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5

Estaba indecisa, no sabía si escojer doritos con queso o Rufles de toda la visa. Yoongi pasó por mi lado y sin preguntar ni nada, cogió un par de cada. Este chico comía demasiado, ¿Cómo estaba tan delgaducho si ingería semejantes cantidades de comida? Agregenlo a la lista de misterios de la vida.

Iba conduciendo el carrito por el supermercado mientras el caracol jorobado echaba todo lo que le venía en gana al carro. Un poco más y tendríamos que coger otro carro, y eso que era de los grandes, de esos que son para compras familiares y tal. Pasábamos pasillos y pasillos mientras yo volteaba a ver los cartelitos de los productos que se podían comprar. Si digo la verdad, no había demasiada diferencia entre los supermercados de España y de Inglaterra, salvo que había algunos productos de más y que los cartelitos estaban en inglés y no en español. Era curioso mudarse a otro país, conocías la diversidad que podía haber.

Y para mí eso era maravilloso, amaba la diversidad que podía haber entre unas cosas y otras, ver la diferencia y conocer cosas nuevas era realmente asombroso y emocionante. Sin duda alguna, las personas que criticaban a otras sin conocerlas solo por ser de otra "raza" o país, no eran de mi agrado, pues ellos se merecían el mismo trato que los demás por el hecho de ser personas, no por ser de un país u otro.

En fin.

El caso era que nos encontrábamos comprando Min Yoongi y yo, pero era obvivo que nos separaban metros de distancia. El caso era que el muy bastardo se había terminado toda la comida que yo compré el día anterior, cosa que no me agradó demasiado. Los dos estuvimos descutiendo, por que lo peor de todo era que se había comido mis gomitas de colores. Ositos de azúcar o como los llamen, él arrasó con todos solo para decirme que eran un asco y que debía de comer cosas que realmente valieran la pena.

¡Claro que lo hacía! ¿Acaso insinuó que mis gomitas no eran comida? Ayy...

El caso era que yo quise que él pagara por sus acciones y fuera a comprar mucha más comida, pero él se negó a ir solo alegando que era injusto. Injusto era que yo estuviera cargando el carro, cosa que debería de estar haciendo él.

Me acerqué a la caja con un carro que casi me pasaba la cabeza, era totalmente injusto. Yoongi se colocó delante para ir pasando las cosas por la caja registradora, mientras yo se las pasaba a él para hacer cadena y terminar lo más rápido posible, pues no tenía ninguna gana de quedarme más tiempo fuera, estaba ansiosa por llegar a casa y hacer la remodelación.

La cajera nos cobró un dinero desmesurado por nuestra compra sun más desmesurada y entre los dos cojimos las bolsas, que no eran pocas. Salimos de la tienda mientras chafábamos el asfalto, era de noche y las calles con suerte se veían porque las reflejaba la luz de las farolas. Tenía un plan aparte de decorar esta noche, como sabía que el Caracol Cojo se encerraría en su cuarto, había alquilado un par de películas de románticas de esas que veía cuando iba al instituto, pueden llamarme infantil, pero ví que habían sacado las dos últimas de la saga y no me pude resistir. De todas formas, llevaba esperando aquello mucho tiempo, de modo que las vería sola.

-¿En qué piensas? -Dijo al voz de la persona que iba delante de mí.

Me extrañó de sobremanera que él fuera el que preguntaba, pero no le iba a decir, no le importaba, ¿Verdad?

-En cosas -DIje mientras caminaba con pesadez cargando con las pesadas bolsas de la compra.

-Ah -Dijo sin ninguna emoción. Supongo que no le agradaba que le respondieran igual de vacío que él lo hacía, pero me dió igual.

Mi teléfono empezó a sonar y me apresuré a sacarlo de mi bolso. Era mi madre, debía de tener todo un interrogatorio preparado para mí, era muuuy típico.

-Hola mamá -Dije en cuanto hube descolgado la llamada-.

-¿Cómo te fue?-Supongo que lo de echar las preguntas sin temeridad lo heredé de ella, era obvio.

-Bien, ¿Cómo estás tú?

-Al igual bien, tu padre estaba preguntando todo el tiempo por tí -rió flojo y lanzó otra bomba, digo, pregunta-. ¿Cómo te va el trabajo?

Ops. Bueno, ni mal ni bien, pues tampoco entendía qué era lo que hacía allí exactamente. No sabía que responder, miré por el rabillo del ojo a Yoongi, y a los pocos segundos él me volvió la mirada mientras alzaba una ceja, extraño.

-Bien, me han dejado un cargo... -pensé mis palabras- especial, sí, especial-.

Ví como el chico que estaba a mi lado reía y se tapaba con la mano, la situación debía de parecerle cómica, aunque a mí no tanto. ¿Qué le dirías tú a tu madre, ah? Era algo complicado, más si trataba de mentirle, pues me terminaba descubriendo haciéndome sentir culpable por engañarla. Añade esto a la lista de misterios de la vida, pues las madres nunca dejarán de sorprendernos con sus poderes de videntes, encontradoras de hallazgos, apuradoras... Eran multi, pero impresionante. Mi madre era capaz de encontrar un objeto que yo no había encontrado durante meses en un abrir y cerrar de ojos. ¿Impresionante, eh?

-¿Cómo que especial? ¿Te pagan más? -Al contrario, ma, me pagan por no trabajar.

-No, no -Yoongi soltó una carcajada y le tapé rápidamente la boca con mi mano-.

-¿Estás con un chico? -Inquirió y por un momento se me heló la sangre. No la tenía delante pero aun así podía sentir su mirada y palabras acusadoras sobre mí. Maldito Yoongi.

Me detuve y él también lo hizo, y sin ninguna autoridad pegó su oreja a mi celular, para escuchar la conversación. Traté de empujarlo, pero ese no era el momento. Debía de pensar rápido. 

-No mamá, estoy sola -La voz me tembló, estaba jodida-.

-Hija...

Suspiré pesadamente mientras veía como Yoongi estaba a punto de estallar en carcajadas. Estaba delatándome todo el tiempo, no tenía suficiente capacidad ni tiempo para darle un empujón y para pensar coherentemente para mi madre, quien debñia de obtener respuesta, de otro modo era capaz de venir hasta este país a husmear.

-Es mi... vecino, estábamos hablando, solo eso-.

Al parecer la mentira había colado fácilmente y ella no interrogó más. ¡Vamos! Que apenas hacía dos días que había venido y ya pensaba que estaba con un chico... Entendía sus preocupaciones, ella quería lo mejor para mí de cualquier manera, y tener novios no estaba en sus planes, por lo que mal pensó todo antes de hora.

-Tu madre es algo controladora, ¿Verdad? -Rió él mientras retomábamos la marcha.

-Así son las madres, ¿La tuya no es así?- Dije de lo más casual.

Entonces el rostro del chico se ensombreció, y si su mirada era de normal oscura, ahora estaba opaca. Había tocado algo débil, aunque él tratara de ser el fuerte y eso, las expresiones faciales hablaban mucho de uno mismo. Me sentí algo mal por invadir su espacio, pero tampoco era que supiera su vida. No podía saber lo que a él le podía resultar hiriente después de apenas veinticuatro horas con él, después de todo no lo conocía en lo absoluto, por mucho que quisiera saber.

-No, ella no se preocupa por mí -Dijo finalmente-.

Era definitivo, su voz grabe y a la vez áspera confirmaba mis sospechas si es que acaso me quedaba alguna. Yo era una de las personas a la que le podías decir lo que fuera de la manera que fuera y le valía todo, pero aquellas palabras, tan secas, sin valor me hicieron pensar. Lo había dicho muy casual, como si hacerlo ya fuera una costumbre y como si él ya lo tuviera muy asimilado. Era simplemente eso, la sequedad e indiferencia de sus palabras lo que me llegaron a doler, pero solo un poquito. Era su vida, al fin y al cabo, no había nada que pudiera hacer.

-Bueno, por lo menos te sientes libre en algunos aspectos -Dije para tratar de agilizar el asunto-.

Él me miró y esa mirada tan penetrante escaneó mis ojos, tratando de hacer llegar un mensaje oculto a ellos, pero era obviamente imposible.

-Quizás demasiado libre, deberías agradecer que alguien se preocupa por tí -Retomó el camino-.

Me desarmó. Sus palabras eran como estocadas a mi corazón, no sabía si el motivo era su mirada, su tono de voz o yo que sé, pero me dejaban sin aliento, como una estúpida desagradecida. Me sentí culpable mientras caminaba detrás de él de nuevo.

Nunca en mi vida me había sentido así. Había desobedecido a mis padres, había hecho cosas malas y me habían regañado fuertemente, pero jamás me había sentido tan... perdida, llena de remordimiento, de simplemente culpa. Me desequilibraban sus palabras, que a pesar de no ser muy duras, tenían un efecto fuerte en mi sistema.

Sabía que muchas veces me habían insultado e incluso alguna persona me había deseado lo peor, sabía que yo había sufrido mucho y que nadie lo sabía. Recordé aquellas épocas de mi pasado en las que no me apetecía llegar al colegio, en la que poner un solo pie en el asfalto me daba pavor. Todo tenía un porque, pero jamás se lo conté a nadie. Mis padres nunca tuvieron conciencia de ello, de cierto modo prefería que así fuera, no quería que ellos se metieran en mi ámbito escolar y que me los demás me acusaran de chivata y de niñata floja, no.

Eso ya era pasado, y pasado pasado está.

Algo que siempre me repetí era que si había algo que me dolía o me hacía mal, debía de superarlo. Podía ser algo muy grabe, pero si me quedaba atascada jamás llegaría a ninguna parte, la vida pasa y pasa y tú tienes que ser fuerte. En la definición de vida nunca aparecerán las mierdas por las que debes de pasar, porque por mucho que termines levantándote, en tí siempre queda algo, un pequeño rastro llamado conciencia.

Y quizás gracias a cosas de ese pasado oscuro llegué a donde ahora estaba, a mi presente brillante y resplandeciente, pero con esa pequeña marca clavada a mí. Y no chicos, esa marca no la quiataba el KH7, tampoco lo hacía la lejía.

-Ey -Me movieron- ¡Evelyn!

Parpadeé un par de veces y volví a la realidad.

-¡A! -Miré a Yoongi- Ah eres tú-.

Él rodó los ojos:
-Estabas parada y medio ida -Dijo haciendo gestos con las manos-, ya llegamos-.

Miré el edificio que tenía en frente y sí, tenía razón. Estábamos en "nuestra" casa, plantados delante del portal.

-¿Pero cómo?- Miré a mis lados como si fuera a encontrar la respuesta, Yoongi rió bajito y negó con la cabeza varias veces.

Abrió la puerta y sin esperar ni nada él pasó, haciendo que la puerta prácticamente chocara contra mi cara. Sí, esa fue mi definitiva manera de despertar de mi lapso.

-¡Ey! -Corrí para situarme detrás de él y subir las escaleras a una marcha demasiado lenta- ¡Podrías ir con más cuidado!

Él ni siquiera respondió, me replanteé si me había oído, pero era obvio que sí. Terminamos de subir las escaleras y de un empujón lo corrí a un lado para oder entrar primero a la casa. Me gané una mala mirada por su parte, pero no iba a aguantar que él tardara veinte años en meter la llave en la cerradura y girarla, pues en muy lento podía propornérselo y llevarlo a cabo.

-¿No sabes respetar el turno de las personas? -Dijo muy molesto, al parecer al jorobado cojo -aunque no fuera ninguna de esas dos cosas- le molestaba que le apartaran de esa forma.

Le saqué la lengua y entré a casa.

-Qué infantil -Dijo rodando los ojos.

Entró después de mí y cerró con mucho cuidado la puerta, almenos con mucho más esmero de lo que yo solía hacer,  cosa que me molestó un poco, pues él era un amargado y hacía las cosas mucho mejor que yo.

Me dirigí a la cocina y descargué las bolsas, la segunda penitencia de Yoongi sería guardar las cosas el solo, pues yo ya lo había ayudado demasiado en lo que se suponía que tenía que hacer él. Él pasó por mi lado con una cara de "maténme" irrefutable, pero la ignoré mientras silbaba <<libre soy, libre soooooy>>por toda la casa.

Corrí hacia mi habitación y me descalcé, tirando mis zapatillas por cualquier lado. Con mis calcetines de arcoíris, caminé hacia el estante en e que estaban mis decoraciones. Cojí pegatinas, cintas, papeles y tiras de infinitos colores. Sumadle pegamenoto, tijeras y algunos adornos más, me dirigí al pasillo.

-Ni se te ocurra poner eso en mi casa -Dijo Yoongi acercándose a la línea que definía mi espacio.

-Lo voy a poner en la mía, no te creas que esta hermosura tocará tu espacio oscuro -Dije mientras dejaba las cosas en el suelo al lado de la pared-.

Él me  miró mal antes de entrar a su cuarto y cerrarlo con llave.

Agarré mi celular y navegué entre las Playlist que tenía en Spotify. Puse mi género de música favorito, dubsteb, y subí al máximo el volúmen de este. Las canciones de diferente bandas y cantantes resonaban en toda la casa mientras yo me inspiraba para empezar mi "mural artístico" sobre la pared.

Despegué las pegatinas de varios y múltiples colores y las fui pegando en la pared con un orden desigual, mientras otras las adornaba con las cintas y otras estrellitas de colores fosforescentes. Cuando terminé lo más básico, cojí con mucho esmero los abjetos más importantes. Se trataban de unas pequeñas estrellas, lunas y otras figuritas como cohetes espaciales que se pegaban al techo y estas desprendíanluz cuando se encontraban en la oscuridad.

¿Buena metáfora, eh?

Fui a la cocina para agarrar una escalerita que me permitiera llegar a lo más alto del techo y volví a mi destinatario final. Monté la escalera y con mucho cuidado subí los peldaños de esta -porque sí, estas escaleras solían ser my traicioneras, te podían dejar caer en cualquier momento-. Las pegatinas, como bien dice el nombre, ya traían pegamento, de modo que solo las despegué y las fui pegando.

Cuando el techo hubo quedado cubierto por las estrellas, me dispuse a bajar la escalera.

Tomé de nuevo el resto de pegatinas, y cuando empecé a bajar de esta...

-Bu -Dijo una voz atrás de mí-.

Perdí totalmente el equilibrio, me tropecé con mis propios pies enredándolos y terminé en el suelo con un montón de plásticos encima de mí y del suelo.

Me llevé la mano a al cabeza, dolía demasiado y veía borroso, aun así podía distinguir a la figura culpable de esto.

-¿Qué problema tienes? -Dije enojada- ¡Joder! -Me sobé la cabeza mientras trataba de ponerme en pie, pero casi trastabillo y caigo de nuevo al suelo, por suerte me apoyé en la pared y la desgracia no se hizo aun mayor.

El chico se rió de mi situación y dijo:
-No es mi problema, es el tuyo por ser tan condenadamente despistada y asustadiza-.

Puedo aceptar que tenía razón por una parte, por que solo dijo "bu", no era la gran cosa, más si lo dijo con ese tono neutral que no le daba miedo a nadie, pero el muy estúpido lo hizo mientras yo estaba subida a una escalera, sabiendo muy bien que yo era asustadiza. ¡Bastardo! ¡Estúpido sin remedio! Me froté las sienes mientras veía a mi alrededor, Yoongi había desaparecido.

¿No debería de respetarme un poquito más? Supongo que a él le daba igual, era el mismísimo Min Yoongi señores y señoras, hacía lo que le daba la gana y le valía todo.

~~~

Estaba en el mejor plan del mundo, bueno el segundo. El primero siempre sería sin lugar a dudas, una fiesta con muchas luces y la música para destrozarte los tímpanos, pero todavía no asistí a ninguna.

El segundo, era el más económico por decir así. Me encontraba con un bol de palomitas a mi lado y una bolsita de gomitas, nubes y regalices -dulces-, mientras con la única mano que me quedaba sostenía una bolsa de gisantes congelados sober mi frente. Estaba de buen y mal humor, pues estaba concentrada en la película, aun así, mi cabeza tenía un notable bulto. Si aun no sabeís a que se debía, os lo explico con gusto.

Después de pegarmela al caerme de las escaleras, Yoongi desapareció dejándome sola. Como pude llegué a la cocina, y cuando ví mi reflejo en la ventana de esta, casi me da un paro cardíaco. Tenía un moretón hinchado en un lateral de la frente, de modo que llevaba como dos horas con el maldito hielo incrustado a la cabeza.

Quizás faltaba poco para que mi cerebro se congelara, pero pf.

Despegué los guisantes y los dejé a un lado del sofá, mientras trataba de disfrutar de la maravillosa película -más bien, la segunda película- que había escogido.

-¡Mierda, Chase! -Me llevé las manos al pelo agarrándolo con fuerza- ¡Dile que lo amas!

Dos minutos para terminar la película y Chase, la rubia americana, se terminño declarando al que había sido su amor platónico, Jordan. Estaba ansiosa de ver como terminaba la película, faltaba que Jordan respondiera y que le correspondiera a sus sentimientos, pues en las últimas películas había tenido un comportamiento algo extraño, pero yo quería que aquellos dos terminaran juntos.

-¡Vamos! -Apuré a los personajes.

~Chase, yo...~

-¡No! -Me tiré desde el sofá al suelo y me dieron ganas de quedarme allí y pudrirme para siempre, pues el televisor se había desconectado, al igual que todas las luces de la casa.

Oh, no. Ahora no. Quería gritar de frustración, ¡Acababan de cortar el momento! ¡Por Dios!

Después de ahogar un par de gritos -pues si gritaba terminaría despertando a todo el vecindario a la una y media de la madrugada-, me levanté y a tientas busqué la habitación de Yoongi. Quizás él supiera donde estaban las clavijas de la luz para activarlas de nuevo, eso esperaba.

Caminé de puntitas por el largo y silencioso pasillo, encuelta con la manta. No era que tuviera frío ni nada, pero esto de la manta era una táctica infalible, pues si aparecía un fantasma, pensaría que yo era una de los suyos y no me mataría ni me chuparía el alma y cosas de esas. Aunque era un poco estúpido, la manta era roja y los fantasmas eran pálidos o directamente transparentes, cosa que si trataba de camuflarme, las tenía crudas, señores/as.

Cada mínimo ruido me inquietaba, cada sombra o luz me aterraba mientras trataba de llegar de una pieza a la habitación de mi "vecino".

Exagerada, hubiera dicho mi madre.

Miedosa, hubieran dicho mi padre y mi abuela.

Inteligente, decía mi cerebro.

Llamé un par de veces a la puerta del chico cuando hube llegado, toda la casa yacía a oscuras, pues era obvio que la luz se había ido. No obtuve respuesta, después de picar repetidamente el espacio que contituía y la puerta. Entonces, traté de abrirla, pues aunque fuera de mala educación, estaba necesitada de ayuda en ese momento.

Ayuda de quien casi hace que te habras la cabeza -Señaló mi subconsciente-.

Bravo Evelyn, bravo.

¡La puerta estaba sin traba! ¡Viva!

Sonreí victoriosa y sin hacer ruido abrí la puerta de par en par. Pasé la mirada por su habitación, estaba pulcra y ordenada, al contrario que la mía. Esto me dió algo de vergüenza, pero lo ignoré. Pasé dentro con un rápido movimiento y ví claramente el motivo de su ausente respuesta: estaba dormido. Yacía sobre la cama como un bebe adorable, daban ganas de estrujarle esos mofletes y de removerle el cabello verde menta, pero retuve mis instintos.

Entonces, mi mirada se posó en una mesa que se encontraba en la esquina de la habitación.Me acerqué a esta y pude observar varias hojas con partituras y letras que no entendía desperdigadas por la mesa. También había una laptop encendida, se podía observar el fondo de pantalla: dos padres cerca de alguien, un niño pequeño que mostraba sus encías y sus apenas sobresalientes dientes. Supuse que sería él con sus padres. Sonreí por inercia, y bajé la vista de nuevo a las partituras.

Habían hojas que contenían palabras, otras símbolos musicales y otras nomás yacían arrugadas en estado bolita.

¿Así que le gustaba hacer música, eh?

Maldecí cuando la ruidosa música de mi celular empezó a sonar haciendo eco en las paredes de la habitación. Lo busqué en los bolsillos de mi pantalón, desafortunadamente par amí, el teléfono parecía estar en el fondo de estos.

Pero mi susto fue aun mayor cuando una mano se posó sobre mi hombro.

Me giré lentamente dispuesta a encontrar mi destino fatal.

-¿Qué demonios haces aquí? -Dijo un Yoongi irreconocible, ahora realmente daba miedo- Vete, ya.

Entonces, con la música sonando todavía, él tomándome con fuerza y fiereza el hombro y clavando su mirada en mí, en ese justo momento incómodo, me atreví a preguntar:
-¿Haces música?-Dije con tono de niña pequeña.

Entonces él ya no reapró en mí, me empujó bruscamente afuera de su habitación echándome fuera y cerró la puerta bruscamente con traba.

¿Había hecho algo malo ahora?



Por qué Yoongi esconde su música? :>

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