Chapitre IV
Capítulo dedicado a WillKarhy por apoyar a todas mis obras y crear unas tan buenas ( ˘ ³˘)♥, sigue creciendooo, no te rindas (´・ω・')
🕯️††††††††††††††††††††††††††🕯️
¿Qué otras ofertas quieres para joderte la vida, Isabelle?
¿No te basta con tu padre enfermo?, y tú aquí perdiendo el tiempo, encerrada, esperando a que la muerte llame a tu puerta en cualquier momento... O mejor dicho, un demonio.
—Estoy lista —le sonreí a mis labios tintados de rojo contrastando con mis cejas teñidas levemente de negro. Me gusta el maquillaje, pero no excesivo.
—¿No te arreglarás el cabello?, ¿no empolvarás tu cara? —Amélie detrás de mí acababa de acomodar su rosado vestido ajustado a su cuerpo —Isabelle, habrán personas de todo tipo en el banquete... Y galanes —miró a mi reflejo sonriendo divertida.
Agarro el cepillo de la pequeña cómoda y comienzo a deslizarlo por mi cabello —Amélie, esto no es una fista como las que realizaba papá con sus... —paré de cepillarme por unos segundos —compadres, como dice él; y mucho menos con sus arrogantes hijos —rodeé lo ojos—. Esto es una catedral, aquí no se viene a estar luciendo ni ostentando nada —dejo el cepillo dentro de la gaveta e impulso hacia atrás mi cabello.
—No no no, el hijo del hombre que trabajaba con nuestro padre... me pereció muy guapo —dijo con picardía.
—Todos los hombres de la fiesta trabajaban con nuestro padre, Amélie —la miré sentada en su cama como una tortuga que no puede girarse hacia abajo, su exagerado vestido se lo impedía. Abrió la boca para decir algo sujetando junto a su pie una zapatilla igual a las mías; cerró nuevamente su boca acabando de cubrir su tobillo con dificultad.
Meneé la cabeza quedando de nuevo frente al espejo —¿Empolvar mi cara?, ¿no basta con que mi piel es más pálida que el mismo polvo? —estiré desde por encima de mi mejilla hacia abajo mi ojo derecho, e hice lo mismo con el otro.
—Apártate... es mi turno —exigió Amélie apartándome con su ancho vuelo, tumbando el largo taburete que rodó hasta mis pies—. Si te dejo pasas todo el día en el espejo <<No sería una mala idea>> —sacudió su castaño cabello—. ¿No piensas vestirte? —aplica cuidadosamente el creyón rojo, que de hecho le quedaba muy bien con su tono de piel.
—Ya estoy vestida —acomodé el taburete a mi lado, sacudiendo su almohadilla carmín.
Amélie se alzó hacia delante pintandose de rojo hasta la mejilla —No... —me miró sonriendo falsamente —tú no vas a ir con eso —señaló con su dedo. Apreté mis labios tratando de no reírme, pero fue en vano; una risilla salió para desbordarme de la risa apretando mis dientes; cubrí mi boca con mi mano—. ¿Qué te causa tanta gracia? —preguntó mirándose al espejo, echándose a reír luego de verse a sí misma—. ¡Aaah! —gritó fastidiada agarrando una servilleta dentro de una gaveta.
Suspiré calmando mi risa —¿Pero qué tiene de malo mi vestido?, es bonito —levanté el vuelo que colgaba hasta mis pies, observándolo. Estoy bien así, lo que para Amélie todo es una ley: ostentoso es igual a elegancia.
—Isabelle, —camina hacia mí, haciendo quedar perfecto el rojo en sus labios acabando de limpiar lo que sobresalía —eso que traes puesto que llamas vestido, es igual a lo que me pongo cuando voy a dormir, —hizo una bola con la servilleta, ubicándose detrás de mí —y de ninguna manera iras allí con eso.
—¿Y entonces...? ¿Qué me pondré? —me crucé de brazos.
—De eso me encargo yo —dijo con simpleza con sus manos en mis hombros.
...
Comenzó a buscar entre toda la ropa que yo había guardado dentro de los bolsos tirados en la cama, aún sin desempacar —Veamooos —apartó toda la ropa hasta llegar al fondo—. O ese señor que trajo nuestras cosas se robó una de las bolsas, o tú no echaste ropa —quedó erguida con las manos en su cintura.
—¿Y entonces qué es todo eso? —señalo lo de dentro del bolso, que claramente es ropa.
—Eso no es ropa, Isabelle, básicamente no lo es —sacó una por una hasta que no quedó nada dentro del bolso; suspiró.
—Ya me quedo así, de todas formas este vestido está bien, y me gusta —di un giro levantando la parte del vuelo que colgaba de mi cintura, encontrándome al final con la cara endurecida de Amélie.
—De ninguna forma irás con eso —tomó de mi brazo llevándome hasta frente al espejo—. Te pondrás uno de mis vestidos.
—No creo que me gusten —traté de dar la vuelta, pero la insistencia en persona detrás de mí me tomó de hombros, dejándome parada donde mismo.
—No te tiene que gustar... querida hermanita —quitó sus manos de mis brazos—. Comencemos el cambio —alargó la comisura de sus labios.
...
Después de unos cuantos horrendos vestidos probados, por fin uno hermoso de color verde salió de todos los demás —¿Qué tal este? —lo puso por delante de mi cuerpo para verme al espejo.
—Me encanta —me giré sonriendo, sujetando el vestido pegado a mi cuerpo.
—No no creo —me lo arrebata de las manos—. Es muy grande para tí, parecerías un zapo —lo arrojó junto a los demás y se agachó buscando otro.
—¿Sabes qué?, —voy a pasos rápidos en busca de mi hermoso y encantador vestido —me quedo con el mío, llevamos horas aquí sin lograr nada —me detuve frente a Amélie levantándose rápido del suelo.
—Aquí está, éste sí, estoy segura de que este sí te quedará perfecto —me volteó empujándome nuevamente hacia la cómoda.
—¡Aaah! —bufé.
...
Quedé despectiva ante el espejo —¿Este sí eh?, este sí me quedó perfecto —dije sarcásticamente atacando a Amélie con la mirada—. ¡Parezco un merengue con estos grandísimos tirantes! —ira corría por mis venas.
—Bueno no te preocupes, encontraremos uno me... —quedó con la boca abierta—. ¿¡Pero qué haces!? —se apuró hacia mí.
Desgarré con las manos los tirantes del vestido, arrojándolos al suelo.
Amélie se agachó recogiéndolos —¿¡Acaso te has vuelto loca!?, ¡no tenías que haber cogido tu molestia con mi vestido! —gruñó tirando los pedazos a un lado—. Ahora ya es un desastre —puso las manos en su vuelo impulsándose hacia arriba.
Suspiro —Pues ahora está mucho mejor —sonreí a mi reflejo volteando un poco para observar lo bien que ahora me quedaba.
—Pues... Mira que sí... —dijo sorprendida observándome de pies a cabeza —Te queda perfecto —echó su cabeza hacia atrás con las manos en el comienzo del vuelo del vestido.
—Aunque... Creo que es muy blanco para mi tono de piel... parezco una momia —levanto los brazos como una.
—Qué momia ni qué nada, —bajó mis brazos —mas bien éste color junto al de tu piel hacen resaltar el hermoso color de tu cabello —dijo acariciándolo, sacándome una sonrisa—. Definitivamente llamarás la atención de muchos hombres allí...
—Por cierto... conocí a alguien —agarro un lazo blanco de dentro de la gaveta, acomodándomelo en la cabeza.
—Conociste a alguien, eso acabo de escuchar... ¿Quién? —ansiosa se volteó para poner sus manos sobre la cómoda, casi sentándose en esta.
—Alphonse, se llama; el mismo que me sostuvo cuando casi me desmayo —ruedo los ojos, acabando de ponerme el lazo.
—Ooh él... —dijo no tan asombrada —¿Y entonces? —levantó una ceja.
—¿Entonces qué? —la miro.
—¿Te interesa?, ¿o ya están juntos? —levanta las cejas pícaramente.
—Noo, —resoplé con el ceño fruncido —Él solo se ofreció a mostrarme la catedral, solo eso.
—Osea... ¿Una cita? —abrió la boca asombrada.
—No es una cita; después del banquete él me estará esperando en el tercer corredor a la izquierda, solo será mostrarme este lugar y listo —dejo de mirarme al espejo, girándome hacia atrás.
—¿Y eso será...? —se apuró en estar delante de mí.
—Hoy las 7:00 pm.
—Uuh, entonces sí es una cita —sonrió con picardía.
Suspiré —Piensa lo que quieras —balanceé mi mano hacia Amélie, definitivamente no iba a caer en sus juegos.
—¿Acaso escuché mal? —la voz de mi madre entró en la habitación—. ¿Quién tendrá una cita aquí? —su típico tono divertido; rodeé los ojos.
—Isabelle va a tener una cita con Alphonse a las 7:00 pm y la va a estar esperando a esa misma hora en el tercer corredor de la izquierda —escupió rápido y sin pausas.
—¿Alphonse?
—Sí, el mismo que la sostuvo cuando se desmayó —enseguida respondió. Cuando estas dos se juntan para hablar de mí no hay Judas que las alcance.
—Ooh él —dijo un poco sorprendida. Me volteo hacia ellas, observando enseguida el empinado moño de mi madre recogido en un hermoso peinado.
Suspiro —¿Ya nos vamos? —mejor me relajo antes de irritarme. Alphonse se ha vuelto el tema de conversación en todo este rato, ni que fuese algo importante; tal vez no debería ir con él a ningún lado.
—¿Ya están listas? —Beatríce nos observó a las dos.
—Sí... —contesto.
—Casi —miré a Amélie que enseguida arrancó el lazo de mi cabeza.
—¡Hey! —me acomodé el pelo con mis manos.
—Definitivamente no tienes neuronas para vestir —guarda el lazo en la gaveta y rápido se dirige hacia nosotras—. Ahora sí, vamos —salen ellas dos primero, quedándome detrás para cerrar la puerta.
...
Caminábamos por el pasillo —Madre —dije después de unos segundos de silencio.
—¿Si? —enseguida asintió.
—¿Dónde estabas mientras yo y Amélie nos arreglábamos? —fue bastante tiempo.
Amélie asintió a mi pregunta —Ajá.
—Muy bien, ahora le debo explicaciones a ustedes —nos mira atacante—. Hablaba con el doctor que atiende a vuestro padre, vino hasta acá a darme noticias.
—¿Qué dice de papá? —miré a Amélie que preguntó con una clara preocupación; regreso hacia mi madre esperando a que saliese de su boca una respuesta, una buena.
Beatríce cerró los ojos —No les voy a ocultar nada... —los abre, suspirando —Su padre empeoró —su respuesta me vació el alma.
—No —apenas pude pronunciar una palabra, era como si algo absorbiera todo el aire en mis pulmones, quedando un vacío, un gran vacío.
—El doctor dijo que en ocasiones deja de respirar, algo que antes no ocurría —mi visión se volvió cristalina y un nudo apretó mi garganta—. Dice que... —agacha un poco la cabeza —la fiebre lo hace delirar, y en muchas ocasiones nos llama por nuestros nombres a plegarias —esto es tan... Doloroso.
—Y nosotras aquí sin poder hacer absolutamente nada —Amélie sollozó.
—¿Saben qué?, —Beatríce cierra los ojos —vallan ustedes a la ceremonia, yo iré a rezar por vuestro padre —quedamos al final del pasillo.
—De ninguna manera madre —se puso frente a ella levantándole su mentón con los dedos, haciendo que abra sus ojos —Estás muy bonita para dejar de ir allá y que todos vean lo hermosa que eres... Yo iré a rezar por nuestro padre —sonrió cálidamente.
—No Amélie, —insistía —sé que tú más que yo deseas asistir, deja que... —dejó de hablar luego de que yo la tomara de su mano.
—Irás conmigo, —me miró con una leve tristeza —deja que por una vez pensemos por ti. Llegaremos allá, —señalo una de las galerías extendiendo mi brazo —y veremos como todos se nos quedan mirando asombrados.
—Es que... —no conozco mujer que sea tan insistente. Rodeé los ojos expeliendo aire.
—Ya deja de ser tan testaruda diooos —mi hermana ensanchó los ojos poniendo las manos en su cintura—. Ya dije que iré yo, no hay peros que valga ni discusión necesaria; además, también quiero ir al confesario, necesito desahogarme un poco con alguien, y quién mejor para hacerlo que un cura que escuche todas mis habladurías por un rato —rió.
—Bueno... está bien, ve —sonrió al asentir al fin.
—Esta vez necesitamos un premio para nosotras dos por convencerla —reí mirando a mi hermana la cuál hizo los mismo.
—Ya casi son las 12:00 pm, comienza el banquete, ya vámonos —dijo luego de mirar un gran reloj en una pared un poco lejana a nosotras.
—Disfruten y luzcan por mí —dijo Amélie yéndose por un lado.
—Créeme, lo disfrutaremos —reí alzando un poco la voz para que pudiese escucharme.
Esta giró su cabeza hacia atrás atacándome con la mirada, luego siguió su camino.
Yo seguía a mi madre que se apresuraba a entrar por otro corredor, yo ni siquiera sabía por dónde íbamos, no sé cómo no se pierde por estos pasillos, ¿cuándo los memorizó tan rápido?
—Apúrate Isabelle —pausó sus pasos por un momento para hablarme desde alante de mí.
—Ya voy —levanté un poco el vestido tratando de apurarme, es tan incómodo para caminar, ni siquiera me adapto a usar esto, definitivamente prefiero mis vestidos mucho más cómodos...
La verdad las pocas ganas que tenía de asistir a ese banquete ya se me habían ido, tratar de pasarla bien y sonreírle a mi madre para no hacerla sentir mal será muy cansado.
¿Por qué?, ¿por qué este mundo es tan injusto?, ¿por qué trata de llevarse a las personas buenas y no a esos... Demonios si es que en verdad existen?
Ahora sí entiendo bien lo que papá me dijo de niña en el jardín de la casa, aay mi casa, nunca había extrañado tanto estar tan aburrida allí acostada conviviendo con mi familia, todo en paz, todo tan... Perfecto.
—Papá, ¿por qué mi conejito murió y aquel perro sigue haciendo de las suyas? —mis labios hacia delante conteniendo mis lágrimas, mis manos apretadas detrás de mí.
—Mi Isabelle querida, algún día entenderás —acariciaba mis cabellos con dulzura—. Si te dijera que escogieras una de estas dos rosas, ¿cuál elegirías? —señaló con su mano una hermosa rosa de colores viváces, junto a otra claramente marchita, sus pétalos negruzcos y arrugados.
—Esta —dije solloza apuntando con mi dedo la de vivos colores.
—Eso es lo que pasa, cuando llegas a un jardín en busca de una rosa, no arrancas la más fea y con falta de color, siempre escogerás la más hermosa entre las bellas, la más llena de vida entre todas las demás.
...
🕯️††††††††††††††††††††††††††🕯️
Nota de autor: Capítulo corto pero exquisito ( ̄^ ̄). Déjenme su opinión :)
¿Qué creen de la personalidad de Isabelle?, ¿y la de Amélie? Jeje (´・ω・')
Bueno, gracias a todos los que han apoyado esta historia, enserio, gracias de corazón (•ᴗ•)❤
Fautinopérez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro