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Capítulo 9: Remordimientos

Sebastián se encerró en su cuarto con la mente confundida, no lograba explicarse el porqué le había hablado de aquella forma a Dylan, había actuado como un imbécil, actuó como lo hubiesen hecho ellos al encontrarse con alguien como él, alguien de bajos recursos.

Cierto era que Dylan lo había besado y aquello lo molestó, pero no fue el acto mismo sino lo que sintió antes, durante y después del beso lo que lo había confundido y en su defecto provocó aquella reacción en él. Debía, no, tenía que disculparse de inmediato, si dejaba pasar tiempo lo único que conseguiría sería que la herida profundizase más. Pero su orgullo de lo impidió. Buscando como deshacerse de la culpa se metió a bañar para descansar aún más rápido. Se puso el pantalón de la pijama y una sencilla camiseta, pensó en tomar por lo menos la dosis que acostumbraba de somníferos pero se contuvo, si seguía así pronto se volvería dependiente.
Al poco rato de estar recostado el sueño lo fue invadiendo lentamente...

Sebastián se levantó molesto, hacía un frío del demonio y con sus problemas para dormir cualquier cosa por mínima que fuera la impedía dormir largo y tendido; se paró de mala gana y buscó otra cobija, volvió a acostarse con la pretensión de dormir pero el sueño lo evadió, dio muchas vueltas entre las cobijas esperando que Morfeo lo tomara entre sus brazos pero el dios lo despreció. Estaba impaciente pero en estado de quietud cuando de repente se paró de sopetón al caer en cuenta que no era el único que se hallaba en la casa, Dylan probablemente también tendría frío. Como un loco volvió al armario y sin importarle mucho removió la ropa hasta dar con sus cobijas; ninguna era lo bastante gruesa como la que él tomó hacía unos minutos. Agarró dos y procurando no hacer ruido abrió la puerta y se dirigió a la sala, no tuvo que caminar mucho, su casa era pequeña.

Vio a Dylan acostado en el vil suelo con apenas la sábana abrigando su largo cuerpo; ¿Por qué no había pensado en ello antes? Dylan era demasiado alto como para dormir en el sofá, se abofeteó mentalmente.

<<Debe estar incómodo. >>

Sebastián intentó encontrar alguna forma de solucionar aquello, pero su casa no tenía una habitación para huéspedes, tampoco podría cargar a Dylan y llevarlo a su habitación para que él durmiera en su cama, y Sebastián en la de un madre. ¿En qué pensaba su mamá al invitar a Dylan a quedarse? Seb ya era casi un adulto podía cuidar de si mismo, no hacía falta que alguien estuviera con él. Suspiró cansado y dejó de renegar, colocó dos cobijas sobre el cuerpo de Dylan; sin embargo algo parecía no estar bien, no podía dejarlo allí pero tampoco podía cargarlo; no obstante no halló la manera de solucionar aquel dilema.

- Lamento tanto haber sido grosero - se disculpó en un susurro antes de volver a su habitación.

Se recostó y sin evitarlo tomó dos píldoras; no pasó mucho antes que durmiera.

La alarma sonó y Seb se levantó sin muchos ánimos, no era que tuviese sueño sino que simplemente no quería asistir a la escuela.

<<A veces no se porque pongo alarma si ni siquiera la necesito.>>

Sebastián se metió a la ducha como sí nada, se arregló y luego salió para ir a la cocina y pellizcar algo. Esperaba encontrar a su mamá cocinando algo ligero o haciendo café o cortando fruta pero no, ella aún no había vuelto.

Sacó la caja de leche y se sirvió un poco, mientras bebía vislumbró en su sofá una nota, fue por ella.

Lamento haber venido, no quería causarte inconvenientes...
Adiós.
Atte. Dylan

Después de leer la nota lo primero que vino a su cabeza fue que Dylan había sido un grosero por ni siquiera avisarle que se iba, luego con la mirada buscó las cobijas, no las encontró, mugre ladrón, ¿Qué le diré a mi mamá?, pensó; y finalmente Sebastián sintió una opresión en el pecho, ¿Pero que había hecho? Él no buscaba ofender a Dylan, quiso únicamente pintar su raya. Sin embargo no lo había hecho de la manera adecuada, y había terminado lastimando a alguien. Bueno, debería alegrarse ¿No? Ya no tendría que estar cuidando que su espacio personal no fuera invadido, ni tampoco tendría que cuidarse que no lo besaran, ni mucho menos se pondría nervioso cuando un par de ojos esmeraldas lo escrutinaran, no desearía cosas que no eran normales, tenía demasiados puntos a favor, pero entonces: ¿Por qué carajos se sentía mal? Debe ser por lo grosero e intolerante que fui, se respondió a sí mismo.

Cogió sus útiles y se marchó, no quería llegar tarde, la impuntualidad era un pésimo hábito, y muy difícil de quitar; y sin más remedio se fue sin sus lentillas, su madre no se las había devuelto.
Sus clases pasaron sin mucho más ajetreo, compartía una que otra clase con la persona que buscaba evitar sin embargo logró mantenerse ecuánime en su presencia.

Antes del receso tenía la clase de francés, la que compartía con Renata. La chica era buena persona sencilla, tímida pero alegre, era pequeña, delgada, morena clara, con unos enormes y muy bonitos, debía admitirlo, ojos grises, con labios delgados y con una radiante sonrisa.

- ¡Hola! ¡Hola! ¿Cómo amaneciste? - Renata lo recibió con una gran sonrisa y hablando en francés, ella y él mantenían una pequeña relación simbiótica... Después de todo había sido la primera persona que le habló en su primer día de clases. - ¡Pero qué hermosos ojos! - Renata se levantó de su lugar y tomó su rostro entre sus manos para examinar de cerca su defecto.

- Bien, ¿Y tú? - Respondió en el mismo idioma.

- Pues yo no te veo tan bien - comentó Renata. - Igual estoy bien - después de unos segundos finalmente respondió a su cortesía.

Ignoró deliberadamente su comentario y se enfocó a su clase, el profesor ya había llegado.

Procuraba siempre captar todo lo que los profesores decían, sin embargo en sus apuntes únicamente anotaba lo más relevante, no quería fallas, no quería que su promedio bajara.

La clase concluyo más rápido de lo que esperaba y, junto a Renata se dirigió a la cafetería, sin embargo hoy su ticket para comida gratis no valía, ¡Maldición! Se quejó internamente, lo había olvidado; y ni siquiera había traído algo consigo.

- ¿Qué desayunarás? - Le preguntó Renata.

- Creo que paso - contestó.

- Oh ya entiendo. Déjame invitarte algo. - La chica le regaló una radiante sonrisa.

- Gracias pero no - contestó de manera arisca. - Lo siento, no era mi intención - se disculpó de inmediato, no había querido contestarle de aquella manera a su compañera pero con sus palabras le recordó lo que Dylan había intentado hacer.

- ¡Ya se! - Renata lo detuvo unos instantes - te prestaré dinero y luego me invitarás un helado, así estaremos a mano; ¿Te parece?

Sebastián lo consideró y terminó aceptando, su estómago le pedía con fervor que ingiriera algo, además después podría hacer lo que Renata sugirió.

Se adentraron al extenso lugar y cogieron una charola cada quien, Sebastián permitió que Renata pasara primero y después la imitó, la comida que había se veía bien, no tenía el aspecto que podría haber tenido; pidió verduras hervidas y un poco de arroz, un jugo y nada más no quería gastar demás usando dinero ajeno, Renata por el contrario a lo que se podría esperar eligió mucha comida, demasiada quizá para alguien de su tamaño. Sebastián siguió detrás mientras ella continuaba eligiendo su desayuno, y lo vio.

Dylan se encontraba justo a un lado de la caja registradora, rodeado de los chicos del equipo de basket, aquello le hizo pensar que quizá él también debería estar allí, hasta que notó que una chica estaba con él, y también presente se hallaba el amigo que los había interrumpido en los vestidores. Algo le hizo sentir incómodo, no quería acercarse demasiado pero tenía que, Sebastián temía alguna humillación pública, ¿Y si el imbécil de Dylan quería menospreciarlo frente a todos? ¿Y si narraba las cosas que habían pasado de manera tergiversada? Pues al carajo, enfrentaría las consecuencias de haberse relacionado con alguien como él, es más hasta podría decirse que sería su castigo por haber sido una persona tan intolerante, desvió su mirada antes que el niño rico se percatara que alguien lo veía.

Cuando Renata terminó por fin de seleccionar su comida avanzaron a la caja, Renata dio su tarjeta de débito o crédito para pagar.

- Muchas gracias - se dirigió a su persona mientras le entregaba la tarjeta - no sé cómo pude olvidar mi dinero. - Sonrió.

¿Podría haber alguna chica más linda y amable que Renata? Sebastián lo dudaba seriamente, aunque el gesto era vacuo pues las señoras de la cafetería, según él, no podrían olvidar a los pocos chicos que poseían una beca...

- Seguro - le sonrió agradecido al momento en que tomaba la tarjeta.

En ese instante Dylan se acercó a la caja y Sebastián se preparó para lo que venía.

- Disculpe ¿Puede darme una lechita? - Se dirigió a la cajera y esta ipso facto le tendió una cajita de leche, la señora le sonrió amablemente. 

- Aquí esta - Dylan le pagó en efectivo y después se fue como si nada, ni siquiera miró en la dirección donde estaba él.

No sabía que le hubiese molestado más, si el que lo humillara o el que lo haya ignorado, suspiró y pagó.

Renata lo guió a una mesa retirada, se sentaron y desayunaron en silencio.

- Bueno nos vemos, tengo clase de química - se despidió Renata.

- Renata - Sebastián esperó unos segundos antes se continuar - gracias - suspiró.

- Me debes un helado - subrayó.

- Y lo tendrás - prometió.

Luego de aquello Sebastián se dirigió a su clase de biología, y si no recordaba mal después de ella le tocaba literatura, se puso nervioso de tan sólo pensar en que tendría que ver a Dylan, tenía que disculparse.

Su clase finiquitó más rápido de lo que esperaba, y el profesor de literatura al igual que Dylan entraron uno después del otro.

Sebastián gratificó en su fuero interno el que no tuviese que cambiar de salón cada clase, por supuesto que le tocaba hacerlo pero no cada rato.

Dylan se sentó a su lado pero no le habló ni para dirigirle un saludo.

- El siguiente trabajo lo harán según hayan hecho el anterior. - El profesor comenzó a repartir hojas de lo que debían hacer.

- Bueno parece que debemos descubrir o delimitar las personalidades que hay en el relato - le explicó Dylan al momento de tenderle su copia.

- Claro - murmuró y comenzó a leer.

Así lo hicieron y trabajaron, en esta ocasión, juntos; aún cuando Sebastián se sentía ligeramente incómodo.

- Escucha Dylan - Sebastián quería absolverse.

- Iré a entregar el trabajo - lo habían concluido hacia apenas unos minutos.

Maldito niño rico, pensó.

- Lo siento, mi otra clase está por iniciar, nos vemos - y Dylan se fue dejándolo con la culpa carcomiéndolo.

- Si también la mía - contestó y aglomeró sus cosas.

Volvió a encontrarse con Renata, aquella chica realmente le agradaba... Aunque no estaba seguro en que ámbito.

La jornada académica terminó y la mayoría se dirigió a sus casas, menos él; debía entrenar. Calentaron, probaron nuevas posiciones y jugaron, pero en las dos horas que estuvo en el gimnasio no se topó con Dylan, siempre estaban en polos contrarios. Y la falta que cometió anoche seguía molestándolo, lo haré después de entrenar cuando todos se hayan ido y cuando yo no apeste, se dijo.

El agua recorría su cuerpo lavando su suciedad y llevándose consigo el sudor, Dylan también se estaba bañando, las regaderas tenían pequeñas tapias, muy pequeñas para ser exactos que apenas sí cubrían determinada parte de sus cuerpos, se tardó el mismo tiempo que Dylan, quería que fueran los últimos en salir y para su buena suerte la mayoría ya comenzaba a marcharse.
Se envolvió la toalla a sus caderas y se vistió lo más rápido que pudo, la última vez que había pretendido hablar con el chico de ojos verdes había estado con tan sólo la toalla cubriéndolo, y no había resultado como debía.

- Oye Dylan - volvió a pretender.

- ¿Qué pasó Ian? - seguía vistiendo la parte superior de su cuerpo y le habló con voz monótona.

¿Ian? Nadie le decía así

<<Lava tu culpa>>

¿Por qué no lo decía? Maldito orgullo que le impedía disculpase aún cuando sabía que era lo correcto; pero para Sebastián era difícil reconocer en voz alta sus errores, le parecía extremadamente humillante y le era aún peor disculparse.

<<Lava tu culpa>>

Demonios las palabras se le atoraban en la garganta.

- Bueno tengo que irme Ian - Dylan almacenó sus cosas y se marchó abandonando a Seb con las palabras ahogándolo.

Atónito Sebastián recogió sus cosas y se fue a casa desanimado.

Al llegar se cambió de ropa por una bermuda y una camiseta blanca, y su calzado fue un par de sandalias, aquella tarde la había destinado a limpiar la casa, inició con su cuarto después continuó con los baños, y luego metió tanto su ropa sucia como la de su madre a la lavadora, enseguida fue a la cocina; la limpió y lavó los trastes, lo único que le faltaba era la sala, sin embargo antes de continuar se otorgó un ligero descanso, y para finalizar barrió y trapeó la sala, el agua sucia no la tiró en su momento y la dejó en la cubeta a un lado del sofá.
Alguien llamó a la puerta, se paró con molicie y fue a abrir. Se trataba de Dylan, vestía casual, con una playera blanca y unos pantalones negros de mezclilla, mientras él parecía el peor fodongo de la historia. En sus manos llevaba consigo una bolsa.

- Buenas tardes, vine a entregarte esto - los ojos verdes del muchacho estaban completamente apagados como sí hablara con un parapeto.

- Gracias - Seb tomó la bolsa que le tendió Dylan.

- Me llevé las cobijas para lavarlas, lamento no haberte avisado.

<<Lava tu culpa>>

- No te preocupes, ¿Por qué no pasas? - Seb se hizo a un lado instigando a Dylan.

- No quiero molestar.

<<Lava tu culpa>>

- No es ninguna molestia, enserio pasa - exhortó.

- Sólo será un momento - aceptó remiso.

Dylan entró y terminó pateando la cubeta que contenía el agua sucia, derramando toda en el piso.

<<Lava tu culpa>>

Sebastián estuvo a punto de reclamarle si lo había hecho al propósito pero recordó que aún le debía una disculpa.

- Lo siento, lo limpiaré enseguida, sólo dime donde está el trapeador - se disculpó atropelladamente, estaba avergonzado en su totalidad. 

Tal vez si fue un accidente, pensó.

- No te preocupes, ya lo hago yo - fue por el trapeador, el cual para rematar ya había llevado a la parte trasera.

Al regresar Dylan se lo arrebató.

- Yo ensucié yo limpio - disertó en el momento de quitárselo.

Seb no objetó, si hubiese sido él quien cometiera el mismo desliz en casa ajena, le gustaría que le permitieran limpiarlo. Pero observando a Dylan higienizar se dio cuenta que no sabía cómo hacerlo, hacia todo al revés donde pasaba el trapeador caminaba, Seb se cuestionó sí podría haber alguien más infructífero... Personas como él que lo tenían todo en la vida, no sabían ni como agarrar una escoba, se acercó a quitarle el trapeador.

- Dámelo, lo haré yo - agarró el palo del elemento.

- No - Dylan no lo soltó.

- Dámelo - insistió - no lo estás haciendo bien - argumentó y jaló el palo hacia sí mismo.

Desgraciadamente para Seb, Dylan soltó el palo en el momento en que lo jaló, eso aunado al piso mojado provocó que perdiera el equilibrio, el muchacho de ojos verdes intentó detener su caída pero en su lugar desmoronó con él.

Seb sintió como el piso ascendía a su encuentro lastimando su espalda, parte del peso de su compañero cayó sobre él. Sus rostros quedaron a escasos centímetros, sintió como la sangre se le subía al rostro y recordó los estremecimientos que experimentó cuando Dylan lo había besado en los vestidores...

- Dylan - susurró...

- ¿Si? - preguntó viéndolo con aquellos hermosos ojos verdes.

¿Qué quiero decirle? Se preguntó, pues su mente había quedado en blanco.

- Lo siento, siento haber sido grosero anoche - rellenó el incómodo silencio que se había formado por escasos milisegundos, y por fin pudo disculparse.

- Esta bien - le restó importancia - tú no eres como yo.

¿No lo era? Seb comenzaba a tener dudas, sentía cosas que lo confundían y que se suponían no estaban bien, intentó no pensar más en ello.

Lentamente ambos se pusieron de pie, uno después del otro.




Nota: En algunos países de América la palabra pijama es frecuentemente utilizada de manera femenina, y según sé el DRAE lo permite, por si alguna persona emplea aquel sustantivo como masculino, solo es para aclarar... y no quede como mala redactora; intento hacer lo mejor que puedo.

Nota 2: Gracias por leer y comentar (:

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