frente a la fogata cuando ella apareció llorando. No dude en seguirla en el instante en el que me pidió que la acompañara para caminar. Durante el trayecto no dejó de sollozar y mis pies empezaban a doler por el camino inclinado, entonces nos tuvimos que detener cerca de un peñasco de roca. Hasta que logró calmarse un poco fui capaz de entender qué era lo que estaba sucediendo.

»Al parecer unos minutos antes había discutido con Jeremy sobre el tema de universidades. Todos sabíamos que meses atrás habían planeado asistir a la misma para seguir juntos. Sin embargo, esos planes fueron alterados por una nueva oferta que él recibió, debido al Lacrosse y la que sus padres consideraban mejor que la anterior. Su molestia no era solo por el hecho de que estarían a miles de kilómetro. Ella valoraba mucho la sineceridad y confianza, así que no pudo evitar sentirse traicionada de haberse enterado por un tercero y dos meses después. Si antes de irse había comenzado a mentirle, ¿qué pasaría una vez que lo hiciese?

Una punzada me atravesó tan fuerte la cabeza que tuve que cerrar los ojos y el dolor provocó que las lágrimas empezaran a rodar. Llevé mis manos hasta la sien para ejercer un poco de presión en ambos lados y conseguir un alivio momentáneo. Tuve miedo de seguir, pero una parte de mí sospechaba que mi reacción era porque estaba cerca de llegar a donde todo se volvía difuso. Tal vez el Sr. Saltzman tenía razón nuevamente y lo que creía recordar no era real. Durante esos meses escuché de los demás lo que había sucedido, pero nunca me permití recordarlo para asegurarme de que fuese verdad.

Cerré los ojos intentando concentrarme.

Hasta que sentí a Mitchel ubicarse detrás de mí y recargar su barbilla sobre mi hombro.

—Estoy aquí contigo —susurró.

Inhalé con profundidad y comencé a jugar con mis manos.

—Traté de calmarla, a pesar de que en ese momento estaba tan ensimismada que no me escuchaba y seguía hablando, acercándose a la orilla sin darse cuenta. Le pedí que tuviese cuidado, y le recordé que no llevábamos linternas, aunque no estaba tan oscuro gracias a la luz de la luna. Ninguna sabía que la roca no era tan estable de la punta como el resto. Saffron cayó junto a un par de rocas que se desprendieron. Mi primer impulso fue correr hacia ella, tumbarme boca abajo para extenderle una mano y atrapar la suya con fuerza.

Me mordí el labio inferior con fuerza, y dejé que las lágrimas siguieran cayendo. Sentí como si el cuarto se estuviese haciendo cada vez más pequeño.

—El corazón me latía demasiado rápido por la adrenalina y observaba el terror en su mirada. No recuerdo con exactitud las veces que grité por ayuda mientras intentaba subirla con ambas manos. Mis codos empezaban a arder por la fricción contra la roca y mis brazos temblaban. Hubo un instante en que de verdad creí que la salvaría. Fue como tener la esperanza en la punta de mis dedos y luego ver cómo está misma se resbalaba de mis manos.

»Y-Yo no tuve la suficiente fuerza para aguantar su peso por mucho tiempo. Sus ojos no se despegaron de los míos mientras caía al vacío y grité hasta que sentí que mis cuerdas vocales sangraban. Me quedé con la mirada fija en ella, intentando procesar lo que acababa de suceder y sentí un dolor en el pecho tan desgarrador como si me hubiesen arrancado el corazón. Garret y Jeremy me encontraron en estado de shock unos minutos después.

»La verdad no recuerdo cómo regresamos a casa ni cuánto tiempo estuve encerrada en mi habitación sin poder hablar con nadie. Solo sé que no me dejaron asistir al funeral y despedirme de ella. No después de que todos me culparan al escuchar lo que sucedió de la boca de Jeremy. Mis padres perdieron sus empleos y yo seguí estudiando en la escuela con la condición de que tenía que asistir al psicólogo.

El silencio reino la habitación cuando dejé de hablar. Había logrado recordarlo, entonces sí le había ofrecido mi ayuda e intentado salvarla. Fue como si todas las piezas se hubiesen unido en mi cabeza.

Todo ese tiempo la verdad estuvo conmigo.

—La historia cambia dependiendo a quien le preguntes en Inglewood —añadí en voz baja—. Unos cuentan que la solté a propósito, otros que la empujé y existen algunos que dicen que la obligue a saltar.

Y, después de ocho meses, al fin pude decir en voz alta todo lo que sucedió. Saffron murió ese dieciocho de marzo y yo no fui capaz de salvarla.

Mitchel seguía callado.

¿Estaba molesto conmigo?

No sabía si soportaría su indiferencia y frialdad.

Me rompería el corazón.

Mi inseguridad fue callada por sus brazos rodeándome con fuerza desde atrás. Me estremecí y el corazón se me detuvo, pero seguía con la mirada puesta en el suelo. Una sensación de liviandad me recorrió el cuerpo entero. ¿Estaba soñando? Tal vez mi cerebro estaba creando esa escena con la reacción que esperaba de él para no sufrir.

—Desearía que no tuvieses que haber vivido algo tan doloroso y traumático —susurró en mi oído—. Lo siento, pulga.

Y lloré más fuerte.

¿Era real? ¿De verdad había dicho eso?

—¿N-No me odias? —pregunté atónita.

—Si esperabas que contándome esto lograrías deshacerte de mí, estabas equivocada.

—¿Por qué?

Mitchel soltó una risa.

—¿Entonces debería odiarte por intentar salvar a alguien que amas? Destiny, eres la personas más valiente y fuerte que he conocido. Te admiro porque no cualquiera sigue buscando la forma de llegar a la orilla a pesar de que las olas no hacen más que seguir golpeando con todas sus fuerzas. —Escuchar esas palabras de la única persona de que la me importaba lo que pensara sobre mí y a la única que había dejado entrar, significaba todo—. Desde que ella se fue nos ha dejado de luchar por seguir viviendo, aunque muchas veces no supieses cómo hacerlo. La culpa que ellos se encargaron de que sintieras no te ha dejado ver lo extraordinaria que eres y el enorme corazón bondadoso que posees.

Él me soltó pero solo para darme la vuelta.

Y nuestros ojos se encontraron.

¿Cómo pude llegar a creer qué él se comportaría o reaccionaria igual que los demás?

—No necesito escuchar la versión de nadie más que no sea la tuya —dijo colocando una mano sobre mi mejilla—. Es la única que importa.

Me mordí el labio inferior.

—Todo este tiempo bloqueé los recuerdos de mi pasado porque ella se encontraba en cada uno.

—Estoy seguro de que tienen más momentos buenos que malos y esos te ayudarían a calmar el dolor.

Estreché mis cejas.

—Nunca me lo planteé de esa forma.

—Si ella era como la describes, estoy seguro de que le gustaría seguir viéndote luchar y buscar tu felicidad.

Lamí el rastro salado de las lágrimas en mis labios.

—Una vez leí que algunas personas se van de nuestra vida para que lleguen otras —murmuré pensativa—. No lo había entendido hasta ahora.

—Destiny.

—¿Sí? —musité.

—Creo que llegó la hora de que también te cuente algo sobre mí.

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