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Capítulo 12: Cayendo

Toda la jodida semana Dylan lo había ignorado, lo había tratado como si fuera bazofia, no advertía por qué, Sebastián ya se había disculpado por haber sido un imbécil, sin embargo al parecer jamás debió hacerlo debido a que todo indicaba que aquellas honestas palabras no habían servido más que para encumbrar el ego de aquel chico de ojos verdes, príncipe con actitud de sapo, murmuró en voz baja mientras se duchaba.

Cuando terminó se vistió con lo mejor que en su armario encontró y se peinó estilo "no me peiné" se preguntó por enésima vez el porqué había aprobado acompañar a Renata a aquella fiesta de niños ricos cuando él ni siquiera había planeado ir, debido a que al día siguiente debía trabajar. Quiso echarle la culpa a su madre por haberle dado permiso de asistir, pero no pudo, a pesar de todo su madre sólo pensaba en su bienestar y erróneamente creyó que permitiéndole aquella banal salida él se sentiría mejor, según Rebecca había estado demasiado sumido en sus pensamientos al grado de parecer acongojado en todo momento.

<<Porque ya dije que asistiría y Renata Fanning sostiene su palabra>>

Sonrió al recordar el tono con el que se lo había explicado y con exactamente aquellas palabras lo convenció o bueno en realidad lo obligó.

Colocó sus lentillas en sus iris y sus ojos volvieron a ser negros; Renata le había comentado que eso a la larga podría traerle malas secuelas pero a él poco le importó, odiaba sus ojos, quizá sí su padre no se los hubiera heredado a él tal vez le hubieran gustado.
Pensó en llevar una dádiva pero desistió en cuanto Ren le dijo que aquello no se hacía o bueno que al menos ellos no lo hacían; suspiró rendido y agradecido, ¿Qué podía darle a una chica que no conocía en lo más mínimo?

Salió de su casa y abordó un camión, vería a Ren en el centro para después ir a la fiesta de Emma.

Un auto negro le pitó y Seb dio un saltito del susto, el vidrio de la portezuela del copiloto bajó y pudo ver el rostro de su compañera Renata en el asiento del piloto, la chica se había puesto un lindo vestido corto plateado que hacía juego con sus ojos.

- Sube - lo invitó.

Seb no rechistó y obedeció. Al subir comenzó a soltar contras para desistir de asistir a la fiesta, pues conservaba una ínfima esperanza de poder regresar a casa.

- No seas quejica Seb, te vas a divertir - Renata lo regañaba mientras pisaba el acelerador de su gran auto negro haciendo ronronear al motor ante el estímulo, no sabía mucho de vehículos.

- No creo que vaya a poder, yo no tengo muchos conocidos - dolió decirlo pero era la verdad.

Dialogaba con Renata, y muy pero muy raras veces con Dylan y hasta eso, pero nada más... Por supuesto que había cruzado palabra con algunos otros compañeros, pero de allí a entablar amistades...

- Estaré contigo - confortó.

- Como sea - zanjó.

Pocos minutos duró el trayecto. Al llegar la casa estaba plenariamente iluminada, la música demasiado alta, varias personas bailaban, y muchas más tenían un vaso rojo en la mano.

Renata estacionó su coche cerca y ambos bajaron del auto, se dirigieron a la gran masa de gente que se hallaba en la casa y fuera de ella. Seb se sorprendió al ver que demasiadas personas estaban dentro de la alberca llena de espuma, y se preguntó si debió haber llevado algún short.

Sin querer no pudo evitar maravillarse con la estructura de aquella casa, era magnífica, de dos pisos, color marfil y con grandes ventales cuyos arcos eran peraltados.

- Parece que llegamos en el apogeo - Renata observaba entre fascinada y estupefacta al gentío.

La chica parecía más alta, así que desvió su vista de su rostro y la dirigió a sus pies, ¡Cómo no iba a parecer alta si llevaba un par de tacones enormes! Por ridículo que pareciera le intranquilizó que se lastimara, sin embargo fuera de aquello se cuestionó como podían las chicas andar sobre aquellas cosas.

- Así parece - en ese momento Seb vislumbró a Dylan bailando muy, demasiado quizá, cerca de

Clarissa, sin concebirlo experimentó una ligera corriente de furia por su cuerpo sin omitir la parte en donde su corazón se vio oprimido por la misma.

Se ve tan bien y tan tan..., reflexionó al ver las caderas de Dyl moverse al son de la música; segundos después añoró encontrar un bate de base ball y darse con el en la cabeza por andar pensando barbaries.

- ¿Quieres bailar? - indagó Renata.

Estaba a punto de responder afirmativamente cuando un grupo de tres personas se acercaron.

- ¡Ren! - Era la única mujer del trío, morena clara, bajita y con ojos enormes de chocolate - creí que no vendrías.

- Di mi palabra y aquí estoy - sonrió orgullosa de sí misma. - Eros, Ares - saludó a los chicos que acompañaban a la otra chica, eran gemelos, los dos tenían el cabello cobrizo, la tez blanca, una pequeña nariz griega y ojos verdes, un par de adonises casi, casi. - Katherine, les presento a mi amigo Sebastián; pueden darle a él las gracias del que haya asistido.

- Hola - saludó tardíamente anonado por los nombres de aquellos gemelos, sus padres debían amar la mitología helénica.

- Hola - Katherine sonrió.

- ¿Qué tal? - uno de los gemelos sonrió de forma cordial, Seb supuso que sería Ares por su posición y la manera en que Ren los había nombrado, ¿Cómo es que ella podía diferenciarlos si eran igualitos?

- Un gusto - masculló el segundo gemelo, Eros.

- ¡Que gruñón Eros! - Ren le dio un pequeño golpe por lo seco que fue.

Sebastián pudo apreciar el acento ruso de los gemelos.

- ¿Son de Rusia? - inquirió curioso.

- Si - confirmó amablemente Ares - ¿Has ido?

- No, pero me gustaría - se sinceró, había visto muchas imágenes de aquel país y eventualmente desarrolló el anhelo de visitarlo, además le parecía inverisímil su escritura.

- Algún día iremos juntos todos - añadió Ren - sería excepcional.

- Por supuesto - mintió, él no tenía ni tendría el dinero basto para pagar el coste de un viaje tan largo.

- Bailemos - sugirió eufórica Katherine, al parecer ya tenía bastante alcohol en su organismo.

- ¡Sí! - gritó emocionada Ren.

- Tengan - uno de los gemelos les tendió un vaso rojo a cada uno ¿En qué momento se había separado? Ni cuenta se había dado, Seb descubrió que se trataba de Eros por la manera tan áspera de tenderle el vaso, ¿Y ahora que había hecho como para ganarse su odio? Si apenas sí se conocían.

- Gracias - aún así se lo gratificó antes de llevarse el recipiente a los labios y tomárselo de jalón, una tontería pero lo hizo.

Ren ambicionó llevarlo a bailar pero él se opuso de manera rotunda, en su lugar llevó a Ares, y Katherine los siguió. Poco pasó antes que se arrepintiera de haberse negado ir a bailar, se había quedado sólo con Eros.

- Hola - aquella voz la reconoció incluso antes de ver a su emisor.

- ¿Qué quieres? - su voz salió palurda, en su pecho había resentimiento por la semana transcurrida en la que lo había ignorado sin consideraciones.
En las clases que ambos compartían Dyl no le hablaba a no ser que tuvieran que trabajar en equipo y en esas ocasiones se limitaba a darle indicaciones, en los entrenamientos era peor ni siquiera lo volteaba a ver.

- Divertirme - ironizó mientras le entregaba otro vaso rojo.

- Parece que ya lo hacías con tu novia Clarissa - murmuró.

- ¿Celoso? - preguntó con jocosidad.

¿Lo estaba? No, él no estaba celoso, ¿Verdad? Su corazón se aceleró traicionándolo

- Te lo dije antes, no me hagas repetirlo. - Gruñó, no quería ser grosero de nuevo.
Agarró el recipiente y volvió a beber el líquido de un jalón, iba a necesitar alcohol para soportarlo.

- Oye Seb - interrumpió Eros - ¿Quieres acompañarme adentro?

Sebastián vio la oportunidad de deshacerse del chico de ojos verdes.

- Seguro.

Siguió a Eros abandonando a Dylan, tuvo una punzada de culpa pero la desconoció.

Adentro la fiesta era aún más alocada que afuera, chicos y chicas besándose, todos heterosexuales o al menos los que vio lo eran, bebían sin parar y lanzaban al aire alcohol, gritaban obscenidades y se divertían.

- ¿Deseas otro vaso? - Eros cuestionó haciendo una seña hacia la barra en donde estaba un muchacho sirviendo.

- No, gracias - rechazó medio gritando por el elevado volumen de la música.

- Sígueme - El gemelo subió las escaleras.

Seb no entendía a donde iban, aún así lo siguió, incluso cuando entraron a una habitación.

- Te habíamos buscado - informó como si hablara del clima.

Eros estaba desvariando, y corrió las cortinas del cuarto haciendo que la luz de fuera quedara allí. 

- ¿Perdón? - inquirió sin comprender, la habitación estaba escasamente iluminada por la lámpara del buró.

- El único dato que teníamos de tu persona era tu heterocromía, puesto que tu hermano también la tiene, pero maldición, ¿Por qué carajos usas lentes de contacto? - Le preguntó al tiempo que giraba y lo encaraba.

¿Hermano? ¿Tenía un hermano? No, aquello no podía ser posible, seguramente lo estaba confundiendo con alguien más, él era hijo único.

Se hallaba a dos metros de él, de hecho muy cerca de la cama así que se sentó con la mente obnubilada ¿Pero cómo sabía eso? ¿Cómo es que estaba enterado de su defecto si nunca antes lo había visto? Seb no entendía, es decir, cuando asistió a la escuela sin lentillas se aseguró que casi nadie lo mirara a los ojos; los únicos que lo habían visto habían sido Ren y Dyl, y aún si Renata se lo hubiera dicho ¿Quién era el supuesto hermano?, ¿Quién era Eros? No respondió, en muchos casos el silencio ayudaba a obtener más información.

- ¿De qué hablas? Creo que me confundes. - Comenzaba a ponerse nervioso así que finalmente, y contra lo que tenía pensado, habló.

- Está bien, tu padre nos envió. - Lo quiso tranquilizar pero obtuvo la reacción antagónica de su cometido.

Seb se atragantó con su propia saliva, ¿Su padre? ¿Aquel infeliz que los abandonó a su madre y a él? ¿Qué sabía Eros que no le decía? ¿Y qué demonios tenía que ver aquel desgraciado? No sabía ni entendía nada, pero de una cosa estaba seguro y esa era que no quería tener que ver con el idiota de su padre.

- Joder - Eros se dio un zape en la frente como si hubiese rememorado algo.

- ¡Eros! - Ares entró a la habitación. Al ver a Seb ofuscado agregó - ¿Qué has hecho?

Acto seguido se lo llevó dejando a Seb con mil y una interrogantes sin respuesta. Seb estuvo a punto de seguirlos y exigirles una explicación, le parecía que era lo menos que podían hacer, sin embargo en el momento de girar el picaporte y salir, alguien se interpuso.

- Ahora no Dylan, no tengo tiempo para lidiar con tus estupideces - necesitaba ir tras aquellos gemelos. Sin embargo a su cuerpo lo recorrió una corriente eléctrica que no pudo ignorar en cuanto lo vio.

- Ahora si - lo contradijo el sujeto.

Sin más preámbulos Dylan le tomó el rostro y posó sus labios sobre los suyos mientras sutilmente lo empujaba de nuevo al interior, Dylan cerró la habitación de un portazo, y Seb quiso resistir ante los imperiosos labios del chico con ojos bosque, pero se sentía tan bien que terminó olvidando donde estaba dejándose llevar por el placer que la lengua experta de Dyl le evocaba entrando a su cavidad y examinando todo a su paso, su corazón latía desembocado como si hubiese corrido kilómetros. Aun cuando todo le gritaba que estaba mal deseó más.

- Me has estado ignorando toda la semana - acusó en el momento en que empujaba de forma ligera a Dyl.

- ¿Y eso te molesta?

¿Cómo carajos no iba a molestarlo? Si a él le importaba, no como algo más que amigos pero a partir del momento en que le gritó, Sebastián sintió que debía ser benévolo con Dyl.

- Tienes novia, no podemos - fue la primera excusa que se le ocurrió para alejarlo y no responder a su pregunta.

- ¿Y si Clarissa no estuviera? ¿Haríamos esto diario? - cuestionó con una ladina sonrisa.

<<Es hombre>>

Aquel pensamiento lo asaltó, no obstante el placer ganó la partida contra la lógica y la moral, y ni siquiera pudo responder con algún comentario sarcástico, su mente estaba confusa.

Dylan introdujo sus manos bajo su playera, palpó su espalda y lo atrajo más, presionando su cuerpo al suyo. Sebastián fue consciente de toda la anatomía de su compañero, e inconscientemente se aferró a la camisa de Dylan.

<<Es hombre>>

Su mente se lo repetía pero no era capaz de detener lo que sucedía, no comprendía por qué no lo conseguía y porque diantres se sentía tan excitado. Dylan mordió su labio inferior y sin querer soltó un gemido.

- Está mal - señaló la obviedad en el momento en que sus labios se vieron liberados de los del otro chico.

Dyl hizo caso omiso de su comentario, siguió besándolo y repartiendo ligeras mordidas hasta llegar a su cuello, Sebastián sentía corrientes eléctricas atravesar su cuerpo, lentamente el chico de ojos esmeraldas lo guió a la cama de aquel cuarto y lo acostó con suavidad; con manos hábiles le quitó la playera.

- No-no me gusta - mintió, algo debía intentar para frenar aquello, estaba mal, eran hombres.

En ese momento Dyl se sentó a horcajadas sobre él y se quitó la camisa, Sebastián sintió espasmos debajo del vientre en forma de serie al ver desnudo el torso del chico y más aún cuando notó que Dyl tenía el caminito feliz, ambos no tenían nada de la cadera para arriba.

Yo no soy así, intentaba convencerse, pero todo le decía lo contrario, su mente, su cuerpo, su corazón al acelerarse de aquella forma...

- Tu cuerpo dice otra cosa - la voz de Dyl sonó grave y a Seb le pareció sexy, se sorprendió por pensarlo y amonestó sus cavilaciones.

El chico con ojos esmeraldas le quitó el botón a su pantalón y deslizó su cremallera, dejando su dura virilidad a la vista cubriéndola a duras penas su bóxer azul. Reptó por su cuerpo hasta que sus ojos estuvieron a la par, no perdió tiempo y volvió a besarlo con pasión mientras su mano izquierda tenía sometidas ambas manos del moreno sobre su cabeza, anulando cualquier defensa que pudiese haber puesto, y su mano derecha masturbaba sobre su ropa el miembro de su excitado cuerpo, masajeándolo con agilidad su mano ascendía y descendía a lo largo de su hombría provocándole oleadas de placer.

Sebastián gimió de nuevo, de su garganta emergían extraños sonidos que no creyó fuera capaz de hacer, quiso frenarlos pero no tenía cómo.

- Para - suplicó sin mucho empeño.

- Esto - señaló Dyl mientras apretaba su masculinidad de manera más enérgica causándole una fuerte oleada de placer, Seb curvó su cuerpo - dice todo lo contrario que tu boca.

Después de aquello Dylan no se recató y enterró su mano en la ropa interior del subyugado, agarrando la hombría de Seb a flor de piel.

<<Es hombre>>

Las mismas palabras llegaron a su mente otra vez.

- Somos hombres - subrayó no encontraba como contenerse.

- ¿Y? - Preguntó Dylan - esto te gusta, esto me gusta. No veo el dilema. - Respondió dejando palpitante el deseo de Seb, y liberando sus manos.

- ¿Por qué lo haces?

Dylan besaba su cuello y pecho con una lentitud que hacía a Seb anhelar más mientras con habilidad las manos del mismo estrujaban toda su anatomía, Dyl separó sus piernas y las colocó cada una a un lado de su cadera, el moreno puso sus manos en los hombros del chico dominante; sintió el miembro erecto del chico entre sus glúteos y arqueó su anatomía.

Dylan no respondió su pregunta.

El dominante succionó con fuerza una y otra vez la piel que cubría más abajo de su clavícula.

- ¿Qué hiciste? - se quejó al sentir un ligero ardor en las partes por donde Dyl había posado sus labios.

- Nada - mintió sonriendo.

Para ese momento Seb se había rendido a lo que estaba sucediendo, su cuerpo lo deseaba y él también; después de todo ¿Quién se enteraría?

- Oye Sebastián - alguien irrumpió en la habitación. - Si quieres podemos...

La chica no terminó su frase y un notorio rubor cubrió su rostro.

Ambos chicos se quedaron mudos.

- Te dije que te divertirías - sonrió la chica antes de cerrar la puerta.






Nota1: Si hay errores de redación u/y ortografía no duden en comentarlo (:

Nota2: Gracias por leer.

Nota3: Si comentan gracias, y si son largos (los comentarios) doble gracias (:

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