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18

Evelyn.

¿Sabéis cuál es la mejor sensación del mundo? Estar tranquilamente dormida/o y arropada/o hasta el cuello con mantas. Ok, he dicho mil y una veces que soy calurosa, ¡Y lo soy! ¿Pero a quién no le gusta estar calentito cuando duerme?

A mí sí, por lo menos. Era como estar en el cielo, la calma y la paz -que no era que me agradaran al estar despierta- se unían mientras tú estabas en el limbo.

¿Sabéis cuál es la peor sensación del mundo? Que revienten a timbrazos la puerta.

Me fregué los ojos con fuerza mientras me arrepentía de que la puerta tuviera timbre. ¿La gente no sabía respetar las horas de sueño?

Por un momento hubiera deseado estar en casa de mis padres, pues con suerte, ellos eran los que se levantaban a abrir la puerta y no yo. Pero esto era una de las pegas de vivir sola, tenías que ocupar de estos detalles tan molestos tú solita. Hice la táctica de "el dormido": Era sencilla y en la mayoría de los casos, efectiva. Me hice bolita y tapé mis oídos con el cojín: si era importante, volverían a llamar.

El hecho era que la situación debía de ser de vida o muerte, porque no dejaron de timbrar y a mí se me estaba fundiendo el cerebro. Odiaba, odiaba, odiaba, que me despertaran de esa forma, con tanto ruido y para colmo, molesto.

Me levanté y me calcé mis chanclas rositas con brillitos mientras me dirigía como un muerto hacía la puerta, con todo el pelo desordenado y mi pijama corto de unicornios. Esperaba que la visita fuera urgente, de otro modo le estamparía la puerta en la cara a la persona que fuera a despertarme a las siete de la mañana. ¡Que no eran horas! Bueno, tal vez una persona normal ya estaría despierta, pero YO, NO.

Miré por la mirilla de la puerta y solo pude ver un color: negro. ¿Acaso estaban tapándola? ¿Esto era una broma? Fruncí el ceño mientras trataba de descifrar algo de ahí, pero nada. Otro timbrazo casi me deja sorda, pues este iba seguido a puñetazos en la puerta.

Ya está, la persona que fuera que estuviera al otro lado de la puerta se estaba ganando un tortazo de mi parte.

-¿¡Qué quieres!? -Grité al abrir la puerta.

Y creédme, casi se me cae la cara al ver quién era. El chico escuálido con el pelo teñido de color menta y la ropa del color oscuro que repudiaba, estaba en frente de mí con una cara irreconocible. Su rostro serio estaba acompañado de unas lágrimas, que a pesar de que acumulaba en sus ojos, no tardarían en venirse abajo.

-¿Yoong-

-Lo siento demasiado -Dijo él y me estrujó en un abrazo-. Siento ser tan imbécil-.

¿Sentís eso? Porque lo que yo sentía podía asegurar que nadie lo había sentido jamás. Estaba muriéndome por el mismo hecho de que él me abrazara, se sentía cálido y a la vez me sentía protegida, al contrario que con Jungkook. Sabía que quizás Min Yoongi era alguien peligroso, pero yo no podía apartar mis sentimientos: lo amaba. Lo amaba demasiado como para poder estar como si nada recibiendo su abrazo.

Sollozó un par de veces y a mí se me quebró el corazón. Verlo así, tan destruído aferrándose a mí mientras lloraba, era detruyente. Pasé mi mano por su pelo, enredando algunos mechones entre mis dedos, sintiendo lo suave que lo tenía. Él era como un ángel que no se dejaba ver.

Así, sintiendo su colonia masculina que siempre llevaba impregnada, y escuchando su voz, se me pasó el mal humor.

¡Lo tenía en frente! Yoongi, el chico que tanto nos había preocupado, estaba delante de mí. Estaba inmensamente feliz, pues tenerlo a mi lado había alegrado mi día, aunque él no fuera igual de hablador que yo, ni mucho menos, amigable, así se sentía. Él por fin estaba conmigo, joder. No había mejor sensación que esta. Pero a la misma vez, verlo tan inestable y abierto de sentimientos hacia mí, era como si te dieran un puñetazo en el estómago.

Él no era así.

~~~

No sabía como habíamos terminado así. Estaba en el sofá acostada en su regazo, observándolo desde abajo. No quería preguntarle, lo bueno de todo era que él estaba aquí y eso era lo único que importaba para mí. Me sentía completa, al 100 por cien. Renovada.

-Te vi con Jungkook -Habló él de la nada-.

Hice un sonido con la garganta indicándole que continuara hablando. Él tardó unos segundos, supuse que estaría pensando qué exactamente, decirme.

-Él te besó -Dijo-.

Oh, mierda. Al menos era consciente de que yo no fui la que lo besó, de todas formas, no estábamos en ninguna relación para que me impidiera con quién o con quién no podía besarme. No le di demasida importancia, aunque en el fondo me dolía la forma en la que el moreno lo hizo, obligándome de forma sutil.

Me hizo sentir cohibida.

-Sí -Dije sin más-.

El chico me miró y pude sentir dolor en su mirada. Fue efímero el momento en el que él conectó su mirada con la mía, y después de suspirar, la volvió a situar en un punto inerte. Entendía que a Min Yoongi le pudiera doler el que Jeon me besara, pero no tenía la culpa, de modo que tampoco me podía recriminar nada. Y recuerdo, no estábamos en una relación, aunque el ambiente tenso se notara por todas partes.

-Lo siento -Dije sin saber muy bien como sacar conversación-.

Él me miró desde arriba con el ceño fruncido y una mueca de disgusto en sus labios.

-No tienes nada que sentir -Dijo-, no lo hicistes tú-.

Eso me alivió un tanto bastante. Prefería que él pensara de esa forma a que pensara que lo había traicionado, cosa que por otro lado, no era correcta.

-Tengo algo que mostrarte -Dijo levantándose del sofá bruscamente, haciendo que me cayera al suelo- Uy, perdón -Rió y despareció.

-Juro que algún día te mataré...-Dije amenazadoramente mientras lo señalaba, aunque en verdad él se estaba mofando mientras se dirigía a su habitación.

Esperé unos segundos en completo silencio. Era cierto que estaba extremadamente feliz sin razón aparente, pero los nervios superaban con creces a mi felicidad. Estar con él era tener que tener esa sesanción encima: la de estar completamente nerviosa por cagarla por algo. Y eso que yo no solía preocuparme sobre como yo fuera a afectarle a las personas, aun así, con él era diferente, por el simple hecho de que él era diferente.

Respiré pesadamente cuando unas manos taparon mis ojos.

-Ni se te ocurra gritar -Dijo esa voz ronca que tan bien conocía-.

Iba a hacerlo, pero entonces pasó algo inesperado.

Un suave tacto cubrió mis labios. Con los ojos todavía tapados y sin poder ver nada, sentía com perfectamente me estaba besando. Tenía los nervios a flor de piel, mientras él me tomaba del cuello levemente sujetándome y atrayéndome hacia él. Era un beso dulce, pero las mariposas -o más bien, elefantes- estaban causando sacudidas en mi estómago.

Con los ojos sellados, trataba de no morirme en ese preciso momento, pues era lo que realmente podía estar a punto de suceder. Sentada en el suelo y sintiendo el frío que este emanaba, podría decir que sentía el calor procediente del mismo Sáhara.

Nos separamos por la falta de aire y podía jurar que tenía las mejillas sonrojadas al nivel "color granate". Yoongi no era tan diferente a mí, por lo visto sus mejillas habían adoptado un color carmesí tan lindo que quise estrujarlo.

-¿Eso era lo que me tenías que mostrar? -Dije tratando de ocultar mi vergüenza o mis nervios, pero el intento fue en vano, pues mi voz tembló ligeramente haciéndome quedar como una estúpida.

Él rió de forma tan adorable que se podía asemejar a la risa de un bebé, enseñando sus encías rojizas y entrecerrando sus ojos. 

Dios, verlo sonreír de esa forma era pecado. Él debería de estar en la cárcel por dañar mi sistema de esa forma tan... pura e inocente.

-No -Dijo-.

Su cercanía me tensaba, pues estaba sentada en el suelo a los pies del sofá y él estaba sentado a hurtadillas en frente de mí, mirándome fijamente. Mi corazón latía a mil por hora, eviando demasiada sangre -aunque no la suficiente- a mi cerebro para que no se desconectara. Era hermoso verlo allí, sonriendo tiernamente y con un deje de brillo en sus ojos.

Cogió un papel que tenía hecho bolita y me lo tendió, estampándomelo a escasos centímetros de mi cara. Que sí, el chico era demasiado tierno y tal, pero cuando actuaba así, tan de golpe; era justo lo contrario.

Tomé el papel y posicionándolo entre mis manos, leí el contenido.

...너 땜에 나 이렇게 망가져
그만할래 이제 너 안 가져
못하겠어 뭣 같아서
제발 핑계 같은 건 삼가줘...

¿Pero qué mierda? ¿Acaso esto era una broma? De aquellos circulitos y rayitas no lograba sacar nada en claro.

Alcé una ceja -¿Qué es esto? -Traté de no sonar grosera.

Él volcó los ojos bufando en mi cara. Me arrancó el papelito de las manos y se lo llevó al bolsillo, dejándome con las palabras en la boca.

-Da igual -Dijo moviendo sus manos y tomando asiento a mi lado-, se me ha olvidado algo -Dijo algo disgustado-.

Lo miré algo confundida. Entonces él se sacó algo de detrás de él. Lo observé cuidadosamente, pero no pude evitar llevarme la mano a la boca cuando vi lo que era exactamente aquel objeto de forma rectangular.

-¡El disco! -Me levanté y chillé- ¡La última saga de amores imposibles! -Dije emocionada.

Entonces hice algo que por vergüenza nunca creí que fuera capaz de hacer, me tiré sobre el chico abrazándolo con mucha fuerza.

-¡Te am- Cerré la boca.

Un silencio incómodo se interpuso entre nosotros. Ahora que lo pensaba, estaba en una posición algo incómoda sobre él, pero tampoco era capaz de echarme a un lado. Estaba paralizada viendo como aquellos orbes oscuros escudriñaban mi rostro. Quise, relamente quise, morir allí mismo. Además, ¿Acababa de decir que lo amaba? Oh, no. No. No y no. Mis mejillas volvieron a teñirse de granate mientras me quedaba sin aliento. Aquello hubiera podido denominarse como una perfecta muerte lenta y dolorosa. Porque a pesar de no ser dolorosa -sin contar para mi corazón, que parecía fundirse en mi pecho-, era lenta, muy lenta.

-¿Qué has dicho? -Dijo él con una sonrisa ladina en su rostro.

Me tiré hacia un lado antes de que me congelara ahí mismo. Estaba a punto de morir y Yoongi no ayudaba, para nada.

-Nada -Tapé mi boca, como si de esa forma fuera a arreglar algo-.

Él se acercó a mí y me tendió en disco, arrancándome un sonrisa:

-Yo también te "amo" -Dijo imitando mi voz de manera cutre, usando comillas en los dedos en la palabra amo-.

Lo fulminé con la mirada mientras me levantaba a poner el disco en la disquera de la tele. Decir que estaba emocionada era un eufemismo.

Me senté en el sofá con las piernas cruzadas -a lo indio- y me dispuse a disfrutar de aquel drama que me traía loca. Pero más me traía loca la persona que abolló el sofá sentándose a mi lado y dejando caer su cabeza sobre mi hombro.

Podía oler perfectamente el perfume de Yoongi que estaba impregnado en su pelo mientras oía los diálogos de los protagonistas. Por fin, ellos dos habían terminado juntos, pero cuando menos lo esperaban, estaba ahí Tom para joderlo todo de nuevo. Esta serie me sacaba lágrimas y sudor, por no contar los suspiros, gritos y sonrisas.

El pelo menta me tomó la mano y jugó con mis dedos, enviando toques de electricidad a todo mi cuerpo. Trataba de pararle atención a los capítulos de estreno, aun así, había algo más interesante en que fijar la mirada, involuntariamente. Dios, era que la cara de Yoongi, tan tranquilo y pacífico te robaba más suspiros que la misma serie.

-No sé como te puede gustar esto, es basura -Dijo serio mientras pellizacaba levemente mis dedos, haciéndome cosquillas-.

Fruncí el ceño por el que él pudiera estar tan tranquilo mientras yo estaba tan tensa, por no decir que estaba insultando discretamente a la serie que yo tanto amaba y que veía desde la adolescencia.

-Esa película de terror tuya sí que era basura -Aseguré, volviendo la vista hacia la pantalla del televisor-.

-Al menos verla contigo entretiene más -Susurró-.

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