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20- ¿En serio, al monte?

Me puse de puntillas y me subí las gafas hasta que quedaron sobre el puente de mi nariz. Cierto era que ayer al anochecer llegó a hacer frío, pero el día de hoy era demasiado caluroso. Era la primera vez -desde que había llegado- que me ponía pantalones cortos. Todo tiene motivos, y era que todavía no los había sacado de la maleta "gracias" a mi pereza.

Estaba a punto de coger el correo -cosa que tampoco había hecho desde mi llegada al edificio-, cuando sentí unos brazos que me rodeaban.Realmente el contacto físico no me desagradaba, pero eso dependía de la persona que lo proporcionara.

-Buenos días...- Dijo una voz cálida chocando contra mi cuello-.

Aquella voz me provocó un escalofrió que me erizó toda la piel, mientras sostenía un par de cartas en la mano.

-Jungkook, detente -Dije tratando de zafar sus manos, que rodeaban mi abdomen atrayéndome hacia él-.

Él las retiró y me di la vuelta para encararlo, como siempre, con una sonrisa burlona y una pizca de maldad sobre aquella mirada. Odiaba que mi miraran así, me sentía algo invadida y a pesar de que me gustara estar cerca de las personas, aquello no me agradaba. Ese tipo de miradas se me hacían repulsivas, como los silbidos de camioneros hacia las chicas. Era simplemente... asqueroso. No me agradaba, en absoluto.

-¿Qué quieres? -Dije tratando de desviar el tema. La intención de aquella mañana de lunes había sido bajar a ver si había correo, no toparme con él. El chico era amistoso y tal, pero había actuado de una forma extraña conmigo últimamente. Y esos comportamientos me daban cierta desconfianza, él había cruzado repetidas veces un límite de amigos que no debería de cruzar.

-Hay una excursión en la empresa -Empezó-, aquí hay un folleto -Dijo pasándome varios papeles unidos por un clip-. Te espero allí hoy -Dijo para darse la vuelta e irse por donde había entrado-.

Me quedé perpleja, con los ojos abiertos mientras lo veía salir por la puerta e irse con esos aires burlescos. ¿Qué? ¿Viaje... de la empresa? ¡Pero si apenas había trabajado!

Salí de mi shock instantáneo y miré hacia todas direcciones, para salir corriendo detrás del pelinegro. Pegué un pequeño portazo con la puerta y después de divisarlo al final de la calle, eché a correr detrás del sujeto.

-¡Jungkook! -Grité- ¡Espera!

El nombrado volteó después de que lo llamara por tercera vez y me dedicó una mirada confundia, haciéndole ver algo más atractivo de lo que ya era. 

Alzó una ceja, esperando a que yo hablara o dijera algo:

-¿Cómo que excursión? -Dije jadeando por la carrera que me había dado -No he trabajado prácticamente como para que me concedáis esto -Dije negando con la cabeza -, no es justo para los demás-.

Jeon me miró algo dubitativo, pero al segundo cambió su semblante  y empezó a explicarme:

-Tranquila, después de esto volverás a trabajar. El caso es que iremos unos días a las montañas que quedan cerca de aquí, y residiremos en unas cabañitas que hay -Hizo gestos con las manos-. Si quieres puedes traerte a Yoongi.

-Ah -Dije abriendo la boca como un pez-, ¿Cuántos días son?- Pregunté.

Sí, era algo estúpido estar ahí si tenía la información en un papel, pero ya que estaba haría lo posible para no tener que leer el folleto. La pereza podía llegarme a niveles inimaginables.

-Hoy pasará un bus en la calle que queda cerca de tu casa y nos recojerá, son cuatro días en total -Dijo profesionalente-. ¿Vas a venir? -Dijo inflando sus mofletes.

Sí, yo quería de una manera extraña al apuesto sujeto que tenía delante. No se parecía para nada con el amor que compartía con Yoongi, él no despertaba ese tipo de emociones en mí. Pero sin duda alguna, aquel hombre era demasiado hermoso para mis neuronas. Por una parte me sentía mal al estar pensando de esa forma con Jungkook, pues realmente amaba a Yoongi. Pero era inevitable, él tenía ese no sé qué que te atraía, pero solo era eso; una simple atracción sin sentimientos de por medio.

-Ey -Jeon pasó su mano de arriba abajo cerca de mi cara-.

Parpadeé un par de veces. ¡Qué idiota que era! ¡Un poco más e incluso babeaba por él! Me abofeteé mentalmente mientras el chico no reprimía sus risas. La verdad era que yo tampoco lo hubiera hecho de no ser la perjudicada...

-Sí -Dije- Esperános a mí y a Yoongi -Solté sin pensar, observando cómo el chico se acercaba y dejaba un suave beso sobre mi mejilla-.

-Nos vemos -Me giñó un ojo y se dió la vuelta para marcharse-.

Vi embobada como el chico iba alejándose cada vez más. Ugh. ¿Por qué me ponía tan nerviosa? Me sentía cohibida mientras él se tomaba toda la libertad del mundo para hacer tales acciones. Por otra parte, me molestaba que lo hiciera. Me hacía sentir extraña, pero a la vez culpable. En verdad no debería de sentirme así, pues no estaba saliendo con Yoongi ni nada, tampoco sabía si él correspondía a mis sentimientos -aunque por los últimos comportamientos rezaba para que así fuera-. De todas formas no podía evitar sentirme así, mis sentimientos luchaban constantemente traicionándose entre ellos.

Me sentía extraña.

Fueron minutos los que pasé en la calle para darme cuenta de mi error. ¿Yoongi, monte? Eso sonaba más a chiste que a realidad, aunque también me lo parecía el hecho de que a él le gustaran los videojuegos y fueran tan bueno como yo.

Pero lo del monte era algo MUY DIFERENTE. Él no se movía a penas de la habitación, ¿Cómo sería caminar en pleno bosque durante cuatro días? Uff. Me estremecí por un momento al imaginarlo quejándose, el muy caracol jorobado podía estar aguándome el viaje. Pero ya me había comprometido, de modo que solo me quedaba como opción convencerlo.

Bueno, si no se convencía, podía recurrir a lo siguiente: Anestesiarlo, o amenazarlo.

Giré sobre mis propios talones y volví a casa silbando una cancioncilla aleatoria. Aun eran las doce del mediodía, y a pesar de que el viaje fuera muy apurado y tuviera que hacer la maleta y muchas cosas más, no iba dejar pasar aquella oportunidad de pasarlo bien.

Él vendría conmigo sí o sí, no le quedaba de otra.

~~~

-¡No te pienso decir así! -Dije estresada porque él fuera tan estúpido y arrogante.

Yoongi se dejó caer sobre la pared con ese deje de superioridad que nunca le faltaba, por no decir que como siempre clavaba sus oscuros ojos sobre los míos.

Él se encogió de hombros.

-O lo haces, o quedarás mal delante de toda tu empresa -Dijo como si fuera una niña pequeña a la que sus padres tuvieran que convencer-.

¡Maldito!

Faltaban quince minutos para que tuviéramos que salir de la casa. Yo me encontraba delante de la puerta, maletas en mano -con todo lo que iba a necesitar- y las ganas de pegarle una cachetada a Yoongi saliéndome por los poros. Él también estaba listo, con la oscura mochila de deporte colgada al hombro, pero no iba a salir. No, almenos, hasta que dijera aquellas palabras que yo me negaba a decirle. Eso era un abuso de poder. 

Rodé los ojos mientras agarraba con fuerza las anzas de mi maleta. Estaba deseando estampársela en la cara, a ver si así se quedaba a gusto y dejaba de molestar.

-Vamos -Apuró él-, llegaremos tarde -Dijo.

Convencerlo no fue fácil. Estuve literalmente una hora rogando que necesitaba que fuera, pero el muy engreído tenía condiciones. ¿Condiciones? ¿Cuáles?:...

-Llámame Yoongi oppa -Dijo serio-.

No podía creerme que tuviera aquel rostro de seriedad mientras decía aquello. Según busqué en google, este término se hacía usar para las personas muy cercanas o parejas, pero a mí no me agradaba. Me parecía algo cutre, además de que todavía tenía esa pelusilla. Sí, sabía que aquello después lo utilizaría en mi contra, de modo que me negaba. No pensaba ser su blanco de burlas tan fácilmetne, no.

-Yoongi o- Negué con al cabeza con una mueca de desagrado-. Es ridículo-.

Me crucé de brazos.

-Quedan diez minutos, ya verás lo que haces -Dijo sin más-.

-Argh -Me quejé mirando al techo, como si la Santa Ramona me fuera a ayudar- Yoongi oppa -Dije secamente-.

Yoongi se acercó a mí con paso rápido.

-No te he oído -Dijo bajando su rostro hasta quedar a mi altura-, repítelo más fuerte-.

Sonreí con malicia mientras le pisaba el pie, ganándome una mirada acrbilladora de su parte.

-¡Va! -Dije jalándolo con fuerza hacia fuera de la casa- Maldito lento -Dije a regañadientes-.

-¡Eres una bruta! -Chilló mientras se veía obligado a descender el piso detrás de mí.

-Y tú un caracol jorobado -Dije volteando a verle-.

-¿Qué has dicho? -Dijo con ese tono de advertencia.

Oh, oh...

-¡RUN! -Dije abriendo la puerta de golpe, haciendo que la gruesa puerta de cristal se estampara contra el amargado -Mierda -Dije cuando lo vi perseguirme-.

Corrí, literalmente, corrí por mi vida tratando de alcanzar la calle -que a pesar de estar a escasos metros de la nuestra- que en ese momento me parecía inalcanzable. Dios, él me iba a matar.

Arrastrando las maletas y tronándolas con la acerca, la gente me miraba raro. Pero ninguna de aquellas miradas curiosas que recaían sobre mí se podían comparar con las que recaían sobre Yoongi. No sabía si reír por la cómica situación, o si en cambio, echarme a llorar. Si Yoongi me atrapaba era humana muerta.

Añadid esta muerte a la lista de posibles deprimentes -y chistosas- muertes.

Entonces, cuando creía estar al borde de la salvación, alguien me tomó del hombro y me hizo dar una vuelta de unos... ¿180º?

-Ey, ¿Por qué tanta prisa? -Me sorprendió mi jefe-.

-Por... por...

Yoongi se paró en frente de nosotros con un cachete rojo "gracias" a mi portazo. No sentía pena por él, que se joda, por haberme hecho llamarle por ese mote tan... tan estúpido.

Primero nos miró a ambos, después vió que Jungkook me tomaba con fuerza, pasando su brazo sobre mi cuello y atrayéndome hacia él.

Voy a ser sincera. Yoongi tiene dos fachadas: la buena; la burlesca, "romanticona", o simplemente la amable, pero después estaba la mala. Era esa personalidad grotesca, prepotente e impulsiva que no me gustaba para nada. Odiaba cuando las personas se comportaban de esa forma.

-Aléjate de mi novia -Dijo tirando de mi brazo, haciendo que chocara con él-.

-Yoongi, no soy tu novia -Dije tajante, pues como se pusiera en el plan de "novio celoso y posesivo", la iba a tener clara. Yo no era de esas personas que dejaban que los otros dijeran o hicieran lo que quisieran. No.

Jungkook nos miraba un tanto extrañado a ambos. Se rascó la nuca con una mezcla de nerviosismo y a la vez de timidez, cosa que me parecía realmente adorable de él. Entonces me di cuenta de que había varias personas a nuestro alrededor, entre ellas, gente de la empresa que también cargaba con maletas. Suspiré aliviada: nadie había presenciado esta escena.

Entonces, como si de la suerte se tratara, un autobús de color amarillo llegó a recogernos. Jungkook me miró y con una leve sonrisa dijo:

-Me adelanto yo -Dijo y después de dejar su maleta en el compartimento de maletas del autobús, subió las escaleritas de este y entró-.

Hice lo mismo, después de descargar las maletas subí al autobús.

Y creedme, no había mejor autobús en todo el universo. Unos chicos que estaban sentados en el fondo pusieron música en unos altavoces y el resto aplaudía al ritmo de esta. Era maravilloso. Me dirigí a uno de los asientos de adelante, pues a pesar de querer escuchar con más claridad la música, yo me solía marear bastante en los vehículos.

Me quedé en el lado de la ventana cuando distinguí la melena colorida de Yoongi.Este pasó los primeros asientos y como si fuera un peso muerto, se dejó caer a mi lado. Lo miré de reojo viendo la cara de amargado que traía. Dios, Yoongi realmente no sabía pasárselo bien.

Entonces se sacó de un bolsillo de su pantalón un celular y unos auriculares, y después de tardar mil años -como con todo- en desenredarlos, terminó incrustándoselos en las orejas dispuesto a ignorar a todo el mundo.

-Yoongi -Le llamé-, Yoongi, Yoongi, Yoongi-.

Él cerró los ojos. Sabía perfectamente que me estaba escuchando pero el muy estúpido estaba ignorándome. 

Así que procedí a hacer lo mismo. Agarré mi celular y empecé a ver cosas irrelevantes y sin importancia mientras veía como avanzaba el vehículo. El viaje era bastante largo, de prácticamente dos horas y media, por lo que tenía que aguantar.

Un silbido me alertó de que tenía un mensaje. Ah, claro, Sofía y Andrés. Últimamente me estuvieron hablando mucho, pues querían que les explicara todo lo de Yoongi. Así lo hice, y después de que ambos dieran su aprovación, les hice jurar que a mi madre ni una palabra. Ellos eran mis amigos y les tenía confianza y tal, pero eran muy "bocachanclas", es decir, que todo lo soltaban, y yo no podía permitir que le dijeran aquello a mi madre ya que básicamente ella me haría regresar a España.

                                                                                            SOFÍA

¡Ey!  8:30.

¡Evelyn! 8:31.

                                                                                                            ¿Qué pasó?  8:35.

No me dió tiempo a escribirle nada más, pues mi teléfono empezó a emitir ese sonido del gallo. ¡Mierda! ¡Tenía que cambiar ya el timbre de llamada! Menos mal que no estaba en una reunión empresarial, pues en ese caso hubiera pedido que la tierra me tragara.

La pantalla se iluminó con el nombre de Sofía en la pantalla. ¿Qué ocurría tan importante como para una llamada? Bueno, en verdad ella era muy de hacer llamadas por cualquier tontería, quizás me estaba alarmando demasiado para el caso.

Observé por el rabillo del ojo a Yoongi, que miraba al frente -o a saber donde- con los auriculares puestos.

Descolgué la llamada y me puse el teléfono en la oreja mientras me apegaba algo más hacia el cristal. Todavía estábamos en la ciudad.

-¿Qué sucede? -Dije tratando de no alzar demasiado la voz, aunque era difícil teniendo en cuenta que la música todavía llegaba a escucharse a nuestra altura.

-¡Han cerrado! -Dijo ella con apuro- ¡Han cerrado el edificio de videojuegos!

Me quedé de piedra. No podía ser, aquello solo era una broma de mal gusto, sí, era eso. Sentí la mirada de Yoongi perforándome el cuello mientras yo trataba de que mis neuronas vovlieran a conectarse con mi cerebro para funcionar de nuevo.

-¿Qué dices? -Dije clavando mis uñas en el asiento.

Realmente no sabía que sentido tenía hacer eso, pues tenía las uñas tan cortas que lo único que hacía era estresarme más de lo que ya estaba. Se oyeron ruidos al otro lado de la línea y un par de jadeos, ella debería de estar más nerviosa que yo, apostaba lo que fuera a que estaba llorando, cosa que me parecía totalmente normal.

-Alguien llamó a la policía -Suspiró-, y descubrieron que la gente no solo iba allí para jugar. Las máquinas no estaban compradas del todo legalmente, tú lo sabes -Dijo con trsiteza-.

Me jalé del pelo echándomelo hacia atrás. Un par de lágrimas bañaron mis ojos -o quizás más- por la terrible noticia. Puede que para mucha gente esto fuera algo sin importancia, pero no lo era para mí, que prácticamente me crié en ese entorno. ¿Quién demonios había avisado a la policía? Estaba furiosa y triste, pues sentía impotencia por no poder estar ahora en mi ciudad natal. Estaba claro que la culpa era mayoritariamente suya por haber comprado cosas poco legales, pero de todas formas me sentía pésimo. Era como si alguien me estuviera perforando el estómago.

Me limpié algunas lágrimas con las palmas de las manos, no quería que nadie en ese lugar supera de mi situación.

-Es horrible -Dije recuperando la voz-. ¿Cómo está Andrés? -Dije a sabiendas de que él no podía estar demasiado conforme con aquello.

-Furioso -Dijo ella con una risita-. Es demasiado chistoso verlo así...-Suspiró- De todas formas, ¿Qué haremos ahora? -Dijo con pesar.

Bufé colcando mi mano encima de mi frente, no quería que nadie viera el espectáculo emocianal que estaba dando mi cara. Dios, ¿Que qué íbamos a hacer? Ni idea.

-No lo sé -Dije algo abrumada-.

-Está bien, tengo que colgar -Dijo ella-. Cuídate-.

-Igualmente.

Dejé caer el teléfono sobre mis piernas. Esa chica podía parecer infantil y toda la cosa, pero ella era un amor de persona. Se preocupaba por mí tanto como mi madre, desde que la conocí haía sido un muro inquebrantable para mis días tristes. Era como mi respaldo, aunque ahora estuvieran a miles de kilómetros de distancia.

-Mierda -Bufé de nuevo-.

-¿Sabes que esas palabras no pegan contigo? -Me sorprendió Yoongi a mi lado.

Rodé los ojos. Por un momento me había olvidado de que estaba en plena excursión y que el amargado de la morgue estaba sentado a mi lado. Debería de pensar las cosas antes de decirlas, pues menos mal que no abrí demasiado la boca con lo referente a la sala de juegos.

-¿Y qué pega conmigo? -Dije algo molesta por la anterior noticia y por el hecho de que él estuviera metiéndose de esa manera en mis asuntos-.

Él se giró en su asiento, enfoncándose en mi dirección. Se apoyó de forma burlesca en el asiento, cosa que me ponía nerviosa. Él tenía tanta confianza en sí mismo que había veces que me la terminaba quitando a mí, cosa realmente complicada.

-No sé, tú dime -Dijo retando-.

No me había percatado de que ya no estaba con sus auriculares ni con su móvil.

Evadí sus palabras concentrándome en el paisaje que cada vez se acercaba más a nuestro destinno. Estaba empezando a irritarme. Entonces, él volteó mi cara de una manera algo brusca y con sus mangas me limpió las lágrimas que aun yo no había podido eliminar.

-Woah, Evelyn llorando -Dijo-. Es el fin del mundo-.

Giré mi cara molesta porque él tuviera que tomarse a risa que yo estuviera así, pero no pude reprimir una risita. Tenía razón después de todo.

-Y que lo digas -Respondí con voz rasposa-. ¡Vamos a morir todos!- Dije de forma dramática mientras volvía a fijar mi mirada en él.

A pesar de que aparentaba tener un semblante aburrido, sus ojos destellaban diversión mientras conectaban con los míos. No me gustaba mirar a la gente a los ojos por el hecho de que me hacía sentir incómoda, pero con él era diferente. A pesar de que su mirada irradiara oscuridad y la mía pasión, no podía dejar de verlo. Verlo a los ojos era simplemente como verlo reflejado a él, porque cuando su alma carecía de expresión, sus ojos abundaban de ella.

-Eres bonita -Dijo de la nada, pero entonces como si se hubiera dado cuenta de que había dicho algo malo, cambió su expresión y miró hacia delante-.

-Oh, vaya. -Dije para pincharlo- El que me decía fea...

Reí internamente cuando el me fusiló con la mirada.

-No te creas nada raro -Dijo apuntándome con su dedo índice-. Solo era para que dejaras de parecer una amargada -.

Solté una carcajada.

-¡Pero si el único amargado aquí eres tú! 

El peli verde volcó sus ojos. Le di un golpe con mi puño a su brazo tratando de sonar amistosa.

-Venga, que no era para tanto -Sonreí- ¿Qué escuchabas? -Senalé al cable blanco que salía de sus pantalones.

-Rap -Dijo secamente-.

Abrí mucho los ojos.

-¿¡Esscuchas rap!? -Dije muy emocionada.

-Te acabo de decir que sí -Volvió a rodar sus ojos-.

Oh, Yoongi irónico. Había perdido la cuenta de cuantas veces había rodado los ojos en aquellos cinco diez minutos, pues si de deberes de matemáticas te propusieran coltarlas, considérate suspendido.

-¿Puedo escuchar?

Él sacó con molestia sus audífonos. Era muy probabla que toda la irritación que aparentaba tener solo la fingía, pues realmente dudaba que una persona se pudiera enojar por todo y con tanta facilidad. Después de conectarlos a su teléfono y tocar varias opciones en él, se los colocó pasando de mi cara.

Of. Eso dolía un poco, muy poco. Giré mi cabeza para observar los paisajes que se abrían paso ante nosotros, cada vez nos acercábamos más al monte, a pesar de que aun nos quedaba más de una hora para llegar.

Pero me equivoqué.

-¡Ah! -Grité cuando de un golpe seco él me colocó un auricular bruscamente en mi oreja.

-Sh -Me calló-.

-Caracol jorobado...-Murmuré, pero Min pareció escucharme, pues me dió una patada por debajo de los asientos.

Recosté mi cabeza en el asiento mientras mis oídos se inundaban con cantantes y bandas que desconocía, pero que para ser mi primera vez escuchándolos, tenía una buena impresión de ellos.

...

~~~

Un empujón me despertó. Abrí mis ojos de golpe observando al causante de mi actual dolor de cabeza. Me rasqué la nuca mientras observaba todo mi alrededor, estábamos prácticamente solos en el autobús.

-Estúpido -Me dirigí a Yoongi-.

El cojo volcó sus ojos mientras bajamos del autobús. Agarramos nuestras maletas mientras seguíamos a la multitud de gente.

Yoongi tomó mi mano mientras mantenía su mirada al frente. ¿Cómo podía estar sin ninguna expresión? No lo comprendía, pues a mí su tacto me infundía descargas eléctricas, más cuando entrelazó nuestros dedos y los agarró con fuerza. Entonces sentí cómo mi estómago empezaba a revolucionarse, al igual que mi temperamento. ¡Era que mi mano encajaba perfectamente con la suya!

Estábamos en una especie de prado verde, la noche había caído y nos guiábamos por la luz de las estrellas. Llegamos a una especie de posada-cabaña, donde en la entrada habían hecho un círculo, dejando hablar a dos personas -monitores- en el centro.

Un hombre algo barbudo en compañía de una mujer -los cuales parecían ser unos completos naturalistas-, explicaron las actividades y armaron habitaciones.

-¿Quién falta todavía? -Dijeron.

Yo y Yoongi, que habíamos llegado tarde, alzamos la mano.

Ambos, el hombre y la mujer compartieron un par de palabras, algo preocupados.

-Tendréis que ir juntos, no quedan más habitaciones -Dijo él.

Nosotros asentimos para no llevarle la contraria, y después de que nos dieran un folleto con las cosas que haríamos al largo de la semana, toda la piña de gente entramos a la casa.

A pesar de ser de campo, era realmente acogedora. Cabe decir que en las montañas el clima era algo frío, por lo que cuado entramos un agradable calor se extendía por la estancia. Pasamos un salón común, con una chimenea y varias mesas con juegos. Si seguías el salón, llagabas al comedor, donde habían mesas bien distribuídas y comida.

Nosotros subimos unas escaleras de madera mientras nos alumbrábamos por las luces tenuemente anaranjadas del lugar.

-Esto es agradable -Dije para romper el silencio que nos unía-.

Realmente era extraño estar con Yoongi. Había ocasisones en las que agradecías no compartir palabras con él, pero en otras ocasiones, sentías la necesidad de hacerlo.

Él asintió mientras cargaba con su maleta.

Llegamos a la planta superior, nuestra habitación era la quince. Pasamos un estrecho pasillo y con las llaves que nos dieron junto al folleto, abrimos la puerta.

Era cierto que a ninguno de los dos nos hacía demasiada gracia compartir habitación juntos, pero no íbamos a montar una escenita por tener que hacerlo. Nos pasaba por estúpidos y llegar de último, aunque de cierta maner agradecía ese detalle. No quería dormir con completos desconocidos, aunque con Yoongi no era tampoco la mejor opción. Era mucho mejor estar sola, menos complicaciones con el espacio y...

-¡Yo me pido la cama! -Dije lanzándome a la única cama disponible que había.

Yoongi, en cambio, seguía con su paso de caracol marchitado -si es que eso exitía-.

-No pienso dormir en el suelo -Dijo con completa seguridad-.

-Yo me la pedí antes -Chisté-.

-Tendremos que dormir juntos -Se encogió de hombros-.

Bufé.

-Mientras no invadas mi espacio...

Él se sentó en la cama aboyándola mientras dejaba caer su maleta a un lado.

-Tengo sueño -Se quejó-.

-Pues duerme -Dije irónicamente-.

-Está bien -.

Y entre quejas de su parte y respuestas de la mía, terminé durmiéndome.










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