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19~ Creo que eso era... amor.

Evelyn.

Me despeiné un poco el pelo para tratar de darle algo de volumen. Algo que me molestaba de mi cabello, era que era demasiado aplastado, se apegaba a mi cabeza. Me gustaría tener ese volúmen que tienen algunas chicas en los anuncios del Pantene, pero por muchas cremas, champús y mejunjes que me aplicara mi pelo estaba chafado.

Bufé al espejo haciendo un puchero. Pues nada, me haría una simple trenza despeinada y así podría disimular el pelo que tenía. Realmente no entendía cómo algunas chicas se quejaban de tener mucho pelo, aquello era una maravilla. Pero no, a mí me tenía que tocar el pelo de una escoba.

Mirándome al espejo empecé a nudar los sencillos mechones de color salmón que caían conforme los soltaba. Era complicado hascerse trenzas sola. Antes me las hacía mi madre, la cual empleaba demasiado esmero en ellas. Ahora me que las tenía que hacer yo solita, era algo complicado y sabía que nunca me quedaría el resultado perfecto que a mi madre le quedaba.

En fin.

Cuando me quedó algo similar a unas trenzas echadas hacia atrás, miré el espejo del baño con una sonrisa triunfal. ¿Quién iba a decir que este pelo era aburrido? Bueno, lo era, pero todo tenía solución.

Me había puesto un sencillo vestidito que hacía mil años que no lo usaba. De color negro, algunas lentejuelas coloridas destacaban en él. No me gustaba el hecho de que fuera de ese color, pero con un poco de brillo, el contraste que hacía se veía genial. No olvidéis que calzaba con mis zapatillas amarillas, eso era indispensable para mi persona.

Sin más, salí del pequeño cubículo.

-¡Yoongi! -Le grité desde fuera de su habitación.

Él gruñó de mala manera indicando que esperara un poco más.

El caso era que había descubierto unos rereativos en aquella preciosa ciudad y no podía dejar la oportunidad pasar. Después de estar todo el día persiguiendo a Yoongi para que acepatara la propuesta de venir conmigo, este aceptó alegnado que le debía tres favores como mínimo. Yo lo ignoré, de todos modos, era muy dudable que yo fuera a hacer favores. Lo importante era que él iba a venir a los recreativos, y aunque juró que era mejor que yo, lo dudaba.

¡Nadie me había superado nunca! ¿Acaso sería él capaz de lograrlo? Probablemente no.

Abrió la puerta de par en par haciendo que casi me estampe contra él y eché un par de pasos hacia atrás. Le di un repaso con la mirada y reí bajito. Él se había puesto un camiseta blanca con letras negras y unos pantalones negros ajustados que le iban demasiado bien. Como calzado llevaba unas deportivas negras que a pesar de no ser tan brillantes como las mías, no estaban nada mal.

-Joder -Dijo mirándome-, parece que nos hubiéramos cambiado de personalidades-.

Hice una mueca: tenía razón. Yo tenía rastro de color negro en mis prendas y él de color blanco, que a pesar de no ser un color demasiado llamativo, era más parecido a lo que yo solía llevar.

-Es verdad -Reí-, aunque no creo que quisiera cambiar a tu personalidad de amargad-

-Ssh -Dijo él mientras caminaba hacia la puerta de la casa- ¿Vas a venir o no? Te recuerdo que me debes fav-

-¡Ya voy! -Dije gritando para que él no dijera de  nuevo que yo le debía favores-.

No era que yo fuera mala cumpliendo promesas, pero a saber que utilizaba él para aprovecharse. Fijo que me volvía a poner una de esas películas de terror que tanto amaba y que yo tanto aborrecía. La última vez casi me da un paro cardíaco cuando le cortaron el cuello al amigo de la protagonista, no quería saber que sería lo próximo en ver. A pesar de eso, disimulé bastante bien que estaba aterrada y él no llegó a sacar demasiadas sospechas y no se rió de mí.

Salimos del edificio caminando con tranquilidad. Eran las seis de la tarde de aquel sábado y la gente había salido a las calles para disfrutar del buen día que hacía.

-Hm -Dijo Yoongi cortando el silencio del cual ya estaba empezando a acostumbrarme-, el primer favor...

-Ey, para -Dije poniendo las manos en frente de su cara, haciendo que él se detuviera-. Nada de favores hasta que acabemos el día en los recreativos-.

Él me miró aburrido y renegó, tomando la marcha de nuevo.

-Tomaremos el autobús, queda demasiado lejos como para ir a pie -Dijo-.

Que Yoongi dijera eso podía significar dos cosas. Uno: que realmente quedara lejos, o dos: que no quedara tan lejos y solo exageraba para no caminar hasta allá.

Últimamente habíamos pasado unos días juntos, la señora Julia se alegró gratamente de que él estuviera en casa. A pesar de que fuera un quejica con algunas cosas, tenía su lado "lindo". "Lindo" porque podía ser demasiado adorable y tal, pero era un estúpido de cuidado. ¿Os acordáis cuando me asustó y me caí de las escaleras? Pues repetió la misma jugada un par de veces, pero yo no me quedé atrás.

-Está bien -Dije mientras caminaba a su lado-.

~~~

-Esto es demasiado ruidoso -Dijo Yoongi nomás poner un pie sobre la zona de videojuegos.

-Y que lo digas -Dije mirando todo aquello con admiración-.

Mis ojos brillaban por una mezcla de ilusión y por toda la cantidad de luces que había en el lugar. Aquello era asombroso, sin duda, pero nada superaría a los recreativos donde se crió. A pesar de que en la ciudad inglesa todas las máquinas parecían más modernas y lujosas, nada podía compararse con las de su ciudad natal, a las que tenías que pegarles -en ocasiones- un par de patadas para que arrancaran, pero eso ya era un hábito.

Yoongi se acercó más a mí mientras yo observaba aquel lugar: era sin duda alguna, mi mundo. Estaba en mi sitio, en el lugar donde me sentía yo misma. Los ruiditos que la gente producía presionando los botones y de el barullo vitoreando al resto era como una entrada directa a mi hogar.

Como si me hubieran impulsado, corrí para sentarme en un de las clásicas. Yoongi me siguió soltando algún que otro quejido, pero finalmente tomó asiento a mi lado, mirando la pantalla con aburrimiento.

-Te reto -Dijo de la nada-.

Lo miré con una ceja alzada. ¿Qué acababa de decir?

-¿A esto? -Reí irónicamente, señalando con mi dedo índice a la pantalla que brillaba con intensidad.

Él volcó sus ojos.

-Obvio -Se apoyó sobre la palma de su mano, mirándome-. Si pierdes me llamarás "Yoongi oppa" todas las veces que yo quiera -.

Reí tanto que tuve que sostenerme en la máquina de color oscuro para no caerme hacia atrás. Eran dos motivos los que causaron mi gracia. El primero, él se atrevió a retarme, cosa que me parecía algo absurdo. ¡Yo controlaba esas máquinas desde que era una niña! ¡Por favor! Y el segundo, ¿Yoongi oppa? ¿Qué mierdas era eso? Había escuchado a gente llamar así a sus parejas o a sus amigos cercanos, pero a mí no me agradaba bastante. Tampoco era que me agradaran las palabras "amor" o "bebé", pues a pesar de ser una chica rosita, aquellos nombres eran una saturación de azúcar para las neuronas.

-Está bien -Dije recuperando la compostura mientras Yoongi me aniquilaba con la mirada-, jugaremos una ronda a todas las máquinas del lugar y el que más partidas gane, será el que decida el castigo del otro -Dije explicando con gestos en las manos-. Y si yo gano, harás lo que yo quiera durante un mes entero -Sonreí a sabiendas de que era imposible que me ganara-.

Él hizo una mueca de desagrado en su rostro y se levantó, poniendo la espalda muy recta y aseñalándome acusadoramente:
-Te estás pasando de la raya -Dijo-.

-Uy, me parece que vas a perder la primera partida...-Dije prendiendo rápidamente la ronda-.

-¡Eres una... argh- Dijo a regañadientes agarrando su control-.

Sonreí con malicia mientras machacaba todos lo botones del juego. En verdad no era para nada difícil, incluso podía ver la cara de máxima concentración que tenía Yoongi mientras le ganaba. No era por fardar -que también, pues me gustaba ver como Yoongi se estresaba con tanta facilidad-, pero era demasiado buena en esto. Quiero decir, llevaba desde hacía demasiados años con esto, era imposible qu-

-Te gané -Dijo secamente Yoongi tirando el mando a un lado-. Dentro de poco tendrás que llamarme... "¡Yoongi oppa! -Dijo con una voz horrenda mientras me miraba con superioridad.

Me levanté y crucé los brazos por encima de él: la primera partida no tenía porqué definir el resto del día. Además, en mi defensa, él hacía caras demasiado divertidas como pararle atención al simple juego.

-Ni te creas, voy a por la revancha -.

Él se levantó y mi intento de fingir superioridad se fue al carajo, pues él era más alto que yo y me hizo quedar en ridículo.

Corrí rápido hasta una máquina que quedaba a la par y sin esperarlo le lancé el control, ganándome una mirada asesina de su parte. Se sentó a mi lado con tranquilidad y paciencia mientras prendía el juego. Ahogué un par de gritos cuando su personaje estuvo a un milímetro de terminar con la vida del mío, pero en el momento menos esperado le di un ataque mortal terminando con su vida.

-Uf -Me dejé caer con un peso muerto en la silla: eso había estado muy cerca-, no eres tan malo después de todo eh -Dije mirando la pantalla que indicaba que yo había ganado.

Me giré al no obtener respuesta, cuando me encontré con Yoongi jugando a la siguiente máquina. ¡Tramposo! ¡No me había esperado! Bueno, yo tampoco, pero era estratejia, pues n:esitaba un par de segundos para prepararme: Yoongi era demasiado bueno. Quizás no tanto como yo, pero él tenía desteza con aquello, mientras que yo necesitaba fuerza mental para poder vencerlo.

Habíamos jugado a todas las máquinas del lugar sin descanso alguno. Las gotas de sudor descendían desd mi frente mientras que respiraba agotada. Yoongi también estaba cansado, pero él disimulaba las emociones mucho mejor que yo. De todas formas, aquello podía suponer un gran agotamiento físico y psíquico. La gente que decía que jugar a videojuegos no era cansado, estaba tremendamente equivocada. Esto era matante.

-Solo queda una -Dije cuando llegamos a una especie de competición de baile-. El que gane esta será el ganador -Dije-.

Nos tomamos unos segundos para descansar y después empezamos a leer las instrucciones del juego. Era algo similar al Just Dance, teníamos que imitar a las caricaturas que aparecían en la pantalla y el ganador sería el que obtuviera mejor puntuación. Claro, la puntuación se conseguía en base a los movimientos, si bailabas mejor, más puntos; si bailabas peor, menos puntos.

Estábamos n un empate, de modo que aquella partida sería la definitiva. A pesar de estar cansada, aun tenía la emoción a flor de piel y quería seguir allí. Pero había algo que me asustaba, ¿Y si Yoongi ganaba? No era que me molestara llamarle por ese estúpido nombre infantil -que también-, pero estaba segura de que él estaría restregándome todos los días que había ganado.

Estaba nerviosa, pero al fin y al cabo tenía que disfrutar de lo que me quedaba de ese día.

Nunca sabes cuando va a ser el último.

Yoongi me miró.

-Sabes que te voy a ganar, ¿Verdad? -Dijo con esa sonrisa irónica en su rostro-.

Si soy sincera, cada vez que sonreía de esta forma, me daban ganas de borrársela a puñetazos.

Rodé los ojos:
-Ya veremos -Dije buscando una canción para poner-.

Bien, no tenía ni la mínima idea de cual canción se trataba, pero debía limitarme a bailar los pasos. La música empezó sonando lentamente, como todas -o casi todas- las canciones de este universo, pero el nivel de rapidez empezó a complicarse cada vez más.

Miré a Yoongi por el rabillo del ojo mientras trataba de seguir los movimientos, él estaba haciéndolo a la perfección. Encima de ser bueno con los videojuegos, era bueno bailando. Esto no me lo podía permitir.

Entonces, cuando creí que estaba a punto de ganar por una mayoría inquebrantable, Yoongi se puso delante de mí tapando mi campo de visión.

-¡Yoongi, apártate! -Dije tratando de esquivarlo y seguir los movimientos.

Estaba empezando a molestarme, él estaba haciendo eso a propósito para que yo perdiera los puntos y así él ganar la ronda. Eso eran trampas sucias y yo no toleraba eso. El muy estúpido estaba haciendo eso a propósito mientras reía como un niño pequeño. A  mí no me hacía ninguna gracia.

La partida terminó.

Yoongi me superaba por una décima.

Yo había perdido.

Miré a Yoongi con destellos de ira en mis ojos. Quería matarlo -tal vez no tan drástico-, había hecho trampas, había ganado suciamente. Y yo odiaba que la gente hiciera eso, pues yo me estaba esforzando para ganar mientras que él simplemente me impedía ver a las caricaturas a las que tenía que seguir. Ganar así no merecía ningún tipo de reconocimiento.

-Ups -Dijo con una sonrisa-. Creo que te gané...-.

Apreté los puños a mis costados. Me estaba empezando a sacar de quicio.

-¡Yoongi oppa! -Dijo con un tono irritante.

Le di un leve empujón ganándome una mirada seria de él, si antes estaba feliz, su rostro ahora había cambiado por completo. Pero me daba igual, sentía impotencia de ser tan bajita y de no poder intimidarlo como ñel hacía conmigo. Era injusto que por mi altura Yoongi pudiera hacerme perder el juego y él estuviera tan fresco. Me dieron ganas de abofetearlo.

-Eres un tramposo -Dije con mi mirada fija en la suya-. Paso de jugar más contigo-.

 Me alejé de allí con pasos largos y firmes, quería salir de la central de videojuegos lo antes posible. Puede parecer que yo era exageerda, y que lo que el peliverde hizo era nomás una bromita, pero para mí no lo era. Desde toda la vida, incluso con Andrés y Sofi, no había tolerado este tipo de cosas. Me frustraban mucho y sin darme cuenta, me enfadaba demasiado para lo que en verdad era.

¡Pero eso era jugar sucio! ¡No era justo!

Salí de la oscura sala y el frío de la noche se estampó en mi cara. ¿Frío? ¿Había dicho yo eso? Sí, la verdad era que hacía un helor considerable para estar en verano.

Algo cálido me envolvió la mano entrelazando mis dedos.

Volteé para toparme con el Yoongi inexpresivo de siempre agarrándome cariñosamente de la mano. Traté de aflojar el agarre, en ese momento estaba molesta con él y no quería nada proveniente de su parte.

-Lo siento -Dijo-, no sabía que te lo ibas a tomar así -Se encogió de hombros-.

La verdad era que yo tampoco.

-¿Puedes soltarme la mano? -Dije alzando nuestras manos para que él se diera cuenta y dejara de agarrarme.

Él me miró y nuestros ojos se conectaron. Podía jurar que aquellos iris oscuros trasmitían dolor por cada mirada que daban. Así era él, incluso estando feliz tenía esa mirada perdida con  oscuridad pegada a su cuerpo. Pero es que así era Min Yoongi, el chico de la morgue el cual en vez de temer, podía ser temido.

Odiaba que me mirara con tanta fijeza y sin pudor alguno, me ponía nerviosa el hecho de que él fuera capaz de mirar y aterrar a alguien mientras que yo lo único que trasmitía era paz, alegría y amor. Yo nunca sería capaz de tener esa mirada, tan oscura y distante.

-No -Dijo sin más-.

Su pelo caía suavemente sobre su frente, moviéndose con el paso del aire. Era una imagen demasiado hermosa de él, a pesar de que su personalidad fuera todo lo contrario.

Yoongi era como la versión más oscura de mí en carne y hueso. Yo era como luz y él era oscuridad. Éramos totalmente opuestos, por lo que ver a dos personas de este calibre juntas en medio de la calle, no era de lo más corriente que te podrías encontrar. Yo enana, él alto; yo sonriendo, él serio; yo amando, él alejando. Era retórico.

Forcejeé con él. Estaba empezando a molestarme que me estuviera agarrando sin mi voluntad.

Y sí, que yo era exagerada, pero no quería estar cerca de él en ese momento. Más cuando le estaba dejando claro que necesitaba espacio y que no quería estar cerca de él, al menos, por unos minutos. Él debería respetar mi espacio, ¿Verdad?

Aun así, el toque que él le daba a mi mano me enviaba escalofríos. A pesar de molestarme, me agradaba de cierta -y mínima- manera que él estuviera tomándome la mano. Se sentía extraño.

Yoongi tiró de mi brazo y me rodeó con los suyos, infundiéndome calor. ¿Estaba abrazándome? Por un momento quise enterrarme en ese abrazo y ese perfume suyo que tanto me agradaba, pero a la vez quise mantener un poco de mi orgullo -si es que acaso me quedaba algo de él-. Sentía cosquillas en el estómago mientras sentía sus calídos brazos estrujándome con fuerza. Mi cabeza llegaba a la altura de su pecho, pero de todas formas me sentía bien. Era como si aquel lugar estuviera destinado a mí, me sentía protegida, como si Yoongi fuera mi escudo.

-No quiero perderte -Dijo el peli verde de la nada-.

¿A qué venía eso?

Pude notar como el calor de mis mejillas subía y como por arte de magia, mi enfado desapareció instantáneamente. Sonreí como idiota y finalmente accedía a abrazarlo a él también, ejerciendo fuerza en nuestro agarre.

Era demasiado lindo, tanto, que hubiera querido detener el tiempo para permanecer de esa forma junto a él para siempre. No podía decir que me gustaba, quizás lo que yo sentía era otro nivel. Porque a pesar de que él fuera más alto y grande que yo, yo quería y sentía la necesidad de protegerlo, de cuidarlo y de tenerlo para mí.

Creo que eso era... amor.

Esa palabra que durante demasiado tiempo repudié y que ahora no podía evitar sentir.

Supongo que no era yo la que elegía. Estúpido corazón...


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