Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6

Apenas eran las seis de la mañana y ya me había tomado tres pastillas para el dolor de la cabeza. Hacía tres días, me dolía la cabeza de la nada, pero ahora también me dolía por el tremendo moretón que -por lo menos- ya había diminuido bastante. Después de darme una ducha y sufrir por la temperatura del agua, terminé desayunando sola.

Mordí la tosatada de mermelada que tenía en una mano y con la otra bebí de mi taza de zumo de frutas. Disfrutaba mucho comer de esa forma por las mañanas, en silencio y sin que nada me interrumpiera. Era contradictorio que pidiera silencio cuando yo era la que armaba el alboroto allá donde fuera, simplemente yo era así de rara y ya.

Mi pelo, por primera vez desde que llegué a este nuevo lugar, yacía suelto y sin ataduras. Necesitba que los mechones rosa pálido cubrieran la mayor parte de mi cara, pues ese día no estaba para nada en el mejor estado.

Miraba aburrida la pared pensando en qué tan malo fue que le dijera que si hacía música, él parecía muy enfadado porque me enterara del pequeño detalle. Quizás para mí fuera un detalle sin importancia mientras que para él, en cambio, parecía tenerla totalmente. Entonces, como si la Tierra me hubiera escuchado, un chirrido proveniente de su puerta me alertó de que el caracol-fantasma había salido a la luz.

Cuando su verde cabellera de color menta se asomó por el marco de la puerta de la cocina, automáticamente me acomodé mis gafas para verlo mejor. Ese día quizás había sustituído el negro de su camiseta por una de color gris. Qué hombre, de negro a gris, tremendo cambio eh.

Lo miré disimuladamente mientras él se dirigía a tomar su taza de café. Él único ruido que había entre nosotros era el de la cafetera suya y el de mis dientes chocando contra el pan de la tostad. Yoongi observaba el humo que salía de la cafetera con mucho detenimiento, como si quisiera entender de donde salía aquel misterioso vapor.

-Lo siento -Dije ganándome un poco de su atención-, por lo de ayer-.

Sabía que estaba mal entrar a la habitación de los demás, era de mala educación, aun más siendo que no lo conocía de nada. Aun peor era el hecho de tener que urgar por decir así entre sus cosas, yo no era quien para meterme en su vida privada aunque viviera en mi casa. Había sido bastante grosera, aunque no era del todo mi intención. Era normal que se sintiera invadido y eso, más después de que le preguntara sobre su vida, pero tampoco había sido para tanto, ¿Verdad? Solo era una simple pregunta.

Él me miró a modo de respuesta, sus orbes oscuros carecientes de significado me lo dijeron todo sin necesidad de abrir la boca.

Era una rara mezcla de: vete y de: paso, da igual.

No sabía como tomarme eso, de modo que seguí con mi delicioso desayuno en calma, porque en esa casa era lo único que se podía tener: calma. Era algo que no me gustaba, porque yo tenía la necesidad de hablar y hablar, pero era que realmente con él era incómodo mediar palabra, pues obtenías pocas respuestas ausentes de significado.

Me levanté y me dirigí a lavar mi taza. El ambiente para mí se había tornado pesado mientras él sorbía el café de forma ruidosa y molesta. Era estresante e incómodo, en pocas palabras.

Entre unas cosas y otras, terminé saliendo de casa con la misma ropa brillante de siempre. Estaba bajando los escalones con pesadez estornudando cada dos por tres. Dios, odiaba estornudar, no controlaba en el momento y la manera de como lo hacía. Normalmente las personas estornudan de forma silenciosa, yo todo lo contrario, lo hacía prácticamente gritando.

-¡Hola señora Julia! -Dije cuando ví a la señora con el cabello rizado fregando la entrada del edificio.

-Buenos días Evie -Dijo ella sonriendo de forma encantadora- ¿Sabes querida? Mi hijo...

Estaba a punto de contarme la historia de su vida cuando alguien me tomó por el brazo arrastrándome fuera del edificio:
-Adiós, Julie -Dijo Yoongi mientras salíamos del edificio.

-Adiós Yogito -Dijo ella mientras se despedía con la mano de ambos.

¿Yongito? ¿Julie? ¿Qué? Osea que la persona más cerrada que conocía y que tenía como vecino, resultaba ser amigo cercano de la pintoresca aciana que vivía a dos puertas de nosotros. Fántastico, de verdad, este chico cada vez me sorprendía más y sin necesidad de hacer prácticamente nada.

Fue poner un pié en el pavimento y que este me soltara el brazo bruscamente.

-¿Qué ha sido eso? -Dije incapaz de ocultar mis preguntas.

Él se encogió de hombros, haciendo que el cabello teñido se moviera a su vez.

-Nada, eras muy lenta y llegábamos tarde -Dijo como si nada-.

¿Lenta? ¿Se atrevía a llamarme lenta el chico al que yo misma apodé como caracol jorobado y cojo? Esto era demasiado, que me llamara lenta a mí, la persona más hiperactiva del planeta y probablemente, del universo, era una grave falta de respeto. Lo miré como un bicho raro, pues de tarde nada, faltaba media hora para llegar a mi trabajo el cual solo estaba a unas pocas calles de distancia. ¿O sea qué? Mira que habían escusas penosas y deprimentes, pero como ese par que hacía poco me había dicho, ninguna. Era deplorable.

-Eres...-Dije tratando de encontrar un adjetivo que lo definiera, sin decirle lo de caracol jorobado, claro.

Él seguía clavada en la nada:

-¿Guapo? ¿Perfecto? ¿Inteligente? -Dijo rascándose la barbilla haciendo como que pensaba los adjetivos que necesitaba para autodefinirse, lástima que él no era ninguna. Bueno, agraciado puede que fuera, pero no le iba a subir el estatus más de lo que ya lo tenía, eso sería demasiado para él.

Imité su acción llevándome la mano a la barbilla:

-No, eres feo, imperfecto y tonto -Dije completamente segura de ello-.

Él me miró y detuvo su marcha, mientras yo seguía andando con tranquilidad y parsimonia.

-Almenos no reflejo como un poste de luz -Dijo indiferente-.

Entonces miré hacia atrás, encontrándome por un lapso momento con su mirada.

-Ya sé que es imposible evitarme de tanto que reflejo, pero por favor, no me alagues -Terminé diciendo con aires de diva suprema.

Él rodó los ojos adelantándome un poco, sabía que siempre iba por dos pasos por delante para sentirse importante o algo al ver que yo iba atrás, pero a mí realmente me daba igual. Eso hacía que pudiera ver su espalda, aunque tampoco me interesara mucho ver como se movía de forma interesante mientras andaba con aires del supremo.

-Ya sé que es imposible evitarte -Bufó de mala  gana-, pareces una acosadora-.

¿Enserio? Perdona pero yo no acosaba a nadie, él era el que antes tiró de mí y el que me hizo caer de la escalera y el que casi destruye mis brillitos. No, eso no era un acosador, pero tenía muchas papeletas para convertirse en una persona indiferente para mí. No podía imaginar que después de todo, él era mi paciente. Aprendía más cosas en casa con él -que tampoco eran muchas- que desde la consulta de pediatría. Curioso, pero cierto como que él era más cerrado que un candado del puente de París.

Ambos pisamos el suelo del hospital haciendo que mis zapatillas reflejaran, de nuevo, en el suelo de allí, mientras que a él se le reflejaba nomás una pequeña sombra negra. Como él, pues su vestimenta no variaba mucho del opaco color. Ash.

Entonces, la chica que me arrastró el primer día hasta llevarme con Yoongi, apareció de nuevo de la misma manera en la que me la encontré aquella mañana. Ansiosa y muy apurada, eso podía definirla a la perfección.

-¿Evelyn, verdad? -Dijo con esa voz que me irritaba algo, pues como la última vez, ella no me dejó ni hablar, me llevó corriendo por todos los pasillos.

Volteé y ví a Yoongi con las manos metidas en los bolsillos observando divertido la escenita. ¡O sea que le hacia gracia! ¡Jodido caracol jorobado! 

Me detuve en seco en mitad del pasillo haciendo que la mujer que siempre iba con prisas se detuviera, observándome con ansias. Parecía mi madre, cosa que no me gustaba en absoluto, pues esa miradita de "date prisa" me estresaba y me ponía muy nerviosa, pues a pesar de ser una persona alterada, yo odiaba que me apuraran para hacer las cosas.

-¿Dónde vamos? -Dije, pues como fuera para cuidar de otro enfermo mental, terminaría loca saliendo por patas de aquel hospital teñido de blanco. ¡Otra vez no!

-El jefe quiere hablar contigo -Dijo con apuro en su mirada-.

Oh, mierda. Fue lo suficiente para que tomara la delantera a la mujer bien conjuntada, prácticamente corriendo por mi vida. ¿Se habría enterado de la falta de mi trabajo? ¿Querrían despedirme? Eso no podía pasar, no estaba mentalmente preparada para que me despidieran el último día de mi primera semana trabajando allí, no. ¡Mis padres se disgustarían mucho! Seguramente mi madre se enteraría de lo de mi trabajo "especial" y se armaría la buena, y mi padre se decepcionaría conmigo y yo... En fin, yo ya estaba preparando mi respuesta para cuando me dieran el viaje directo al carajo, lo malo era que no tenía boleto de vuelta.

La chica marcó un gracioso ritmo con sus nudillos contra la puerta, si fuera otra situación me habría reído, pero ese no era momento para risas. No.

-Pasa -Dijo ella con tono amable mientras se perdía de nuevo por los pasillos-.

¿Amable? Bueno, si era así como te trataban antes de despedirte, diría más bien penoso. Estaba temblando y mi cara debía de ser un espectáculo de emociones. Eso era lo malo que tenía ser así de mostrativa al mundo, que cuando sentías algo no lo podías ocultar y tus acciones te delataban. Era algo malo y bueno a la vez, dependiendo de la situación. En esta, era definitivamente malo, muy malo.

Si mi jefe no me despedía por cualquiera de otras opciones, el motivo sería mi cara. Estaba segura.

¡Evelyn, por favor! ¡Optimismo! -Gritó mi consciencia, lo poco que quedaba de ella. Sí, yo podía ser la reina de el optimismo, pero cuando mis emociones pasaban por una crisis, eran imposible ser "optimista".

-Puede pasar -Escuché desde dentro de la sala-.

Hice una decena de "Aves María" antes de entrar, y eso que yo no era católica. Quizás, si me daba un paro cardíaco allá dentro, preferiría terminar en el cielo y no en el infierno, de modo que intenté acercarme de manera amistosa a los de allá arriba. Que estúpida, ahora estaba sudando y roja como un tomate, o más bien, estaba pasando al color berenjena.

Pero eso no fue hasta que no entré y ví quien era mi jefe. ¿Recordáis al chico que le derramé café por su traje el otro día? ¡Bingo! ¡Era él en carne y hueso!

Mi mente dejó de funcionar. Él se veía tremendamente bien comparado conmigo, eso me hacía ver vulnerable de alguna forma.

-Toma asiento, tranquila, no muerdo -Dijo sonriendo mientras mostraba sus pulcros dientes-.

Como siempre, en el momento menos indicado, mis zapatillas chirriaban deslizándose sobre el suelo. Oh, hoy era el día de las desgracias. Vete tú a saber que habría hecho tan nefasto para que tuviera que pagar de esta forma.

Me senté en la silla haciendo un sonidito al sentarme, haciendo que me sonrojara más, si es que eso era posible.

-Mi nombre es Jeon Jungkook -Dijo-. Supongo que sabrás el motivo de tu estancia aquí, ¿Verdad?

Yo parecía querer desintegrarme mientras este sonreía.

-¡No he hecho nada malo! ¡Lo juro! -Dije casi gritando, quizás soné algo desesperada.

Él soltó una carcajada, de alguna forma se le hacñia cómica mi penosa situación.

-Lo sé, me han comunicado que ha hecho progresos con el paciente Min Yoongi -fruncí mi ceño al escuchar el nombre del anterior nombrado, pues no sabía si estábamos jugando a los sarcasmos o qué-, quería invitarla a la fiestecita que va a tener la empresa, como amigos.

¿Eh? Mis ojos se abrieron como platos, al igual lo hizo mi boca. ¿Aquello era real? ¿Una fiestecita había dicho? ¿Cómo ammigos? ¿Me estaba tuteando? Era obvio que mi respuesta sería un sí rotundo, me moría por ir a un lugar movidito y mñas si era una fiestecita. Aquello sonaba bine, sin duda alguna sentía como si me hubieran quitado un enorme pase de encima.

Pensé en si hacerme la interesante o no, pero ya para qué.

-¡Allí estare! -Dije asintiendo con la cabeza repetidas veces para darle énfasis.

El chico no dejaba de sonreír de manera muy tiernamientras revisaba unos papeles.

-Vamos a celebrarla en la playa, está a unos pocos kilómetros de aquí, ven sobre las nueve de la tarde -Dijo él.

Hice una breve reverencia por respeto y agradecimiento y terminé saliendo de la salita. Estaba eufórica, pues si creía que mi jefe me iba a despedir era todo lo contrario: me alabó  e incluso me invitó a una fiesta en la playa para celebrar en la empresa. Era simplemente maravilloso, pero tendría que prepararme nomás saliera del trabajo. No había problema.

Caminaba trotando por los pasillos de la empresa cuando alguien chocó su mano contra mi frente.

-Auch -Alcé la mirada- ¡Ten más cuidado!

Yoongi me miró con suficiencia, pero a la vezsu rostro era de seriedad obsoluta.

-Ibas muy distraída -Se encogió de hombros como si la culpa no fuera suya-.

Me hubieran dado ganas de abofetearlo vilmente, pero no lo hice porque quizás él me arrojaba a la carretera y no era plan...

~~~

Me miré en el pequeñito espejo del baño con incomdez, pero estaba contenta.

Me había peinado el pelo con una trenza despeinada, dejando caer algunos mechones de pelo. Era "elegante" y a la vez de mi estilo, bastante bien. Había optado por ponerme un vestido corto con algún que otro brillantito y mis zapatillas amarillas.

Podía parecer algo raro, pero era mis zapatillas y yo las llevaba a donde fuera que fuera, aunque sabía que me podían denunciar por ir tan mal vestida y conjuntada, cosa que era imposible, pero viendo que venía de mí, todo era posible.

Me apliqué algo de crema para tapar las marcas que tenía en la cara y estaba lista. Le sonreí al espejo como era costumbre en mí y fui a salir del baño. Tomé el paño de la puerta pero entonces este también se abrió haciendo que retrocediera un par de pasos para no darme de naricas contra esta.

Un Min Caracol Jorobado apareció con cara de póker, pero eso era completamente habitual en él, nada por lo que alarmarse. Pero cuando me vió empezó a escanearme de arriba a abajo, cosa que me molestaba mucho, de modo que salí del pequeño cubículo. Más bien traté, porque el de la morgue me agarró del brazo.

-¿Qué quieres? -Dije molesta- ¿No puedes hacer las cosas con suavidad?

Me intenté zafar de su agarre, pero era obvio que él tenía más fuerza, porque aunque no lo pareciera, el cojo tenía más fuerza que yo, aunque fuera impresionantemente increíble.

-¿Dónde vas? -Dijo mirando mi ropa.

-A un sitio -Traté de jugar con él como anteriormenteél lo hizo conmigo, pues tampoco debía de decirle donde iba. ¡No era mi padre, por favor!

Él rió con sorna mientras clavaba su vista en mis ojos.

-A que sitio -Inquirió.

-No te importa -Dije y aproveché el pequeño desliz para deshacerme de su brazo y dar pasos hacia atrás para vovler a la sala.

Él rodó los ojos con molestia y terminó por irse y encerrarse en su habitación.

Bien hecho Evelyn.


Dejo la fiesta para el próximo capítulo... Voten si les gusta la historia, se aceptan críticas constructivas!
(Puede tener errores ortográficos)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro