🎸Capítulo Treinta y Ocho
Chasing Cars – Snow Patrol
MITCHEL
Me acosté boca arriba, y con mi mano izquierda le di dos golpecitos al espacio vacío al lado de mí. Destiny se quitó los converse antes de gatear sobre la cama hasta dejar caer su cuerpo. Sonreí divertido por la escena, pero esta misma se borró cuando apoyó su cabeza en mi pecho. En esa poción lograría escuchar los latidos erráticos de mi corazón. La rodeé con un brazo, y tomé un fuerte suspiro antes de comenzar.
—Desde pequeño tenía el sueño de ser un guitarrista y cantante como Alex Turner. Un día mi madre llegó a casa con la que fue mi primera guitarra, y luego de eso pasaba ensañando en mi cuarto o en el garage durante horas. —Esbocé una sonrisa con nostalgia a pesar de que no pudiese verla porque ambos teníamos la mirada en el techo—. La primera vez que entré a tu habicion y miré los posters de bandas pegados en la pared me hiciste recordar a mí. Era igual de intenso cuando se trataba de música, compraba camisetas, discos y seguía la moda de las grandes leyendas. —No me di cuenta de que había comenzado a deslizar mi mano por su pelo y dejé que mis dedos se perdieran entre los mechones—. Hasta que fui en secundaria me atreví a tocar frente a un público por primera vez y, desde ese momento, busqué lugares donde pudiese seguir haciéndolo.
Se enderezó para verme.
—Me hubiese gustado estar en tu primera presentación —dijo con tristeza.
—No sabes cuánto agradezco que no fuese así.
Frunció el ceño.
—¿Y eso qué significa? —cuestionó dolida.
—¿Me seguirás interrumpiendo?
—Solo cuando lo crea necesario —respondió enfurruñada antes de volverse a acomodar.
Esperaba que ese buen humor siguiese por el resto de la historia.
—Entonces, como te estaba diciendo, algunas de las personas que iban a verme grabaron mis presentaciones y subían los vídeos a sus redes sociales. No tenía problema con que lo hicieran, porque eso haría que mi música llegara a más personas... Y así fue, uno de esos vídeos llegó a las manos de Susan y no dudo en ponerse en contacto con mis padres, porque en ese tiempo aún era menor de edad, tenía diecisiete años. Me dieron la oportunidad que muchos desearían tener al menos una vez en su vida. Ella se puso de acuerdo con ellos para que viajase a Hollywood, querían escucharme cantar en persona y hablarme sobre la oferta de representarme y firmar un contrato.
Mi mano dejó de acariciarla, porque prefería quitarla antes de que la hiciera a un lado al escuchar lo que estaba por decirle.
—Todo siempre es grandioso al principio, esa emoción y sed de ser alguien que dejé huella, el amor hacia la música y los fans. —Hice una pausa y bajé la mirada hacia ella. Tuve que pasar saliva para deshacer el nudo que comenzó a formarse en mi garganta—. Sin embargo, pasar demasiado tiempo creando música; ensañando, viajando, grabando video clips, sesiones de fotos, yendo a entrevistas, ser invitado a eventos... Con el pasar del tiempo todo eso te va alejando de la realidad y de las pocas personas importantes en tu vida. —Está vez no pude ocultar el dolor y decepción en mi voz—. Una vez que tu nombre empieza a hacerse conocido la gente suele olvidarse de que eres un ser humano como ellos, que tienes problemas y sientes miedo, que solo intentas seguir adelante y cumplir tus sueños.
»No saben que el éxito viene acompañado de momentos realmente malos, de esos que te hacen tocar fondo. El ganar una suma grande de dinero estando joven te afecta, lo quieras o no, porque empiezas a creer que podrás hacer lo que quieras y nadie tendrá el derecho o suficiente autoridad de reclamarte algo. —Las paredes de mi garganta se estaban cerrando y tuve que aclarármela para lograr continuar—: No me detendré a culpar a otros por las decisiones que llegue a tomar, pero tampoco negaré que las situaciones que viví fueron las que me afectaron y moldearon para ser quien soy ahora. Tampoco negaré que la distancia hacia mis padres logró afectarme más de lo que creí. La soledad puede destrozar a una persona y orillarla a realizar cosas que nunca imagino hacer.
»Debes saber que no me siento orgulloso y, que si tuviese la oportunidad de regresar en el tiempo, las cosas serían muy diferentes. —Ella se incorporó al escucharme decir eso y se quedó sentada, con la mirada puesta en mi—. Fui invitado a un evento en el que la mayor parte de la noche había estado apartado. Hasta que se acercó alguien también de la industria musical y comenzó a hacerme la plática. No me quedó de otra que seguirle la corriente, pero entre más me contaba cosas más me daba cuenta de que la mayoría pasaba por lo mismo que yo. —Me detuve para cerrar los ojos y tomar un respiro—. Llegó un punto en la conversación en el que me confesó que la mayoría consumían sustancias para lograr soportar la presión y soledad que acompañaba la fama.
Agaché mi cabeza avergonzado al ver dolor y sorpresa grabados en las facciones de su rostro.
—¿Bebidas alcohólicas?
—También otras cosas —admití.
Juntó su entrecejo.
—¿Drogas...?
El tono de su voz casi me hizo no seguir.
—No te espantes, por favor —le supliqué—. Necesito contarte todo para que entiendas a dónde quiero llegar.
Asintió lentamente.
—Tú me escuchaste, yo haré lo mismo.
Regresó a su poción anterior sobre mi pecho y dejó la palma de su mano extendida al lado de su rostro.
—Al principio no consumía tanto, solo cuando tenía demasiado estrés y las utilizaba como mi escape. Se encargaron de hacerme creer que si quería seguir en ese mundo debía adaptarme para sobrevivir. Me afecto toparme con la realidad, descubrir que las cosas no eran como las idealice por tantos años. No tenía privacidad, sabían cada maldita cosa y, todo lo decían de mí, logró afectarme hasta el punto en que no quería salir de mi apartamento, pero luego entendí que no importaba lo que hiciera, solo se fijarían en lo malo y esperarían pacientes a que cometiese un error para gritarlo a los cuatro vientos. Dejó de importarme salir en todas las portadas de revistas y en la televisión. Entendí que los mismos que me pusieron en un pedestal desde un inicio se encargaron de luego desplomarme de el.
»Los meses fueron pasando y yo sentía que me apagaba cada vez más. Sin mencionar que las pequeñas dosis dejaron de ser suficientes y mi cuerpo comenzó a exigirme cada vez más. Ese vacío no dejaba de crecer... Y fue cuando intenté llenarlo teniendo sexo con diferentes chicas de las cuales, sí me preguntas sus nombres ahora, no recuerdo ninguno... Solo buscaba que me diesen un poco de cariño, aunque fuese por algunas horas y no recordara nada al día siguiente por lo drogado o alcholizado que estaba. —Me enderecé para sentarme y tomar un poco de distancia. Entre más avanzaba, más sucio me sentía. No era digno de que sus manos me tocasen—. Ninguna chica merece ser tratada de esa forma, como si fuese un objeto, sin importar que estuviesen de acuerdo. Pero estaba desesperado por sentir algo, no importaba lo que fuese, así que terminé rodeándome de gente a la que le importaba un mierda y haciendo cosas de las que me arrepiento. —Flexioné las piernas antes de elevar mis manos hacia mi cabeza y deslizarlas hasta dejarlas sobre mi nuca—. Me peleé con demasiado gente, todo por la adrenalina, era demasiado adictiva. No fue de extrañar que luego terminara arrestado por ello y por conducir bajo el efecto de esas sustancias.
Destiny extendió su mano para dejarla sobre la parte superior de mi espalda buscando infundirme apoyo.
Me alejé.
—Dejé de hacer muchas cosas, desatender mis obligaciones y visitar a mis padres en las festividades. Ellos sabían lo que me sucedía, pero era tanta la vergüenza que les causaba, que empezaron a actuar como si no tuviesen un hijo... —No pude seguirlas reprimiendo por más tiempo, dejé que las lágrimas salieran y todo el dolor—. No los culpo, ¿sabes? Si yo fuese ellos y viese que mi único hijo se está autodestruyendo... También me haría a la idea de que algún día amanecerá muerto por una sobredosis o un accidente automovilístico.
Destiny me atrajó hacia ella para rodearme con sus pequeños brazos y mi cabeza quedó en su pecho.
Lloré.
Y la escuché hacerlo también.
—No estás solo... —susurró—. Ya no más.
Solo quería eso, alguien que me escuchase, que me entendiera, que no me juzgara, que estuviese ahí...
«¿Por qué tardaste tanto? Me sentía tan perdido sin ti».
—Te juro que estaba harto de vivir de se modo, si es que puede llamársele vivir —le dije con la voz quebrada—. Por eso decidí que dejaría la música y me mandaron a este lugar sin saber que era para hacerme cambiar de opinión.
Me acarició con suavidad el cabello y solté una exhalación.
—No dejes de hacerlo —añadí en voz baja.
—¿Qué cosa?
—Eso que estás haciendo.
—¿Acariciarte el cabello?
—Mhmm —emití.
Destiny permaneció en silencio hasta que logré calmarme.
—¿Y qué pasó después? —indagó.
Esbocé una sonrisa con nostalgia.
—Una noche lluviosa apareciste en mi vida, y me amenazaste con una sombrilla sin saber quién era. Me resultaste intrigante desde el instante en que te conocí y necesitaba saber en qué mundo vivías para no conocerme. Sonará demasiado extraño, pero quería pertenecer en el, un lugar donde no fuese «El cante desastroso», solo fuese Mitchel, un chico normal de veintiún de años. Llevaba tanto tiempo solo, que había olvidado como relacionarme con los demás, pero contigo siempre se sintió diferente. El pasar tiempo juntos, por mínimo que fuese, era todo para mí. Cada que te alejabas era como si te llevaras la luz contigo y volvía a sumergirme en la oscuridad.
»Así que sí después de saber todo esto sigues creyendo que valgo la pena. Me gustaría que sepas que buscaré ayuda, que iré a una clínica de desintoxicación, que seré el hombre estable que mereces tener a tu lado. No puedo seguir dándote esta versión rota de mí, no cuando te mereces lo mejor. Nunca estaré bien del todo, porque eso es imposible y sé que con esta mierda me he dañado el organismo y dejará sus secuelas, pero eso será mejor que seguir matándome de esta forma. No será fácil, el simple hecho de pensarlo me acojona, pero el saber que eso hará que pueda estar a tu lado me da las fuerzas para querer intentarlo.
Me enderecé.
Porque lo que le diría a continuación necesitaba hacerlo viéndola de frente. Tomé una de sus manos y la coloqué sobre mi corazón.
—Eres la primera chica de la que me he enamorado y no sabes cuánto agradezco que sea así.
Sus ojos verdes brillaron inquietos.
—Mitch...
De repente, me sentí acalorado y el corazón empezó a latir más de prisa. Sabía que ella podía darse cuenta de lo nervioso que estaba. Me humedecí los labios e inspiré hondo para reunir el coraje que sentía que necesitaba.
—Mi corazón es tuyo —confesé. No había razón para seguirlo callando y merecía saberlo—. Te advierto que está defectuoso, pero aún es capaz de poder amar.
Durante un largo instante, se limitó a devolverme la mirada y una sensación de pertenencia nos envolvió.
Las mejillas se le tiñeron de rosa.
—¿Me amas?
Esbocé una sonrisa divertido.
—¿Te queda alguna duda?
Ella se encargó de acortar la distancia para unir nuestros labios solo por unas milésimas de segundos.
Un beso delicado.
Y que me dejó con gana de más.
—Te amo —susurró.
—Te amo.
Con su dedo pulgar acarició mi ceja, luego deslizó el índice y el medio por mi mejilla, hasta llegar a mi barbilla y sujetarme con suavidad.
—Me estás poniendo nervioso —le confesé.
Sonrió con tristeza.
—¿Cuándo te irás?
—Mañana —respondí.
No podía seguir alargándolo, aunque me partiera el alma alejarme de ella. Llevaba cuatro días sobrio, pero ¿cuánto más lograría soportar? Me sentiría peor volver a consumirla ahora que ella lo sabía. La miré levantarse de la cama, dirigiéndose hasta el interruptor para apagar la luz y en su lugar encender la lámpara que se encontraba al lado de la cama.
—Ya anocheció —comentó pensativa.
Ladeé mi cabeza.
—¿Tienes hambre? Puedo encargar algo desde una aplicación del celular para que nos lo traigan hasta aquí.
—No, no tengo.
Se quedó de pie sin decir nada, pero en su mirada brillaban un sinfín de emociones. Me senté en el borde de la cama y dejé mis pies tocar el suelo.
Empezó a jugar con sus manos y mordió su labio inferior.
—¿Qué te inquieta? —cuestioné preocupado.
—¿Está será nuestra última noche juntos?
—Sí, pulga.
Asintió con lentitud y peleó contra las lágrimas.
Se abalanzó sobre mi para abrazarme, y escondí mi rostro en su cuello.
Inhalé su aroma.
—No llores —le supliqué.
As You Are – The Weeknd
Dejó de abrazarme para tomarme de las mejillas y volver a besarme con más profundidad que antes. Sus labios moviéndose desesperados contra los míos y podía sentir el sabor del miedo grabado en ellos. Era como si pensara que yo iba a desaparecer en cualquier momento y se me encogió el corazón.
Me alejé con la intención de desabrocharle el overol de la parte de su pecho, la prenda cayendo al suelo, quedando solo con su camiseta sin mangas a la altura de su ombligo y sus bragas color morado. Su pecho subía y bajaba con rapidez, pero esta vez quería que las cosas fuesen más lentas. Asi que se lo hice saber dejando mis dedos en el borde de la camiseta y subiéndola despacio por su torso hasta dejar a la vista su sostén.
Mis labios dejaron un beso delicado sobre su estómago y elevé mis ojos para ver cómo cerraba los suyos.
—¿No te lastimaré?
—No.
—¿Seguro? —insistió.
—Sí.
Me ayudó a desvestirme con cuidado. Extendí una mano para rodear su cintura y pegarla a mi torso desnudo. Al tenerla así cerca podía sentir el calor emanando de su cuerpo. Se inclinó para unir nuestros labios, y estos se rozaron con movimientos provocativos, volviendo loco al otro.
Llevó sus manos a la parte baja de mi cabeza, cerca de mi nuca y enterró sus dedos en mi cabello. Me tenía suspirando y buscando aire. El beso fue subiendo de intensidad, hasta que su lengua delineó mis labios y entró en mi boca de manera tentativa. Se enlazó con la mía, creando una danza lenta y mandando palpitaciones constantes a mi entrepierna. Después de varios minutos torturándome tuve que apartarme jadeante.
Abrí los ojos con lentitud.
—En mi cartera... —logré formular—. Saca un condon.
Cuando regresó lo puso sobre el velador. Me tumbé en la cama, dejando las piernas flexionadas en el borde y los pies en el suelo.
Sonreí con diversión.
—Será la primera vez que haga esto.
—¿De qué hablas? —indagó desconfiada—. ¿Y por qué luces tan emocionado?
—Siéntate en mi cara —le ordené.
—No entiendo.
Me sostuve de mis codos para verla.
—Te follaré con mi lengua —le expliqué cómo si fuese lo más obvio del mundo, y un rubor tiñó sus mejillas.
—Yo tampoco...
—Ven aquí —le anime—. Te gustará.
Destiny se subió gateando hasta ubicar sus rodillas a cada extremo de mi cabeza. Mis manos acariciaron desde la cintura hasta sus piernas para relajarla. Un suspiro de placer dejó su boca cuando mi lengua se acercó a sus pliegues y se deslizó de abajo hacia arriba. La sujete del trasero para impulsar sus caderas al mismo tiempo que mis lamidas. Ella no tardó en encontrar su propio ritmo, moviéndose de forma circular y hacia al frente, era puro instinto. Jadeó en el instante en que la punta de mi nariz se frotó contra su clitoris por el ritmo en que movía mi cabeza y repetí la acción hasta ponerla a delirar.
Los sonidos que brotaban de su boca no hacían más que animarme a ir más rápido, extendiendo la humedad y arrojando mi aliento contra su intimidad. Alargué mi mano para acariciar uno de sus pechos, y después comenzar a estimular su pezon con la yema de mis dedos. Me concentré en chupar, besar y lamer su clitoris hasta provocarle el orgasmo que tanto estaba buscando.
La agarré de su cintura con fuerza para ayudarla a ubicarse a horcajadas sobre mí. Su pecho subiendo y bajando violentamente. Mantuvo las manos sobre mis hombros y los ojos cerrados en lo que se recuperaba por completo. Me limpié el rastro de humedad que había quedado en mi boca y barbilla con el dorso de la mano. Aproveché para empujarla un poco hacia atrás con delicadeza mientras me acariciaba un poco antes de colocarme el preservativo.
—¿Está bien si lo hacemos en esta posición? —le pregunté.
Abrió sus ojos con pereza.
—Sí —musitó.
Apoyó las rodillas en el borde de la cama, sosteniéndose mientras agarraba mi miembro con una mano y lo ubicaba en su entrada. Ella se dejó caer con extremada lentitud y ambos gemimos de placer. Se quedó quieta durante un minuto, dejando que su cuerpo se adaptara, y creí que me vendría en ese mismo instante de lo bien que se sentía volver a estar dentro de ella. No pude evitar cerrar los ojos y rogar que comenzara a moverse. Entonces presionó sus labios contra los míos para besarme con demora, grabándose un sinfín de caricias en su memoria, al igual que yo. Hasta que elevó su cuerpo, y después volvió a dejarlo caer con vehemencia.
Mis ojos contemplaron el balanceo pausado de sus caderas, de arriba hacia abajo, de atrás hacia adelante y de forma circular. Me dediqué a empujar mi miembro sin prisa, con mis manos en su trasero y deleitándome al ver cómo mordía su labio inferior, tiraba de su cabeza hacia atrás y cerraba sus ojos con fuerza. Un aperlado de sudor comenzó a cubrir su piel haciendo que brillara y un rubor se extendió desde su cuello hasta sus mejillas. Mi boca se inclinó para capturar uno de sus pezones, rodeándolo con mi lengua antes de empezar a chupar y tirar con cuidado de no lastimarla. Me separé de ella, pero solo fue para dirigirme al otro y darle las mismas atenciones.
—Eres tan preciosa... —murmuré embelesado.
La luz de la lámpara que era una combinación entre amarilla y anaranjada nos alumbraba. Mis ojos se encontraron con los suyos y había tanto escrito en ellos, pero ninguno dijo nada. Lo único que se escuchaba en la habitación eran los sonidos de placer que salían de nuestras bocas y las respiraciones agitadas, pero sí te acercabas un poco más, podrías escuchar cómo se rompía mi corazón al saber que era nuestra última noche juntos. Debió notar algo en mi mirada, porque se acercó para unir nuestros labios nuevamente.
Nos besamos hasta que supo que estaba cerca, porque bajó una de sus manos hasta su clitoris y empezó a frotar de forma circular. No dejé de embestirla, no con más fuerza, pero sí más profundo y con una lentitud que la estaba llevando al límite. Ver lo que el orgasmo ocasionó en su cuerpo fue una jodida fantasía y me tenía completamente hipnotizado.
Ella dejó caer su frente sobre mi hombro y respiraba con irregularidad. Seguí con mis empujes, cada vez más torpes y mi respiración acelerándose. Mis manos apretando sus caderas al sentir que estaba cerca de alcanzar mi propio placer. Me desplomé también sobre su hombro una vez que sentí la liberación y mi boca soltó un sonido ronco.
Durante unos minutos permanecimos en silencio y en esa posición, buscando respirar con normalidad y procesando todo lo que había pasado. Hasta que ella se alejó solo un poco y su rostro quedó a la altura de mi pecho. Mis ojos se abrieron en asombro y el cuerpo se me estremeció. Hizo algo que me dejó completamente en blanco y sin poder formular una palabra. Plantó un beso con suavidad justo en el lugar donde se encontraba ubicado mi corazón.
—No tienes un corazón defectuoso, solo no habías encontrado alguien que lo supiese cuidar —susurró contra mi piel.
Podía sentir los latidos desbocados en el centro de mi pecho.
—A pesar de que te mostré mi oscuridad sigues aquí.
Destiny se enderezó para verme a los ojos.
—Un faro de luz necesita oscuridad para iluminar.
Esbocé una sonrisa cohibida. Le toqué el labio inferior con la punta de mi pulgar, trazando la corvatura de su boca hasta formar un círculo completo. Me acerqué despacio y dejé un beso tierno.
—Y la oscuridad necesita un faro de luz que la ilumine —le respondí.
Las siguientes horas nos dedicamos a explorarnos mutuamente, pero en algún punto el cansancio nos obligó a detenernos para recuperar energías y pedir algo de cenar. Una vez que habíamos terminado nos acomodados en la cama, recostó su cabeza en mi pecho y conversamos hasta que cayó dormida. Estuve despierto un poco más, aprovechando cada minuto y deseando que no llegara el amanecer.
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